25-Veinticinco
Doy vuelta a la izquierda, topo. Me remuevo en el lugar desconocido. Las ganas de hacer pipí aparecen, las ignoro y aprieto mis piernas. Abro los ojos lentamente. Veo bien a mi alrededor estoy rodeada con almuhadas blancas en ropa interior. No hay calor, más bien, el frío se apodera del enorme cuarto.
Inspecciono todo el lugar. Las cortinas están corridas, cortando la luz del sol. Una puerta al fondo, mueble en forma de ''L'' sujetado por las paredes, color gris. Escritorio, pequeña biblioteca. A la izquierda de la pared, hay utensilios colgados: martillos, pinzas, serrucho y más. Eso me dice quién es el dueño de este lugar.
En el mueble hay una carta la tomo.
Mi Hacker favorita:
Tal vez estas desconcertada de qué haces en mi cuarto y mayor en ropa interior. Si no estoy es porque salí a correr y en una hora vuelvo, te inyecte un medicamento para quitar el dolor de cabeza que seguramente es poco. Si deseas tomar una ducha ya sabes dónde están tus cosas, saca ropa de mi armario, y por la tuya no preguntes. Apaga el aire acondicionado cuando salgas.
P. D: No abuse de ti, si es lo que piensas. Aunque no estoy ciego pero no eres mi tipo.
Liam.
El enojo crece en mí. Las ganas de ir al baño regresan, me siento en la cama y veo mi centro. La mancha roja sobre las sábanas blancas y manchando mi piel hace que me den bascas.
¿En serio? No manches.
Observo la alarma: 2/junio. Claro. Con asco y enojo bajo mi cuerpo, del armario de Liam tomo una mochila (una de tantas) agarro las sábanas y las meto ahí. De las gavetas en el mueble, saco ropa interior de él y una toalla sanitaria.
Entro al baño, dejando que el agua se lleve el líquido rojo que sale de mi vagina. Luego de unos diez minutos, salgo y como puedo acomodo la toalla en la prenda varonil. Tomo una playera negra, unos vaqueros y mis zapatos.
Cuando estoy por salir recuerdo que no tengo lo que necesito en casa. Así que regreso al lugar dondo saqué las toallas y tomo 20, las aguardo y bajo el pasillo y escaleras. Liam tiene toallas sanitarios porque antes de todo, me quedaba mucho en casa y traía estas cosas.
Al llegar a la sala de estar me retiene una voz suave pero firme.
—Buenos días, señora Alejandra— ella y su hija disfrutan de un buen desayuno en la cocina —Cristal.
—Hola.
—¿No te quedas a desayunar?— curiosea la señora, niego rápidamente —Okay, pero toma —pasa un plato con pan tostado y jalea de piña. Mi estómago ruge cuando lo ve.
—Gracias. Y dígale a Liam que gracias por todo y que ordene su cuarto. Adiós— grito saliendo de la residencia, directo a mi casa.
Acomodo el maletín en mis hombros y voy comiendo en el calle, caminando lo más rápido posible. Al cruzar unas cuantas calles mi celular suena. Lo tomo con dificultad, ya que el vaquero se cae a cada rato.
+502 345****
Necesito hablar contigo, cuanto antes. Quiero de tu ayuda. Rosy, 3:00pm.
Okay. Eso me deja en desconcierto. Sé dónde queda ese lugar. Lo que no sé, es quién me quiere en ese lugar. El choque con otra persona, hace que caiga al suelo, junto con mi desayuno.
—¡Diablos! Mira tu camino idiota— exclamo furiosa, ajustando el vaquero.
—¡Tú venías distraída!— con eso caigo en cuenta del culpable y que lo debo matar.
—Tienes que invitarme a un desayuno, imbécil. ¿No tienes ojos? Joder— susurro y tomo su mano que antes ofrecía.
—Okay, vamos. Te invitaré. ¿Recibiste mi mensaje?— curiosea. Lleva ropa deportiva y total sudado, da asco.
—¿Fuiste tú?
—Sí. ¿Vamos o no?
—Claro que vamos, no puedes dejarme con ganas de más— en su rostro aparece una sonrisa pícara —Con hambre, hambre— aclaro y su maldita sonrisa no desaparece.
—Como digas— nos encaminamos juntos, a una cafetería lo más cercana posible. Al entrar no está tan llena, tomamos una mesa del fondo.
—¿Qué desean?— pregunta una camarera pelinegra.
—Yo, un café, super cargado, unos panqueques con fresa y toda la onda. Pan tostado con jalea— pido y la muchacha a nota todo mental —¿Tú?
—Panqueques y agua— asiente y se va —¿A dónde se te va la comida?
—Al estómago y luego al baño. Caleb, ¿qué quieres conmigo?
—Oh, sí. Quiero que seas mi novia— suelta, quedo estupefacta —No de verdad, sino de mentiras. Mañana hay cena familiar y quiero ahorrarme el drama de por qué no tengo novia.
—Ya se me había ido la leche— ríe —¡Estás loco si piensas que fingiré ser tu novia! Antes no te agradaba, yo no te soporto...— soy interrumpida por la chica quien deja todo lo que pedimos en la mesa —No, mi repuesta es no— sentencio y saboreo mis panqueques.
—El trato dice que tienes que hacernos favores a cada uno. Bien, tienes que hacerlo, Kayla, solo finge y ya.
—No debí aceptar— murmuro pero escucha —¿Tengo de otra?— enarco una ceja.
—No— come y sonríe coqueto.
—¿Cómo debo vestir?— mi café quema todo mi sistema y gimo por el sabor.
—Como gustes. Es solo una comida y ya. Paso por ti a las 7:00am— toma uno de mis panes.
—¡Oye!— me quejo —Muy temprano. Vas a retenerme ¿cómo Zac?
—¿No? Sé tú, pero no tan tú— pide y frunzo el ceño —Olvídalo. No le tienes que decir a los chicos de esto— termina y sigue con lo mío.
—Tenlo por seguro. Si sigues con hambre llama a la chica— señalo hacia atrás. Muerdo mi pan. Oh, joder, es delicioso.
—Nop. ¿Qué llevas en la mochila? Y ¿por qué vistes así?— apunta mi cuerpo y me encojo de hombros.
—...Ah...
—Kayla.
—Estaba en casa de un amigo. El cual se deshizo de mi vestimenta. Adentro hay sábanas...— término mi comida. Abre su boca para hablar y el sonido del celular lo interrumpe.
Brad:
¿Dónde demonios estas? Kayla, ven a casa.
Maya:
Mi hermano está enojado contigo, más te vale regresar antes.
—Tengo que irme— me levanto, tomo mis cosas. Caleb deja dinero y camina a mi lado.
—¿Tus hermanos?
—Sí. Sigue a donde ibas— hago un ademán. Niega y sigue mis pasos.
—Eres rara— sonríe con algo de no sé qué —Te acompaño— pasa su brazo por mis hombros atrayendo hacia él. Lo aparto.
—Estás del asco— refuño.
—No importa, así me veo más guapo— ya no digo nada.
Caminamos hacia mi casa en un silencio que para mí es incómodo, no sé para él. Por el motivo que estamos muy cerca y siento que él esconde algo, por la forma en que estruja mi cuerpo al suyo algunas veces. Siento que hay algo más que solo compañía. Pero debe ser mi imaginación. Nunca alguien como Caleb se fijaría en alguien como yo.
Entro a casa una vez adentro espero los gritos que jamás llegan. Subo a mi pieza, tiro el maletín y entro al cuarto de Maya. Rara ocasión está en casa fin de semana.
—Hermanita— llamo su atención y voltea a verme —¿Mi hermano?
—¡Kayla Eloisa Thompson! Ten un poco de responsabilidad y a la otra nos avisas que no llegarás a casa— sí, regaño aceptado.
—Lo siento, no volverá a pasar...— la voz y el cuerpo de de Brandon me interrumpe, acercándose a nosotras.
—Claro que no volverá a pasar. Tienes prohibido salir más— me ve tan serio que provoca miedo.
Creo que es tiempo de abandonarte. Fue un gusto, pichula.
—No puedes. Te prometo que no lo volveré a hacer. Hermano, no me quites los permisos, por favor— suplico el ríe y Maya le sigue.
—Debes agradecerle a Liam. Él nos llamó a mitad de la noche diciendo que te quedarías con él. Pensé que por borracha— su mirada recorre mi cuerpo —No, no estas borracha. Aún así, no saldrás más.
—Maya dile algo. Por favor. No, eso no— hago un puchero.
—Sabes que no podemos quitarte lo poco que queda. Con la condición que respondas al celular— réplica Maya.
—¡Los amo!— abrazo a ambos y nos reímos —Además, mañana tengo un compromiso. No estaré todo el día afuera— comento. Brad alborota mi cabello suelto y sonríe.
—Solo no te metas en problemas— pide y bajan. Bailo, por la victoria. No pueden decirme no. Sonrio victoriosa. Entro al cuarto, me tiro boca abajo, acomodo una almohada. Cierro mis ojos y caigo en los brazos de morfeo.
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