04-Cuatro
Miércoles, media semana y mis ánimos de seguir viniendo a estudiar son nulas. Tener que levantarse antes de las siete para poder estar aquí, las ganas de abandonar esto no me hacen falta pero mis hermanos mayores estarían dando su discurso del año por ello. Los amo y ellos me aman a mí, así que por todo ello debo al menos estudiar o intentar hacerlo. Cuando voy hacía mi taquilla mis oídos perciben algunos chismes que han pasado los últimos dos días, disimulando que voy concentrada en mí camino despacio para no perderme nada.
Resulta que Caleb tuvo un problema con un chico mayor que él y a ambos mandaron a suspensión. Al parecer el problema no fue tan grave y por eso no recibieron un castigo más pesado, esta escuela está llena castigos. Una vez que me enterado de todo apresuro el paso.
Tomo lo necesario de mi casillero, cuando lo cierro Zac apoyado de espaldas sobre el suyo de brazos cruzados.
—Hola Kayla– comenta alegre, lo ignoro y sigo mi camino al salón.
—Pues muy bien y tú?— responde como si yo le haya preguntado.
—¿...Que quieres Zac?—digo bajito. Tratando de parecer desapercibida ante muchos ojos que se están posando en ambos.
Porque aquí tú no puedes andar con un chico que jamás hablaste porque luego creen que ya somos amantes...
—Hacerte compañía, siempre estas sola y el otro día me sacaste de tu cuarto— paro en seco al ver quién es la persona que está enfrente de mí.
La semana iba tan bien...
Doy media vuelta y camino ligero dejando atrás a Zac un poco molesto, me vale si se enojó o no, él fue el insistente en hablar conmigo lo que menos quiero es volver a ser el centro de atención de todo el colegio. También veo a los populares caminar en dirección contraria a mí y por más que suplico en que ellos no me vean lo hacen mas no logran dirigirme la palabra o algo así...
Todo parece juntarse en un día, no estoy preparada mentalmente para estos encuentros donde perderé por malas jugadas, necesito alejarme de todas aquellas personas que involucren problemas a grandes escalas, por el momento... luego ya veremos.
Tocan el timbre, por fortuna no comparto con ellos. Entro con empujones por parte de todos los demás. Voy a mi lugar estando aliviada de no verlos, entra la profesora y comienza a dar su clase.
La clase comienza aburrida, transcurre aburrida así que volteó a ver la ventana que da a la calle, hay muchísimo viento fuerte. Salgo de mi concentración al sentir como me mueven.
——¿No te cansas?— susurro ya más fastidiada de lo normal, porque ¡vamos! A veces sólo quieres estar sola sin que nada ni nadie te esté jodiendo la existencia.
—Uy que genio ese, Kayla no seas mala conmigo— mumura colocando su mano sobre la mía la cual retiro rápidamente.
Este chico de cejas pobladas comienza a ser peor que piedra en el zapato. De un momento a otro quiere entablar conversación conmigo siendo muy extraño.
—El hecho que no quiera compartir nada contigo no significa que sea mala, tu intenciones vienen valiendo mierda conmigo así que aléjate antes de que esto comience a ser grave para ambos.
—Olvídate...
—¡Hey, ustedes callense!— exclama la profesora en una advertencia clara.
—¿Ya ves?, no quiero ser castigada—digo arisca.
—No te van a castigar...— fue interrumpido.
—Si tanto quieren hablar, ahí está la puerta salgan— señala la maestra con su dedo índice hacia la puerta, todos voltean a vernos comenzando a murmurar.
—No maestra, no hablamos más— aseguro en tono de súplica que la hace enfadar.
—No, no vuelvo a repetir nada, salgan.
Sin más opciones tomo mis cosas y salgo de ahí con la mirada agacha y con burlas por parte de los demás.
Zac viene atrás de mí.
—Kayla, lo siento... yo.
—¡Te lo dije y te valió madre, ahora tendré que ponerme al día y suplicarle a la maestra que reciba mis proyectos solo porque a ti te gusta ser insistente!— pausa —Zac, tú y yo nunca hablamos, y no sé por qué de repente vienes y quieres algo conmigo. Si necesitas algo solo dilo y ya, pero no andes por ahí jodiendome la existencia, ya tengo suficiente con tus cuatro amigos que se la pasan fastidiando.
Él no responde de inmediato así que doy la vuelta para alejarme de él, gracias al cielo lo consigo. Necesito estar a solas, conmigo nada más, no entiendo por qué lo hace pero debe dejar de hacerlo. Y sí, él es amigo de Justin, Tony, Caleb y Haminton, los he visto reírse juntos, caminar juntos, estudiar juntos, comer, bañarse (no eso no), salir y festejar juntos. Aquí nada se esconde.
Excepto tú...
Dejo caer mi culo a la banca en el patio, tengo tiempo libre por ello vine acá, cansa dejo salir un suspiro. Quito mis anteojos para darme masajes en los ojos. Pero la paz y armonía no duran mucho.
—Miren a quién tenemos aquí— una voz a mi lado, veo de quién se trata. Scarlett, una chica alta de tez blanca, cabello negro y ojos marrones.
Belleza divina.
—Querida Kayla, ¿pasas un mal rato?— su tono fingido logra ponerme alerta.
—Yo, me voy...— informo y cojo mis lentes de la mesa.
—¿Por qué te vas? Si podemos divertirnos– empuja mi cuerpocontra la mesa que complementa la banca.
—Scarlett, no quiero causarte proble-mas...— digo bajito, trato de salir sin embargo, ella vuelve a empujarme y corta la distancia.
Sus labios quedan muy cerca de los míos y nuestros ojos no se apartan de la otra.
—No, problemas no me causarás, pero si voy a divertirme más de lo que tu mente poco desarrollada pueda entender— sonríe con malicia, lo cual me da miedo.
Veo algo borroso, decido ponerme mis lentes y verla mejor. Trato de salir de ahí pero ellas no me dejan pasar y solo me jalan mi cabello con rudeza.
—No hagas nada— me calla con una cachetada la cual deja doliendo mi mejilla.
—Cállate tonta, aunque supliques lo vamos a hacer– comenta enojada y quita mis lentes para quebrarlos, botarlos al suelo y pisarlos.
Mis nervios se alteran.
—Zoe traelo– ordena, la veo a los ojos con súplica y ella se hace más grande. La chica le pasa un recipiente mediano en el que logró leer que es pintura.
—Esto no es nada a comparación de lo que te mereces, eres una vil traidora hija de puta.
Cae a mi cabello una cosa viscosa y pegajosa, ellas sacan sus celulares, toman fotos y ríen, me pasan mi mochila y más obligada abandono la banca. Otro líquido con la misma consistencia cae sobre mí, y sí, es pintura. Mi sorpresa es grande que solo abro la boca en una gran O.
Quedo ahí parada frente a ellas, aún sigo procesando lo que acaba de pasar y mis sistemas de defensa propia no actúan rápido, tengo la mirada agacha por la pintura que casi entra en mis ojos. Las chicas siguen tomando vídeo y fotos sobre mí.
—¡Ja! Creo que la tonta de Kayla no se cansa en hacer el ridículo— habla una de las chicas.
—Para eso es lo que vive, ser una escoria.
—Así te ves menos horrorosa— sisea Scarlett sonriendo malévola, es algo que le sale al natural.
—Eres una idiota— fue lo primero que dije después de tanto tiempo. Acortó la distancia entre ella y yo para darle una cachetada.
Las risas que antes se escuchaban dejan de sonar para darle paso a un silencio profundo. Cuando Scarlett quiso golpearme su brazo se detuvo en el aire.
—¿Qué haces?— la voz de Zac alertó a ambas.
—Nada de tu incumbencia— escupe ella para después irse.
—¿Kayla, estás bien?— con su mano limpia la pintura de mi frente.
—¿Te parece que estoy bien? ¿Aún me sigues?— estoy tan enojada que no mido mis palabras y actos.
Tomo mis cosas y camino hacia la salida antes de que el timbre suene y todos me vean, aunque dará lo mismo, las chicas subirán las fotos al Internet.
—Tranquila, puedo ayudarte.
—¿Cómo?— giró bruscamente.
—Una ducha, puedo ayudarte con eso.
En sus ojos veo la desesperación para que yo acepte, sopeso mis opciones que no son muchas. Sí voy a casa la pintura será un desastre tanto en mi cabello como en mi piel, si me ducho aquí el riesgo será menor... tengo ropa aquí, siempre traigo una extra de modo que suelto el aire retenido por enojo.
—Okay. Acepto.
—Ven por aquí.
Él me guía por todo el patio trasero para llegar a las duchas de chicos, ¿por qué no de las chicas? A esta hora las chicas están ahí y por nada del mundo cruzo ese lugar, suficiente tengo con esto. Dejo que el agua de la regadera caiga sobre mí, masajeo mi cabello para que toda la pintura de color rojo se caiga. Al ver el agua irse al drenaje por mía pies recuerdo la película de Carrie.
—Aquí está tu ropa Kayla— grita Zac del otro lado de la puerta, tuve que darle la contraseña de mi taquilla para que pudiera traer mi ropa. Por suerte no hay nadie acá.
—Gracias.
Tardo más de lo necesario en estar lista pero al menos ya no estoy hecha un desastre, tomo la toalla para secarme cuando de repente sucede.
Se escuchan unos pasos adentrándose en las duchas.
—Mierda— escucho que maldice.
—¿Qué sucede?— mi voz tiembla.
—Abre la puerta— trata de abrirla.
—No.
—Abre, joder. Kayla esto es urgente, abre la puerta antes que sea tarde.
—¿Por qué?
—Ahí vine un chico.
—¿Hola?— la voz gruesa de un chico resuena en las duchas.
—No, no puedo.
—Hola.
—Kayla, por favor...
Los pasos de él se escuchan más cerca y no tengo otra opción más que quitar el seguro de la puerta y dejarlo pasar, ambos quedamos frente a frente.
—Za...
—Shh— su mano sobre mí boca.
—¿Quién está ahí?
—Soy yo, Zac— responde él viéndome a los ojos.
—Ah, okay. Creí que era alguien más.
—No, tranquilo Jorge.
—Voy a ducharme por si me buscas— los pasos se alejan un poco más.
Él me suelta poco a poco pidiéndome que guarde silencio.
—¿Por qué lo hiciste?— recrimino sin soltar la toalla de mi cuerpo.
—Los chicos tienen la mala costumbre de que si no les respondes abren la puerta de la ducha para ver quién eres, no podía dejarte ahí y que él te viera, aunque me desprecies no podía hacerlo.
Asiento lentamente, él me entrega la ropa que aún sostiene en sus manos pero resbala, se sujeta sobre mí pero cae al suelo llevándose consigo la toalla.
Hasta acá... qué les parece Kayla? Comenten, voten que les leo y les amo.
Besote. Muack!
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