My soul? So cynical
—¿Qué hiciste durante el verano, Marita? —le preguntó Iker durante el almuerzo.
—No hay mucho que quiera contar, fue bastante aburrido, la verdad. —Movió la comida con su tenedor—. Mi papá quería que aprendiera a trabajar bien, ya saben, hasta me llevó a sus aburridas actividades con sus estúpidos amigos.
—¿Qué tuviste que hacer? —David rio mientras hablaba.
—Acompañarlo a su oficina, al golf... ese tipo de cosas.
—Nunca esperen mucho de un fascista —murmuró Mateo y llevó un bocado de arroz a su boca—. Tu viejo es tan aburrido. Recuerdo que te pregunté si querías venir unos días con la banda y no te dejó.
—Tampoco dejó que me acompañaras en la granja. —Iker se reclinó en su asiento.
—Ni que salieras conmigo a bares.
—Bueno, eso último lo dije yo misma, cada vez que me invitaste a algún lugar —aclaró Mara—. Insisto en que nunca iré a un bar de mala muerte. Misma razón por la que rechacé ir con Mateo. Por cierto, Iker, lo siento, pero no me apeteció pasar tiempo en un lugar apestoso. Además, chicos, recuerden nuestro acuerdo de no vernos durante las vacaciones.
Los chicos asintieron y siguieron comiendo. Iker sintió cierta tristeza al escucharla, pero David albergaba un sentimiento de molestia hacia la actitud de la chica con él.
—No todo el verano fue malo. —Sonrió—. En la última semana del verano, había quedado de reunirme con Gustavo en un lugar secreto, de solo nosotros... la mejor semana de mi vida. Eso sí: los usé a ustedes de excusa, chicos, porque era imposible que mi mamá me dejara quedarme toda una semana con él.
—¡Ah, que bonito! —exclamó David, enfadado—. Mientras Iker estaba incomunicado, Mateo andaba en un apestoso tráiler y yo me estaba secando en un bar, ¡tú andabas de luna de miel con el gilipollas ese!
—No seas resentido, David —lo regañó Iker—. Cada uno disfrutó del verano como pudo.
—Sí, no porque tú te estuvieras secando en un bar —dijo Mateo—, significa que Mara no pueda dejar seco a su novio.
—Desagradable. Totalmente desagradable. Igual, David, no deberías hacerte la víctima, porque recuerdo que me invitaste varias veces a tus actividades que eran algo... interesantes. ¿Por qué no le cuentas a los chicos un poco? Tal vez también les interesen las cosas... Fáciles. —Alzó las cejas y se llevó un bocado a la boca, sonriente.
David enterró el tenedor con furia en la carne cuando la escuchó decir eso. Cortó con fuerza y rapidez un trozo, se lo llevó a la boca, tragó y sonrió.
—Al menos me divertí, mientras tú estabas en la oficina de tu papá y en las noches le rezabas a un novio que probablemente se acostó con la primera que pudo.
Al escucharlo, Iker se abalanzó sobre la mesa y lo sujetó por el cuello de la camisa, para luego alzarlo. No era la primera vez que se peleaban en la escuela, por lo que ya a nadie le sorprendía la situación, más allá de la dinámica que tenían en el grupo de tratarse mal, agredirse y seguir siendo amigos.
—¡Suéltame, idiota!
Iker lo sacudió y Mara los observó, decidiendo que ya era suficiente espectáculo.
—Ya déjalo, le vas a deformar la camisa.
Iker lo soltó y David tropezó al caer a tierra. Se sujetó de la silla y se volvió a sentar.
—Esas cosas no se dicen —lo regañó Mateo—, a menos que quieras terminar muerto.
—¿Qué significa eso?
—Nada, solo que creo que cualquiera querría matarte si insinúas que su novio lo engaña. Al menos yo te hubiera reventado a golpes la cara si me hubieras dicho algo así.
Mara sonrió y levantó las cejas con superioridad al ver que ambos la respaldaban.
—Agradece que ella es una analista natural —concluyó.
—Bien, gilipollas —llamó Mara—, más te vale no volver a insinuar que Gustavo anda con otra. El solo hecho de que lo pienses ya es humillante.
—Tan dramática. —David rodó los ojos.
Gustavo se le acercó por detrás a su novia, se agachó sin decirle algo y la rodeó por el busto, abrazándola.
—¿Quién soy? —susurró cerca de su oído.
—El chico más lindo, por supuesto. —Sonrió Mara y volteó para verlo a la casa.
Iker frunció el ceño y siguió comiendo, con cierta agresividad en sus movimientos torpes. Ganas no le faltaban de enterrarle el cuchillo, igual que como trozaba su corte de carne en ese momento.
—Sabía que el circo estaba en la ciudad, pero no que vendría un payaso a la escuela —bromeó David y a Mateo se le escapó una risilla.
Mara prefirió ignorarlo y se puso de rodillas sobre su silla. El chico la rodeó por la cintura esta vez y ella posó sus brazos sobre los hombros de su novio, entrelazando sus dedos por detrás de la nuca de él. Tras sonreír con complicidad, se besaron frente a los chicos, ignorando el disgusto que les provocaba.
—Podríamos adelantar nuestro encuentro de esta tarde —sugirió en un susurro.
—¿En qué piensas? —Sonrió.
—En que quizás encontré un lugar que se les quedó abierto.
Mara se levantó y se escabulleron para salir de la cafetería sin ser vistos.
Iker clavó con fuerza el cuchillo en la mesa, mirando hacia el frente, lo que puso un poco nervioso a Mateo al creer que lo hacía por David, quien ni se inmutó ante el arrebato de su amigo.
—Ya cálmate, bestia. —Tiró David, con poco interés.
Normalmente no era ofensivo con él, pero se sentía hastiado de la actitud de Mara con él y que Iker siempre la iba a defender a ella. Sí, la chica era linda y muchas veces los ayudó a pasar de curso, pero de todos modos no entendía la devoción ciega de su amigo hacia ella, como si se tratara de una diosa y su sacerdote. Y lo peor: tener a alguien así de su lado, siempre la pondría en ventaja sobre el resto de los alumnos.
—Chicos, es ridículo lo que están haciendo —los regañó Mateo—. Nos quedan diez minutos para terminar el almuerzo y ustedes parecen querer agarrarse a golpes en lugar de comer.
—Nah, descuida. —David siguió comiendo—. No armaremos un escándalo aquí.
—Mi problema no es con él —contestó Iker.
David y Mateo se miraron extrañados, sin entender lo que pasaba.
***
En la sala de audiovisual, que era oscura y pequeña, se encontraban Mara y Gustavo besándose. Ella tenía rodeada la pelvis del chico con sus piernas. Gustavo le besó el cuello mientras se balanceaba de atrás hacia adelante con las manos en la cadera de la chica, a quien le daba igual que alguien los pudiera pillar ahí.
Gustavo se deslizó hacia atrás, agotado. Le sonrió y la besó en la boca, para luego vestirse, acomodando con prisa su uniforme. La chica, insatisfecha, se acomodó y se levantó de la mesa. El chico volvió a acomodar los equipos audiovisuales y justo sonó el timbre, indicando que debían ir a su siguiente clase.
Salieron con cuidado y caminaron por el pasillo, tomados de la mano.
—¿Sabes? Podría salir esta tarde con los chicos —interrumpió el silencio ella.
—Se supone que quedamos en vernos en la cabaña, ¿no? ¿Les dijiste?
—Sí, pero es costumbre de nosotros celebrar el primer día de clases juntos. Además, nosotros acabamos de tener sexo, no veo la urgencia por reunirnos hoy.
—Ay, mi reina... —Gustavo tomó su mentón—. Sabes que no te quiero solo para eso—. La besó por un instante—. Quiero pasar esta tarde contigo.
—Ok, pero ya estamos pasando tiempo juntos. Los chicos se molestaron cuando les dije que quería pasar el resto del día contigo.
—¿Y? Deben entender que nosotros somos novios. Que se jodan.
—Son mis amigos.
—¿En serio? Porque todo el tiempo pareciera que te quieren follar.
—Vete a tomar por culo —espetó la chica y se alejó con rapidez, enojada.
Mara se dirigió a su siguiente clase, que no fue del todo productiva, pues nada más se habló de los objetivos de aprendizaje para el año, lo que anotó a pesar de lo inútil que le resultaba.
A la salida de la escuela, dejó de lado a Gustavo y alcanzó a Iker, quien le tomó por ventaja varios pasos —o tres zancadas, en el caso de él—. Lo tomó del brazo, sorprendiendo a su mejor amigo y haciendo que bajara la vista para ver quién se le había apegado. Era ella.
—¡Mara! —exclamó, sorprendido—. ¿No ibas a...?
—Lo cancelé. El grupo está primero, ¿no?
Iker asintió, sonriendo. David se les acercó, con curiosidad, y jaló del brazo de Mateo, a quien lo pilló en el camino.
—Eso significa que te nos unes —dijo David con alegría—. ¿A dónde vamos?
—Al cine —pidió Mara—. Después nos tiramos en la plaza.
—Y bebemos. —Sonrió—. Aprovechen que con Mateo ya podemos comprar alcohol.
—La verdad es que me tengo que ir a... —Mateo hizo una pausa para pensar—. Es que, quedé de ensayar con la banda.
—Amigo, teníamos esto de antes —acotó David.
—Hasta cancelé mis planes con Gustavo por esto.
—¿Cómo planeaste ensayar si quedamos a inicios del verano que hoy íbamos a salir todos?
—Mara dijo que no podía.
—Sí, hace un rato, pero cancelé lo otro. ¿Cómo lo armaste tan rápido?
—Es que... —Mateo necesitaba excusarse frente a ellos, pero no se le ocurría algo urgente.
Lo cierto era que no tenía planes para ensayar, sino que quería reunirse con Simón más tarde y lo iba a llamar cuando encontrara un lugar para estar solos. Como todavía no hablaba con él, podía cancelar su idea. De todos modos, sabía que en un par de semanas sus padres iban a viajar a la capital, por lo que, tendría la casa sola durante todo un fin de semana, para disfrutar con Simón.
—Ok, vamos —aceptó de mala gana.
—¡Eso! —exclamó Mara y se le tiró encima a Mateo.
Debido a eso, Iker miró accidentalmente su trasero y levantó de inmediato la vista, apenado, pues su mente se dejó llevar y sabía que no correspondía.
David observó su reacción y se dio cuenta de todo. Sospechaba de antes que a Iker le gustaba la chica, que quizás hasta sentía algo fuerte por ella, lo que confirmó por la acción de él.
David no fue el único que lo notó. Gustavo veía todo a varios metros más atrás, justo en donde Mara lo esquivó para poder alcanzar a su mejor amigo. Si bien desde ese ángulo era imposible ver los gestos de Iker, no necesitaba eso para sentirse celoso.
A causa de eso, decidió que si ella se iba a divertir con sus amigos, a él le tocaba encontrar la forma de pasarla bien igual. Se dirigió al salón de un curso paralelo y se apoyó en el umbral, mirando hacia el fondo, donde una tímida morena guardaba sus cosas, en completa soledad, pues el resto ya se había marchado.
Caminó hasta la chica, quien no quiso levantar la vista al escuchar los pasos, sino que siguió guardando sus cosas y tomó su mochila justo cuando él estuvo frente a ella.
—Clara, ¿tienes algo que hacer?
—Te pregunto lo mismo —dijo rápido, pues se sentía nerviosa—. De seguro tienes un plan con tu novia.
—¿Qué novia? —Gustavo se hizo el desentendido.
—Los vi besándose. No puedo creer que fui tan tonta como para creer que ya no salían.
—Con Mara es complicado.
—¡Y por eso se besaron hoy!
—Y por eso también me mandó a la mierda hoy. Ella es volátil, no creas que lo nuestro es serio.
Ella lo miró en silencio y él avanzó, hasta quedar frente a ella y a escasos centímetros del muro, ya que, ella retrocedió un poco al ver que se acercó. Acarició su mejilla con sus dedos y le sonrió.
—Ella no es como tú. Tú tienes ese toque especial que es tan dulce. Ella es tan amarga.
Clara sonrió con timidez y dejó que él le plantara un beso en la frente.
—Vamos a dar una vuelta y luego te llevo a tu casa, ¿vale?
La morena asintió. El chico se agachó un poco y le dio un beso en los labios. Era tan fácil engañarla para tenerla para él cuando quisiera, solo bastaba ser cursi y decir frases baratas de películas.
Ella se sentía como en los libros que solía leer y fantasiaba con que algún día le iba a pasar, solo que nunca pensó que de verdad lo viviría. Gustavo era un sueño para ella, con su apariencia linda y su personalidad galante. Su único problema era su novia, una completa mean girl, tal y como en los libros.
***
Los chicos se metieron a ver una película de terror, sus favoritas y que un cine de la ciudad solía exhibir en un par de salas, incluso si habían salido hacía años. A Mateo y a David les gustaba exagerar sus reacciones y causar algún susto mayor en cualquiera que estuviera viendo la película cerca de ellos, por lo que se sentaban en el extremo, dejando a Iker y Mara al medio.
—¿Nunca te has preguntado cómo se siente? —le susurró Mara a Iker, a la mitad de la película.
En la pantalla, se podía ver a la víctima de un asesino serial siendo masacrada, todavía con vida. Entre sus gritos y los de algunas personas del público, costaba un poco escuchar, por lo que el chico se inclinó hacia ella para hablar.
—¿Qué cosa?
—Matar a alguien —respondió, sin apartar la vista de la pantalla.
Él se quedó viéndola un momento, en completo silencio, mientras recordaba las vacaciones.
—No —contestó y tragó saliva—. Igual, debe ser mejor a que te maten.
—Entiendo a que vas. —Sonrió—. En un supuesto, es mejor ser el asesino que la víctima.
—Sí, en un supuesto. —Forzó una sonrisa.
Siguieron viendo la película y ella apoyó su cabeza en el brazo del chico, además de rozar sus manos al dejar su brazo en el posadero. El chico empezó a tensionarse, pues con el contacto con Mara y las escenas de la película, era imposible no recordar los últimos dos meses. ¿Por qué solo podía estar con ella en su imaginación? Al cerrar los ojos para intentar imaginar que estaba en otro lugar, sintió como si viviera una de sus fantasías y ella le acariciara.
David volteó para indicarles su hazaña de tirarle palomitas a la cabeza a una chica, asustándola. En eso, notó la expresión tensa de Iker mientras Mara estaba con su cabeza en su brazo.
—Tengo que ir al baño —indicó Iker y se levantó de golpe, sin resistir más y sentir cómo empezaba a tener una erección.
—Tráeme palomitas —pidió Mara, prestando atención a la película.
David notó un bulto en el pantalón del chico cuando pasó por delante de él. Varios abuchearon a Iker, pues por su estatura le tapaba a varios.
Corrió al baño, entró a un cubículo y agradeció que no había nadie en el pasillo, porque le causaba vergüenza.
—Mara... —Se le escapó de la boca.
—Eso sonó tan patético. —Rio David, quien fue a buscarlo al ver que no regresaba y con la sospecha de lo que estaría haciendo.
Se acomodó la ropa y salió del baño. Se lavó las manos, sin mirar a su amigo, pues sentía vergüenza. David apoyó su mano en el hombro de él, mientras estaba agachado lavándose las manos.
—Descuida, te entiendo. Ella es tan sexy... también le he dedicado un par de jaladas.
—Retráctate —ordenó Iker y se paró derecho.
—Tranquilo, grandote, solo era una broma. ¿Sabes? Si tanto te gusta, deberías invitarla a tu casa una noche y...
—No. Ella... ella tiene novio. Me ha dejado en claro que no quiere algo conmigo.
—Bueno, si no quiere, con tu estatura dudo que vaya a poder hacer algo si tú...
Antes de que pudiera terminar de hablar, Iker lo tomó por el cuello de la camisa, lo elevó y lo arrinconó junto a la puerta.
—Mala idea, me disculpo.
Iker lo dejó en el suelo y lo soltó.
—Eso. —Sonrió y le dio un par de palmadas en el brazo—. Ahora, vamos a comprar las palomitas que pidió Mara.
Iker le hizo caso y fueron a la confitería. Para su suerte, solo había una persona comprando, por lo que pudieron regresar minutos después.
—¿Por qué se demoraron tanto? —preguntó Mara.
—Es que estaba lleno —contestó rápido David—, parece que justo iba a empezar otra función, ya sabes.
Le dio un par de palmadas en el hombro a Iker y siguieron viendo, aunque alcanzaron a ver solo los últimos treinta minutos.
Mara y Mateo salieron de la sala comentando todo, con emoción. Si bien la película tenía un par de años, nunca la habían visto, pues no era popular y la brutalidad de esta no ayudaba.
—Eso sí, te confieso que casi vomité cuando empezó a martillarle clavos —dijo Mateo—. No pude seguir mirando.
—¿En serio? Fue de mis partes favoritas, porque no recuerdo haber visto eso.
—Igual fue una apuesta arriesgada, porque ya sabes: demás que algún grupo cristiano pudo haberse quejado.
—Ay, esos gilipollas siempre se quejan por todo.
—Siempre vas a misa. —Rio.
—¡Porque me obligan! Encima, más de alguna vez he escuchado a las viejas murmurando por mi aspecto, dicen que voy para puro seducir al cura.
—Venga, ¿te imaginas el titular? Hija de notable empresario y heredera de casi un imperio seduce a sacerdote. Hasta te imagino saludando al rey con el tipo al lado. —Siguió riendo.
—¡Ay no, que horror! Por más que me agrada la idea de matar de molestia a todos, nunca me metería con uno de esos, fijo que es pedófilo o los encubre. Tengo solo diecisiete años, ¿por qué unas viejas se meten con mi aspecto y hacen insinuaciones sobre mi vida sexual?
—Ay no te lo tomes así, solo era una broma.
—Una de pésimo gusto. Además, no conocemos al rey.
Iker caminaba detrás de ellos, junto a David. Llegaron los cuatro hasta la plaza y se sentaron a unos metros de la fuente, pero rápidamente Mara y Mateo fueron hasta la fuente, momento que David aprovechó.
—Es obvio que te gusta. —David continuó con el tema y le ofreció un cigarro a Iker.
El chico aceptó el cigarro y lo prendió, con el encendedor que siempre llevaba en su mochila.
—Lo peligroso es que sientas algo más, ya sabes: amor.
—No sé de qué hablas.
—Eres casi su esclavo, solo falta que le hagas favores sexuales, lo que aceptarías feliz, ¿no?
Iker frunció el ceño.
—Descuida, no te enojes conmigo. Solo date cuenta de que Mara no es una chica de la que te puedes enamorar, ella es distinta... algo no funciona bien en su cabeza. ¿Sabías que duerme con un cuchillo?
—¿Y tú cómo sabes eso?
—No puedo contarte. —Sonrió, dejando que imaginara lo peor.
Iker sacudió la cabeza.
—Es absurdo.
—Cree lo que quieras, pero hazme caso: sé su esclavo si quieres, ten sexo con ella si quieres y dedícale las jaladas que quieras, pero no te enamores de ella. Solo los tontos se enamoran, y solo un descerebrado se enamoraría de una serpiente.
David fumó un poco y se puso de pie, para dirigirse a la fuente. Al ver que él iba e Iker estaba solo, Mara se paró en el borde de la fuente y alzó los brazos.
—¡Ven, Iker! —lo llamó—. ¡Bailemos en el agua!
Mara entró en la fuente y dio un par de vueltas, danzando. Iker la miró sonriendo, deseando estar ahí con ella, pero con miedo por las palabras de David, quien buscaba justamente eso: alejar a Iker de ella, para que así no tuviera tanto poder sobre el resto.
Un patrullero se les acercó y le dijo a Mara que no podía estar ahí.
—Perdón, es que, hace mucho calor todavía y quería refrescarme. De hecho, con ese uniforme, usted también debe estar acalorado.
Tras decir eso, le tiró agua al policía y rio, alertando a sus amigos para huir del lugar. El patrullero dio un pitido y ella salió rápido de la fuente, sin dejar de reír. Tomó sus zapatillas y salió corriendo con sus amigos. Al darse cuenta de la situación, Iker se le acercó y la tomó en brazos para que no tuviera que caminar descalza, con los calcetines mojados. Sus largos dedos rodeando parte de su muslo era una fantasía realizada, aunque hubiera preferido que fuera en otra circunstancia.
Los tres chicos corrieron por las calles, metiéndose en un estrecho callejón. Ahí recobraron el aliento y Mara aprovechó para estrujar sus medias y ponerse sus zapatillas.
—Este es el mejor primer día de escuela. —Sonrió David.
***
Gustavo echó su cuerpo junto al de Clara. Si bien no le parecía tan hermosa como Mara, su actitud dócil le hacía sentir bien, disfrutando así de su compañía también. Le gustaba que no fuera dominante, a diferencia de Mara, y que su ternura le permitiera manejar en todo momento la situación de ellos. Mara era fenomenal en muchos sentidos, pero como hombre no le gustaba que ella llevara las riendas de la relación. En cambio, Clara era tan fácil de manejar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro