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I'll let you play the role

Mateo abrió la puerta de su casa y plantó un beso en los labios de su novio. Sus padres ya llevaban algunas horas algunas horas afuera y Mateo apagó las cámaras en cuanto se fueron, por lo que, no había posibilidad de que se enteraran de algo.

—¿Vamos a mi habitación? —preguntó Mateo, sonriendo.

—¿Y el romance? —Rio ligeramente—. Al menos tomemos un poco de vino como en las películas.

—Buscaré un poco en la cocina.

Mateo besó el cuello de Simón y después cerró la puerta. Su novio se sentó en el sofá, dejó su mochila al lado y esperó a que Mateo volviera. Era increíble pensar en aquella amistad de años había evolucionado así y lamentaba que el chico tuviera que repetir un curso en años anteriores, pues aquello les quitó tiempo para pasar juntos durante el instituto, pero al menos ahora que ambos eran mayores podían disfrutar de formas que ninguno había imaginado, aunque ello solo pudiera ser en ocasiones, debido a que Simón ya se encontraba cursando la universidad.

El chico sacó un par de copas y revisó los vinos de sus padres. No sabía mucho de ese tipo de trago, así que, llevó el que le pareció mejor por la etiqueta. Se sentó junto a su novio y abrió la botella, para luego servirle una copa colmada.

—No es así como se bebe, pero lo agradezco. —Sonrió Simón.

Evitaron chocar las copas para no derramar el vino. Mateo no pudo evitar un leve cosquilleo al ver cómo Simón bebía lo último de su copa, echando su cabeza hacia atrás.

El guitarrista dejó sobre la mesa de centro su copa —que ya estaba medio vacía—, para luego abalanzarse sobre su novio y besar su cuello. Simón por poco tiró la copa por culpa del chico, pero logró mantenerla en su mano. Apartó con el antebrazo a Mateo, dejó la copa en la mesa y le plantó un beso en los labios, el cual fue correspondido con brutalidad. Entre más rudo y fuerte, más le gustaba.

—Vamos a mi habitación —susurró Mateo, apartándose unos centímetros.

Simón asintió con una sonrisa en el rostro. Le dio otro beso y se levantó rápido, para luego subir corriendo con su mochila en las manos a la habitación de Mateo, quien se fue lento, imaginando cómo se lo encontraría. Tal vez listo sobre su cama, o quizás de rodillas, o...

Abrió la puerta y encontró al chico de pie junto a la cama, desvestido, solo con un suspensorio con cadenas puesto y una cuerda negra en las manos. La habitación estaba levemente iluminada por unas velas rojas que llevó Simón, posicionadas de tal forma que era posible verlo sin haber mucha luz.

—No entiendo bien cómo va eso de usar cuerdas en el sexo, pero creo que te gustaría ahorcarme mientras follamos y a mí me gustaría que me ahorcaras.

Mateo rio ligeramente y se le acercó. Se quitó su camisa, la dejó caer y besó a su novio sin apuro, posicionando una mano en su cabeza y la otra en su cuello, y apretó los costados de este con sus dedos, produciéndole un leve ahogo y lo soltó segundos después. Simón se apartó de sus labios y comenzó a descender con su lengua, dando pequeños mordiscos en el delgado cuerpo de Mateo, quien mantuvo una mano enredada entre los claros mechones del chico, siguiendo cada uno de sus movimientos.

Ya de rodillas frente a él, besó en reiteradas veces su abdomen, mordiendo su piel en ocasiones, hasta que Mateo lo tiró del cabello hacia abajo, obligándolo a quedar de cara con su pelvis.

Simón sonrió y entendió la urgencia de los bruscos movimientos del chico, por lo que desabrochó su pantalón y le bajó la cremallera, para luego morder con ligereza el pene de su novio, por sobre el bóxer. Ante eso y pese a la tela que lo cubría, Mateo soltó un gemido, excitado por el actuar de Simón.

Le bajó la única prenda que le quedaba y comenzó a masturbarlo, para luego introducir de a poco el miembro del chico en su boca, moviéndose de atrás hacia adelante, al ritmo que le indicaba Mateo con su mano, quien empezaba a estremecerse por el placer que le produjo.

Lo retiró y lo lamió, para luego meterlo de nuevo en su boca y profundizar cada vez más, pese a atragantarse. Al cabo de un par de minutos repitiendo eso, Mateo tiró su cabello y retiró la cabeza del chico para poder hablarle.

—Sube a la cama y ponte en cuatro —ordenó.

Simón obedeció y Mateo tomó la cuerda. No sabía de alguna técnica para usarla, pero la idea que le dio su novio y el recuerdo de otras cosas que usaron al tener sexo le hizo sonreír.

Al ver su trasero así, apretado por las cadenas de la prenda que llevaba, le dio algunos golpes, haciendo que se estremeciera y emitiera sonidos de quejidos y excitación. No se detuvo hasta dejarlo completamente rojo, solo para pasar por el cuello del joven la cuerda y enrollarla en su antebrazo para jalar de esta con facilidad.

Simón le suplicó varias veces que continuara, mientras Mateo ponía un poco de lubricante, metiendo un dedo que causó que arqueara su espalda.

—Más... —gimió.

Mateo retiró su dedo y, esta vez, introdujo dos, ocasionando esta vez un gemido junto con la contorsión del cuerpo de su pareja. Retrocedió un poco y volvió a meterlos, lo más profundo que pudo, y tiró de la cuerda. Un gemido quiso escapar de su cuerpo pero fue imposible con la cuerda. No podía ser más placentero.

Quitó sus dedos, liberó un poco el cuello de su novio y empezó a masturbarse, para poder penetrarlo. Sin embargo, mientras lo hacía, escuchó un ruido en su ventana. Quiso ignorarlo y continuar, pero era tal la insistencia de quien golpeaba su ventana que le fue imposible concentrarse y maldijo con ira. Se colocó su bóxer y Simón se acostó en la cama cubriéndose por completo con las sábanas y ocultó la cuerda.

Mateo fue hasta la ventana y la abrió, viendo primero los ojos verdes de Mara y un segundo después a David empujándolo a ambos para entrar a la habitación.

—¡¿Qué mierda haces?! —exclamó Mateo, molesto.

—Nada, solo... —David notó un bulto debajo de las sábanas—. ¡Oh, sabía que ibas a traer a una chica! —Se aproximó a la cama—. Vamos a ver quien es la pobre que se come tus diez centímetros.

—¡Vete! —siguió gritando Mateo.

Simón se aferró a las sábanas para cubrirse, pero David las quitó con fuerza y lo pudo ver.

—¡Mierda! —gritó David.

—¿Qué pasa? —Entró también Mara, casi riendo—. Mateo, lamento haber aparecido así, es que ellos...

Mara se quedó callada al ver a Simón en la cama de Mateo. Entendió lo que estaba pasando y supo que era mejor evitar que Iker también lo viera, pues temía una reacción imprudente e irrespetuosa de su parte si consideraba su crianza, pues no estaba del todo segura qué cosas conservó  de la religión en la que creció.

En la que lo adoctrinaron.

—Te abriré la puerta, no es necesario que entres —dijo Mara, asomándose por la ventana.

—¿Por qué David gritó?

—Porque es un tonto.

—¡Oye! —exclamó enojado.

—¿Ves? No puede evitar gritar, es su naturaleza de simio.

—¡Salid de aquí! —les gritó Mateo.

—¿Ya ves? Mejor bajas y te abro la puerta.

Iker asintió y Mara cerró la ventana. Él nunca sería capaz de objetarla, pues todo lo que ella decía se volvía ley para él.

—Os dejaremos terminar —dijo Mara—. Estaremos abajo, esperándote.

—¿Para qué? —preguntó Mateo.

—Luego te explicaré. —Sonrió la chica.

Se llevó del brazo a David, quien seguía atónito por el descubrimiento que hizo esa noche. Lo dejó en la sala de estar y le abrió la puerta a Iker, quien acababa de bajar de la techumbre.

Mateo cerró su puerta con pestillo y se odió por haber dejado apagado el sistema de seguridad, pues este le habría avisado de la llegada de sus amigos. Ahora, todo había cambiado y fue gracias a una decisión estúpida que tomó, aunque le aliviaba que supieran que estaba con Simón, ya que no tendría que ocultarlo de ellos por lo menos.

Mateo se sentó en la cama, con una mezcla entre miedo y alegría en su mente.

—Continuemos donde nos quedamos —pidió Simón, colocándose detrás de él para abrazarlo.

—No lo sé... ahora me siento incómodo por culpa de ellos.

—Te puedo ayudar a estar más cómodo. —Besó su hombro.

Mateo volteó a verlo y tomó con fuerza su cara para besarlo en los labios, hasta quedar hinchados y ardientes.

***

Mara abrió la puerta de la casa de Mateo y permitió entrar a Iker, mientras que David se echó en el sofá y se dedicó a acabar con lo que quedaba de vino en la botella.

Mara fue a la cocina y sacó cosas para comer, las cuales dejó en una bandeja y las llevó así hasta la sala de estar.

Untó una papa frita de bolsa en un pote con ketchup que llevó y se lo llevó a la boca. Se apoyó sobre Iker, quien también empezó a comer.

—No puedo creer que conozco a Mateo desde antes que él supiera lo que era el porno y ahora vi que él está teniendo sexo con un...

—Con una persona que a ti te gusta —interrumpió Mara antes que metiera la pata—, que triste por ti.

—No me gusta. No soy...

—¿Un mal amigo que va a estropearle todo a Mateo? Me alegro que seas tan considerado. Iker, ¿puedes ir a la cocina y traerme un refresco?

—Sí. —Sonrió.

En cuanto ya no vio a Iker, Mara se acercó a David.

—Ni se te ocurra decir frente a Iker que Mateo tiene sexo con un tío, ¿vale?

—¿Por qué no?

—No tengo idea de cómo vaya a reaccionar. Su familia es musulmana y ambos sabemos que cada religión adoctrina e incluso si la dejas podrías conservar ciertas cosas. No sé qué haya conservado él de su crianza, pero tengo miedo de que tenga concepciones homofóbicas.

—Ugh... me da igual.

—Si le insinúas o dices que Mateo no es heterosexual, voy a quemarte en internet con todo lo que sé de ti. Le diré a todos que me ofreciste un trío con una prostituta y que pagas por sexo constantemente, porque ninguna mujer querría estar contigo si no le pagas o la obligas... eso último lo deduzco por como eres y suena bastante cierto, ¿no crees?

David tragó saliva.

—No lo diré ni lo insinuaré, tienes un trato.

Mara sonrió y volvió a su posición. Justo llegó Iker y le extendió un vaso a la chica.

***

Ambos chicos disfrutaban demasiado de todo lo que hacían durante el sexo, incluyendo el ahorcamiento. Por más raro que pareciera, a Simón le encantaba la sensación de ahogo y, mientras más brusco era Mateo con su cuerpo, mejor se sentía. Su dolor le daba placer y su pareja necesitaba desquitarse por su semana. Mateo debía admitir que ver a su novio sometido a sus órdenes y sus acciones le excitaba más.

Cuando sintió que estaba por acabar, retiró su pene del trasero del chico, quien se estremecía por sus constantes estocadas. Se paró junto a su cama y con la cuerda hizo que Simón dirigiera su cabeza hacia él. Comprendió lo que quería y, con el cuerpo temblando todavía, se colocó de rodillas frente a él para un último oral y permitió que Mateo se viniera sobre su cara, lo que no lo detuvo después para volver a estimularlo.

—Así se siente mejor que solo acabar —explicó Simón, sonriendo.

***

Al cabo de un rato, Mara vio bajar a Mateo y se llevó rápido a los chicos a una sala que contenía varias armas y cosas deportivas, que el padre de Mateo decía que era su "refugio para hombres".

—Lamento lo que te hicieron mis amigos —dijo Mateo antes de que Simón se fuera.

—Descuida, al menos ahora saben que somos gays. —Sonrió—. Si no fuera por esto, presiento que nunca les hubieras dicho.

—Sabes que es complejo.

—Sí... —susurró triste.

—Pero juntos podemos.

Tomó su rostro con ternura y lo besó en los labios, esta vez con suavidad, en especial porque ya le había hecho sangrar el inferior mientras estaban en la cama.

Después de que Simón se fue, Mateo fue a buscar a sus amigos, quienes por orden de Mara no se refirieron a lo que pasó.

—Vamos a ir a destruir cosas que son desechos de una construcción de un edificio de mi papá. Supe que dejaron todas esas cosas en otro lugar medio abandonado, que también tiene otros desechos de ese mismo tipo.

—O... Podríamos destruir el nuevo edificio de tu papá —incitó David con entusiasmo.

—Tentadora idea, pero muy estúpida, porque perdería dinero.

—Esperen, entonces... —interrumpió Mateo—. ¿Entraron sin permiso a mi casa y me arruinaron la noche solo para ir a destruir unos desechos de una construcción?

David y Mara se miraron un poco preocupados por la posible reacción de Mateo. Solo asintieron y se prepararon para las posibles consecuencias.

—Sois unos gilipollas —continuó—, pero me gusta la idea. Todavía tengo los bates que usábamos David y yo.

—¿Usarás un bate ahora? —preguntó David con tono de broma—. Creí que tal vez preferirías, ya sabes, irte a una pelea de espadas.

David se puso a reír, ante la mirada confundida de Iker al no entender por qué lo dijo. Mara desvió la cara con cierta incomodidad y molestia.

—Un chiste más y usaré tu cabeza como pelota de béisbol —contestó Mateo con enojo.

—Como sea, ¿crees que tenga algo que pueda llevar? —Mara cambió de tema, para evitar una pelea.

—Recuerdo que te gusta pisar cosas y tirarlas al suelo para romperlas, pero no usar algo para golpear.

—Estaba pensando quizás en un mazo o algo por el estilo.

—¿Por qué tendríamos eso?

Mara se fue corriendo a la cochera y revisó las herramientas que guardaba ahí el padre de Mateo, que mayormente eran usadas por un empleado, pero a veces le gustaba dárselas de héroe y reparaba cosas urgentes.

—Mara, ya vámonos.

—De inmediato, solo déjame encontrar algo...

Y ahí estaba: una botella de kerosene. Ya había olvidado la última vez que pudo quemar algo grande, por lo que sellar esa noche con un incendio sonaba divertido en su cabeza. Tomó la botella de un litro y la echó en su mochila, para luego salir corriendo y pasar rápido por la cocina para sacar una caja de fósforos, la cual guardó en el bolsillo de su chaqueta.

—Estás actuando bastante raro —dijo David al verla entusiasmada.

—Lo dice el chico más raro que conozco.

—No soy Iker —murmuró.

—¡Te escuché! —exclamó Mara—. No vuelvas a decir algo así o todos sabrán que fuiste patético todo el verano y me pediste hacer un trío con una prostituta —susurró.

David frunció el ceño y no siguió molestando a la chica con sus comentarios. Salieron de la casa y subieron al auto sedan que sacaron de la casa de Iker, para guiarse por las indicaciones que Mara les dio hasta que llegaron al depósito de la construcción. Como había una cadena en la reja, tuvieron que encaramarse para poder entrar.

Y así empezó la diversión: grandes trozos de vidrios volaron hasta estrellarse con un muro o el suelo, el material aislante quedó casi desecho y el metal les frustró no poder destruirlo, pero al menos lo usaron para golpear las demás cosas. También estaban las panderetas de madera que se usaron como muros alrededor de la construcción, las cuales rompieron de varias formas, incluso pusieron una apoyada en un extremo a una pila de desechos rotos que armaron y saltaron sobre ella, rompiéndola a la mitad.

David arrojó su botella vacía de cerveza al montón de desechos, haciendo que se rompiera y, al escuchar el crujido del vidrio, gritó de alegría.

En eso, Mara recibió una llamada de Gustavo, quien estaba muy enojado.

—¿Dónde estás? —preguntó el chico.

—¿Por qué? —Rio Mara.

—Ya estoy en la cabaña, te estoy esperando de hace media hora.

—¿Me esperabas para que me sentara encima tuyo y me besaras? —Comenzó a seducirlo por teléfono—. Luego yo pondría mis manos en tu pantalón.

Gustavo se fue imaginando cada acción de ella y recordó la sensación que estas le producían. Su temperatura corporal se fue incrementando y no fue capaz de pedirle que parara de hablar.

—Me quitaría después mi camisa, para que me beses ahí y sentiría tu piel erizarse por debajo de la tela que todavía nos separa.

—Y me la quitaría de inmediato... Mara, por favor, dime que estás cerca.

—Ay, no... perdón. Es que... —Soltó una risilla—. Iker me convenció de quedarme.

Fingió un gemido, para dejar volar la imaginación de su novio, pues sabía lo celoso que se ponía por sus amigos y sin duda aquel ruido lo iba a enloquecer. Y así pasó.

—¡Mara! ¡¿Qué estás...?!

—Adiós —interrumpió su interrogación y suspiró como si estuviera excitada—. No puedo... no puedo seguir hablando.

Mara le colgó y sonrió. Esa fue su mejor actuación, salvo por la del llanto el día anterior. Conociendo a Gustavo, ella supo que ya debía tener una erección y encima estar enojado al creer que estaba teniendo sexo con Iker.

No podía estar saliendo mejor su plan, pero de todos modos no la satisfacía del todo, pues todavía faltaba mucho.

Se acercó al montón de desechos y sacó la botella de kerosene de su mochila, ante el asombro de todos. Comenzó a verter el líquido sobre el montón y ninguno la detuvo, incluso David le pasó unos fósforos que siempre llevaba, por si su encendedor se trababa.

Mara tiró el fósforo y retrocedió un par de pasos, mientras empezaba a arder la madera. Mateo la jaló del brazo para que se fueran, pues empezaba a arder cada vez más y eso podía atraer la atención si se hacía más grande.

David fue el primero en treparse a la reja para salir del lugar y lo siguió Mateo. Mara, en cambio, alejó algunos metros a Iker para poder hablar con él.

—Gracias por acompañarme siempre —murmuró la chica.

—Te... te acompañaré en todo lo que hagas.

—Lo sé. —Sonrió—. ¿Harías cualquier cosa que te pidiera?

—Lo que sea.

—¿Tan importante soy para ti?

—Mara... yo...

—Dime: ¿me adoras?

—Sí.

La chica dio un brinco y se colgó del cuello del chico para besarlo. Si bien ella no era de estatura baja y tenía puestas unas botas con plataformas, no podía estar a la altura suficiente para besarlo sin forzarlo a bajar.

Él nunca había besado a alguien, solo había podido imaginar la sensación por lo que veía en la televisión y el porno. Sin duda, era mejor de lo que siempre imaginó.

Sus fantasías se estaban haciendo realidad, o eso creyó, hasta que ella cesó el beso y se apartó.

—Vamos, nos deben estar esperando.

Mara corrió a la reja y empezó a escalar, aunque se le dificultaba por las botas. Iker la ayudó, dejando que ella pisara sus manos en alto para apoyarse hasta la cima. El chico subió al último y salió del lugar, entrando al auto corriendo para encenderlo e irse antes de que llegaran la policía y los bomberos, alertados por algunos vecinos.

Música de los setentas en la radio y gritos eufóricos de los cuatro ocupantes fueron despertando a los vecinos de las calles por las que pasaron en su huida, con las ventanas del auto abajo y David con medio cuerpo afuera, tirando además piedras a la calle, que algunas golpearon tachos de la basura, buzones y una que otra ventana, hasta que salieron de esa zona residencial y retomaron el curso hacia la casa de Mateo.

***

Gustavo le envió un par de mensajes a Clara, pero ella no le respondió. La llamó varias veces hasta que la despertó y contestó.

—¿Qué quieres? —preguntó molesta la chica.

—Lo siento por cancelarte, pero me desocupé antes para poder verte.

—Gustavo, ya es pasada la medianoche. Teníamos planes y tú los arruinaste, así que, no me hables.

—¿Estás enojada conmigo?

—Sí. Primero me sentí decepcionada cuando me cancelaste, sobre todo porque yo fui capaz de cancelar una salida con una prima y sus amigas, pero tú no fuiste capaz de decir que no a lo que sea que tuvieras para poder verme y no me explicaste siquiera. Y ahora estoy enojada, porque me despertaste, después de arruinar mi noche.

—Mi amor, yo...

—No me hables, por favor. —Sintió que su corazón se estrujó al escuchar al chico llamarla así—. No puedo contigo.

Ella le cortó y él volvió a llamar, por lo que se vio forzada a apagar su celular, cosa que no le gustaba, pues no sonaba al día siguiente su alarma, que usaba incluso los fines de semana.

***

En la casa de Mateo, David se echó en un sofá a dormir y Mara se fue a la pieza de invitados. Iker, por su parte, se estuvo debatiendo entre quedarse en un sofá o preguntarle a su mejor amiga si lo dejaba dormir con ella, pero al final optó por la primera opción por miedo a arruinar todo.

Ella se quedó esperando un rato a que Iker apareciera, pero entendió que las inseguridades del chico eran más fuertes que sus deseos, por más que él pretendiera ser confiado y tener un ego alto.

El escenario era perfecto.



♤♤♤



Buenas noches 💚

No acostumbro a dejar notas al final, pero quiero aprovechar este capítulo para invitarles a mi grupo que tengo en WhatsApp con mis lectores, por si alguien no está. Si quieres entrar, mándame un mensaje pidiendo el link del grupo uwu

También quiero agradecerles por todo su apoyo. Ya con esta parte estoy segura de que llego a los mil votos y, de ser así, estaría pasando poco antes de que esta historia cumpla los cinco meses de haberla publicado 💚 el apoyo que me dan acá es brutal y me encanta ver cómo aman lo que he escrito, de verdad. Siento una satisfacción enorme al saber que a los demás les gusta lo que creo y espero que así se mantenga uwu

En fin, nos vemos en WhatsApp, Instagram o en el próximo capítulo, que desde ya les digo que está buenísimo 😏

Por cierto, quiero meter esta historia a los Wattys (que cierran el 19 de agosto), pero no sé si alcanzo. Haré todo mi esfuerzo para terminarla a fines de julio o inicios de agosto y editarla antes de que cierre el plazo de inscripción, lo bueno es que ya vamos en la mitad de la historia 👀

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