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Capitulo 4: Persecución fallida

Kiiro es un chico reservado y meticuloso, conocido por su pulcritud y buen comportamiento. Al principio, puede parecer distante con los extraños que no forman parte de su círculo íntimo de amigos, conocidos y familiares.

Su atractivo radica en su físico apolíneo, a pesar de su complexión delgada, y en las expresiones ambiguas que adopta al intentar ocultar sus verdaderos sentimientos al estar en compañía de alguien. Las chicas que frecuentaban la pastelería cuando él estaba presente lo adoraban, algo que discretamente detestaba, sobre todo cuando le tocaban constantemente el moño de su cabello, cabello que parece odiar en silencio.

—Y así es como es Kiiro —concluyó Mina, entrelazando sus dedos y apoyándolos en su mejilla expresando alegría.

—¡No te pedí esa información! ¡Te pregunté acerca de los días en los que no trabaja en esa maldita pastelería! —gritó frustrado, luchando por contener su ira. Se mantuvo inmóvil, apretando un puño contra la pared del aula, cerca de la puerta.

Durante toda la mañana de clases, Katsuki insistió a Mina para que le diera información sobre la pastelería, específicamente sobre Murasaki y Kiiro. Sin embargo, cada vez que parecía que iba a obtener la información que buscaba, ella le mencionaba datos irrelevantes.

—¿Entonces? —preguntó Mina, inclinando la cabeza y dejando caer las manos, fingiendo confusión.

—Sabes perfectamente a lo que me refiero.

—No puedo.

—¡¿Qué?! —gritó, golpeando la pared con fuerza. Sin embargo, Mina no se inmutó, sin preocuparse por su reacción.

—Sé cuáles son tus intenciones. No te daré información, no puedes actuar de manera imprudente siempre. —Dijo Mina, con los brazos en la cintura, cerrando los ojos con firmeza y frunciendo los labios—. Y no intentes preguntarle a otros, les advertí a todos sobre tus propósitos poco ortodoxos.

Katsuki se puso a murmurar barbaridades de enojo con fuerza, oscureciendo la atmósfera a su alrededor. Los que pasaban a su lado evitaban el contacto visual y lo rodeaban apresuradamente, pero Mina seguía tranquila, formando una sonrisa en sus labios, jugando con la paciencia inexistente de Katsuki.

—¡Mina! —exclamaron emocionadas unas chicas al verla.

Agradeció la oportunidad de escapar de las persistentes preguntas de Katsuki. Si no fuera por la clase de Break Dance que programó dar para después de la escuela, seguiría lidiando con los interrogatorios del "policía" malo.

—Me tengo que ir, lo siento Bakugou —dijo Mina mientras se dirigía hacia la puerta— ¡Buena suerte con tu investigación!

Abandonó a Katsuki sin ni siquiera mirarlo para despedirse adecuadamente.

El aula comenzaba a vaciarse, con pocos estudiantes que aún guardaban sus cosas en las mochilas. Finalmente, solo quedaron dos personas. A Katsuki no le importaba la presencia del otro estudiante que permanecía en el aula, no quería distraerse. Su mirada estoica se mantenía fija en la ventana, preguntándose cómo sabría si Murasaki estaba en la pastelería ahora que no tenía información.

Un ruido seco lo sacó de su ensimismamiento frente al ventanal. Un lápiz había rodado accidentalmente desde un pupitre cercano. El dueño del lápiz, Izuku, lo recogió apresuradamente y comenzó a guardar sus pertenencias en su aburrida mochila.

—Oye, Deku... Digo, Izuku —dijo Katsuki con tono seco y enojado, pero tranquilo.

Izuku se detuvo antes de llegar a la puerta, sin necesidad de que lo sujetaran. Se frotó los ojos con fuerza, resignándose a no poder escapar. Había hecho un esfuerzo consciente para no revelar la información que Mina le había pedido ocultar de Katsuki.

—¿Qué pasa, Kacchan?

Katsuki sabía que su única opción, aunque le costara admitirlo, era hablar con Izuku sobre el tema. Y aunque Mina creyera que él no se atrevería a discutir sus investigaciones con Izuku debido a su orgullo, Katsuki estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario.

—Cuéntame todo acerca de la Pastelera —Katsuki exigió, con un tono casi autoritario.

—¿La Pastelera? —Izuku respondió con una pregunta.

—Sí, me refiero a la propietaria de la pastelería que van siempre esos idiotas —dijo Katsuki, cargando su mochila y rodando los ojos con fastidio—. No me des la espalda, quiero saber más sobre los horarios de esa dichosa pastelería. ¡Y no intentes escapar, nerd! —exigió con firmeza.

A regañadientes, Izuku se giró para enfrentarlo, ocultando su verdadero pánico tras una expresión serena. Suspiró, mantuvo la calma y agarró con fuerza los tirantes de su mochila, buscando la determinación necesaria para continuar la conversación "casual", pero sin revelar nada sobre la pastelería. No permitiría flaquear, tal como Mina le había indicado.

—Lo siento, Kacchan, pero no puedo revelarte mucha información. Pero te puedo decir que sus pasteles y postres son increíbles, especialmente los tradicionales de Japón. Y sus cupcakes son adorables, con decoraciones tan detalladas que da pena comérselos.

Katsuki frunció el ceño, claramente insatisfecho con la respuesta de Izuku. Se le estaba agotando la paciencia, quería respuestas y se notaba que Izuku sabía algo, pero no quería decirle. Cansado e irritado, se dirigió a la salida del aula, sin esperanzas. Esto conmovió a Izuku, quien quería confiar en él a pesar de las advertencias de Mina. Conoce a Katsuki y cree que su manera de ayudar no suele ser la mejor a veces, pero es sincera, y en el fondo su sentido de peligro le decía que darle información sobre Murasaki no causaría ningún daño.

—¿Prometes no explotar la pastelería? —preguntó Izuku un poco agobiado por darle información a Katsuki.

—Mierda, tampoco soy un puto demente —dijo Katsuki con obviedad—. Solo será una tranquila charla— dijo con ironía y maldad.

Izuku se asustó por lo último que dijo Katsuki, ya no estaba muy seguro si decirle, tal vez sí pasaría algo si abría la boca.

—Escucha, quiero ayudar al Cabello de Mierda. Desde que la Pastelera lo rechazó, lo he visto triste y desanimado. Me siento impotente por no saber cómo ayudarlo. Quiero que ella entienda lo mucho que significaba para él y que pueda arreglar mejor las cosas con Kirishima. Tal vez así, él consiga paz consigo mismo. Y te aseguro que la charla será tranquila, a menos que ella me provoque.

Finalmente, las palabras de Katsuki lograron convencer a Izuku. Aunque no estaba completamente de acuerdo con el plan de Katsuki, entendía que esa era la forma en que él actuaba. Katsuki no era de expresar ayuda con palabras dulces, ya que consideraba que las acciones eran más importantes que las palabras. Aunque a veces recurría a las palabras, no era su punto fuerte. A pesar de todo, Izuku sabía que Katsuki era un buen amigo, y eso era lo que realmente importaba.

Después de un suspiro, Izuku comenzó a proporcionar la información que consideraba relevante:

—Los domingos y viernes la pastelería está cerrada. Murasaki trabaja los lunes hasta las 13:00 PM, miércoles hasta las 16:00 y sábados hasta las 14:00 PM. Después de eso, Kiiro se encarga y cierra a las nueve de la noche. Ambos estudian, así que se turnan.

—Suficiente, es todo lo que necesitaba saber. —Agradecido en el fondo, le dijo:—. Gracias, Izuku.

Katsuki se marchó del aula, satisfecho con la información que había obtenido. Era miércoles con 15:50, y sabía que tenía la oportunidad de alcanzar a Murasaki.

Mientras tanto, Izuku no entendía por qué Katsuki le había pedido información tan básica que él mismo podría haber conseguido yendo seguido a la pastelería  A pesar de sus preocupaciones, su instinto le decía que dejara que Katsuki hiciera lo que quisiera, ya que interferir podría arruinar su destino. Estaba convencido de que cosas buenas estaban por venir para Katsuki.

• ────── 🍋 ────── •


Corrió hacia el lugar donde sabía que ella estaría, ansioso por alcanzarla antes de que se fuera. Murasaki salía de la pastelería, despidiéndose de Kiiro y dejando a cargo todo. Sin darse cuenta, avanzaba despreocupada, ajena a la presencia de Katsuki, quien la vigilaba desde una cuadra más allá. Katsuki quería enfrentarla a solas, sin la interferencia de amigos u otras personas.

Murasaki caminaba con calma y tranquilidad, sin mostrar signos de preocupación. Su andar relajado y pausado impacientaba a Katsuki, quien la seguía a cierta distancia. Cada cambio de acera, cada movimiento, él la observaba con atención, preguntándose qué esperaba lograr con solo seguir sus pasos. Había esperado tanto para confrontarla por haber rechazado a su amigo, y ahora que tenía la oportunidad, se sentía frustrado al darse cuenta de solo estaba persiguiendo a Murasaki.

Ella se detuvo en una tienda de conveniencia. A lo que Katsuki mantenía una distancia discreta afuera de la tienda, esperaba a que Murasaki continuara su caminata. Estaba claramente molesto, parado con un pie cruzado sobre el otro, las manos metidas en los bolsillos del pantalón y apoyado a la pared.

No podía acercarse a Murasaki en ese momento, ya que sería hipócrita para un estudiante que aspira a ser un héroe acosar a una chica inocente en una tienda. Prefería esperar hasta que la multitud disminuyera para encontrar el momento adecuado.

Cuando Murasaki salió de la tienda, continuó sigilosamente siguiéndola. En un momento, ella sintió una mirada y giró la cabeza para mirar atrás, buscando algo sin saber qué. Rápidamente él se ocultó detrás de una persona más corpulenta que él, y cuando ella apartó la mirada, continuó siguiendo su camino.

Después de media hora de seguir sus pasos, finalmente llegaron al metro subterráneo. Katsuki había esperado que la multitud disminuyera a medida que avanzaban, pero justo en ese momento, la chica decidió tomar el metro.

«No, no lo permitiré», pensó Katsuki con determinación. Era ahora o nunca. Había sido diligente en su seguimiento, pero sentía que había sido una pérdida de tiempo. El calor de la caminata lo estaba agotando físicamente, y su furia se mezclaba con la molestia del clima primaveral.

Decidió que era el momento de confrontar a Murasaki. Gritaría todo lo que había estado guardando sobre ella. No iría más lejos. Sin embargo, cuando se acercó a ella, las personas la rodearon por completo. En ese momento, ella ya no era legible.

Una multitud se apresuró hacia el interior del metro, y a pesar de los esfuerzos de Katsuki por buscarla, no lograba encontrarla. Fue demasiado tarde cuando finalmente la vio sentada cómodamente en un asiento libre, y el tren partió sin esperar a más pasajeros. No pudo correr para alcanzarla, solo le quedó articular maldiciones, lamentándose por no haberla confrontado antes.

Aun así, no todo estaba perdido. Tenía días suficientes para enfrentarla. No perdería la oportunidad nuevamente.

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