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Capítulo 2: Todo por una libreta

Las manos de él se aferraban a las de ella, entrelazando sus dedos, lloriqueando y suplicando. Su extraña actitud infantil creaba una escena de novela, de un muchacho rogando a la novia que no lo dejara. Los comensales lo miraban con extrañeza, pero Denki no parecía importarle.

—Ya te lo dije, asistiré al evento de U.A. Estoy deseando llevar mi libreta para conseguir un autógrafo de cada uno —dijo ella entre risas forzadas, tratando de disimular su incomodidad mientras él sostenía sus manos.

—¡Debes venir! ¡No tendrá gracia seguir viviendo si no vas! Me ahogaré en el lavabo —intentó acercarse aún más a ella, lloriqueando exageradamente. Solo logró sacarle risas.

—Ya déjala, la estás incomodando — intervino Eijiro, apartando a su amigo.

La súplica de Denki era innecesaria sabiendo que ella ya había aceptado sin rechistar desde el principio.

—Ya sabes cómo es, disculpa su dramática conducta —dijo Eijiro, riendo nerviosamente y sujetándose la nuca con una mano.

Las risas de ella le hicieron compañía, cubriendo la escena anterior. Eijiro nuevamente cayó rendido internamente a las risas endebles de ella, que se cubría la boca con las manos.

—Me he estado acostumbrando, no tienes que disculparte cada vez que ellos hagan algo inapropiado. Deja de pensar que fuiste tú el culpable —Amistosa tomó una de las muñecas del sonrojado Eijiro, con la intención de calmarlo.

Eijiro deseó que el tiempo se detuviera, pero tan solo pasaron segundos en los que pudo sentir esa suave y cálida piel.

—Es una carga que debo llevar, es como lo siento, pero no me molesta. Estaré disculpándome las veces que sea necesarias, si logran incomodarte o molestarte. —Eijiro tartamudeó por lo que dijo al último y se corrigió—. Digo, ah, cuando incomoden o molesten a los demás.

Con sus amables y caballerosas palabras, Eijiro logró arrancarle a la mujer una sonrisa tranquila, una inocente mueca. Ella no se daba cuenta del profundo amor que él sentía por ella.

—No te molestamos más, me llevaré a mi hijo berrinchudo —Interrumpió Eijiro la vergonzosa escena que él mismo había provocado con sus palabras.

Tiró del cuello trasero de la camisa de Denki para retirarse al fin. Sin embargo, Denki seguía luchando por quedarse.

—¡Los veo mañana! —Se despidió ella.

—¡Nos vemos, Murasaki! —Sonrió Eijiro antes de retirarse por última vez.

A través del vidrio, ella los observaba, viendo cómo tenían una disputa a causa de Denki, quien no dejaba de golpear a Eijiro en la espalda y quejarse en voz alta por qué le había jalado la camisa cuando no era necesario.

De manos en la cintura, la propietaria de Only Sweet negó con la cabeza, burlándose de Denki. Sus ojos brillaban con una chispa de diversión mientras observaba la escena. Mientras se alejaban, no pudo evitar soltar una risita ante la actitud infantil de Denki. Aunque en el fondo, sabía que esa era parte de su encanto.

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A la mañana siguiente, se escuchaban fuertes voces de adolescentes y personas de todas las edades afuera de las instalaciones de la academia U.A. Los nombres de los alumnos de la clase 3-A resonaban en el aire, estudiantes que desde su primer año en la U.A se habían destacado, ya fuera por sus enfrentamientos con la Liga de Villanos, su participación en el festival deportivo o sus intervenciones en casos de lucha contra villanos.

Los reporteros también estaban presentes, haciendo preguntas al azar sin cuidar mucho sus palabras. Estaban emocionados por obtener más información sobre los jóvenes héroes que habían asumido la responsabilidad en el último gran enfrentamiento contra All for One y Shigaraki.

De la noche a la mañana y a una temprana edad, estos aspirantes a héroes se encontraron con una multitud de fans que seguían cada uno de sus pasos hasta llegar a su tercer año en la prestigiosa academia de héroes. Tres alumnos en particular destacaban entre la multitud, rodeados de admiradores y reporteros. Eran los más sobresalientes de toda la clase A: Midoriya Izuku, Todoroki Shoto y Bakugou Katsuki.

—Mina, tu firma es realmente interesante —comentó Murasaki mientras observaba las líneas entrelazadas de la firma de Mina, que resultaba ilegible pero intrigante.

—¡Sí! ¡Me encanta! Quizás debería haber añadido aún más líneas para hacerla aún más interesante y difícil de copiar —exclamó Mina emocionada, apretando los puños cerca de sus mejillas.

—¡Murasaki, estás aquí!

—¡Kirishima!

Eijiro corrió hacia Murasaki, quien sostenía una libreta abierta. Se detuvo frente a ella y ambos rieron sin razón aparente. Murasaki le entregó la libreta, dejándola sobre la palma de la mano de Eijiro, mostrando una página con un boligrafo adjunto. No necesitó pedirle directamente un autógrafo, su sonrisa indicaba que no lo hacía de manera grosera.

—Aquí tienes.

Eijiro devolvió la libreta llena de pegatinas. Ella le agradeció con una sonrisa.

—Hasta ahora, ¿cuál firma te ha sorprendido más? —preguntó Eijiro con interés, esperando escuchar su nombre, o al menos tener la oportunidad de mantener una conversación con ella.

—Diría que la de Mina. Aunque, la firma que más me desconcierta... —Hojeó las hojas, buscando detenidamente la firma que quería mencionar—. Es la de Denki. No entiendo, ¿qué tiene que ver el corazón flechado? No creo que sea su firma.

Eijiro pensó para sí mismo «Bobo» mientras resoplaba, burlándose del indiscreto coqueteo. Cada vez que Denki hacía algo, Eijiro no entendía por qué lo hacía. No estaba seguro si las tonterías que cometía eran intencionales o si realmente le faltaba cerebro para razonar sus acciones y palabras. Las estupideces parecían ser una parte inevitable de la personalidad de Denki.

—¿Ya le pediste a todos sus autógrafos? —preguntó Mina, colocando el dedo índice sobre su mandíbula.

—Sí, aunque para serte sincera me falta de...

—¿Los tres de haya? —Apuntó a sus espaldas—. Sí, hay muchas personas que se pone complicado pedírselo a ellos.

—No —negó sacudiendo las manos—, bueno sí. Tuve altercados, pero Izuku me ayudó con la firma de Shoto. Con quien tuve complicaciones es con tu amigo de la anterior vez —frunció los labios recordando al susodicho.

—Ah, Bakugou, Bakugou Katsuki. El rubio explosivo, ¿cierto?

Asintió Murasaki.

Con el poco tiempo que llevaba sirviendo postres en su pastelería, pudo memorizar los nombres de los comensales de U.A que asistían con frecuencia y que eran más sociables con ella. También pudo reconocer a algunos sin que se lo dijeran, como Izuku, quien era muy famoso en Musutafu por ser reconocido como el heredero del One for All. El único del que no sabía era el amigo de Eijiro, al que por ahora así nombraba y reconocía al notarlo pasar con sus demás amigos.

—No solo él, también con Izuku. Después de pasar mi libreta a Shoto para que me la firmara, ya no pudo él firmar, una ola de personas lo acorralaron. Apenas y pudo devolverme mi libreta —Murasaki terminó de explicar.

—Te ayudamos, además la cantidad de personas se está disminuyendo —dijo Eijiro.

—Así es, Murasaki —confirmó Mina—. Vamos primero con Midoriya.

—No, mejor empecemos con lo más difícil, tomemos al toro por los cuernos de una vez. Yo te ayudo.

Eijiro la sostuvo de los hombros y sonrió, intentando calmarla, porque a leguas se veía lo nerviosa y asustada que estaba por ir. La actitud soez de Katsuki que daba a cualquiera que se le acercara y esos gritos al hablar la sobresaltaban.

—No creo que debería ir, tal vez se moleste. ¿Y si mejor vamos solo con Midoriya? —Intentó resistirse.

—Para nada, confía en mí. Al principio puede parecer así, pero te aseguro que cuando lo conoces muy bien, es un buen tipo.

Murasaki aceptó titubeante y sin entusiasmo.

—Vamos, no te preocupes. Además, puede que huela el miedo y te ataque —Mina cambió su voz a una tenebrosa y falsa, haciendo gestos exagerados y moviendo las manos como si quisiera asustarla aún más, en un intento de broma.

La primera vez que lo vio en su pastelería celebrando su cumpleaños, sintió miedo, pero logró manejarlo. Sin embargo, ahora era mucho mayor que la primera vez. Esa vez le costó mucho preguntarle por su pedido y no planeaba soportar por segunda vez la conducta de mal humor de Katsuki para pedirle un autógrafo.

Se lamentaba por no haber mentido y decir que ya tenía de todos sus autógrafos. De esa manera, no tendría que enfrentarse al irascible Bakugou Katsuki otra vez.

El rostro hosco de Katsuki la incomodaba. No entendía por qué alguien como él podía tener amigos tan risueños y distintos a él.

—¡Oye, Bro! —Eijiro llamó la atención de Katsuki, quien mantenía su ceño más fruncido de lo normal, exhausto de la gente a su alrededor.

—¿Qué? —gritó. Apretando los puños, lo miró. Para escucharlo mejor, se abrió paso entre toda esa multitud.

—Quería pedirte un favor con respecto a los autógrafos.

—¡Muerete! ¿acaso quieres que te firme el trasero? —respondió Katsuki irritado, enseñando el dedo del medio.

—No seas así, deja que me explique —pidió Eijiro casi suplicando.

Murasaki se acercó tímidamente, manteniéndose detrás de Eijiro, sintiendo el peso de la mirada de Katsuki sobre ella. A pesar de su actitud brusca, no podía negar que reflejaba ser un héroe talentoso y valiente, y eso le imponía respeto. Sin embargo, su actitud explosiva y su mirada intimidante la ponían nerviosa.

—Te escucho, Cabellos de Mierda —dijo Katsuki, con una ceja arqueada, claramente impaciente.

Eijiro le explicó la situación con rapidez, tratando de no exponer a Murasaki a la mirada amenazante de su amigo. Katsuki pareció considerarlo por un momento, frunciendo el ceño con intensidad, pero su orgullo esta por delante de todo.

—¡No! ¿Por qué demonios lo haría? ¡Ella no es nadie especial! De hecho, —Observó por encima del hombro a los demás a sus espaldas—, ¡ninguno de aquí lo es, como para que le diera un autógrafo!

Murasaki pensó: «Qué egocéntrico es».

—¡Vamos, Bakugou! No seas tan duro con ella —Imploró Eijiro en vano, ya que con desdén Katsuki se puso a mirar a otro lado.

—Kirishima, no te preocupes. Será mejor irnos —Murasaki agarró del brazo descubierto de Eijiro, tratando de llevárselo lejos de ahí.

—¿Segura?

—Sí, definitivamente —afirmó Murasaki con seguridad, mostrando un gesto que indicaba que quería salir de allí lo más pronto posible.

—Te pasas, Bakugou —reprochó Mina con un gesto de desaprobación, dándole la espalda junto a los otros dos, mirándolo ofendida.

El comportamiento de Katsuki hacia Murasaki resultó insoportable para Mina. Le pareció imprudente actuar de manera tan egocéntrica y maleducada.

—Ven, Murasaki. Vayamos donde Izuku. Estoy segura de que él sí aceptará darte su firma —concluyó por decir Mina.

Ese chantaje provocó un golpe directo al orgullo de Katsuki, que siempre busca competir con su rival y amigo de la infancia, Izuku. Dirigió su mirada al trío que ya se encontraba frente a Deku, como lo llama recurrentemente. Como era de esperar, Izuku amablemente aceptó la libreta. Esto resultó inaceptable para Katsuki, quien no permitiría ser rechazado y dejado atrás tan fácilmente por Midoriya Izuku.

—¡Espera! —gritó Katsuki, interrumpiendo la conversación entre Izuku, Mina, Eijiro y Murasaki.

Todos los presentes se giraron para mirarlo con sorpresa. Katsuki avanzó hacia ellos con determinación, con una expresión desafiante en su rostro.

—Voy a darte mi autógrafo, dame tu maldita libreta —ordenó Katsuki con un tono desafiante, extendiendo la mano hacia Murasaki.

Murasaki lo miró con incredulidad, sin saber si debía creerlo. Sin embargo, vio la determinación en los ojos de Katsuki y le entregó la libreta. Katsuki tomó un bolígrafo y firmó su nombre de héroe con rapidez para luego devolverle la libreta con un gesto brusco.

—Listo, ahora lárgate. Tengo cosas más importantes que hacer que firmar autógrafos para fans —gruñó, apartando la mirada.

Murasaki tomó la libreta con asombro, sin poder creer lo que acababa de suceder. Mina y Eijiro miraban a Katsuki con sorpresa, sin poder ocultar su asombro.

Izuku observaba la escena con una sonrisa en su rostro. Sabía que, a pesar de su actitud arrogante, Katsuki tenía un corazón bondadoso y siempre estaba dispuesto a demostrar su valía.

—Pero yo no soy una fan.

Katsuki no escuchó la respuesta de Murasaki, porque enseguida giró hacia Izuku. Estaba más concentrado observando directamente a Izuku y en lo que iba a decirle.

—Y tú, Deku, no pienses que te has librado de mí. La próxima vez que alguien quiera tu autógrafo, asegúrate de que sea tan valioso como el mío —dijo Katsuki con una sonrisa desafiante.

Izuku rió y asintió, sabiendo que la competencia entre ellos nunca terminaría.

Después de que Katsuki se marchara, la escena del autógrafo llegó a su fin. Tras ello, Murasaki se dio cuenta de que ya era tarde.

—Oh, tengo que irme. Nos vemos otro día —se despidió apresuradamente de los que la acompañaban.

Guardó su libreta en la cartera y comenzó a correr a salida del salón elegante que la U.A había alquilado para el evento.

—¡Murasaki, esperame! —Corrió Eijiro hasta detenerla—. No te olvides de nuestra cita de hoy.

—Claro que no, nos vemos en el lugar acordado —confirmó Murasaki con una sonrisa.

Eijiro sabía que en la noche de ese día sería especial, gracias a su valentía. Aunque no se sentía seguro de expresar lo que sentía, esperaba que la suerte estuviera de su lado y que ella pudiera aceptar sus sentimientos.

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