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Capítulo 1

Las cosas siempre mejoran para él si de negocios se trata, todo a su favor para el gran empresario, menos en el amor. No es que haya tenido decepciones amorosas de infarto, imposible, pues ni las dejaba ocurrir.

El empresario Taehyung Kim no tenía tiempo para citas románticas ni amor, cumplía en cierta parte el cliché empresarial; guapo, serio y sin tiempo para el amor. Todas las citas que programaba con personas en apps de ligar, terminaban siendo canceladas. 

Había veces donde conocía a alguna persona en alguna fiesta y esto le traía problemas; no era coquetear, era experto en ello, lo difícil era cuando la persona exigía más, es decir, ver todo a largo plazo, una relación seria.

—Es que exigen mucho tiempo. —Suele excusarse.

—Ese es el chiste de estar en una relación, tiempo juntos.

Como les contaba, las relaciones amorosas no son para él. Ni las de una noche, porque le da pereza levantarse al día siguiente para ir a su oficina.

Jungkook tampoco es bueno en el amor, pero le gusta imaginarse con la persona correcta en algún momento de su vida, si es que llega a pasar. Le gusta vivir en sueños porque era mucho mejor que su realidad. Aunque si ponemos en comparación su situación y la del empresario podríamos ver la ridiculez de su diferencia.

Sin embargo, al igual que Taehyung, su prioridad no es el amor, sino el trabajo; su peculiar trabajo. Pues mientras el castaño usa trajes caros y de alta costura, el pelinegro usa medias de red, shorts rasgados –y algo percudidos por el uso–, un maquillaje rápido, y consiste en pararse en las calles de un boulevard de una calle un tanto peligrosa de Los Ángeles sometiéndose a distintas personas con distintos tratos y distintas amenazas. No es aburrido, mucho menos divertido, pero sí humillante, peligroso y desesperante, piensa él.

Cada vez que se para en la calle piensa en que él mismo se está vendiendo como un objeto sexual, de solo un uso, o un fetiche, pero no un humano. Con el tiempo ha terminado creyendo el trato que los demás le dan.

En su juventud era sexualmente activo, algo que no le causó problemas porque estaba informado, pero ahora no es exactamente una elección, sino una necesidad.

Como se ve, dos realidades muy diferentes.

Trata de esquivar esos pensamientos con música, eso siempre le ayuda.

Sale de su cuarto por la ventana, porque si sale por la puerta lo detendrían a pagar el alquiler. Camina hacia el club cerca de su lugar de trabajo donde encuentra a Jimin, no s sorpresa, suele pasar sus noches en ese lugar tomando u probando otro tipo de sustancias, aunque esto último es reciente, piensa que puede salvarlo de un destino cruel que otras personas con su trabajo no pudieron.

Camina entre la multitud empujando a las personas a su alrededor. Cuando tuvo al rubio cerca, lo volteó para encararlo.

—Te gastaste el dinero del alquiler —dice Jungkook, Jimin lo mira asustado.

El pelinegro lo toma de la muñeca y empieza a sacarlo del lugar.

—Yo... ¡Me encargaré! —exclama.

—¡Jimin! —grita molesto, había oído eso más veces de las que le gustaría aceptar.

Bajan al primer piso del club, Kook regaña al rubio mientras caminan fuera del local.

—Perdón, es que no me contuve, me invitaron a la fiesta y no quería llegar sin nada.

—No podemos seguir viviendo así —susurra, su cabeza empieza a doler.

Es la misma pelea de siempre, a decir verdad, nada de nuevo había en sus palabras.

Salen a la calle, se paran en el callejón que ya es rodeado de demás personas, no solo prostitutas y drogadictos, sino, transeúntes con vidas normales, en especial turistas, se pregunta cómo terminaron aquí, no es un lugar que quieras viajar para visitar.

Mientras ellos están teniendo una nueva discusión, retrocedamos un par de horas antes: Tae estaba en una fiesta organizada por él mismo donde no se celebraba nada en especial, su abogado –quien tomaba el puesto de "amigo"– pensó que sería una gran oportunidad para hacer negocios, el empresario pensaba lo contrario, solo era una fiesta, odiaba las fiestas, o quizá odiaba esas fiestas, con música que parece sacada de "música de ascensor elegante", todos con un vino en la mano y nada más. Nadie tomaba la iniciativa de bailar en ningún momento y las conversaciones se limitaban a "Sí, yo hice ese increíble trato, estudie en tal universidad, ¿Qué me dices tú?".

Hace años que Tae no es obligado a nada, el empresario siempre tiene la última palabra, por eso no sintió ni un poco de molestia en agarrar las llaves de su Mustang rojo que había comprado hace unos días que llegó a Los Ángeles de nuevo, quería darle un buen estreno en esta ciudad manejándolo por las pistas de Beverly Hills, sería mejor si supiera la manera correcta de hacerlo.

Se perdió en los callejones de Los Ángeles, y era un mayor problema el que se le dificulte manejar. Preguntó a las personas sobre el hotel "Epiphany", y todas esas personas lo guiaban hacia ningún lado.

Terminó en el callejón donde se encontraban bastantes personas de trabajo dudoso por la manera en que se vestían, lo miraban y se paraban, era obvio lo que eran para sus ojos. 

Sin embargo, eso no lo detuvo, si seguía manejando así iba a terminar muerto, se aparcó tratando de comprender cómo usar el auto. Prendió su celular para guiarse mediante una app, pero era algo que menos entendía, solo veía un mapa sin entender nada, ojalá nadie se entere que el joven empresario parecía un anciano de ochenta años si de tecnología se trata.

—¡Oh dios mío! ¡Es un Mustang convertible rojo! —grita Jungkook viendo el carro que paró a un lado.

—Es nuestro alquiler, anda tú —dice Jimin, el pelinegro voltea hacia él mostrándose molesto—. Me estoy arreglando el cabello —habla mientras se ve en el espejo de mano. Detiene un rato su accionar y presta atención a su amigo para ordenar sus cabellos—. Suerte, te amo. —Lo abraza y deja un beso en su mejilla.

Jungkook empieza a caminar tratando de parecer sensual, está cansado de esto y recién comienza la noche, aunque está más distraído viendo el carro, no es uno que suele ver por acá todos los días. Cuando llega, apoya sus codos en la ventana del copiloto y observa su perfil por un rato mientras el tipo dentro del carro susurra algunas cosas.

—Voy de frente, luego volteo a la izquierda, espera... ¿Derecha o izquierda? Maldición —dice sin dejar de mirar su celular.

Si el carro no fuera lo bastante obvio, la acción de tener tremendo celular en mano estando estacionado en este lugar le hacía confirmar a Jungkook que el tipo no es de aquí, aparte de sus rasgos notablemente asiáticos.

—¿Buscas compañía? —pregunta Kook, el castaño voltea algo confundido por la voz repentina.

Tae ve por un momento sus ojos y baja su vista a su abdomen desnudo por lo corto del polo, lo único que aparece en su mente es "¿No tiene frío?". Rápido entiende la situación, ríe por ello, podría ser una anécdota que contará en la cena que tenía hoy.

—Busco una dirección —dice, esperando a que el sujeto se vaya.

—¿Cuál? —pregunta sin cambiar su tono de voz, suave y sensual, debía tener algún talento para que cualquier cosa que diga suene sensual. 

Mas, Jungkook solo está siendo amable, ha conocido a tantos hombres con diferentes gustos, algunos más raros que otro, nunca pierde la oportunidad de dinero.

—Hotel Epiphany —nombra con una sonrisa superior, pero Kook no muestra ni un poco de asombro. Un tipo con un carro y celular caro yendo a un hotel igual de caro.

—Está de frente, a la izquierda, doblas por el banco a dos cuadras, encontrarás una tienda grande de zapatillas, doblas a la derecha y sigues tres cuadras más hasta-

—No te estoy entendiendo nada, ¿Puedes subir y guiarme? —pregunta alterado, las cosas que salen de su boca son una especie de trabalenguas para Kim.

—Treinta dólares.

Hay un corto silencio, el empresario lo mira indignado y sorprendido, ¿en serio le ha puesto precio a una dirección? Y lo más sorprendente ¿En serio le va a pagar por eso?

—¿Qué? —Sonríe confundido, saca su billetera—. Por supuesto, treinta dólares... —susurra incrédulo—. Sube.

Kook sonríe satisfecho y sube al carro. Acariciar el borde de la ventana es suficiente para que se enamore del vehículo por completo. Tae tose para llamar su atención, tiene extendido los treinta dólares, Jungkook los toma y mete el dinero en sus botas.

—Perdón, no se ven autos así seguido —suspira, ve que Jimin ya no está parado donde lo había dejado—. De frente.

Empiezan su recorrido por las calles, Jungkook guiaba hasta que Tae se ubicó entre las glamorosas calles de Los Ángeles y supo donde se encontraba.

—¿Cómo te llamas? —pregunta el empresario para no quedarse atrapado en un silencio incómodo.

—¿Cómo quieres que me llame? —habla sensual, Tae voltea hacia él de manera hilarante por su pregunta—. Jungkook —contesta con una sonrisa.

—¿Y hace cuánto trabajas en esto, Jungkook? 

—Un poco más de un mes.

—¿Y ganan bien?

—Cobro doscientos dólares la hora. —Tae casi frena de infarto.

—¡¿Y aun así tienes que sujetar tus botas con un imperdible?!

Jungkook ríe, mira las calles que poco transita, seguro que para el empresario debe ser normal. Sus pensamientos son interrumpidos por el mal manejo del castaño, el pelinegro lo mira realmente ofendido por tener esa forma de conducir con tremenda belleza de vehículo, algo que el castaño nota sin duda.

—¿Por qué me miras así?

—¿Cómo puedes manejar un auto como este de esa manera? ¿Acaso nunca has manejado?

—Mi primer auto fue una limusina —comenta sin más, casual, Kook lo mira con una sonrisa incrédula, algo que el castaño imita—. ¿Crees que podrías manejarlo?

—¿Mejor que tú? Por supuesto.

Tae se detuvo, aparca el carro, cambian de lugares, Kook le explica sobre lo que el carro puede hacer, las velocidades, sus cualidades y Tae no entiende ni una palabra de lo que dice, pero lo escucha porque parece feliz hablando de ello.

Llegan al hotel, el pelinegro se estaciona muy bien a un lado, un botones se acerca dándole la bienvenida. Jungkook retira la llave del carro y se la da al empresario quien se la da al botones.

—¿Guardo el carro, señor Kim? —pregunta amable el trabajador, el nombrado asiente.

—Guárdelo bien, por favor.

Antes de entrar al hotel, Tae preguntó si le dio el dinero, Kook asintió, otra vez un silencio largo.

—Supongo que acá nos despedimos —habla Kim.

Jungkook se detuvo unos metros antes de las puertas del hotel, por supuesto no va a entrar a ese lugar y ser la mira de todos.

—Sí. —Sonríe Kook, pone sus manos detrás suyo—. Gracias.

—A ti.

Después de la despedida, Jeon camina hacia el paradero en la esquina y se sienta a esperar un bus. Tae camina hacia la puerta de la recepción del hotel, se detiene en la puerta y mira a Jungkook.

Piensa entonces: está en Los Ángeles, está soltero, no ha tenido ninguna relación romántica o sexual con alguna persona, ¿Por qué no pagar por él ahora? Pocas veces se ha arriesgado si fuera de los negocios se habla, quizá esta noche pueda tener una buena aventura.

El pelinegro seguía sentado a un lado esperando su bus, cual se demoraba en llegar por las altas horas de la noche. El empresario camina hacia él lentamente, toca su hombro haciendo que Kook saludara de nuevo con una sonrisa en su rostro.

—¿Cuánto dices que cobrabas?

—Doscientos dólares.

—Doscientos dólares —dice afirmando—. ¿Te importaría acompañarme unas horas?

—No hay problema. —Jungkook sonríe satisfecho, se para del asiento y acompaña al castaño.

Tae por dentro no sabe si lo que hace es buena idea, Jungkook piensa en por fin pagar su alquiler.

Bienvenidxs, esta historia será algo corta, trabajaré en los capítulos para publicarlos en 2022, ya que trata de una de mis películas favoritas llamada "Mujer Bonita", espero les guste <3.

Angel.

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