Epílogo
Después de todo lo que me ha pasado desde que tengo uso de razón, llegué a la conclusión de que la mala suerte me acompañaría el resto de mi vida. Lo único que podía hacer ante tal desgracia, como Josué lo había denominado, era verle el lado positivo. La decisión de abrir la puerta con el vibrador todavía en uso me llevó a conocer a David y aunque las circunstancias no fueron las mejores y las normales ante la sociedad, entre nosotros se desarrolló algo tan mágico que no me arrepiento de nada.
Mis dudas, mis miedos y mis pensamientos sobre lo que todos opinaran de mí, desaparecieron justo en el preciso momento en que una tarde, en la que estábamos todo reunidos por mi cumpleaños número veintiocho, David se puso de rodillas frente a toda mi familia y me pidió matrimonio.
Obviamente lloré y le dije que sí, o le dije que sí y después lloré, ya no me acuerdo.
¿Quién no querría casarse con él?
Lo amaba y él, por alguna razón, también me amaba.
Y nos casamos.
Entonces, me permití ser feliz a su lado y exploré la maravillosa etapa de ser su esposa. David tenía mucho más que ofrecer y lo comprendí cuando me mostró lo bonito que puede ser el amor con la persona ideal. Me mostró su mundo y todo lo que le hacía feliz, también le mostré el mío.
Y entendí...que a veces el amor inicia de formas no tan convencionales.
El mío inició gracias a un orgasmo.
Por eso...¿quién dijo que no existe el amor a primer orgasmo?
Nota: Bueno gente, hasta aquí llegó esta loca historia que empezó solo para que mi mamá religiosa se enojara conmigo jeje. Pero a la doña le gusta el chisme y se leyó toda la novela, estuve castigada dos meses pero valió la pena.
No pensé que alguien se interesaría por seguir leyendo, así que, si eres una de esas personas que casi muere de la risa con la escena del peine masajeador; gracias, te mereces un millón de dólares.
Un abrazo fuerte.
Hasta pronto.
io con 26 jeje
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