17: Estás perdiendo
Su mano permanece agarrando mi antebrazo y observo el pasillo.
—Tu novia—vuelvo a repetir. No quiero que nos pille en esta situación.
—¿De qué estás hablando?
Ambos nos giramos al escuchar la puerta siendo cerrada. Dasia sonríe ampliamente cuando nos observa.
Raro.
—¡David!—ella salta por todo el pasillo, ni siquiera parece adulta—. Llegaste a tiempo, mi nueva amiga Fátima va a quedarse con nosotros—se detiene al ver la mano de David—. Espera, ¿se conocen?
—No—respondo con rapidez haciéndome a un lado.
—Sí.
Me tenso volteando a mirar a David, él parece retarme con la mirada. Dasia eleva las cejas.
—¿Se conocen o no?
—Solo de vista—intento explicar.
—Di la verdad, Fátima—interrumpe David, soltándome y adentrándose a su apartamento. Yo permanezco como una idiota en la puerta—. Tuvimos algo que solo duró 72 horas.
Mis ojos se abren con horror al escucharlo decir eso como si nada. Volteo a mirar a Dasia que tiene el ceño fruncido. ¡Ay, no! Mi posible amiga ahora va a odiarme porque tuve algo con su novio.
—Solo fue algo—soy interrumpida nuevamente.
—Fuí su distración—mi boca se abre—. ¿Puedes creerlo?—cuestiona mirando a Dasia. Ella voltea a verme ladeando el rostro.
—Tu eres la "Rompecorazones"—suelta una risita—. No quiero imaginar lo que te hizo para que terminaras con él. Es de los que se enamoran rápido. Es medio intenso a veces. Le digo que eso no es una virtud, es una maldición.
Sacudo el rostro sin entender nada.
—Y piensa que eres mi novia—suelta David caminando por el pasillo dándonos la espalda. Quiero golpearlo.
—¿Yo?—se ríe—. Soy su hermana, ¿no te habló de mí?—pregunta ofendida.
—Estuvo ocupada sacando conclusiones apresuradas—ambas lo escuchamos desde alguna habitación, pero logramos entender que entró al baño cuando escuchamos el agua de la ducha.
—En fin—comienza a decir la chica a mi lado—. Está más insoportable de lo normal, ya sabes, por lo de nuestros padres.
—Oh.
—No te preocupes, ya ha pasado tiempo, aún duele pero ya no es como antes, que nos emborrachabamos en el cementerio.
La escena me da algo de tristeza.
—Lo siento mucho—ella hace un gesto con la mano.
— Tranquila, ya fuimos al cementerio esta mañana.
El olor a quemado nos hace dar un brinco y ambas corremos a la cocina.
—¡NO!—ella grita observando la salsa—. Esto se echó a perder—lloriquea observandome.
—Si quieres puedo ayudar—ella sacude el rostro. De pronto, se escucha un móvil y ella me mira sobre su hombro.
—¿Puedes ir a mi habitación y traerme mi celular?—niego rotundamente.
—No entro a las habitaciones en casa ajenas—digo con algo de incomodidad.
—¡Ay, no seas tonta!—me dice riendo—. Ya fuiste de la familia por 72 horas. Estamos en confianza.
Me hace un gesto con la cabeza y suelto un suspiro.
—Vale, ya vuelvo. ¿Tu habitación es la que está frente al baño?
Asiente volviendo a cortar los vegetales para preparar la salsa. Camino hasta su habitación y la abro, su móvil se encuentra reposado sobre la mesita de noche. Lo agarro casi con desesperación y salgo del lugar. Sin embargo, no espero encontrarme con David recién bañado. Su cabello está empapado, algunas gotas cayendo sobre su pecho, lo único que rodea su cintura es una toalla roja.
No puedo moverme. Se ve demasiado atractivo. Sus ojos parecen leer mis pensamientos y baja la mirada a su abdomen. Mis ojos bajan tambien. Entonces, sin esperarmelo, se abre la toalla en la parte frontal y me enseña su miembro, el cual está completamente duro. Suelto un jadeo de la impresión. Mi boca secándose de repente.
—¡Ay, perdón qué distraído soy!—dice con sarcasmo y entrecierro los ojos—. Todavía estoy en el pasillo—niega, girándose para adentrarse a su habitación pero antes me mira sobre su hombro—. Eso es de lo que te estás perdiendo.
Cierra la puerta de golpe y parpadeo todavía intentando entender lo que ha pasado.
—Fátima, ¿te perdiste?—la voz de Dasia me obliga a sacudir el rostro.
Regreso a la cocina con las mejillas enrojecidas. ¿Cómo es que ese hombre no tiene nada de vergüenza?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro