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Una de las tantas noches que pasaron juntos, Frank invito a Ana a cenar fuera, le decía que tenía que salir de su burbuja y disfrutar de la noche con él o con quien sea, porque estar encerrada tanto tiempo la volvería loca. Fueron a un restaurante totalmente exclusivo, en cual reservo un pequeño comedor en la parte privada del lugar, donde nadie los vería, salvo la persona encargada de servirles esa noche. Era un lugar verdaderamente bello y un tanto ostentoso, pero valía la pena para poder estar a solas sin miradas molestas o cuchicheos incomodos.
- Estas hermosa.
- Tú también estas muy guapo
- Gracias cariño, dime ¿te gusta el lugar?
- mmm - haciéndole un sorbo a su copa – si claro esta precioso, acertaste en escoger un lugar alejado del resto.
- Lo sé, te quería solo para mí.
- Bueno – compartiendo su mirada picara y tomando de su mano – no hace falta que me traigas a un reservado para eso, pero debo confesar que así está bien porque puedo besarte sin que nos molesten
Se acercó a ella colocando una de sus manos en la cintura baja para moverla más hacia a él y con la otra mano tomando su barbilla se apodero de sus labios y acto seguido la miro con unos ojos llenos de lujuria, y un tanto intimidantes, pero que a esas alturas ya estaba acostumbrada.
- Así que te gusta estar cerca de mí ¿ya no te pongo nerviosa?
- No, ya no tanto – dijo sonrojándose
- Por favor no hagas eso cariño
- ¿Que cosa? – lo miro extrañada.
- Sonrojarte
Bajo su mano, que había tenido sosteniendo la barbilla, por su cuello, rozando tiernamente a su paso el escote, y siguió hasta el abdomen
- No puedo evitar excitarme con esa pequeña demostración.
- Frank...
- shhh¡ - su mano en el vientre de la joven, empezó a dar suaves caricias – te deseo tanto – exclamo, antes de devorarle el cuello.
Como amaba ella esos besos, esos que la hacían delirar, que le hacían olvidar del mundo en una milésima de segundos y que no podía hacer nada contra eso.
Besaba y mordisqueaba suavemente su cuello, cuando sintio que acaricia los muslos y que trataba de levantarle el vestido, ella dijo
- Frank...- no pudo evitar gemir antes de poder continuar con la frase – no podemos aquí, estamos... ahh...- de su cuello paso sus besos al escote – por favor para...
- Cariño, nadie puede vernos, ni oírnos, solo déjate llevar...solo siente...
No estaba muy convencida al respecto, pero sus labios y sus manos no le dejaron razonar, simplemente quiso vivir ese momento.
Él introdujo su mano por debajo de la falda dándose paso por la entrepierna de ella, mordio los labios evitando que un gemido saliera al sentir sus dedos en su zona más sensible. Con el jugueteo que el realizaba con su clítoris, no pude evitar estirar el cuerpo hacia atrás y largar un pequeño chillido, se recosto sobre las dos enormes sillas continuas sintiendo pleno placer recorrerle por todo el cuerpo. El dejo el masaje que estaba haciendo para introducir sus dedos dentro de ella, lo que ocasionó una exquisita vibración, y ya sin importarle de que alguien la escuchara, gemía al sentir tan impetuoso toque.
- Frank... Frank...
- Dime nena, dime que quieres¡
- Te quiero a ti...
Sintio un pasillo de besos por todo el torso, cuando lo vio desaparecer entre sus piernas, su lengua atacando, acariciando y moviéndose deliciosamente, ocasionando una electricidad , una corriente que no podría poner en palabras, presiono la cola para hacerle sentir más sus labios. Ella tiraba de su cabello y trataba de no caer de tanto placer, y es ahí donde su cuerpo responde a tan intenso sin fin de caricias. Luego de aquel clímax, pasaron unos segundos, cuando sintio sus labios en los de ella al mismo tiempo que la levanto, quedando frente a frente, levanto su vestido y le sacó las bragas guardándolas en el bolsillo, acto siguiente la sentó en la mesa.
Quería seguir y ella quería lo mismo, quería sentirse suya y sentir que él era de ella y de nadie más.
Con esa mueca ganadora tan sexy y tan suya desprendió sus pantalones y los dejo caer junto con su bóxer se colocó el condón y sin previo aviso entro en ella, dio un pequeño grito, seguido de gemidos que rápidamente se apoderaron de toda la habitación. Una embestida tras otra que la enloquecían, se aferraba a él, lo quería sentir mucho más adentro, mordía su hombro y besaba su cuello para volver a devorar sus labios, nunca se cansaba de ello.
No sabrian decir cuánto paso hasta que llegó al orgasmo en un grito descomunal, a los segundos el llego al suyo, luego se recostó medianamente sobre la mesa por encima de las cosas que se encontraban ahí y el poso su frente en mi pecho tratando de recuperar el aliento.
La bajo de la mesa, y entre miradas picaras acomodaron sus ropas y la mesa, claro que las manchas de vino, por haber tirado las copas, eran difícil de esconder, rieron como niños cómplices de una inocente travesura.
Vale aclarar que las mejillas de la joven actriz seguían rojas como al principio, quizás mucho más.
- Esa sonrisa y ese color en tus mejillas, prometen continuar lo que comenzamos en casa
Y la noche continuo y sus palabras no se habían equivocado y aquella noche se hizo sensualmente larga.
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