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Si tienes amor en tus miradas
Ten cuidado, el amor muerde
Cuando haces el amor, ¿miras en el espejo?
¿En quién piensas?
¿Él se parece a mí?
¿Dices mentiras?
¿Y dices que es para siempre?
¿Lo piensas dos veces o solo tocas y miras?
Ooh nena
Ooh si
Cuando estás sola, ¿lo dejas ir?
¿Eres salvaje y deseosa o solo es por mostrar?
Ooh vamos
Yo no quiero tocarte demasiado nena
Porque hacerte el amor me puede volver loco
Yo sé que crees que el amor es el camino a hacerlo
Pues yo no quiero estar ahí cuando decides romperlo
No!
Ana se despertó con la melodía de una canción que no creía haber escuchado antes, pero aún así le parecía familiar y su letra parecía estar describiéndola en estos momentos.
Se regaño a si misma por estar perdiendo el tiempo en esas cosas cuando estaba acostada en la cama de un completo extraño, que ni su rostro recordaba con claridad.
Se levanto aliso su ropa, y apesar de estar desorientada y con miedo, se sentía bastante cómoda y relajada. Miró a su alrededor y vio que era una linda y simple habitación de hotel. Con un perfume muy varonil en el aire que ella no sabe descifrar bien de cual se trata. La habitación tiene una media pared blanca que divide a este con el resto de la suit. Ana se encontraba parada al lado de la cama, sin animarse a cruzar esa pared, no estaba preparada para encontrarse con él, quien fuera que sea está ahí y no sabe cómo enfrentarlo, con qué cara mirarlo, esta muy avergonzada, sabe que no puede quedarse ahí para siempre, además es un extraño, piensa, no debería importarle lo que piense de ella, ¿es decir a cuantas mujeres se le habrán cruzado corriendo por el pasillo de un hotel, llorando desesperadamente, a la cual cobijo en sus brazos para luego meterla en su cama para que esta solo durmiera? Pensó Ana, y esta segura que la cree una patética, pero porque eso habría de importarle, esta segura de no volverle a ver. Como sea tenia que salir de ahí
Se dirigió hasta el siguiente salón y ahí lo encontró, mirando por una ventana, dándole la espalda, aun no se percató de la presencia de ella, y esta aprovecha para mirar con detenimiento al extraño. Este tiene el cabello ondulado y un poco largo, es alto y su espalada es grande, algo que a ella le llamo la atención, todo él era imponente, una vez mas se regaño a si misma para dejar de divagar en esos pensamientos. Un flash le llama la atención
< hoo no, es un periodista, o peor, un paparazzi? si es así estoy frita, Sam va a matarme >
Pensó asustada mirando sus pies mientras toca su frente preocupada como si de esa manera encontraría las respuestas a todos mis dilemas.
- Ahí está, buenos días
Su voz la vuelve a la realidad, nota que tiene un acento diferente, y su cara y resto de su cuerpo es tan impresionante como su espalda y sus ojos, eso no lo puede negar, aunque una vez mas se prohíbe pensar de esa manera
- Le he pedido el desayuno – deja la cámara en una mesa, y señala otra redonda y mediana repleta de alimentos – no sabía bien que podría gustarle, así que aquí tiene café, té, leche y algunas cosas para acompañar; también algo de fruta y jugo. Como le dije no sabía que le podría apetecer.
Menciona todo aquello con una sincera y tierna sonrisa que su tupida y abundante barba le deja ver apenas, pero también sabe que sonríe porque sus ojos también lo hacen y una vez más llaman su atención. Ella trata de decir algo, a estas alturas está segura que él la cree una estúpida
- No tengo hambre, gracias.
Dijo finalmente sonando lo mas fría que pudo ser,
- Creí que podría tener hambre...
- Claro entiendo, pero no desayuno, mucho menos con extraños
Se mordió la lengua al segundo de decir eso, fue grosera con alguien que hasta ahora solo supo ser amable, pero no podía confiar.
- Yo solo quería ayudarla.
Con un notable cambio de voz y una mirada diferente le contesta, haciéndole saber que definitivamente lo ha hecho enojar.
- Entiendo, pero creo que ya me ayudo demasiado, no se si sabe quién soy pero si lo sabe espero que lo que vio anoche y como me vio anoche, quede entre usted y yo.
- No se preocupe señorita, no me interesa la farándula.
Eso sonó gélido y despectivo, pero sabia que se lo tenía merecido, se está comportando como una autentica perra con él, pero qué más daba.
- Bien, bien – junto sus manos mirado alrededor – me podría dar mis cosas por favor?
- Claro, los zapatos están debajo de la cama que ocupo anoche, y su bolso y abrigo están en ese armario – señala una pequeña puerta gris – por favor tómelos y retírese tengo cosas importantes que hacer.
Tomo asiento en el living y empezó a revisar una laptop que se encontraba abierta en la mesa pequeña del medio, dejándola de piedra, a la mierda la amabilidad de hace unos minutos. Dio media vuelta, busco sus zapatos y se los coloco, unos Jimmy Choo rojos de terciopelo. Siguiendo el consejo de sus amigos, la anoche anterior había escogido un atuendo que creía sugerente y provocativo, se trataba de un jean azul oscuro bien ajustado que dejan poco a la imaginación, con un top blanco acompañado con un abrigo largó de cuero negro, al cuerpo. Así que pensó que aquellos zapatos de diseño, taco aguja, con una pulsera de brillantes, completarían aquel look sexy que dejaría sin aliento a aquel idiota. Y la verdad es que no se explica como pudo correr con ellos sin romperse un tobillo.
Se dirigió hasta el armario mirando hacia el living y ahí sigue el concentrado en su computadora. Tomo sus cosas y se dirigió hasta la puerta contigua.
- Bueno, adiós. Gracias por todo – dice amablemente.
- No hay de que, por favor cuando salga asegúrese de cerrar bien la puerta.
Se lo dice sin mirarla y ella siente una patada más a su orgullo caído, pero se lo tenia merecido por cabrona. No dijo nada más y salió de la habitación, pero esta tan desorientada, que pensó que debió ser más amable con su extraño para que al menos le diga en que piso estaba. Aseguro la poca dignidad que le quedaba y se dispuso a encontrar el camino sola...como siempre, sola.
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