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"SI ME HACES DAÑO UNA VEZ, LA CULPA ES TUYA. SI ME HACES DAÑO UNA VEZ MAS, LA CULPA ES MIA"

Dar oportunidades es permitir que te hagan sufrir de nuevo. Quien te lo hace una vez, si no lo paras, podrá hacerlo una y mil veces más.

Ana esperaba nunca olvidar esas palabras que brotaban en su mente, mientras ahí parada mirando a traves de una puerta semi-abierta, con los ojos llenos de lágrimas y el pecho lleno de ira y decepción de si misma, se dio cuenta del error que había cometido.
Ella se había imaginado mil reencuentros, pero este que estaba presenciando no se le hubiera cruzado por la cabeza ni en sus peores pesadillas y dolía como cien puñales.

Ahí estaba Frank McDermott abrazando a su novia mientras ella le decía una y otra vez cuanto lo amaba. Ana trato de moverse <vamos, vamos sal de aquí>  grita su mente, pero sus piernas no logran reaccionar. Y de repente sus ojos se encuentran con los de él, como alguna vez lo hicieron, solo que esta vez entre ellos cruzaba un sentimiento bastante diferente.

La saca de sus pensamientos la gélida y triunfante mirada de la adorable novia, y fue ahí donde finalmente sus piernas reaccionaron al mando de su cabeza y salió corriendo de ese lugar.

Empezo a correr por el pasillo de aquel finísimo hotel, huyendo de aquella imagen, de aquellas personas, con lágrimas que sin pedir permiso se hacían lugar, y con el corazón a punto de salirse de su pecho, y en un estado de absoluta vulnerabilidad, diviso un ascensor disponible y se dirigió hacia este, sintiendo detrás suyo a Frank diciéndole que parara, como si eso fuera posible. Llegó a su destino y sin fijarse si había alguien ahí empezó a apretar todos los botones tratando por cualquier medio que se cerrara.

- CIERRA, CIERRA, CIERRA POR FAVOR¡

Se cerró y siento que sus piernas se transforman en gelatina y al estar a punto de caer, unas fuertes y grandes manos la tomaron de sus brazos y la sostuvo por unos segundos, la hizo girar hacia él y la abrazó. Un fuerte y cálido abrazo, uno que ella necesitaba desesperadamente. Ella no conocía a este hombre pero se aferró a él como si no fuera a soltarlo.

Ella levanto su húmeda mirada y lo primero que vio fue un par de ojos sumamente penetrantes, no sabía distinguir si eran celestes, grises o azules, lo que si sabía, es que eran los ojos más hermosos que había visto y que eran de esos ojos que no se olvidan fácilmente. Pero ella esta tan perdida en este momento que es una posibilidad estar imaginando de más.

Ana no sentia fuerzas para hacer nada y mucho menos para indagar quien es este completo extraño que la tiene entre sus brazos. Aun su llanto no cesa, mira su pecho y siente que ya es tiempo de soltarse de su agarre, pero cuando lo intenta él la sujeta más fuerte contra su cuerpo. Se abren las puertas y la hace caminar con él, ella no sabé dónde la lleva, pero por alguna razón confia en ese extraño, y camina a su lado sin objeción alguna.

Hay momentos donde el cansancio mental es tan grande que afecta el físico y se pierde voluntad del mismo, ella estaba en uno de esos momentos. Él extraño la condujo a su habitación y la ayudo acostarse en la cama le saco los zapatos y le puso una frasada encima, dejo prendida la pequeña luz del lado de la cama y salió de la habitación. Ana no pudo evitar dejarse  atrapar por el calor de esa extraña cama y cerró sus ojos esperando que el sueño no tarde en llegar.








- ¿QUE CARAJO IMPORTA ESA?

Pisos más arriba del mismo hotel, las cosas eran mucho más diferentes y una pareja no tan feliz estaba a punto de incendiarlo todo.

- CIERRA LA BOCA ALICE¡ -

Un enfurecido Frank con su teléfono en mano trataba de tranquilizarse y recordarse a sí mismo que Alice era mujer y podía ser cualquier cosa, pero no un violento.

- Jhon...Jhon...escucha necesito, por favor, que vayas al hotel donde se hospeda Ani y verifiques que este bien.

- Que? Que? ¿que paso? ¿Que le hiciste? - del otro lado un somnoliento y confundido Jhon respondió.

- Por favor necesito tu ayuda, no responde mis llamadas, todo salió mal...

- ¿Que salió mal?? ¿QUE CARAJO HICISTE FRANK?

- Escucha solo has lo que te pido, yo luego te explico...

- Con una mierda Frank te dije que pararas¡ - dijo saltando de la cama y comenzando a buscar su ropa para vestirse.

- Sé que tienes razón, pero por favor dame buenas noticias... por Dios, por Dios, sus ojitos, su cara...

- ¿Tan malo fue? ¿Te encontraste con ella?

- Algo así - alejándose del dormitorio, donde una rubia llena de rabia amenazaba con tirarle algo por la cabeza - Alice está aquí¡ - murmuro frustrado.

- Ya no digas más, me estoy imaginando el cuadro, te llamo luego

- Lo siento Jhon...

- No es a mí a quien tienes que pedir perdón, te llamo luego.

Sin más, esté le corto la comunicación a su amigo y le marco a Ana, con la esperanza de que a él si le atendiera, mientras terminaba de vestirse, siguió marcando y cuando se dispuso a buscar un ascensor accesible, atendieron a su llamada, pero no se trataba de la voz de su amiga, sino una mucho más grave y masculina.

- Hola¡

- ¿Hola? ¿Quien habla? Mi amiga es dueña de este número que hace usted contestando, ¿donde esta ella?

- Su amiga se encuentra bien, no se preocupe ahora está descansando

- Quien es usted? Dígame donde están, iré por ella necesito saber que está bien

- Entiendo su preocupación, pero créame ella está bien, la encontré mal, pero ahora logro quedarse dormida. Estamos en el hotel ST. Martín, esta fuera de todo peligro, en cuanto despierte le diré que se comunique con usted, pero ahora no la voy a despertar, ella necesita descansar.

- Ok, tendré que confiar en usted, no la molestare, pero por favor deme su nombre y su número de habitación, así me sentiré más seguro.

- Caleb Ferguson, habitación 134, pregunte en recepción y vera que no miento, le repito su amiga está a salvo de cualquier peligro, hasta mañana.

- Hasta mañana y muchas gracias¡

Jhon es un hombre precavido y muy amigo de sus amigos, a ella la conoció cuando eran jóvenes y desde siempre la vio como una pequeña hermana, cuando Frank lo llamo pensó lo peor, sabia del temperamento de ambos y de lo sensible de la situación, también, por experiencia propia, sabía que un corazón roto, es un mal consejero. Cuando escucho la voz de aquel hombre, su sangre se congelo, podría ser una mala decisión de Ana o alguien sacando provecho de la debilidad de la misma,por eso mismo en cuanto termino la comunicación con él, llamo a recepción y cuando le aseguraron que aquel sujeto no le había mentido y que cualquier imprevisto se comunicarían con él, pudo volver a respirar con normalidad. Tenía que avisarle a su amigo, pero si le decía la verdad, golpearía cada puerta del hotel hasta dar con ella y con Alice ahí sería tan desastroso como el final del Titánic y nadie se merecía esa situación, le sería lo más o menos honesto para tranquilizarlo, era mejor dejar que las cosas se enfriaran, ambos necesitan tiempo y él se lo proporcionaría.

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