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Capítulo VII: Triste realidad

—Hola Agnes ¿Cómo te ha ido en tu nuevo trabajo? Linda ropa por cierto— Saludo Susan al verla en el camión camino a la universidad, su amiga se veía más contenta y le saludaba como nunca antes lo había hecho, a lo largo de las vacaciones se habían encontrado y conforme más tiempo pasaba la rubia en su misterioso trabajo del cual nunca hablaba su situación mejoraba.

—Hola Susan, muy bien gracias por preguntar— Saludo la joven rubia mientras guardaba el libro que había estado leyendo dejando ver su nuevo tinte rosa junto con su nuevo maquillaje.

—¿Ese es Letal Ammyt?— Pregunto sonriente la castaña sentándose a su lado —¿Dónde lo conseguiste? Están agotados en todas las librerías.

—Si quieres te lo puedo prestar, era el último que había— Ofreció la rubia, se sentía feliz y cómoda a lado de su nueva amiga —¿Y Miranda?— Pregunto desconcertada al no verla nunca cerca.

—Mir siempre llega en auto y si, ¿Me lo podrías prestar?

—Claro que si— Acepto Agnes feliz y comenzó a platicar con ella sobre los libros de aquella saga que tanto les gustaba, al llegar a su destino ambas chicas bajaron del autobús entre platicas y tras acompañar a Agnes a su facultad Susan se despidió y le aseguro que se verían a la hora de almorzar.

Mientras avanzaba a su salón la alegría de la joven desapareció y temerosa por encontrarse a las hienas y tener que enfrentarse a ellas se desvió en su trayecto al salón encerrándose en el baño, tras respirar un momento para calmarse la joven se miró al espejo y se arregló el maquillaje junto con el cabello y salió dispuesta a hacerles frente si se atrevían a molestarla pero no lo hicieron, en cuanto las hienas la vieron se quedaron boquiabiertos y la dejaron pasar hablando a sus espaldas sobre la nueva imagen que tenía, por su parte Eliezer solo la miró asombrado provocando una sonrisa en Agnes que en todo el día no desapareció, en la hora del almuerzo Susan cumplió su palabra y se reunió con ella llevando consigo a Miranda que con actitud cortante comió con ellas, tras una agradable comida en la cual la castaña y la pelirosa hicieron constantes burlas a la pelirroja hasta que cedió y por fin le dio una oportunidad a Agnes la chica se despidió y fue a terminar sus clases para después ir a su desolada casa y hacer sus deberes. Con alegría la semana pasó haciendo que el antiguo ambiente incomodo y triste se convirtiera en alegre aunque solo pasara tiempo con sus amigas en el almuerzo y en clases permaneciera sola, la indiferencia de sus padres no desapareció y su padre al verla tan radiante y con ropa nueva la acusó de quejarse por nada antes de darle dinero y correrla de su casa, todo seguía normal aunque las pequeñas burlas de sus compañeros se habían detenido aunque tenía que aguantar los cuchicheos de las hienas que descaradamente hablaban de ella pero ya no negativamente, la sonrisa burlona de la Arile se hacía presente cada que la veía pero los comentarios crueles habían cesado y solo llegaba escuchar los comentarios burlones hechos al aire que cada vez eran más fáciles de ignorar, pero aunque todo seguía en lo que se podría considerar normal al llegar el viernes una pequeña punzada de dolor se hizo presente y no le permitió disfrutar su día, cuando llegó a su casa la joven terminó sus deberes y guardo una muda de ropa y salió de la casa hacia su trabajo donde llegó apresurada y se maquilló con rapidez para salir a atender a los clientes que ya la empezaban a conocer sobre todo un hombre maduro de aproximadamente 40 años de edad que siempre le daba excelentes propinas y la trataba con amabilidad observándola con atención ante su corta vestimenta cosa que le incomodaba pero a la cual se comenzaba a acostumbrar.

 —¿Tenemos vacaciones?— Preguntó la pelirosa al quedarse sin clientes que atender sentándose en la barra exhausta —Hoy hay mucha gente— Se quejó mientras se acomodaba las altas zapatillas.

—Será mejor que te acostumbres Clío, la noche será larga— Le respondió Rose sentándose a su lado haciéndola sonreír, Clío diosa cuyo nombre significa buena reputación, aquel era su nombre en el club y aunque le costaba responder a él ya se estaba acostumbrado a su vida oculta de todos, con las miradas lujuriosas sobre ella y las amistades a las cuales veía solo los fines de semana —Las chicas quieren tragos y creo que sabes bien que yo no se los llevaré, ayúdame ¿Si? Te ayudaré con las órdenes en los cuartos hoy— Le aseguró la morena que sonrió cuando su compañera acepto el trato y fue hacia los camerinos a atender a quienes se estaban convirtiendo en sus amigas.

—Hola chicas ¿Qué les traigo?— Les preguntó notando como todas sonreían ante su presencia y le pedían diferentes tragos sin perder sus sonrisas.

—Sabes lo que me gusta—Le contestó Queen guiñándole un ojo carcajeándose ante el sonrojo de la chica que con vergüenza salió hacia el bar.

En el camino una mano golpeó sus glúteos con fuerza haciéndola detenerse ante la nalgada permitiendo que quien se la había dado pudiera pellizcarla haciéndola sentir con ganas de llorar, sin querer ver quien la había tocado la joven corrió hacia la salida de empleados tapándose la cara preocupando a Evan que corrió tras de ella, al alcanzarla el rubio la abrazo y le pregunto que había sucedido enfureciéndose con su respuesta.

—¿Por qué no lo golpeaste? ¿Quién es? Damon y yo le vamos a dar una lección— Aseguró rojo por la molestia.

—No podía ni quería verlo, es mi culpa y no puedo quejarme— Contestó Clío entre lágrimas abrazando más a Evan.

—¿Por qué sería tu culpa? El que vistas así no le da derecho a nadie de tocarte, no me importa quien sea lo voy a encontrar y va a pagar por haberte tocado.

—No quiero que pague, yo sé que volverá a pasar.

—Entonces le diré a Bradley, tendrá que hacer algo— El rubio se puso de pie decidido sin hacerle caso a su amiga que no quería que nadie más se enterara de lo sucedido pero Evan no se quedaría sin hacer nada, no había alcanzado a ver bien la escena pero sí vio quienes estaban alrededor de Clío, no le importaba si tenía que interrogar a todos su amiga no tenía porque pasar por eso y callarse pero no resulto como esperaba.

—¿Y qué quieres que haga?— Preguntó burlón el castaño tras escuchar lo sucedido —¿Qué esperaban ustedes dos? ¿Dónde creen que están? Esto es un club nocturno, un prostíbulo, ¿Pensaban que no iba a pasar? Eso pasará, la tocaran, le tomarán fotos...

—La podrían violar— Interrumpió el rubio molesto.

—No seas ridículo, eso jamás pasará— Aseguró Matthew sentándose y cruzándose de brazos —Eso es ir a los extremos, ¿Crees que permitiría que pasara algo como eso?.

—Dejarás pasar esto como si nada porque no te importa lo que nos suceda.

—Cállate y vuelve a trabajar si no quieres volver a lo que eras cuando llegaste aquí— Dijo con molestia dispuesto a despedirlo si seguía con lo que él creía que era una tontería. 

Sin decir nada más el rubio salió furioso de la oficina de su jefe y llegó al bar encontrándose con Clío que le esperaba con tristeza pero no le permitió hablar, con rapidez se alejó hacia la pista para seguir trabajando y tratar de olvidarse de la molestia.

—Él lo intentó— La voz apenas audible de la pelirosa contagio de tristeza a Damon y a Rose.

—Lo lamento princesa— Dijo Damon sin saber que contestar.

—¿Por qué no vas a tu casa? Nosotros te cubrimos con Bradley, ve a descansar— Propuso Rose al verla tan decaída.

—¿No hay problema?— Preguntó sin creerle por completo a la morena que sonrió y le insistió en aceptar la propuesta —Muchas gracias— Agradeció apenada y con rapidez tomó sus cosas y salió hacia su casa bajo la mirada triste de sus amigos que se dispusieron a hacer lo que prometieron y comenzaron a trabajar.

—¿Por qué lo hiciste Joseph?— Preguntó molesto el castaño sentándose frente a un hombre pelinegro con pocas canas —Hubo una queja ¿Sabes? No puedes tocar a mis trabajadores de esa manera.

—¿Por qué no? Me dejas divertirte con tus chicas.

—Es diferente.

—No, no lo es— Contestó sonriente el hombre —Todas aquí se venden, carnal o visualmente, estaba caliente amigo, llevo mucho tiempo aguantándome, quiero acostarme con ella.

—No es prostituta— Matthew enfureció, no podía impedirle hacer algo o se metería en problemas pero estaba cansado de que su autoridad no valiera nada para Joseph —Déjala en paz o tendremos problemas.

—No, tú tendrás problemas, soy el jefe de la policía ¿Quién me detendrá de hacer lo que quiera?— Le recordó el hombre acomodándose en su asiento —La quiero.

—Esto no está a discusión, déjala en paz por favor— Pidió con seriedad molestando a su amigo.

—Sabes que la tendré ¿Verdad? Algún día me voy acostar con ella y tú no vas a interferir— Aseguró levantándose, el club casi cerraría y tenía que esperar a que todos se fueran para salir.

—Lo sé pero hoy no, ahora vete, Queen te está esperando como lo prometí.

Sonriente el hombre salió de la oficina con dirección a la habitación donde Queen le esperaba dejando a Bradley sólo preguntándose en que momento dejó que su amigo le controlara, odiaba aquella situación pero no podía hacer nada, Joseph tenía el poder para destruirlo y por eso lo debía de mantener contento pero ¿Cuántas chicas tendrían que sufrir para ello? La rubia no sería una más, quería creer que ella se podría salvar.

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¡Hola! Sé que ayer tenía que actualizar pero estaba demasiado agotada por las clases :(

Les traigo el nuevo capítulo, si les gusta voten y comenten, me gusta mucho saber lo que piensan y como ya es costumbre una pregunta ¿Les gusta el banner de inicio? Me encantaron los colores. 

¡Hasta el próximo viernes!

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