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Desde el día de la fiesta, Madison y Rafe se habían estado frecuentando de vez en cuando y eso era demasiado confuso para ella, ya que aquel chico parecía estar interesado en pasar tiempo con ella, cosa que no terminaba de entender, ¿qué era lo que él sentía por ella?. Le decía que la extrañaba o se veían a escondidas de todos, pero a ciencia cierta ni siquiera sabía de qué se trataba aquello.

El mayor de los hermanos Cameron no era muy fácil de descifrar, al menos no para ella, tampoco es como si él fuera muy abierto con sus sentimientos o pensamientos.

Habían pasado unas semanas ya de la última vez que habían salido en secreto, y hasta ahora no tenía noticias sobre él, sólo sabía una que otra cosa gracias a su hermano, poco le faltaba para salir corriendo en busca de su bicicleta y pedalear lo más rápido sólo para saber que ocurría con él, con ellos.

Si es que existía un ellos por lo menos.

Ahora mismo se encontraba en una heladería cerca de la playa, a la cual había venido con Sarah, Topper y Kelce, los cuales jugaban mientras ella los observaba desde lejos, la razón por la que Mads había aceptado era porque tenía el estúpido pensamiento de que tal vez Rafe pudiera venir, pero claramente eso no pasó y aunque si hubiera sido así, ni habría cruzado palabra con él de los nervios y del enojo.

En estos momentos su mayor aliado era su exquisito helado de chocolate con menta y Erick por su puesto, el cual trabaja en la heladería de medio tiempo.

La razón por la que un kook como él trabajaba en una heladería, era más por gusto propio y lo divertido que era molestar a sus padres, después de todo aquel pelinegro de ojos verdes era un alma libre, no se preocupaba por guardar las apariencias, a lo contrario de su familia y amigos.

─ Algo te preocupa, habla o calla para siempre Mad─ desde el momento en el que se acercó al pequeño establecimiento en la playa había estado actuando extraña, como si estuviera ansiosa, cosa que claramente no había pasado por alto ante los ojos del chico.

No sabía si decirle la verdad, no quería quedar como la tonta que se había ilusionado con un chico sólo por un juego de adolescentes ebrios, lo peor es que no se trataba sólo de eso, la manera en la que se sentía cuando estaba con aquel rubio de ojos azules, los cuales siempre que los miraba podía sentir que se sumergía a través de ellos, tan calmado y pacífico que deseaba permanecer toda la eternidad ahí.
Podía ser estúpida y un tanto ilusa, pero sabía que no era la única que se sentía de esa manera o eso era lo que ella pensaba.

─ No es nada, nada importante─ respondió simplemente.

Erick alzó las cejas en una mueca, no le creía en absoluto, era obvio que algo se ocultaba dentro de esa melena rubia y si ella no se lo decía por las buenas, haría que se lo dijera por las malas.

─ Me queda claro que no me tienes confianza, Madison.

Madison sonrió, él nunca solía llamarla por su nombre completo, mayormente por no decir siempre, usaba diminutivos, quería aparentar molestia y algo de indignación por la falta de palabras de su amiga, pero ella sabía que no se enojaría por algo como eso y aunque se muriera por contarle, sólo no podía, no porque le diera algo de vergüenza o le hicieran ver la cruda verdad de la "relación" que tenía con Rafe y darse cuenta de que siempre fue una boba por ilusionarse con él, aunque tal vez de vez en cuando un golpe de realidad no era tan malo.
Pero no podía, le había hecho prometer que no le diría a nadie y así sería.

─ Bueno, si pasa algo, pero no es sobre mí─ mintió viendo su vaso de helado, el cual estaba por acabarse.

─ Entonces, ¿por qué te preocupa?

Madison nunca había sido muy buena con las mentiras, cuando las decía su madre fácilmente podía atraparla, era como jugar al gato y al ratón, sólo que ella era como un ratón sin buena condición física, así que optaba más por decir la verdad antes que ser atrapada, pero dadas las circunstancias en las que estaba, no podía ser tan sincera del todo.

─ Es sobre una amiga, ella me pidió un consejo y la verdad es que no supe qué decirle, no sé qué hacer... no sé qué debería hacer ella, digo─ corrigió rápidamente.

─ Si es sobre chicos, puedo ayudarte, después de todo soy uno y si es sobre chicas, si no sabes tú mucho menos yo─ dijo, a lo que ambos rieron. Le encantaba pasar tiempo con él, hacía que dejara de pensar en ese alguien que siempre estaba rondando en su cabeza, como si de una fórmula de matemáticas se tratara, pero gracias a Erick podía descansar de ello aunque fuera sólo unas horas.

─ Como comenzar.

En todo el tiempo que estuvo contándole todo desde el principio y con alguna que otra cosa omitida, sabía que probablemente estaría muy arrepentida una vez que su amigo abriera la boca y que lo que no quería oír la abatiera tan fuerte que sentiría con su alma dejaría su cuerpo, estaba siendo algo dramática tal vez, pero cuando te gusta alguien todo se vuelve irracional y visceral.

─ La última vez que se vieron él le dijo que la quería, pero ni siquiera la ha buscado, mensajeado o llamado y que debería pensar. Digo que debería pensar ella sobre eso.

He aquí la cuestión, Madison podría ver todas las romcoms que existen una y mil veces y jamás tendría una solución a su problema, pero la verdad era y qué tal si solo no había solución, porque no existía el problema, después de todo, aunque le doliera admitir Rafe y ella no eran nada, eran algo tal vez, pero nada oficial.

─ Sólo hay dos puntos de vista, él si está enamorado de tu amiga y sólo necesita tiempo para decirlo y aclarar todo, etcétera o está jugando con ella y no es nada serio. Mira, conozco a los tipos como él, no me enorgullece, pero hasta hace un año era así.

─ ¿Qué fue lo que cambió?─ preguntó interesada en la respuesta que pudiera dar.

─ No fue que, sino quien.

Aquella respuesta la tomó por sorpresa, así que había alguien de quien no le había hablado, y esa persona hizo que su amigo hiciera un cambio para bien, pero era raro jamás lo había visto con alguna o hablar de alguna chica de la cual pudiera decir que a Erick le gustaba.

─ ¡Madison!, oh, hola Erick ─ saludó cortésmente Sarah.

─ Hola chicos─ devolvió el saludo a los tres chicos que se acercaron.

Madison no sabía dónde meter la cabeza, era algo incómodo el silencio, Topper y Kelce sólo miraban al chico con miradas de poco amigos, mientras que Sarah le sonreía para aliviar la tensión.
Mads no sabía exactamente cuál era la razón de todo aquello, si sabía que antes eran amigos o por lo menos amigos de fiesta, hasta que un día tuvo una pelea muy fuerte con Rafe, claramente cuando eso pasó, todo corrieron del lado del rey kook, nadie iba a darle la espalda a este, pero eso no había sido lo mismo para el pelinegro, desde lo ocurrido vivía su vida como si fuera un exiliado o así lo hacían sentir.

─ Mads, te venía avisar que ya nos vamos─ dijo Sarah, a lo que Madison sólo asintió.

─ Adelántense, ahora los alcanzo.

No quería que la esperaran y que la situación siguiera igual de incomoda, quería despedirse bien de su amigo y que sus otros amigos no hicieran cara de fastidio por este.

─ No creas que he terminado contigo, vas a tener que contarme quien te hizo cambiar eh y el porqué del odio de ellos hacia ti─ dijo levantándose de su asiento mirándolo con una mirada retadora.

─ Algún día, porque hoy no será, pequeña.

Minutos después ya estaba en la camioneta de Topper en la parte trasera con Kelce, aquel chico de brillante sonrisa anteriormente la había invitado a salir, a lo que ella había aceptado, pero no porque quisiera, sino por presión social, pero claramente su pequeña salida no había salido de maravilla solo la hizo darse cuenta de lo tan kook que Kelce podía ser. Que hipócrita decir que no le había gustado por sus comentarios clasistas, estando enamorada del chico el cual era considerado como el rey de los kooks.

─ No entiendo porque te llevas con él, es un idiota─ dijo el chico de piel de ébano.

─ ¿Quién?, ¿Erick?─ claro que sabía que hablaba de su amigo de ojos verdes, solo que quería saber hasta dónde llegaría Kelce con su fastidio.

─ Es un idiota y ahora tiene un trabajo patético como heladero, tal vez sus padres lo desheredaron─ se burló mientras se reía como si hubiera dicho el chiste del año, algo de lo que también se rio el conductor solo que, de una manera más disimulada, Kelce era un tonto, por no decir que estúpido, ya que de lo único de lo que podía reírse era de sus chistes clasistas sin una pizca de gracia en ellos, pero quien era ella para arruinarle su show a un payaso de su talla. No todos los días tenía un bufón de amigo.

─ Si tanto te importa saber, debiste preguntarle, después de todo tu vida sí que es patética y aburrida, tal vez si te haces su amigo puedas tener algo de interesante en ella. Kelce, Erick no es un idiota, pero tú sí.

Luego de aquella pequeña discusión que habían tenido los acompañantes de la pareja, Madison le había pedido al novio de su amiga que la llevara a su casa primero, estaba cansada y mañana tenían clases, lo único que añoraba ahora mismo era su cama y algunas galletas mientras veía su serie favorita, gossip girl, tal vez debería ser como Chuck Bass y no un tanto Blair.

Al entrar a su casa después de haberse despedido de los chicos menos de Kelce, encontró a su madre en uno de los sillones leyendo una revista, se acercó a ella para darle un dulce beso en la mejilla, como podía adivinarlo el antipático de su padre no se encontraba en casa gracias al trabajo, igual que todos los días anteriores y sabía que su hermano se encontraba en casa ya que hacía demasiado ruido jugando FIFA.

Rápidamente subió a su habitación, coloco su bolsa en el perchero mientras se disponía a deshacerse de su ropa sucia, rápidamente se puso una camisa de Iron Maiden tres tallas más grandes, la cual era de su padre y él le había obsequiado con anterioridad, por lo menos una pequeña parte de él aún estaba con ella en alguna parte. Después de haberse cambiado, desmaquillado y haberse recogido el cabello en un chongo mal hecho salió de su habitación rumbo a la cocina en busca de sus galletas y un poco de leche para acompañarlas, cuando llego a la sala vio a su mamá con la misma revista solo que ahora en una página diferente, tomo sus snacks y regreso arriba sólo con la sorpresa de que la leche se le había caído de entre las manos como si no tuviera fuerza en ellas y con la sorpresa de que el chico del cual no había recibido nada se encontraba enfrente de ella.

No sabía cuánto tiempo había pasado, pero sentía que le faltaba el aire como si desde que lo vio había cerrado sus fosas nasales rehusándose a respirar de nuevo, ahora se hallaba en el fondo del mar tratando llegar a la superficie por un poco de oxígeno, pero por más que trataba era llevada cada vez más a lo profundo de su agonía.

Sintió como su calcetín se había empezado a mojar con la leche derramada, pero eso no hizo que se moviera, sentía como no tenía control sobre su cuerpo como si hubiera sido convertida en una estatua de piedra y Rafe era su medusa, su cruel verdugo el cual la había condenado a vivir una vida sin esperanzas.

─ Estaba jugando con Nick, te había venido a buscar a ti─ comento rascándose la nuca.

Madison aún seguía paralizada sin saber que hacer o decir, lo único que quería era desaparecer, pero a su mente llegaron las palabras de Erick, alguna de aquellas aseveraciones era la correcta y una la equivocada, solo esperaba que la que ella quería fuera la única opción buena, no quería estar equivoca, porque si lo estaba tendría tardes y noches de llantos, y algunos días de terapia.

─ Rafe─ hablo por fin, el rubio mantenía aquellos ojos que le encantaban sobre ella y ahora mismo eso no hacía más que hacerla sentir insegura─ y-yo, ¿yo te gusto?─ en ese momento había cavado su propia tumba con aquella pregunta que por fin había salido de sus labios.

─ Claro que sí, ¿por qué lo preguntas?─ se acercó a ella, quiso acariciar su rostro. pero ella sólo corrió su cara, no quería caer ante sus encantos, necesitaba una respuesta.

─ No, ¿realmente te gusto?.

Rafe se quedó en silencio, ella pudo verlo dubitativo, estaba claro que no tenía una respuesta exacta, ni siquiera la estaba mirando a los ojos mientras que Madison estaba embarcada buscándolos, lo sabía.
Había acabado, el pequeño juego que tenían se había terminado y no había más nada que hacer, por fin sentía que ya no estaba perdida, había encontrado lo que tanto había querido y se sentía afortunada de darse cuenta antes de que fuera algo que no tuviera cura.

Le dio una última mirada a Rafe antes de entrar a su habitación, a su gran amor Rafe Cameron, pero tal vez sólo era ese amor de juventud que tenían todas las chicas con el chico mayor, ese que te hace sentir las cosas a flor de piel, el que te hace sonrojar, pensar una y mil cosas, pero nunca el que se queda. Luego de haber cerrado la puerta detrás de ella, un poco de esperanza había traspasado la puerta con ella, por alguna ilógica razón esperaba que él tocara la puerta, que le dijera que la abriera y si quería que destruyera la barrera que los separaba, que le dijera que la amaba, que se lo gritara al mundo.

Como dicen, soñar no cuesta nada, pero cuando flotas en una nube, puedes llegar a caerte y eso le estaba pasando, su nube se había desmoronado con todas sus ilusiones con ella, lo único que pudo limitarse hacer fue deslizarse por la puerta hasta sentarse en el piso y llorar en silencio, porque, aunque él no dijera nada, sentía como Rafe aún se encontraba del otro lado de la puerta.

Pudo sentir algo de alivio cuando escuchó como sus pasos se alejaron, ahora su llanto era más ruidoso y no le importaba, no tenía por qué ocultar su dolor, después de todo por algo había sido creado, ella no sería una flor la cual iba a esperar marchitarse lentamente, no sin antes pelear por prevalecer fuerte y hermosa.

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