ii. sakura's and death
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El árbol de cerezo que estaba plantado frente a la entrada de la escuela, floreció el pasado jueves. Las sakuras se veían tan relucientes a la luz del sol que captaban la atención de todos.
Me recordaba al bonito cerezo que la Señora Yagami tenía en su jardín, y al que regaba todas las tardes para evitar que secara y muriera en el proceso. Era mi favorito de todo el jardín.
- ¡Miko!- llaman a mi espalda.
Hori, una de mis amigas mas intimas de la escuela, camina rápidamente hasta alcanzarme antes de salir.
- No vayas tan rápido, ¿por que siempre tienes tanta prisa?- se queda frente a mí.
- Lo siento- sonrió-, es que tengo mucha hambre.
- Genial, podemos ir a comer juntas entonces.
Sin previo aviso, Hori toma mi mano entre la suya y tira de ella con fuerza, obligandome a caminar junto a ella mientras comienza a reír.
- ¡Hori!- rio junto a ella, sin oponer mi cuerpo, solo dejando que ella me lleve a dónde quiera.
- ¡Vamos, el café cierra dentro de unos minutos!
El Café ingles al que siempre íbamos Hori y yo desde hace tres años, se había convertido en un pasatiempo de semanas, amabamos comer panes de chocolate y tomar ese delicioso café de crema de leche que el Señor Robert preparaba.
Estar ahí se sentía como el escape a la libertad que unas simples niñas de secundaria necesitaban para sobrevivir todos los dias a las duras jornadas academicas. Pero para mí, mas que eso, siginificaba la simpleza de vivir mi juventud como cualquier adolescente.
Aún ahogandonos entre risas, llegamos al café casi vacío que estaba en la calle del valle, tomando asiento en una de las mesitas que mas solicitabamos en el local.
- Miren a quienes tenemos aquí- el Señor Robert camina hasta nuestra mesa, con sus manos en su cintura.
Aquel hombre, era un señor ya de edad, con pinceladas canas sobre su cabeza y un ridículo, pero muy adorable mostacho en espiral sobre sus labios.
- ¡Tus mejores empleadas, si señor!- dice Hori levantándose a darle un fuerte abrazo.
- Estoy feliz de verlas otra vez por aquí, vienen muy poco en la semana- se queja.
- Nosotras también estamos feliz de verte- comento-, pero hemos tenido mucha tarea estos días.
- Y que lo digas- dice Hori tomando asiento de nuevo.
- No se quejen tanto, la etapa escolar, es una de las mejores que hay, disfruten mientras puedan- aconseja.
- Si, si, lo que digas.
Yo solo me limito a sonreír ligeramente. Para mí es diferente.
- Ahora, ¿que es lo que van a ordenar, mis clientes estrella?- pregunta sacando su libreta y dejando la punta de la pluma flotando sobre el papel, esperando que alguna de nosotras hable.
- Lo de siempre, por favor- hablar Hori por ambas.
- Muy bien, en seguida sale.
Robert anota fugazmente nuestros pedidos y se los lleva directo a la cocina. Hori y yo lo vemos desaparecer por la puerta de la cafeteria al instante en que se fue.
-El señor Robert es muy amable- sonrie Hori-, siempre nos hace sentir como en casa cuando venimos, por eso amo este lugar.
-La verdad es que es un buen hombre- asiento de acuerdo-. Es uno de mis ejemplos a seguir- admitó.
-El mio tambien lo es, se nota que trabaja mucho y aun así es feliz con todo eso. No puedo pedir más para mi futuro que trabajar y estar feliz con eso.
Asiento dandole la razón.
Las palabras de mi amiga hacen que recuerde el proposito de todo mi esfuerzo academico. El como aun me mantengo estudiando, a pesar de mis largas jornadas nocturnas, para lograr tocar mis sueños. No había algo actualmente más importante que eso, es lo que me mantiene respirando.
Pasando la tarde con Hori, me sentí bastante contenta. Mi corazón latia con normalidad, no había precupaciones, no tenía que pensar en como me las arreglaria cuando caiga la noche. Solo era una adolescente normal, engañando a mis sentimientos para hacerle creer a mi cerebro que realmente estamos bien, no hay porque sentirse usada o sucia.
-El café estaba buenisimo, Miko- Hori toca su pancita, dando pequeñas palmadas en su barriguita.
-Como siempre, jamás pierden su toque- sonrío satisfecha.
Ambas salimos del restaurante despues de charla un poco con la boca llena de comida. Robert nos trajo nuestro pedido rapidamente, pero no fue hasta que el café cerró, que Hiro y yo salimos por la puerta, practicamente, siendo obligadas.
-Lo siento, niñas. Ya es la hora de cerrar, tienen que irse a casa- nos había dicho Robert antes de echarnos casi con la escoba.
Fue gracioso ver como mi amiga se quejaba de que el tiempo paso de demasiado rapido como para siquiera tener noción sobre el. Asi que ahora caminabamos juntas a nuestras casas antes de que la noche cayera sobre las calles. Aunque para mi era normal, Hori no acostumbraba a estar a tan altas horas de la noche fuera de casa, también porque sus padres no se lo permetían.
Una vez llegamos a nuestro punto de separación, me despedi con una reverencia hacia mi amiga, ella al ser mucho mas afectiva que yo, se tiro sobre mí para arroparme con un fuerte abrazo.
-¡Hasta mañana, Miko!- corre por toda la calle, apresurandose de llegar lo más rapido que sus pequeñas y delgadas piernas le permitieran.
Es inevitable para mi sonreir cuando Hori tomaba ese tipo de comportamiento, despues de todo aun eramos unas niñas, nos comportabamos como tal, ¿Verdad?
Camine hasta que ví el reconocido cerezo de la Señora Yamada asomarse desde su jardín, apresurandome a llegar a las puertas del hogar tan bonito que tenia, para llamarla desde ahí con ligeros golpes en la madera.
- ¡Oh, Miko!- exclamá la mayor una vez abre la puerta.
- Buenas tardes, Señora Yamada- hago una reverencia-. Lamento llegar tarde, salí con una de mis amigas de la escuela.
- Ay, no te preocupes por eso, cariño- se hace a un lado-. Ven, pasa- me invita.
- Muchas gracias- entró asegurandome dejar mis zapatos en la estanteria de la entrada.
- Puedes quedarte tranquila, hoy regue mis plantas y corte algunas malezas- alega-. Mira, las rosas que plantamos la semana pasada estan de maravilla.
-Me alegro muchísimo, se ven muy lindas- comento acercandome al matero.
Recuerdo cuando a la Señora Yagami se le ocurrio plantar unas bonitas rosas blancas para su jardin delantero, y cuando me pidio con esos ojos tan amables que la ayudara a sembralas y cuidarlas, fui completamente incapaz de negarme.
Mire al bulto de tierra que se hacia lugar justo en el centro del matero, sabiendo que pronto comenzaría a crecer los tallos precocez de la flor. Me sentía bastante satisfecha con como la planta avanzaba, sin impaciencia.
La Señora Yamada me dijo que no hacía falta que me quedara, ya había realizado todos los deberes por mi. Me sentí un poco culpable viendo que era mi resposabilidad cuidar de su jardín, pero rapidamente me saco de preocupaciones con un leve gesto que denoto que no habia importancia, más sus dulces palabras:
- Me encanto cuidar hoy de mis plantas, aunque hacerlo contigo es mucho mas divertido.
Asi que después de regalarme una porción de su dulce pay de manzana con crema de avellanas y caramelo, me despidio frente a su puerta con su caracteristica sonrisa blanca. Dejando en mi una sensación de tranquilidad.
Muy pronto, me encontraba sacando las llaves indentificadas de mi casa para entrar en el oscuro hueco donde mi soledad era la mejor compañera de piso que tenía. Me disgustaba tener que volver a la realidad tormentosa de mi vida despues de un lindo día lleno de risas y buena compañia.
Después de eso solo quedaba sumergirme en mi cama el tiempo que me quedaba antes de convertirme en el objeto de placer utilizado para el consumismo de los hombres.
No me gustaba pensar en ver sus caras otra vez. La manera en la que salivan cuando me miran bailar semidesnuda, produce una sensación de rechazo dentro de mi cuerpo que no podía ignorar siempre. Por lo que, algunas noches después de trabajar, me derrumbaba emocionalmente.
Me sentía tan usada, odiaba tener que mostrarle mi cuerpo a todos esos hombres de forma tan morbosa y sucia, hasta el punto en que llegaba a llorar de la frustración por no poder evitar que me usen para su propio placer.
Mi mente y cuerpo estaban muriendo.
Mi juventud se marchitaba con el paso de los días, podía sentir el desgaste en mis huesos.
Y además estando tan sola, ¿cómo se suponía que superará todo esto?
El dolor de la perdida de mi padre y la huida de mi madre jamás se fueron desde aquel entonces. Mi corazón tenía un huequito que cada vez aumentaba con el paso del tiempo, pero que cada vez le daba mucha menos importancia.
Solo espero, espero y espero.
Salí de mi casa esperando llegar a tiempo al trabajo, tomando un taxi que me dejara justo frente al lugar donde pasaría mi jornada laboral del día.
Al llegar note que el ambiente se sentía algo pesado, pero no le tome importancia ya que pensé que sería la incomodidad que me causaba estar ahí. Una vez entre, había muchas mesas vacías, me dió curiosidad que pasaba porque casi nunca hay tantos asientos disponibles en la noche, lo cual me preocupó bastante.
Mientras menor clientes vea, menor es mi paga.
Entre a mi camerino y tome mis cosas para cambiarme de ropa. Me apresure a hacerlo debido a que tenía la extraña sensación de que están siendo observada, algo que me dejó intranquila.
Pase al cuarto de baile y esperé a que la clientela llegara.
Lastimosamente, ningún hombre entraba por la puerta.
Suspire derrotada y entendí que quizás hoy no sería de esos días dónde ganaba buen dinero. Tendría que administrar muy bien las finanzas para la semana si quería que me alcanzará.
Me dieron ganas de ir al baño, por lo que me levanté y salí del cuarto, siendo la peor decisión que quizás tome en ese momento.
Rojo fue el primer color que ví cuando el cuerpo de un hombre cayó desde el techo, aterrizando con fuerza sobre la mesa. Partido por la mitad y faltante de extremidades.
Mi cuerpo se queda paralizado por completo después de presenciar la escena tan brutal de un desgarramiento y mi garganta comienza a cerrarse. De pronto siento que la respiración me falla y mi vista se nubla por completo.
- ¡Ayuda!- escucho los gritos de fondo-. ¡Auxilio!
Reconocí la voz de una de mis compañeras de trabajo entre los desgarradores gritos de ayuda y agonía.
No tuve que tomar ningún tipo de decisión ya que mi cuerpo se movía por si solo hacia la dirección donde provenían todos aquellos gritos. Sintiendo como mi corazón se salía de mi pecho con cada latido que daba, desenfrenado y asustado.
Mi cara de horror apareció cuando mire al fondo del lugar como una pila de cuerpos humanos se amontonaba en medio de la sala.
Miraba anonadada todo el espectáculo sangriento a mi alrededor. Lleve mis manos a mi boca conteniendo un grito desgarrador y reemplazandolo por un sollozo con mis ojos hechos lagunas.
Había personas que yo conocía ahí.
- ¡Ayuda!, ¡Ayuda!- escuché la voz de la chica.
Me acerco cuando logro localizarla casi debajo de todos los cuerpos amontonados. Pero mis planes de sacarla se frustran cuando una fuerza inhumana la saca desde la base y la eleva casi como si estuviera levitando.
Retrocedo algunos pasos con temor.
- ¡No!, ¡No!, ¡Ayuda!, ¡Ayud...!
Los gritos se acallan de golpe.
Algo se la estaba comiendo, dejo solo la parte inferior de su cuerpo y lo demás desapareció.
Me quedo paralizada, quiero mover mis pies, correr, huir, pero las señales no son respondidas y mi cuerpo es incapaz de realizar algún movimiento. Solo lloró.
aquí les dejo un nuevo capítulo de Cherry man, pero con la condición de llegar a 20 votos para el siguiente capítulo. tan pronto como lleguemos, subiré el capítulo nuevo. son más que decir, espero lo disfrutarán y recuerden comentar y votar ^^
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