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11 🍒

Dedicado a MeraDL ♥

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Bennet


Me alejo de Harper con dirección al patio trasero, hacia donde Burbuja ladra sin cesar. Seguramente vio al gato del vecino y ahora se ha puesto de mal humor, así que tocará darle un paseo más largo, como siempre. Y tal vez comprarle una de esas galletas para perro que tanto le gustan. O es probable que...

—¿Puedo pasar al baño? —Su voz interrumpe mis pensamientos.

Miro por encima de mi hombro y trago grueso al ver la imagen que da Harper, con la ropa desaliñada y las mejillas rojas. No importa en qué intente concentrarme, la imagen de su rostro al alcanzar el clímax sigue grabada en mis retinas y el sonido de sus gemidos aún hace eco en mis oídos.

Antes el deseo era fuerte, pero ahora es peor porque sé lo que se siente y solo quiero repetirlo todo de nuevo, una y otra vez.

Carraspeo antes de desviar la mirada, asentir y señalar el pasillo.

—Aquí hay uno, en la primera puerta a la izquierda. Te acompaño.

—No, espérame aquí, no tardo.

Me regala una sonrisa dulce que hace que me entren ganas de besarla de nuevo. Respiro profundo cuando gira y se aleja, momento en el que aprovecho para ir a lavarme las manos, refrescar mi rostro y ajustar la erección dentro de mis pantalones. No puedo dejar de pensar en esa mirada que pone cuando la toco, cuando deja caer todas las máscaras y se ve tan pequeña y vulnerable... Cuando deposita toda su confianza en mí y me hace sentir grande, importante.

Muevo el cuello de un lado a otro, me paso la mano por el cabello y suspiro. Me siento... aliviado. Tras la noche en que casi salió huyendo, me debatí muchas veces entre llamarle o no. Al final decidí no hacerlo, por si llegaba a incomodarla.

Al mirarla hoy en la explanada de la universidad después del entrenamiento, imaginé que me ignoraría, estaba preparado para ello, pero no lo hizo. Me correspondió el saludo y ahí me di cuenta de que se sentía igual de desubicada que yo. Un poco asustada e insegura, tan diferente de la mujer tan decidida que siempre ha aparentado ser.

Fue tan sorpresivo para mí comprobar que a ella también le había afectado lo sucedido entre nosotros. Parecía ser algo nuevo para los dos. Esa conexión, la compatibilidad, ese... ajuste perfecto. Complicidad. El clic del que tanto se habla y que siempre imaginé que era una simple fantasía.

Me equivoqué. Es real.

Muy real.

Lo he encontrado, quiero conservarlo... pero no sé cómo hacerlo.

La puerta se abre y Harper sale un poco más compuesta, con el pelo arreglado y las mejillas no tan sonrojadas, aunque los ojos aún le brillan con satisfacción. Dejo escapar un suspiro cuando se recoge el cabello en una coleta y la blusa se le sube un poco, exponiendo su vientre.

Desvío la vista hacia la puerta y sonrío cuando Burbuja comienza a rascarla y quejarse.

—¿Vamos? —pregunto.

Miro a Harper y noto que ella me da un repaso de arriba abajo, lento, y cuando se humedece los labios tengo la sensación de que está pensando en quedarse aquí y no salir. Cada músculo de mi cuerpo se tensa con deseo. Es una idea muy seductora, pero hablé en serio cuando dije que solo quería invitarla a desayunar. Lo que vino después... no entraba en mis planes.

Tengo miedo de que crea que solo para eso la busco. La confusión en su rostro al impedir que me tocara, la sorpresa e incredulidad cuando le dije que era todo para ella...

Sacudo la cabeza y señalo la puerta.

—Vamos —repito y me dirijo una vez más hacia la puerta.

Tomo la correa que está colgada en el gancho junto a ella y, en cuanto la abro, Burbuja nos mira y comienza a ladrar, feliz. Sacudo la correa frente a ella y mueve la cola con emoción.

—Creo que está emocionada —observa Harper con diversión.

—Mira qué pasa si digo la palabra con pe.

—¿Pe?

—Paseo.

Burbuja ladra con más ganas al escucharme y comienza a saltar y girar, lo que nos hace reír. Miro a Harper cuando escucho su carcajada y otra vez me golpea en pleno pecho lo bonita que es, sobre todo cuando sonríe. Jamás en mis sueños más locos imaginé nada de lo que ha pasado entre nosotros. Estar a su lado, tocarla, pasar tiempo juntos...

Gira el rostro para mirarme cuando no me muevo. Me regala una sonrisa pequeñita, cómplice, y de nuevo me asaltan las ganas de besarla. Respiro profundo y de algún modo me obligo a acercarme a Burbuja para colocarle la correa. Si no salimos de aquí pronto (y tomando en cuenta el modo en que Harper me mira), probablemente Burbuja se quede sin su paseo dominical.

Nos dirigimos a la puerta de madera justo al lado de la casa, por donde salimos directo a la acera. Me tomo un momento para saborear la tranquilidad de la calle y respirar el aire fresco. Es tan diferente a las residencias estudiantiles y, aunque a veces me siento un poco extraño, también estoy agradecido.

Esta fue la casa de mi abuela, donde vivimos un tiempo antes de que ella enfermara y tuviera que mudarse con mis tíos. Ahora que está vacía, insistió en que podía usarla y así ahorrarme pagar el alquiler o tener que compartir espacio con más personas, ya que sabe lo mucho que me gusta mi privacidad.

No me doy cuenta de que me he quedado quieto, hasta que Harper me pone una mano sobre el hombro.

—¿Estás bien? —pregunta.

Yo asiento y miro a Burbuja, que está oliendo las flores que crecen entre las grietas del pavimento.

—Sí, solo... recordaba.

Comienzo a caminar en dirección al parque más cercano y ella se coloca a mi lado.

—Algo bueno, espero.

—Pensaba en mi abuela. Esta es... era su casa. —Señalo el lugar y ella me mira con sorpresa.

—¿Tu abuela está...?

—En un lugar mejor —murmuro. Cuando pone cara de pena, sonrío—. Vive con mis tíos, quiero decir. Ahí la cuidan bien.

Su expresión dolida cambia rápidamente a una resentida. Me empuja con su hombro antes de echarse a reír.

—Me asustaste, tonto. Qué graciosito resultaste.

—Tengo mis momentos.

Continuamos caminando en silencio el resto del trayecto hasta llegar al parque vacío. Por alguna razón, casi nunca hay personas durante el día, les gusta más venir a pasear al anochecer, así que yo aprovecho estas horas de calma para despejarme un poco.

—Está muy solo —murmura Harper cuando entramos al sendero principal del parque.

Los árboles son tan altos y frondosos que impiden casi totalmente que pase la luz del sol, pero eso da al mismo tiempo una sensación de intimidad que me gusta.

—Los domingos en la mañana casi no hay gente.

—Me gusta la tranquilidad —susurra. Asiento de acuerdo con ella cuando Burbuja tira de la correa y comienza a liderar el camino.

—Los domingos aprovecho los paseos de esta señorita para pensar.

Harper sonríe al escuchar que me refiero a Burbuja como señorita.

—¿Y en qué piensas?

Me encojo de hombros.

—Depende.

Hace una mueca.

—¿Te gusta hacerte el misterioso?

La miro extrañado.

—No me considero misterioso.

—Mmhm. Pues esa es la impresión que das. Tan serio, tan reservado... Nunca sonríes ni coqueteas. Misterioso con mayúsculas.

Sonrío, genuinamente sorprendido.

—Lo siento... creo.

—Está bien. Es un poco atractivo, si debo ser sincera.

Me río sin poder evitarlo.

—Si tú lo dices.

Harper me observa entonces, un sentimiento desconocido destella en sus pupilas.

—No tienes ni idea, ¿cierto?

—¿De qué?

Ella solo sacude la cabeza y suspira, una leve sonrisa curva sus labios cuando mira hacia el camino frente a nosotros.

—Nada.

La miro sin comprender de qué habla.

—Está bien...

Tiene una expresión pensativa mientras continuamos persiguiendo a Burbuja y la contemplamos mientras se acerca a oler cada cosa que encuentra a su paso. Gruñe cuando ve una ardilla pasar, pero pronto continúa con su exploración sin dejar de mover la cola.

—¿Cuánto tienes con ella? —cambia de tema.

—Casi cinco años.

—¿La adoptaste?

Me encojo de hombros.

—Alguien se deshizo de varios cachorros cerca de mi casa, estaban en una bolsa de basura. Ella fue la única que sobrevivió.

—Oh. —La miro de reojo y noto que se ha llevado una mano al cuello, su expresión angustiada—. A veces odio a la humanidad.

Suspiro.

—Yo también.

Me mira, tan triste que siento que se va a echar a llorar.

—Cuando era pequeña alguien envenenó a mi gato. —Sus rasgos se tuercen y sacude la cabeza—. Lloré tanto tiempo... hasta el día de hoy no quiero otra mascota.

—Yo no sé qué haría si le pasara algo —admito en voz baja.

Burbuja ha estado conmigo en momentos muy difíciles. La gente suele comentar que yo la salvé, pero en ocasiones tengo la impresión de que fue al revés. Rasco detrás de sus orejas cuando se acerca y comienza a frotarse contra mi pierna.

Miro a mi alrededor para asegurarme de que el parque sigue vacío, entonces me acuclillo y le suelto la correa. No piensa dos veces antes de salir corriendo y corretear a las palomas que reposaban tranquilamente en el pasto. Esta es otra de las razones por las que me gusta venir cuando está solo, Burbuja puede correr a sus anchas.

A pesar de ser un perro de raza grande y parecer intimidante, su nombre le calza a la perfección porque es demasiado noble, pero la gente no lo sabe y lo único que pueden pensar al verla es que va a atacarles sin razón alguna y arrancarles una pierna, así que por la comodidad de todos prefiero esto.

Le señalo un banco a Harper y ambos tomamos asiento. Cuando mira hacia los árboles, visualizo de nuevo su cicatriz. Sin pensarlo, estiro mi mano y la acaricio, por lo que da un respingo.

—Lo siento —digo alejando mi mano.

—No, no pasa nada. Solo... me sorprendiste. —Toca su barbilla y sonríe—. ¿Qué pasa?

—Tu cicatriz.

—Ah, eso —se ríe.

—¿Cómo te la hiciste?

Mira al cielo de nuevo, cierra los ojos y suspira.

—Me peleé a golpes. —Parpadeo un par de veces, intentando averiguar si lo dice en serio o está bromeando. Cuando no respondo, me mira y sonríe—. Era muy problemática.

—¿De verdad?

—Sí. Hubo un tiempo en el que me enojaba muy fácil. —Se talla la cicatriz, perdida en sus pensamientos, y entonces recuerdo que yo estuve ahí cuando se hizo aquella herida.

O por lo menos esa es la sensación que tengo. Intento rememorar aquel día, pero todo es muy confuso y no es más que imágenes borrosas.

—¿Por qué te peleaste? —pregunto.

Se encoge de hombros.

—Me hicieron enojar.

La manera en que desvía la mirada y evita contarme hace que me detenga de seguir preguntando. La observo abrir y cerrar los puños en un gesto nervioso antes de que suspire.

—Bueno, ya que sabes que tengo mal humor, es hora de que me cuentes algo malo acerca de ti.

Sonrío sin poder evitarlo. ¿Por dónde empiezo?

—Mmm... Pues... a veces puedo ser muy... —Dudo un momento antes de decirlo, pero al final suspiro—. Perfeccionista.

—¿Y eso es malo porque...?

—Me gusta que las cosas se hagan a mi modo. Siempre fui malo trabajando en equipo —susurro.

Ella sonríe.

—Yo hubiera sido feliz en tu equipo dejándote hacer todo el trabajo.

Me río ante su descaro.

—Yo lo hubiera hecho con gusto, feliz de tenerte en mi equipo.

Me mira de nuevo con esa expresión coqueta.

—Así que... controlador.

—No dije...

—No necesitas decirlo. Lo noté. —Se humedece los labios antes de regalarme una sonrisa sugerente—. Me gustó.

Mi respiración se altera un poco ante el recuerdo de la sorpresa reflejada en sus ojos y cómo sus pupilas se dilataron totalmente al inmovilizar sus brazos. No sé de dónde salió aquello, solo quería que se conformara con sentir. Me dejé llevar... y le gustó. Nos gustó.

Trago saliva y desvío la vista hacia donde Burbuja se ha acostado para descansar.

—Eso es... bueno —murmuro.

Harper ríe.

—Me gusta este lado tuyo, Bennet York. Eres una cajita de sorpresas.

La miro intentando averiguar si lo dice en broma, pero como siempre, tiene esa sonrisa sincera libre de artificios.

—Lo mismo digo de ti.

Ella asiente, sin saber muy bien de qué hablo.

La verdad es que siempre temí acercarme a ella y decepcionarme, descubrir que la había idealizado en mi mente y que la fantasía era mejor.

Pero no. Al contrario, cualquier expectativa fue superada con creces por la realidad. Todo, desde su personalidad y su belleza hasta la manera en que me inspira confianza y al mismo tiempo parece confiar en mí, la vulnerabilidad y fuerza que muestra al mismo tiempo...

Suspiro. Cuando la miro de reojo, noto que aún me observa con interés. Burbuja continúa echada en el césped, cansada, lo que es normalmente la señal para volver así que me pongo de pie antes de silbar y mi mascota se acerca a paso ligero. Le coloco la correa de nuevo, me enderezo y noto que Harper ya está a mi lado.

—¿Regresamos?

Me lanza una mirada que no logro descifrar, pero que me pone algo nervioso. Se relame los labios y asiente.

—Claro.

Mientras recorremos el mismo camino, la promesa que hice unos momentos antes regresa a mi mente.

¿Hay más?

No puedo esperar para mostrarle.

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Hola, chiquis ♥ primero que nada quiero disculparme por fallarles con el maratón.  Quienes me siguen en twitter e instagram tal vez se enteraron de que perdí mi archivo y solo me quedé con lo que tengo publicado en wattpad, así que me dio un bajón muy feo y por eso tampoco pude actualizar el martes, pero estoy de vuelta, reescribiendo todo desde cero ♥

Llegamos a 80k, gracias por tanto apoyo, les quiero un montón ♥♥♥

Ahora sí:

¿Qué tal el capítulo? ¿Cómo creen que Harper se hizo la cicatriz?

Bennet, amor mío... Va descubriendo cositas que le gustan 🔥

Dejen un 🍒 si les gusta la historia hasta ahora ♥

Dejen un 💣 si quieren seguir leyendo qué investigó Ben ♥

Nos leemos pronto (espero que el martes, pero no puedo asegurarlo). Les mando mucho amorcito, cuídense, pórtense bien y dejen de releer los capítulos con 💣 ya les vi 👀

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