09 🍒
Dedicado a ZlvsHarnet ♥
Gracias por cumplirme mi sueño de escritora de ver el nombre de un ship o personaje mío en un nombre de usuario ♥♥♥
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Cuando abro la puerta del departamento, noto que está en total silencio. Por un momento creo que todas las chicas se han ido, pero en ese momento la puerta de la habitación de Kim se abre y sale ella tarareando una canción. Guarda silencio cuando me mira sorprendida y luego a Bennet, que aún espera fuera del departamento.
—Uhm... hola —saludo nerviosa.
Ella solo sonríe.
—¡Harper! —Se acerca a abrazarme—. No habíamos coincidido estos días.
—Lo sé, hemos tenido horarios muy distintos. —Señalo a Ben—. Mira, él es Bennet. Es un... amigo.
Me observa con una sonrisa conocedora, burlona, y se acerca a saludarlo con un beso en la mejilla. Ella es más alta que yo, así que no tiene problema ni debe ponerse de puntillas. Desde mi lugar puedo ver cómo Ben se tensa debido a lo inesperado del acto y, cuando Kim se aleja sonriente, él me mira.
Me encojo de hombros, dándole a entender que ella es así con todos. No lo hace con maldad, solo es demasiado cariñosa y en ocasiones puede llegar a invadir el espacio personal e incomodar a las personas sin darse cuenta.
Justo como acaba de pasar.
—Kim... —Cuando gira a verme, confusa, sonrío y sacudo la cabeza.
Ella asiente al entender lo que quiero decir: otra vez ha incomodado a alguien. Afortunadamente no se lo toma a mal. A veces me recuerda a una niña pequeña, la manera tan ingenua en la que va repartiendo amor por ahí, siempre con una sonrisa en el rostro.
La adoro, hace el mundo más bonito, aunque este no la merezca.
Kim nació con un problema en su boca y recibió muchas burlas a lo largo de su vida, lo que hizo mella en su autoestima. Y aunque ha pasado mucho tiempo desde que se sometió a una cirugía para corregir su condición, aún existen personas crueles que se burlan.
Son pocas, pero siguen existiendo.
La miro mientras se disculpa con Ben sin dejar de sonreír y el corazón se me apachurra al recordar unos meses atrás cuando, en estado de ebriedad, me contó de su intento de suicidio a los quince, debido al acoso desmedido que sufrió diariamente durante tres años.
¿Cuál fue la solución?
Me gustaría decir que expulsaron a sus agresores. Que las autoridades tomaron cartas en el asunto, eso habría sido lo justo, pero la vida real no es así. Fue Kim quien tuvo que empezar desde cero, igual que yo en otra escuela.
Creo que esa es una de las razones por las que es a quien siento más cercana de mis tres compañeras de habitación.
Nadie lo diría al mirarla, pero esa sonrisa esconde mucho dolor detrás.
—¿Nessa y Johanna? —pregunto cuando se hace el silencio.
—No están. Jo salió de la ciudad y Nessa dijo que volvía en un par de días.
—Oh, bien. ¿Vas a salir?
—¿Por qué? ¿Ocupas privacidad?
Sube y baja ambas cejas en un gesto travieso y me río sin poder evitarlo.
—No, pregunto porque yo también saldré.
Mira a Ben por el rabillo del ojo y me sonríe cuando lo encuentra estudiando el piso.
Vivimos en un buen lugar. Es espacioso, con una sala de estar y una cocina pequeñita y tres habitaciones individuales. No hay mucho que combine aquí dentro porque cada una aportó algo y no tenemos gustos muy similares. Hay unas cortinas rosas con flores, un comedor de madera oscura, un sofá viejo color verde limón y una alfombra amarillo pollito. Sin contar que hay cuatro sillas, todas de estilos, tamaños y colores diferentes.
Es... una mezcla interesante.
—Puedo dejarte el piso solo hasta la tarde si lo necesitas.
Sacudo la cabeza y sonrío antes de abrazarla.
—Estamos bien. Ve a hacer lo que tengas que hacer.
Me devuelve el abrazo antes de alejarse un poco y observarme.
—Te quiero mucho, ¿sabes?
Presiono un beso en su frente y asiento.
—Y yo a ti, loquita. Cuídate mucho.
—Tú también.
Cierra la puerta detrás de ella después de arrojarme un beso. El silencio se hace en el piso cuando Bennet y yo quedamos solos. Me observa con curiosidad tras la interacción con Kim y me encojo de hombros.
—Todas mis compañeras son peculiares. —Coloco ambas manos en la cintura—. Ahora sí, toma asiento, no voy a tardar mucho. ¿Quieres agua o algo de beber?
—No, estoy bien.
—Entonces regreso enseguida.
Me encamino a mi habitación para tomar mi muda de ropa y luego entro al baño que compartimos las chicas y yo. Me tomo mi tiempo para poder depilarme bien, así en caso de que algo suceda estaré preparada.
Uso mi loción favorita, me arreglo el cabello, pero opto por ir sin maquillaje por hoy. Cuando estoy completamente lista, salgo y Bennet eleva la mirada. Tiene el cabello alborotado, como si se hubiera pasado la mano por él muchas veces.
Se pone de pie cuando me acerco y el estómago me da un vuelco cuando sonríe de medio lado.
—Creí escuchar que no ibas a tardar mucho.
Río y me encojo de hombros.
—Las cosas no siempre salen como uno espera.
Da un paso más cerca de mí, estira el brazo y echa uno de mis mechones húmedos por encima del hombro, de modo que mi cuello queda el descubierto y él observa con atención cada detalle en mi rostro.
—Tienes pecas —señala en voz baja.
Trago saliva ante su proximidad y asiento muy despacio.
—También bigote.
Se ríe, sacude la cabeza y da un paso atrás.
—¿Estás lista?
—Sí, pero... Estaba pensando que también podemos quedarnos aquí. No hay nadie y... —Me muerdo el labio inferior sin terminar la frase.
Me mira fijamente antes de meterse las manos en los bolsillos del pantalón.
—¿Quieres eso?
—¿No quieres tú?
Se rasca el cuello y tuerce los labios ligeramente.
—Es que... los domingos saco a pasear a Burbuja. Aunque puedo hacerlo más tarde también si tú...
—No, no. Está bien, vamos.
—¿Segura? —Le regalo una sonrisa y asiento—. Entonces vamos.
Hay algo diferente en él. Tal vez porque se encuentra un poco menos cohibido en mi presencia. Me gusta, parece menos tenso. Continúa con la misma seriedad de siempre, pero no luce asustado ni con ganas de salir corriendo. Hay más confianza en sus movimientos y sus palabras, incluso en la manera en que me estudia a profundidad.
—Vamos.
Salimos del edificio y nos dirigimos al estacionamiento, donde su auto nos espera. Nos abrochamos el cinturón y vuelve a sintonizar la misma estación de radio que el viernes. Right back when we started from empieza a sonar y doy un saltito emocionada.
—¡Amo esa canción! —anuncio antes de subir el volumen y empezar a cantar.
Bennet me mira con diversión mientras destrozo la letra con mi voz desafinada, aunque no me importa. Le pongo todo el sentimiento del mundo e incluso sacudo la cabeza en el estribillo.
You give me your love / Me das tu amor
I just can't stay away, no / No puedo mantenerme alejada, no
I know that you're the only one / Sé que eres el indicado
Él golpetea los dedos sobre el volante al ritmo de la canción sin desviar la mirada del camino. Una pequeña sonrisa le curva las comisuras de los labios. Su postura es relajada mientras conduce, tan diferente de hace unos pocos días, y me pregunto qué es lo que ha cambiado.
Me permito mirarlo un instante. Es increíble cómo una persona puede transmitirte paz sin siquiera intentarlo.
—Cuéntame algo de ti —pido en voz baja.
Me lanza una mirada rápida de reojo.
—¿Qué quieres saber?
—No lo sé... ¿Cuándo cumples años?
Sonríe.
—El nueve de febrero. ¿Y tú?
—Dieciocho de abril. —Se humedece los labios y yo trago saliva—. ¿Tienes hermanos?
—Dos hermanos, uno mayor y uno menor.
Aquello me sorprende. No sé por qué, siempre creí que era hijo único, al igual que yo.
—¿Qué se siente tener hermanos?
Se ríe.
—No sé si podría explicarlo. A veces quiero golpearlos, pero al mismo tiempo daría mi vida por ellos. No me imagino cómo habría sido crecer solo.
Asiento con lentitud. Mi mayor deseo frustrado siempre fue tener un hermano o hermana mayor que fuera mi cómplice y me protegiera del mundo. Algunos buscan a su alma gemela, otros una amistad sincera... Yo siempre quise más hermanos.
—Te envidio —admito—, crecer sola fue una mierda, al menos para mí. Me habría encantado tener diez hermanos —digo, y él ríe.
—No, créeme, no te habría gustado. Son un dolor de cabeza.
Llegamos a su casa y mi estómago da un vuelco. Los ladridos de Burbuja desde la parte trasera de la casa nos dan la bienvenida.
Cuando entramos a la cocina se detiene. Gira a verme... y parece que toda la seguridad que tenía antes se esfuma. Se remueve nervioso sobre los pies y yo ladeo el rostro al tiempo que sonrío.
—¿Te ayudo a cocinar?
Doy un paso más cerca de él...
—Si quieres —contesta.
Coloco una mano sobre su pecho y me mojo los labios, a lo que él suspira.
—O podemos dejar el desayuno para luego —sugiero, bajando mi mano por su abdomen hasta llegar a la cinturilla del pantalón.
Sus dedos rodean mi muñeca, deteniéndome.
Cuando lo miro a los ojos para cuestionarlo, él sonríe y sacude la cabeza.
—Te invité a desayunar.
El tono de su voz, suave, dulce, me confunde.
—O sea que no quieres...
—Harper.
—¿Qué?
Suspira con frustración, se pasa una mano por el cabello y da un paso atrás.
—Vamos a desayunar.
Se da media vuelta y comienza a sacar varias cosas del refrigerador y la alacena, mientras yo sigo asimilando lo que acaba de pasar.
—Uhm...
Me mira por encima del hombro cuando coloca una sartén sobre la estufa.
—¿Te gustan los panqueques?
—Tengo años que no como de esos —confieso—, pero sí, me gustan.
Sonríe y asiente antes de volver su atención a la tarea que trae entre manos. Me acerco un poco más a él y le observo cocinar. Bate la mezcla, vierte la masa en el sartén...
—¿Necesitas que te ayude en algo?
Me siento muy extraña ahí de pie sin hacer nada.
—Puedes ir colocando la mesa. —Señala un escurridor de trastes que no había visto antes—. Los cubiertos están en el cajón de abajo.
Todavía se me sigue haciendo increíble que todo esté tan limpio. Coloco dos vasos y platos en la mesa. Me acerco otra vez a Ben y comienzo a cortar algunas fresas que tiene ahí. Juntos, en silencio, preparamos el desayuno. No puedo evitar pensar en lo diferente y extraño que es todo esto para mí.
Cuando ambos nos sentamos a la mesa, sonreímos.
Mis cejas se elevan al ver la cantidad de comida que está en su plato.
—¿Vas a terminarte todo eso?
—Como mucho —admite.
—Eso veo.
Bromeo con él y me encanta el ambiente tan relajado que se siente entre nosotros. Le pregunto acerca de su familia y me cuenta que sus padres están divorciados, y que durante un tiempo vivió con su abuela.
—Mi mamá lo pasó muy mal durante el divorcio, no fue nada amistoso —cuenta—, así que mi abuela se hizo cargo de nosotros.
—¿Cuántos años tenías? —pregunto en un susurro.
—Nueve. Jordan, el mayor, tenía trece y siempre estaba metido en problemas. Noel, el menor, apenas tenía seis años, no entendía qué estaba pasando y lloraba mucho.
—¿Y tú sí?
Sacude la cabeza en una negativa, pero sonríe.
—Yo solo sabía que debía portarme bien y llamar la atención lo menos posible.
Lo miro con interés. ¿Es por eso que ahora es así, tan reservado, intentando pasar desapercibido?
—Gracias por la confianza —murmuro.
Me mira con esa sonrisa tan suave y asiente.
—Gracias por escucharme.
—No hay de qué. Soy buena escuchando.
—Eres buena en muchas cosas. —Elevo una ceja y sonrío de una manera que le hace enrojecer—. No lo decía por... No me refería...
Enrojece aún más y me echo a reír. Coloco una mano sobre su antebrazo.
—Está bien, entendí. Gracias.
Cubre mi mano con la suya y desvío mi vista hacia ese lugar. Es más grande que la mía, así que la tapa casi por completo. Su piel es un poco más clara que la mía también. Giro mi mano, de modo que nuestras palmas quedan juntas y siento aún más el calor que irradia.
Cuando miro a Bennet, noto que él también estudia nuestras manos juntas.
—Cuéntame algo de ti —pide en un susurro.
Trago saliva cuando, con suavidad, acaricia mis dedos con los suyos.
—¿Qué quieres saber?
Busca mi mirada.
—Lo que quieras contarme.
El corazón se me acelera. No es solo que al parecer nos hemos acercado más y percibo el aroma de su jabón, sino que me mira con mucha atención, en espera de lo que vaya a decirle.
¿Y qué puedo contarle que sea interesante?
Al final opto por no contar nada tan personal, no me siento preparada.
—Me gusta la música de los setentas y ochentas. En especial el rock femenino.
Sonríe y las esquinitas de sus ojos se arrugan.
—¿Alguna canción favorita?
—Cualquiera de Joan Jett, Pat Benatar, Blondie...
Sus dedos se mueven a mi muñeca y acaricia la piel sensible de ahí. Inconscientemente me inclino hacia él, de modo que estamos solo a un suspiro de distancia. Parece tan concentrado en el relieve de mis pequeñas venas, pasando sus dedos por ellas una y otra vez, hasta que sube lentamente por mi antebrazo y a la parte interna de mi codo, causándome escalofríos.
Cuando exhalo nerviosa, me mira.
—Estuve leyendo —cambia de tema.
—¿Ah sí?
—Sí...
No sé por qué estamos susurrando.
—¿Y qué has leído?
Comienza a estudiarme cuando pregunto esto. Primero el cuello, los labios, los ojos...
—¿Te lo muestro?
Trago grueso y asiento despacio. Sus pupilas se dilatan...
Y me besa.
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¿Qué creen que estuvo leyendo Bennet? 😌
Lo vemos un poquito más confiado y me encanta ♥
Acerca de Kim... ¿algún comentario? Ya sabremos de ella más adelante, al igual que de sus otras compañeras ♥
¿Qué les pareció el capítulo?
Dejen un 🍒 si quieren golpearme por dejarlo ahí jeje
Dejen una 💣si ya quieren que sea sábado ♥
Por cierto, felicidades HerikaLeon porque mañana cumples añitos, pásala muy lindo, no te dedico el capítulo porque ya te había dedicado uno antes jajaja, pero sabes que te adoro ♥
Les dejo un dibujo de Bennet, hecho por la talentosa MMIvens ♥ ¿No es hermosísimo? 🥺
Gracias por leer, votar y comentar ♥ No olviden seguirme en mis redes para ver los anuncios de actualizaciones (y también para interactuar, por qué no) ♥
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