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06 💣

Dedicado a IsabellaAbli14 ♥

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Tira de mí hacia su habitación y cierra la puerta con cuidado tras nosotros.

Me acerco a la orilla de la cama, tomo asiento y me dedico a observarlo con curiosidad. Es gracioso, pero ninguno de los hombres con los que he estado me ha pedido que le muestre cómo complacerme o que le diga qué me gusta durante el sexo.

Creen que con poner cierta parte de su cuerpo dentro de mí cumplen su objetivo. Se dedican a perseguir su placer, a buscar su satisfacción, y yo... bien, gracias. Claro, he disfrutado y sí, en algunas ocasiones incluso he alcanzado el orgasmo, pero es triste que a la mayoría ni siquiera les importa si alcanzo el clímax o no. Han sido solo unas cuantas coincidencias afortunadas.

Y ahora Bennet... me ha pedido que le enseñe cómo complacer a una mujer.

Cómo complacerme a mí.

No ha pedido que le cumpla alguna fantasía.

No me ha pedido que le dé placer.

Al contrario, busca dármelo a mí.

Nunca lo habría imaginado. Un hombre dedicado a aprenderse mi cuerpo de memoria, encontrar mis puntos débiles, mis zonas erógenas, y dejar su propio placer en un segundo lugar para que alcances el mío.

No puedo creer mi buena suerte.

Me cruzo de piernas y me recargo sobre los codos sin quitarle los ojos de encima a Ben. Él pasa su peso de un pie a otra mientras deja que su mirada vague por mi cuerpo. Suspira antes de pasarse una mano por el pelo y acercarse a mí. Se sienta a mi lado, tenso, y suelto una risita.

—Tú dices cuándo comenzamos —musito.

Se talla el rostro con ambas manos antes de mirarme.

—No sé qué hacer —susurra.

—Puedes empezar por besarme.

Parpadea un par de veces, escanea mi rostro en busca de algo que le diga que estoy bromeando, pero cuando no lo encuentra, asiente. Reprimo una sonrisa al ver la seriedad de su semblante.

Me enderezo para quedar más cerca y le sonrío en un intento por tranquilizarlo. Sin que él lo vea venir, me siento directamente en su regazo, con ambas piernas apresando sus caderas. Enarco una ceja al sentir algo duro clavarse justo en mi entrepierna y él deja escapar un aliento tembloroso antes de colocarme ambas manos sobre la cintura.

Parece que alguien está ansioso.

Entrelazo mis manos tras su nuca y siento sus dedos contraerse sobre mi piel en un gesto que denota su nerviosismo. No me quita los ojos de encima y algo en mi pecho se aprieta al reconocer la apreciación y la incredulidad en su mirada. Me mira como si tuviera frente a él algo... precioso. Como si fuera a desvanecerme en cualquier segundo y quisiera aprenderme de memoria antes de que desaparezca.

Nadie me había mirado así jamás.

Me han visto con lujuria, claro. He sido objeto de miradas cargadas de deseo y promesas lascivas, pero nunca con tal... devoción. Mi corazón se salta un latido al reconocer aquellas emociones en sus ojos. Me siento tan extraña. De alguna manera, esta es una primera vez para mí también y quiero que será memorable.

Me muerdo el labio al tiempo que él humedece los suyos, haciéndolos lucir apetecibles. Le regalo una sonrisa sincera, libre de artificios.

—¿Alguna vez has besado a alguien? —pregunto en un susurro.

Él duda un segundo antes de asentir.

No sé por qué, pero no me lo esperaba.

—Una vez —confiesa.

Aquello me hace sonreír.

—¿A una chica? —Asiente—. ¿Te gustó? —Me río sin poder evitarlo. La mirada en sus ojos me dice todo lo que quiero saber. Es demasiado caballeroso para decirlo, pero se nota que no fue su mejor experiencia—. No creo que haya sido tan malo.

—Fue... extraño. Muy húmedo y desastroso. —Hace una mueca que me hace reír de nuevo.

—¿Te gustaba la chica?

Sacude la cabeza en una negativa, sin quitarme los ojos de encima.

—Ambos queríamos saber qué se sentía, pero... no estábamos juntos ni sentíamos nada por el otro.

Hundo mis dedos en su cabello mientras habla y le siento temblar debajo de mí. Mezo mis caderas hacia adelante, sintiendo todo el contorno de su sexo contra el mío. Dejo escapar un suspiro al tiempo que Bennet gime bajito y no hace falta más para empezar a humedecerme y sentir unos leves calambres placenteros en mi vientre.

Tiene las pupilas dilatadas, los ojos brillantes y los labios entreabiertos mientras deja escapar el aliento en una suspiro excitado. Sus manos me agarran con más fuerza al tiempo que eleva las caderas en un movimiento instintivo, restregándome otra vez contra su excitación.

Gemimos al mismo tiempo y coloco mi frente contra la suya.

—¿Alguna vez te has masturbado? —pregunto. Sonrío turbada y conmovida cuando aun en estas circunstancias se sonroja. Balanceo las caderas de nuevo y él cierra los ojos, extasiado—. ¿Puedo hacerte una pregunta?

Ben sonríe.

—Pensé que eso estabas haciendo.

Me río bajito.

—Es que me causa curiosidad... ¿Por qué sigues siendo virgen? No es que sea malo ni nada de eso, solo... quería saber si hay alguna razón detrás.

Se aleja un poco de mí y abre los ojos, sus mejillas enrojecidas por el calor del momento.

—No hay ninguna razón en específico. Solo que nunca... quise experimentar. No sentía la necesidad ni el deseo.

—¿Y ahora sí?

Mira por encima de mi hombro hacia un punto en la pared antes de asentir con rigidez. No sé a qué se debe su cambio de actitud tan repentino, pero parece avergonzado, así que dejo las preguntas por ahora. Solo me dedicaré a disfrutar su contacto y cercanía.

Acaricio su cuello en un intento por relajarlo y, cuando me muevo de nuevo en su regazo, vuelve a jadear. Tiene las mejillas sonrojadas, pero por una razón completamente diferente. Cierra los ojos, entreabre los labios...

Me atrevo a darle un piquito, uno pequeño y delicado, uno que le sorprende durante algunos segundos, pero rápidamente acopla sus labios con los míos. Son suaves y llenos al seguirme en el beso, cálidos y firmes cuando se anima a chupar mi labio inferior. Gimo bajito y hago lo mismo con los suyos. Los chupo y mordisqueo con suavidad al mismo tiempo que me froto contra su erección.

El calor me llena al escucharlo jadear y gemir contra mi boca, comienza a recorrerme las venas, a sensibilizarme la piel, y hundo mis dedos con fuerza entre su cabello cuando me queman las ganas de comenzar a quitarnos la ropa. Gemimos al mismo tiempo y, con dulzura, le incito a abrir su boca y dejarme entrar.

Lo hace. Abre con premura y aprovecho para introducir mi lengua. Cuando la suya se enlaza con la mía, todo sube de intensidad. Sus brazos me envuelven la espalda con fuerza para acercarme más a él y comenzamos a frotarnos con más vigor. Su gemido queda amortiguado en mi boca cuando encontramos el ritmo perfecto. Su abrazo es firme, tiene todos los músculos tensos mientras se mueve contra mí. Y justo cuando siento que voy a quemarme si no le tengo en mi interior... rompo el beso.

Llevo mis labios lejos de los suyos y tomo todo el aire que mis pulmones exigen. Ladeo el rostro de manera que mi nariz acaricia su mejilla y me sorprendo al ver que estoy temblando y que me palpita la entrepierna. Estoy... lista. Húmeda y receptiva. Mi aliento sale en una exhalación que golpea su rostro enrojecido. Sus manos acarician mi espalda con una ternura que contrasta con el deseo que ambos sentimos.

Me atrevo a mirarlo y evoco un intento de sonrisa.

Estoy... abrumada. Es tanto lo que siento (lo que Bennet me hace sentir), la intensidad con que se despiertan mis sentidos ante su toque y su sabor. No estoy acostumbrada a esta complicidad, este ambiente tan... íntimo, pero sé que no quiero parar por nada del mundo.

Me echo un poco hacia atrás antes de llevar mis manos al borde de mi camiseta y sacarla de un movimiento rápido.

Sofoco una risa cuando los ojos sorprendidos de Bennet se fijan en mi pecho, cubierto solo por un sostén que deja poco a la imaginación. Desvía la vista hacia un lado, abochornado, pero pocos segundos después regresa a donde mismo.

Sus dedos se contraen sobre la piel de mi espalda y suspira sin dejar de ver mi piel expuesta. Cuando me mira a los ojos, una expresión parecida al dolor tuerce sus rasgos. Agonía en su estado más puro. Parece torturado, presa del mismo dolor placentero que siento yo.

Sin despegar mi vista de la suya, tomo sus manos y lentamente las llevo a mis pechos. Sus palmas los cubren por completo, irradian calor, y la sensación me hace hervir también por dentro.

—Tócame —pido con voz temblorosa—, eso me gusta.

Su cara es un poema que justo ahora me gustaría fotografiar. Está asombrado, incrédulo, pero no tarda en hacer lo que le digo. Con mucha suavidad, casi con reverencia, sus dedos ahuecan mis senos. Los elevan un poco y entonces baja su rostro para depositar un beso dulce y húmedo en cada montículo. Acerco más su cabeza a mi pecho y exhala con nerviosismo cuando retomo mi rotación de caderas.

Echo la cabeza hacia atrás y gimo cuando me pellizca con suavidad a través de la tela al tiempo que la cresta de su erección se me clava en la entrepierna. Llevo las manos hacia mi espalda y desabrocho el sujetador, ansiosa por sentir sus labios sobre mi piel. Su toque va perdiendo esa suavidad característica de él, se vuelve un poco más urgente, áspero, cada vez más excitado.

Tengo la piel sensible, cada poro alterado por su toque, por sus besos, por su olor... Maldita sea, Bennet podrá ser inexperto, pero no es ignorante. Sabe de teoría y ahora que la pone en práctica... lo está haciendo más que bien.

Ni siquiera debo decir nada cuando me quito el sostén y lo dejo caer al suelo. Bennet me toca de nuevo, ansioso, se acerca a besar mi cuello e ir bajando hasta meterse un pezón en la boca. Me mira por debajo de las pestañas y yo vuelvo a enredar mis dedos entre su cabello. Al parecer le gusta, porque gime cuando tiro de él.

Lo acerco más, siento cómo cada vez se calienta más mi sangre, me humedezco y gimo sin pudor cuando pasa al otro pecho para darle el mismo trato. Sus dientes raspan mi piel con suavidad y eso causa que me restriegue con más fuerza contra su erección, dolorida, necesitada de más.

Necesito sentirlo dentro. Desnudarlo, tocarlo, besarlo y sentir cómo me estira. Necesito...

—Ben...

Llevo mis manos al borde de su camiseta y tiro de ella para sacarla. Él se apresura a deshacerse de la prenda también y la lanza lejos. Llevo mis manos a sus pectorales y suspiro. Su piel cálida y lisa, el músculo tenso justo debajo... Sin pensarlo mucho, me acerco a él y lo abrazo. Nuestros pechos desnudos se presionan juntos, piel con piel.

Siento su corazón acelerado contra el mío. Me doy cuenta entonces de que ambos estamos temblando por la intensidad de lo que acaba de pasar. Nuestros resuellos y exhalaciones agitadas es lo único que se deja escuchar en la habitación. Sus dedos apartan un mechón de cabello de mi hombro para depositar un beso dulce en él.

Un nudo se me forma en la garganta.

¿Por qué siento estas ganas de llorar?

Sus dedos bajan con suavidad por mi espalda desnuda, antes de volver a subir. Es una caricia tierna, íntima, y lo que es más destacable: ninguno de los dos tiene prisa por seguir. La urgencia ha bajado un poco de intensidad.

Bennet deposita otro beso en el lugar donde mi cuello y hombro se unen, antes de carraspear.

—¿Lo he hecho bien? ¿Te ha... Te ha gustado?

Sonrío ante la incertidumbre en su voz.

—Ha sido perfecto —confieso en un susurro. Entonces me echo hacia atrás para mirarlo a los ojos—. Me ha encantado.

Sus ojos brillan justo antes de que sonría encantado con mis palabras.

—¿De verdad?

—Sí, de verdad —digo riendo.

Sus ojos bajan a mis pechos y eleva la mano despacio, esperando que lo detenga, pero no lo hago. Pasa los nudillos por la cima endurecida y me remuevo cuando un ligero pálpito golpea entre mis piernas.

—A veces... me preguntaba cómo te verías —susurra. Lo observo sin comprender y él se encoge de hombros a modo de disculpa—. Desnuda —admite.

Y se sonroja.

Me río y acaricio su mejilla.

—Yo también me preguntaba cómo te verías. Tengo muchas ganas de descubrirlo.

—¿De verdad?

La expresión incrédula de su rostro, el tono esperanzado en su voz... No entiendo cómo puede dudarlo.

—Oh sí. Incluso he tenido algunos sueños húmedos contigo —confieso. Aquello le hace reír, nervioso—. ¿Quieres saber qué he soñado? —pregunto con descaro.

Si es posible, se ruboriza aún más... pero asiente con la cabeza.

Me acerco de modo que nuestras bocas quedan a un solo suspiro de distancia, para que pueda escuchar mis confesiones susurradas.

—A veces sueño que te tomo en mi boca. —Sigue duro debajo de mí, así que me balanceo de modo que ambos sintamos placer—. Y tú me tomas del pelo y diriges mis movimientos —digo, haciéndole gemir. Sus manos van a mi culo y me aprieta contra él al tiempo que continúo, jadeante—. Tú controlas la velocidad, la profundidad... Me embistes como deseas. Te hundes hasta el fondo. Gimes y te deshaces en mis manos. Te das placer con mi boca... y me encanta —concluyo. Enredo los dedos de ambas manos en su cabello y tiro de él para besarlo con el hambre que provoca en mí.

Su boca se abre y adentro mi lengua para saborearlo. Cada terminación nerviosa en mi interior cobra vida. Mis músculos internos se tensan, preparados. Nos abrazamos con fuerza, buscamos la manera de acercarnos aún más, movemos nuestras caderas en busca de más placer y nos siento temblar.

Cuando nos tomamos un segundo para respirar, Bennet me mira con esos ojos enturbiados de deseo, con las pupilas dilatadas y se relame los labios.

—¿De verdad te gustaría eso? —pregunta sin aliento.

Asiento con lentitud antes de pasar un dedo por sus labios hinchados.

—¿A ti no?

—Sí, pero... no entiendo cómo eso puede... Ya sabes, gustarte.

Sonrío de medio lado.

—Saber que te doy placer... eso me hace sentir poderosa. Piensa, Ben. ¿No tienes alguna fantasía que quieras que te cumpla?

Bennet baja la mirada a mis labios y me mira con tanta intensidad que esbozo una lenta sonrisa.

—¿Quieres hacer realidad mi sueño? ¿Es eso? —Eleva sus ojos de nuevo a los míos y asiente, avergonzado y excitado—. Dime. No puedo cumplir tus fantasías si no me dices exactamente qué es lo que quieres.

Se humedece los labios antes de tragar grueso y susurrar:

—Quiero que me tomes en tu boca... —Sus mejillas enrojecen—. De rodillas. Quiero que estés de rodillas y que me mires a los ojos mientras lo haces.

—Vaya, eso es muy explícito —bromeo—. ¿Durante cuánto tiempo has estado pensando en ello?

—Un tiempo —confiesa con la respiración agitada.

Deja escapar un suspiro tembloroso y me humedezco los labios.

—Entonces quieres que te dé una mamada —repito. Sus mejillas enrojecen más y me echo a reír.

Incluso en estas circunstancias, teniendo esta conversación medio desnudos, después de todo lo que hemos estado haciendo, se avergüenza. Me encanta su ingenuidad e inexperiencia... pero más aún, me encanta la idea de que seré yo quien le enseñe todo lo que desea aprender.

Dejo escapar un suspiro tembloroso al imaginarlo. Voy a mostrarle todo lo que me gusta, le enseñaré a darme placer y también pienso complacerlo hasta volverlo loco.

Me pongo de pie y me sorprendo al sentir las piernas débiles. Miro a Bennet, recargado sobre sus codos. Admiro su pecho desnudo, sus hombros fuertes y brazos cincelados... y luego la manera en que su torso va estrechándose hasta llegar a la V tallada en sus caderas estrechas y unos muslos gruesos. Y justo entre ellos, se remarca una considerable erección por debajo de la tela del pantalón. Regreso mis ojos a su rostro arrebolado y me muerdo el labio inferior al descubrirlo admirando mi cuerpo.

Con lentitud, me arrodillo entre sus piernas abiertas. Coloco ambas manos sobre sus muslos y sonrío al sentirlo temblar.

—Voy a cumplir tu fantasía, Ben. Y voy a amar cada segundo de ello.

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Ufff pues... ¿hace calor, no? 🔥

Como habrán notado, el encabezado del capítulo no tiene una 🍒, si no una 💣. Cada vez que haya una escena un poco más sexual, habrá una 💣, que lo sepan, en caso de que se lo quieran saltar 👀 aunque esta es una escena ligerita comparada con las demás jajaja

Y pues... nada, ¿qué les ha parecido?

Si les gustó dejen una 🍒

Si quieren más dejen una 💣

Lo corté justo aquí porque el próximo capítulo es narrado por Benny 😏

Nos leemos el martes sin falta, no olviden que pueden compartir sus reacciones o partes favoritas en redes sociales (sobre todo instagram y twitter, son los que más uso). Les quiero mucho, les mando un abrazo grande ♥

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