Veinte
—¿Cómo te ha ido, mi pequeño rayito sol mañanero? —preguntó Wonwoo, Mingyu ya había pasado por el trasplante que necesitaba sin mayores complicaciones y estaba en la camilla del hospital escribiendo en su cuaderno para pasar el rato.
Wonwoo se había pasado la tarde buscando un regalo para Mingyu así que había llegado bastante tarde luego de un trasplante y de que el chico despertara, pero por fin había conseguido un peluche decente, un perrito husky siberiano que era sumamente adorable.
Mingyu rió por su apodo tonto y recibió el peluche con brazos abiertos.
—Excelente, mi cachorro nocturno de lince ibérico.
—Oh, ibérico, como el jamón —dijo Wonwoo y Mingyu rió muy divertido—. Que por cierto, tengo hambre, ¿Vamos a comer algo?
—Aún no me dan de alta, Wonwoo —dijo Mingyu, el pelinegro hizo un puchero—. Pero cuando salga de aquí, sí, nene.
»»—Oh y mira, he escrito más poemas.
—Tenías tiempo que no escribías poemas, Gyu —comentó el mayor, se sentó a su lado en el borde de la camilla—. ¿Puedo escuchar uno?
—No está terminado —murmuró Mingyu negando.
—A ver.. —Wonwoo le hizo ojitos.
Mingyu tenía las mejillas ya rosadas y comenzó a leer con su suave voz.
—"He caído de un acantilado, he aterrizado en tus brazos, tus manos han limpiado mis lágrimas, tus besos mi alma... En tus ojos hay una guía, grande mi suerte porque es mía, en tus manos acunas mi vida, en las mías conservo tus días."
Wonwoo estaba ruborizado y sonreía como un tonto, Mingyu lo miró con el ceño fruncido y apretando sus labios.
—No me convence.
—Es hermoso.
—Te dije que no está terminado.
—Te está quedando hermoso.
Mingyu se quedó sin palabras y rió totalmente avergonzado.
Quería que ese poema sea el mejor de toda su vida, que sea lo más acertado y bonito, porque era para Wonwoo, para quien estaba con él en el momento más feo de su vida y aún así no huía, aún así lo amaba, aún así lo trataba de forma excelente.
—Es para ti —dijo el menor, mirándolo a los ojos con una sonrisa.
Wonsoo llevó una mano al pecho y abrió su boca fingiendo gran sorpresa.
—¿Mi? ¿Yo? ¿Myself?
—Sí, tu, el idiota —contestó Mingyu.
—Eso me ofende.
—Todo te ofende —Mingyu se encogió de hombros.
—¿Sabes que también me ofende? Que no te haga ni un maldito poema porque soy un asco para esas cosas.
Mingyu negó.
—Yo no necesito que me hagas poemas, nene, ya me tratas muy bien y me emcantas, no necesito rimas y tu tampoco, para demostrarme que me amas, eres así se maravilloso.
Wonwoo asintió ligeramente e hizo un puchero.
—Iba a continuar diciendo que como no sabía hacer poemas pero sabía tejer... ¡Nos tejí gorros de pareja! —dijo sacando una bolsa que traía escondida en su buzo y haciendo a Mingyu reír.
—¿Otro gorro de pareja más?
—Pudrete Kim, tu me convertiste en esto —Wonwoo sacó los gorros, uno era negro y el otro rosa y además tenía un estúpido detalle que hacía al mayor feliz—. Tienen orejas de gatos.
Mingyu sonrió con ternura y tomó el gorro rosa, viendo las orejas de gatito que había tenido y cosido al gorro, asintió encantado.
—Sí que somos unos tontos cursis —dijo Mingyu, colocándose el gorro y acomodando sus orejas al frente.
—Ser tonto es la clave de la felicidad.
—Entonces soy muy tonto contigo.
—Soy el más tonto del mundo, Kim.
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