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Cheeks

Si algo era cierto y el australiano nunca negaría es que sentía una gran adoración por molestar a su amigo de cabellos azules, tomándolo siempre desprevenido para agarrar sus mejillas y estirarlas, jugar con estas y a veces dejar pequeños besos que luego terminarían por avergonzar a ambos, alejándose timidos y con suaves rubores adornando el rostro de cada uno; pero es que Felix realmente amaba las regordetas mejillas de Jisung y nunca de cansaría de decírselo.

En la sala del departamento del coreano y sobre el sofá del mismo, se encontraban los dos chicos charlando entre ellos o mas o menos, puesto que Jisung se quejaba mientras el pecoso solo soltaba pequeñas risas a la vez que continuaba jugando con las mejillas del mayor (por un día), aplastándolas y haciendo un gran esfuerzo por no plantar un beso en el puchero del contrario.

–Detente Felix, algún día vas a hacer que mis mejillas queden todas largas y caídas -seguía quejandose, pero aunque estuviese con el ceño fruncido y un puchero presente, continuaba abrazando al rubio por la cintura, manteniéndolo sobre su regazo y admirando su sonrisa y risas que escapan, haciando que fuese imposible enojarse enserio con él.

–Eres un exagerado Ji, y además, si incluso tus mejillas quedasen "estiradas y caídas" yo seguiría amandolas -y con aquella respuesta, plantó un suave beso en estas para luego alejarse, dejando el rostro de su amigo tranquilo, notando como este se teñía de un suave carmín-. Aww, te pusiste rojo -comentó con una suave risilla al ver como Jisung ocultaba su rostro en su pecho, acercándolo más.

–C-callate... Voy a vengarme por esto.

–¿Ah si? ¿Cómo? -preguntó provocándolo.

–Así -tomó el rostro del pecoso, chocando ambas miradas antes de acercarse y comenzar a repartir besos por todos lados, sacando risas tímidas al australiano.

–Dios, ¿estas besando mis pecas acaso?

–Puede ser~

Y así continuó esta sesión de besos e inocentes caricias, terminando en un momento ambos recostados en el sofá, con las mejillas y orejas rojas y grandes sonrisas, con sus rostros a unos centimetros de distancia, deteniéndose un momento para verse nuevamente a los ojos, tantos sentimientos que estos reflejaban y que no podían solo expresarse con palabras o no sabrían como hacerlo tampoco, así que solo se acercaron, la timidez presente mientras permitían romper el espacio que quedaba y unir sus labios en un dulce beso que duro apenas unos segundos, un suave toque para experimentar, para ver reacciones y que provocó una gran calidez en sus pechos.

–Te amo, a ti y tus pecas -otra linda risa por parte de Felix hacia a su corazón saltar feliz.

–Y yo te amo a ti y tus lindas y estirables mejillas -tomó estas y las apretó un momento para luego volver a unirse en otro beso.

Y así pasaron el resto del día, entre risas, bromas, caricias y besos, amándose el uno al otro.

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