Capítulo 1
Conocí a Kim Taehyung en un bar nocturno. Ese día fui para desestresarme porque me la pasé huyendo de alfas pretenciosos que trataban de seducirme ¿qué te puedo decir para no sonar muy altanero? Lo diré de todas formas porque lo que digo es la verdad: Mi aroma es exquisito, además altero las hormonas de los alfas que me conocen porque les soy irresistible.
A lo largo de mi vida han tratado de poseerme, violarme, secuestrarme y un sinfín de perversiones que no quiero recordar. Pero todo cambió cuando conocí a Jenie, ella me arropó con su cariño, con su amor, con su cuidado. Es mi mejor amiga, mi hermana, y ante todo el mundo; mi alfa.
Esa fue la única manera de evitar que otros alfas se propasaran conmigo, fingir que le pertenecía a Jenie. Ella estaba de acuerdo con eso porque todavía no conocía a su destinado y yo temía que llegara el día en que lo conociera porque se olvidaría de mí y volvería a ser perseguido por medio mundo.
Regresando al hilo de conversación, te recuerdo que había dicho que conocí a Kim Taehyung, era un alfa encantador y elegante que bailaba al ritmo de Cheek yo cheek en el bar mientras cantaba tan perfectamente y sin errar una sola nota. El lugar con olor a tabaco, wisky y perfumes para ocultar las feromonas y así evitar que todos quisiéramos poseer nuestros cuerpos hacía del momento de encuentro único.
Taehyung era alto, un poquito más que yo y delgado, pero sus músculos estaban perfectamente definidos, tanto que podía verlos a través de su vestimenta. Mi boca comenzó a babear inconscientemente a medida que le ponía más atención porque sus movimientos elegantes invitaban a mi cuerpo a acercarse al suyo.
Me sorprendí a mí mismo cuando me puse de pie dejando a Jenie sentada sola en la mesa para ir a bailar con él. Ambos nos movíamos al ritmo de la canción de Jazz y justo cuando el papucho frente a mí terminó de cantar lo besé.
En ese momento mis instintos se apoderaron de mi cuerpo y las deliciosas feromonas del alfa frente a mí inundaron mi nariz nublándome el juicio por completo.
—Tranquilo guapo —dijo separándome de sus labios—. Todos nos están mirando. —Se mordió el labio para después sonreír mostrándome todos los dientes.
Agitado miré al rededor. Los comensales y borrachos nos veían con ojos lujuriosos porque era evidente que mi pene estaba completamente erecto y a punto de hacer estallar los botones de mi pantalón.
—¡Jungkook, tus tapones! —gritó Jenie acercándose a nosotros para entregarme los tapones de mis oídos—. Tu olor esta regresando, vámonos o serás la comidilla de todos estos alfas —susurró eso último.
—Pero... —Le eché un vistazo al alfa guapo frente a mí que en ese momento se estaba tomando la margarita que llevaba en la mano—... Quiero quedarme.
—No. —Los ojos rojos de Jenie centellearon.
—Quiero quedarme, ¿vas a usar tu voz de mando para obligarme a irme?
—Puedo hacerlo —Cruzó los brazos.
—No serías capaz. —Sonreí de oreja a oreja, acto seguido le di la espalda.
—¿Es tu alfa? —preguntó el alfa guapo.
—No, no lo es...
—¿Seguro? Pareciera que lo es. —Me miró con profundidad, si sus ojos tuvieran manos seguramente ya me habrían desnudado por completo.
—No tengo alfa, soy un omega libre.
—¿Y por qué una preciosidad como tú es libre?
—Larga historia —dije sintiendo una punzada en la punta de mi miembro, es que tenía tantas ganas de probar el cuerpo de ese alfa—. Por cierto, mi nombre es Jeon Jungkook.
Él se quedó en silencio, mirándome como si fuera un fantasma, después pude notar sus pupilas dilatarse y sus fosas nasales ensancharse, era un hecho.
Acababa de oler mis feromonas.
Y yo por primera vez en la vida disfrutaba de que algún alfa me deseara.
—Soy Kim Taehyung. —Su tono de voz parecía más serio—. Ven conmigo, quiero llevarte a algún lugar donde estemos solos.
Sonreí con amplitud, seguido de eso tomé su mano dejándome arrastrar a los adentros del bar. Pasamos por la cocina hasta llegar a unas habitaciones lujosas, estando ahí entramos a la número 159. El lugar estaba invadido de feromonas del alfa. Lo que provocó que mi cintura se hiciera un poco más diminuta, que mi miembro se expandiera más y que mi ser pidiera a gritos ser follado. El tamaño del cuerpo de Taehyung aumentó notablemente rasgando su ropa que no duró mucho tiempo en su cuerpo porque se la quitó de inmediato, yo hice lo mismo. Ambos estábamos eufóricos, deseosos, hambrientos.
Con sus brazos morenos y grandes me sostuvo pegándome a su cuerpo, elevándome en el aire provocando que rodeara su cintura con mis piernas, besé sus labios aferrándome a su cuello con fuerzas mientras que él me sostenía de las nalgas apretando fervientemente como si fuera plastilina. Dejarme dominar por ese alfa era la mejor decisión que había tomado porque parecía tener experiencia haciéndolo y yo, lo único que quería era disfrutar de su cuerpo para posiblemente, después ser marcado y pertenecerle por completo.
—Hueles delicioso —masculló en mi oído provocando que mi piel se erizara.
—Penétrame ya, deseo tenerte dentro mío tanto como respirar.
Lo escuché soltar una risita, pero no era burla, era una risa que decía "por supuesto que me quieres dentro tuyo" Y sin previo aviso me arrojó a la cama moviendo mi cuerpo a su antojo para ponerme en cuatro, yo alcé mis nalgas para darle una mejor vista y él me chupó y mordió con esmero dejando rastro de su baba por todo mi trasero y por mis entre piernas, traté de no gemir pero me fue imposible. Este lobo me estaba volviendo loco y yo lo dejaría ser, dejaría que me tratara a su antojo. Puso la punta del pene en mi entrada aumentando el placer en mi ser porque palpitaba, al parecer también estaba deseoso por mi carne.
—Todavía no —dijo, pero parecía una queja.
Me tomó por la cintura girándome para encontrarnos con la mirada, luego con su mano habilidosa me tomó del cabello arrastrándome hacia sus testículos para obligarme a chuparlos, tonto, solo tenía que pedirlo y con gusto lo haría. Eran grandes, exquisitos y saldos. No es por presumir pero su miembro grande y ancho provocaba que con cada probada quisiera tenerlo dentro de mí dándome con fuerza hasta destrozarme por completo.
—Mmm... ¡Sigue haciéndolo así! —decía lanzando su su cabeza para atrás, disfrutando del oral.
Él estaba parado, yo arrodillado en la orilla de la cama haciendo mi mejor esfuerzo para que se corriera, para que quedara satisfecho. El preseminal estaba saliendo con rapidez, lo que indicaba que pronto llegaría al extasis. Chupé con delicia la cabeza haciendo círculos con mi lengua mientras me tragaba el preseminal salado, al mismo tiempo que masajeaba sus testículos con la mano derecha.
—¿Te cuento un secreto? —preguntó apartándose de mí con rudeza.
Sin cuidado alguno me giró de nuevo colocando mis nalgas hacia su dirección y abriéndolas para verme y poder penetrarme ¡El momento que estuve esperando desde que le di el primer beso en el bar se estaba acercando!
—Dime —contesté en medio de gemidos.
—Soy estéril.
Dicho eso arremetió en contra de mi cuerpo llegando a mis entrañas. Aferrándome a la almohada logré ver colores nunca antes vistos e incluso podría jurar que escuché el cántico de ángeles celestiales en mis oídos.
—¿Eso qué significa? —pregunté mientras sentía su pene entrar y salir de mi cuerpo.
—Significa que te voy a anudar y que no tendremos ninguna sorpresa indeseada. —Me tomó con más fuerzas de las caderas golpeando su cuerpo contra el mío.
El sonido de nuestros cuerpos chocantes alteraba mi ser porque no quería que se detuviera pero de poco en poco comenzó a doler porque la punta de su pene se estaba ensanchando, llegando a mis entrañas, a punto de anudarse.
—¡Hazlo ya! —supliqué invadido de deseo y con un poco de dolor— ¡Adúname, quiero sentir tu semen dentro de mi cuerpo!
Y pareciera que mis palabras eran mágicas porque Taehyung ensanchó todavía más su pene anclándose a mí con fuerza, sentí como una cuchilla gigante rasgar mi interior y después el líquido caliente emerger de su cuerpo.
Estaba hecho.
Me había anudado, dejé caer mis hombros encima de la cama sintiendo mi cuerpo vibrar invadido de lujuria y también traté de no moverme porque dolía y porque si lo hacía, si intentaba separarme de él sería más doloroso.
—Pégate a mí. —Me tomó de las caderas nuevamente pegándome a su cuerpo con fuerza. Su tacto provocaba que quisiera volver a correrme—. Si te mueves muy brusco dolerá más.
—Te agradezco... —dije jadeante.
—No hay de qué, después de todo tengo que cuidarte porque a partir de hoy eres mío y de nadie más.
Sonreí sintiéndome drogado por el placer, pero sí, quería pertenecerle únicamente a él. Que me anudara cada noche, cada día, durante toda mi vida.
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