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75 | anastasie

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Anastasie removía incómodamente la comida de su plato, mientras su madre hablaba animadamente sobre lo que harían en las cortas vacaciones, ahora mismo estaba agradeciendo demasiado que su mamá fuera capaz de llevar una conversación completa consigo misma.

Después de una pregunta dirigida a Anastasie y que ella ni siquiera escuchara, su madre la miró con curiosidad.

-Calabacita, ¿que tienes? ¿No tienes hambre?-preguntó mirándola preocupada.

Anastasie apretó los labios y negó lentamente, sin poder mirar a su madre a los ojos.

-¿Estás bien, amorcito?-preguntó nuevamente, estirando su mano para acariciar la mano de su hija.

La morena cerró ligeramente los ojos, aguantándose las ganas de llorar. ¿Cómo podía decirle que ese día iría a hacerse un aborto? No quería ver la decepción en su rostro.

-Annie...estás preocupándome amor.-murmuró la mayor.-Es...¿tiene algo que ver con Alexa...?-preguntó en un hilo de voz.

La menor negó rápidamente, cubriendo su rostro con sus manos.

-Mamá...-susurró entrecortadamente.-No quiero decepcionarte y que dejes de quererme...-un pequeño sollozo se le escapó.

La pelinegra la miró con tristeza y negó rápidamente, levantándose. Caminó hasta la silla junto a Anastasie, se sentó y con delicadeza alejó las manos de su rostro.

-Mi amor, tu nunca podrías decepcionarme, eres la niña más increíble de todo el mundo, cada día me llenas de orgullo y yo jamás seria capaz de dejar de amarte, ¿me oyes?-dijo seria, acariciando cariñosamente las mejillas de la menor.-Sabes que cada día que pasa te amo mucho más, ¿verdad?-preguntó en un susurro.

Si, había adoptado a Anastasie cuando ella solo tenía nueve años, pero para ese entonces ya había pasado años en un orfanato, en hogares de acogida que no eran realmente buenos y además, había vivido durante años con su madre biologica, que olvidaba su existencia durante días y no la alimentaba, años en los que creció rodeada de adictos y todo el tiempo escuchaba gritos, golpes e insultos, fueron bastantes años durante los que Anastasie sintió que nadie la quería ni le importaba a nadie.

Por eso intentaba recordarle todos los días lo mucho que la amaba.

-¿Lo sabes?-susurró nuevamente, abrazando a la menor, que asintió ligeramente mientras se alejaba poco a poco del abrazo. Miró fijamente su plato lleno de comida.

-Mamá...-susurró con voz temblorosa.

-¿Que tienes mi amor?-cuestionó, acariciando maternalmente su castaño y brillante cabello.

-Yo...es...estoy-tartamudeó, sin poder evitar que las lágrimas corrieran por su rostro.-Estoy embarazada...-sollozó.-Lo siento mucho.-lloriqueó

La mayor suspiró ligeramente, acarició la húmeda mejilla de Anastasie y besó su sien, mientras la abrazaba con delicadeza.

-Shhhh.-tranquilizó.-Todo está bien mi amor, todo está bien.

-Voy a abortar.-declaró, sintiendo un gran nudo en su garganta.

-Okay.-susurró, sin dejar de abrazarla.-¿Ya lo pensaste bien?-Anastasie asintió.-Te llevaré a una cita...para programarlo.

Anastasie sollozó, abrazando a su madre con todas sus fuerzas, mientras susurraba gracias.

-Yo...ya hice todo eso mamá.-admitió, aún abrazando a la mayor.

-¿Sola? Annie, yo pude ir contigo.-susurró con culpa.

-Quería estar sola.-respondió, cerrando los ojos.-Hoy es el día.

La mayor apretó los labios y abrazó con más fuerza a su hija.

-¿Quieres que esté contigo?-preguntó en voz baja.

Anastasie asintió.

-Me ayudaría tener más apoyo además de Laurie.-murmuró divertida. La mayor no pudo evitar sonreír abiertamente.

Siempre le iba a agradecer al cielo que Annie tuviese a Laurie y viceversa, siempre estaban sosteniendo la mano del otro cuando más lo necesitaban.

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Anastasie estaba sentada en la sala de espera, en medio de su madre y Laurie, tomando las manos de ambos con fuerza en la sala de espera de la clínica.

-Todo estará bien Annie.-susurró Laurie, dejando un beso sobre su sien.

-Estoy nerviosa...-admitió en un suspiro, apoyando su cabeza sobre el hombro de su amigo.

-Es normal estar nerviosa.-murmuró su madre.-Cuando estes dentro recuerda que ambos estamos aquí afuera apoyándote, sin importar lo que decidas.

Anastasie asintió, y cuando se inclinó para abrazar a su madre, su nombre fue pronunciado por una enfermera, al igual que otros tres, de las dos adolescentes y la niña que esperaban.

-Es la hora.-susurro sintiendo su respiración acelerarse.

-Todo ira bien, calabacita.-susurró su madre, abrazándola rápidamente, besando su frente. La menor asintió.

Laurie le dió un pequeño apretón a su mano antes de que Anastasie se levantara, se miraron y el sonrió cálidamente, fue imposible no regresarle la sonrisa.

Entonces en total silencio, caminó hasta la enfermera que esperaba por ella y la siguió junto a las otras tres mujeres hacia una habitación casi vacía con algunos asientos y una puerta.

-Quítense la ropa y pónganse estas batas, por favor.-pidió, entregándoselas junto con unas bolsas.-Si tienen con ustedes algún objeto déjenlos en las bolsas igualmente.

Lentamente Anastasie comenzó a deshacerse de la ropa mirando hacia la pared, cuando estuvo en ropa interior se colocó la bata y se quitó el sostén, dobló todo, lo colocó en la bolsa y la cerró.

Cuando las cuatro le entregaron a la enfermera sus pertenencias, ella anotó sus nombres y después salió de la habitación, regresando unos minutos después con una bandeja llena de pequeños vasitos de agua y o otros aún más pequeños con una pastilla.

-Son analgésicos.-explicó la enfermera, entregándole a cada una sus respectivos vasos.-Volveré en unos minutos, cuando haya hecho efecto.-murmuró, caminando hacia la salida mientras todas asentían en completo silencio.

Anastasie solamente pudo mirar a sus manos y cómo sus dedos se entrelazaban entre ellos, mientras movía nerviosamente sus piernas.

-¿Es tu primera vez?-le preguntó la chica junto a ella, no parecía tener mas de 24 años. Anastasie asintió.-No estes nerviosa.-susurró con una pequeña sonrisa, colocando su mano sobre el muslo de Anastasie.-Estaremos bien.-miró a la otra chica a su lado, apoyando su mano también sobre su muslo.-Todas. Es la mejor decisión.

Anastasie asintió en silencio y miró a la otra chica de su lado izquierdo. Era la más joven de todas, ella si era una niña. Parecía tener solamente trece años.

Anastasie tomó su mano sin pensarlo dos veces y la apretó ligeramente, la menor la miró con ojos llorosos y la castaña le dio una pequeña sonrisa.

-Hacemos lo correcto.-susurró Anastasie.-No estes asustada, no pasará nada malo.-la menor asintió en silencio, regresó su mirada al frente pero nunca separó su mano de la de Anastasie.

Y así, en completo silencio pero con las manos entrelazadas, todas esperaron a que la enfermera viniera por ellas.

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