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70 | laurie

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Dos horas después, se encontraban comiendo una hamburguesa dentro de la camioneta, en el estacionamiento de un 'centro comercial' solamente había un Walmart y un Burger King.

Dentro de auto se reproducía Celebrity skin de Hole, ambos movían levemente sus cabezas al ritmo de la música.

Habían comprado seis papas a la francesa, las vaciaron dentro de una bolsa de papel y la colocaron sobre el apoya brazos.

-Debimos usar todos los cupones.-murmuró Anastasie, con la boca llena.

Laurie asintió en respuesta.

-Siempre puedes arrancar y entrar al auto servicio.-informó, para después darle una nueva mordida a su hamburguesa.

-Probablemente haré eso.-respondió, tomando su refresco del porta vasos.-Uhh, adoro esta canción.-canturreó, subiendo un poco el volumen.

Laurie reconoció la canción al instante, Outside de George Michael.

Oh, la ironía, pensó con gracia.

-Recuerdo que mamá solía poner sus videos todo el tiempo cuando éramos pequeños, ¿lo recuerdas?-preguntó Anastasie, tomando una papa, Laurie asintió.-Estuve enamorada de él tanto tiempo...-suspiró.-Que suerte tuvieron los hombres de su vida.

Laurie apretó los labios y desvió incómodamente la mirada hacia la pantalla de la radio, escuchando cómo Anastasie cantaba en voz baja mientras le quitaba un pepinillo a su hamburguesa.

-¿Nunca...nunca pensaste que era extraño?-cuestionó el rubio en voz baja, tomando el pepinillo para llevarlo a su boca.

-¿Que cosa?-preguntó confundida, dándole una mordida a su hamburguesa.

-Que le gustaran los hombres...-susurró, tomando su refresco y comenzando a absorber el líquido por la pajilla.

-No, ¿por qué eso sería extraño?-preguntó con la boca llena.

Laurie simplemente se encogió de hombros, regresando la atención a su hamburguesa.

Anastasie lo miró detenidamente durante unos cuantos minutos, lo suficiente para poner a Laurie nervioso.

-Laurie...

-¿Que pasa?-murmuró sin desviar la mirada de su comida.

-Yo...tengo que decirte algo...es importante.-susurró.

El rubio miró a su amiga con atención, frunció el ceño al notar lo nerviosa que se miraba.

-¿Que ocurre, Annie?-susurró.

-Esto....-suspiró entrecortadamente.-Por favor no me juzgues...

-Jamás haría eso Annie, dime que te sucede...-pidió, colocando una mano sobre la rodilla desnuda de la castaña.

-Yo...yo...-cerró los ojos con fuerza, sintiendo un nudo en su garganta.-Estoy...estoy...estoy embarazada.

Un corto silencio se formó en el auto, mientras Laurie intentaba procesar la información.

Eso era una como una granada, una grande, y lo agarró por completa sorpresa.

-Okay...-susurró.-¿Estás...segura? Cómo, ¿Segura, segura? Vi en televisión que a veces las pruebas se equivocan...

Anastasie asintió.

-Estoy segura...-susurró, removiendo la tela de su falda.

-Esta bien...-suspiró, tomándola de la mano.-¿Que quieres hacer?

-Yo...hace un par de semanas fui a una consulta y hablé con una doctora...

-¿Bien...?-preguntó, intentando que Anastasie continuara con la historia.

La menor lo miró, con un gesto de terror mientras sus ojos contenían las lágrimas.

-No puedo tener un hijo ahora...-susurró, apretando con fuerza los labios cuando un sollozó intentó salir de ellos.-Solo tengo 17, no he terminado la preparatoria, no tengo un trabajo, no pue...-Laurie la interrumpió.

-No me debes explicaciones Annie, esto es elección tuya y sabes que yo te apoyaré sea cual sea tu decisión.-dijo, tomándola de ambas manos.

Anastasie ya no lo aguantó más, simplemente rompió a llorar.

-Gracias.-murmuró entre sollozos.

-Ven aquí.-dijo el rubio, abrazándola con fuerza, acarició su largo y sedoso cabello y al final dejó un beso sobre su frente.-¿Que puedo hacer?

-Yo...hice una cita en...en la clínica de abortos, pero debo ir con alguien mayor de edad...-dijo débilmente contra el cuello del ojiazul.

-Iré contigo.-aseguró.-Y después te llevaré a ese restaurante japonés que te encanta.-susurró, apoyando su mejilla contra la cabeza de Anastasie.

-Gracias Laurie.-sollozó nuevamente, ocultándose contra el suéter de su amigo.

-No agradezcas Annie, para eso son los amigos.

-¿No preguntarás de quien es?-preguntó en un hilo de voz.

Sintió a Laurie negar.

-Si no me lo has dicho ya, significa que no quieres hablar de eso, y yo no voy a ser ese idiota.-declaró, acariciando con cariño la espalda de Anastasie.

-Gracias.-susurró, a penas audible para si misma.

Amaba a Laurie y la forma tan perfecta en la que se entendían, era la mejor persona del mundo, era mucho más que su mejor amigo, más que su hermano, Anastasie a veces lo consideraba su alma gemela.

No de una forma romántica, las almas gemelas no siempre eran amantes.

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Durante la tarde, después de comer, su madre salió a una cita de trabajo, así que en casa solamente se encontraba Laurie, Darcy y las dos sirvientas, que llevaban un periodo sospechosamente largo trabajando para su madre.

Laurie estaba acostado boca arriba en su cama, mientras escuchaba a hozier y miraba fijamente el techo.

Hozier era una buena banda sonora para sus pensamientos.

A veces simplemente se quedaba horas pensando que tan malo sería salir del closet, probablemente su madre daría un grito al cielo por el disgusto, su padre probablemente no haría nada ya que era mucho más liberal que su madre y aún un poco más desde que estaba con Iris.

Podría mandar todo al demonio al admitir en voz alta que era gay, pero al menos sería libre.

Si, sabía que se escuchaba realmente tonto decir eso, simplemente no sabía de que otra forma expresarlo.

Había pasado su vida ocultando sus gustos, en el jardín de niños solía ponerse realmente nervioso cuando un niño pelirrojo llamado Andy se acercaba a él, pero, se ponía tan nervioso que sus manos comenzaban a sudar.

Una vez compartieron crayones y cuando sus manos se rozaron, Laurie se sonrojó de un intenso tono rojo.

Pensando en su niñez, llegaba a la conclusión de que siempre había sabido que era gay, pero solo se sentía raro, diferente, enfermo.

Su familia entera solía decir cosas desagradables sobre los homosexuales, así que él había comenzado a hacer lo mismo, porque se negaba a ser parte de esas personas. Pero, solo se sentía fuera de lugar, infeliz, triste.

Cuando comenzó a revisar páginas sobre la comunidad, tuvo un poco menos de asco hacia sí mismo, y con el paso de los años pudo aceptar que no había nada de malo con que le gustaran los hombres.

Tuvo que refugiarse en una comunidad llena de desconocidos para poder sentirse un poco mejor consigo mismo, pero no se arrepentía en absoluto, él sabía que todos esos desconocidos eran los únicos que realmente podrían entender el miedo que había experimentado durante toda su vida.

Además, aprendió un montón de cosas cuando comenzó a buscar la historia sobre la comunidad LGBTQ+ y había dejado de avergonzarse por ser como era.

Aún no tenía la valentía suficiente como para ir a una marcha del orgullo o declarar públicamente que era gay, pero estaba seguro que algún día lo haría.

Odiaría no poder gozar de la libertad por las que tantas personas pelearon y murieron.

-¡Laurie!-el grito chillón de Darcy lo hizo levantarse de un salto y correr hasta la habitación de su hermana pequeña.

Suspiró al verla de pie tranquilamente sobre una de las diminutas sillas de su mesa de té.

-¿Que pasa, Darcy?-preguntó en voz baja, mirando atentamente cómo la rubia bajaba de un salto.

-¿Me bajas mis muñecas?-preguntó, señalando el montón de Monster High que Anastasie le obsequió cuando cumplió 5 años.

Solían ser de Anastasie, sus padres le compraron prácticamente todas y cada una de las muñecas cuando tenían doce años, cuando entraron en preparatoria ella le regaló una parte de su colección a Darcy.

Laurie siempre estuvo secretamente celoso, porque esas muñecas eran increíbles, pero si se hubiera atrevido a pedir una seguramente se habría ganado el regalo de su vida junto con varios meses de castigo.

Al menos podía mirarlas cuando iba a casa de Anastasie, y la castaña lo obligaba a jugar con ella, Laurie no tardaba mucho en aceptar.

-Claro Darcy.-susurró, caminando hasta el estante.-¿Cual quieres?

-Quiero todas, vas a jugar conmigo.-declaró, moviendo la mesa de té, para hacer espacio sobre la alfombra.

Laurie soltó una risita, pero solamente asintió.

-De acuerdo.-aceptó, comenzando a bajar las muñecas que aún se encontraban en perfecto estado.

Amaba que su hermana fuera tremendamente delicada y cuidadosa con todas sus cosas.

Sospechaba que tenía algo que ver con el hecho de que vivían rodeados de animales y desde pequeños a ambos se les enseñó a cuidar y respetar a todos los animales y también a las plantas.

Laurie comenzó a entregarle las muñecas a Darcy y ella las acomodaba en el piso.

-Te ves linda vestida de princesa.-susurró Laurie, sonriéndole a la pequeña, que se sonrojó ligeramente y sonrió, mostrando el espacio de uno de sus dientes de leche.

-Gracias...-respondió, caminando hasta su pequeño tocador.-Papá me dio una nueva tiara el sábado.

-Puedo verlo, te queda muy bien Darcy.-murmuró, sentándose sobre la alfombra blanca.

-Pero también pedí una para ti...-informó, sacando una corona de un cajón.

-Darcy...sabes que a mamá no le gusta que use tus tiaras...-recordó, ligeramente incómodo.

-Ya se.-respondió obvia, caminando hasta el por medio de saltitos.-Por eso pedí una corona para niños.-dijo, mostrándosela.

Laurie no pudo evitar sonreír, Darcy era demasiado linda con él, por eso jamás podía decirle que no.

La menor soltó un gritito de emoción al notar la sonrisa de su hermano, no tardó más de tres segundos en colocar la corona plateada y negra sobre la cabeza de Laurie.

-Pareces un príncipe...-informó la menor, sonriendo abiertamente.

-¿Tu crees?-preguntó sonrojado.

Se sentía ridículo al sonrojarse ante los halagos de una niña de cinco años.

-¡Si!-dijo, dando un salto para terminar sentándose frente a Luke, con el montón de muñecas entre ambos.-El próximo halloween puedes llevarme a pedir dulces disfrazados.

-Me gustaría...-susurró, tomando lentamente una muñeca.

Se había perdido el halloween este año, y lo odiaba, porque adoraba disfrazarse junto con Anastasie, ir a pedir dulces con Darcy y terminar mirando películas de terror sino tenían ánimos para ir de fiesta.

Aunque...tampoco había estado tan mal. Pero no quería pensar en Miles en ese momento.

-Yo quiero a Draculaura.-dijo la menor, tomando rápidamente la muñeca.

Cuarenta minutos después, Darcy prácticamente jugaba consigo misma mientras Laurie solamente cepillaba aburrido el cabello de las muñecas olvidadas por su hermana.

Darcy siempre se refería a lo mismo cuando decía "jugarás conmigo" solamente quería que Laurie se quedara en su habitación y fingiera ser parte de.

A veces si formaba parte del juego, como cuando Darcy insistía en hacer 'fiestas de té' con comida real, o cuando tenían guerras de almohadas y Laurie siempre terminaba lanzándola a la cama haciéndola reír a carcajadas, o cuando salían a jugar con los animales.

El suspiro ligeramente triste de su hermana lo hizo mirarla atento.

Tenía un diminuto puchero en sus rosados labios manchados del color azul de una paleta.

-¿Que pasa Darcy?-preguntó en voz baja, preocupado.

-¿Crees que soy aburrida?-preguntó en voz baja, removiendo la tela de su vestido azul.

-¿Qué? ¡Claro que no! Yo me divierto mucho contigo.-dijo sincero, sonriéndole tiernamente.

-Mis amigas no quieren hablar de niños, dicen que son tontos.-Laurie no entendió el cambio de tema, pero simplemente continuó la conversación.

-Pero Darcy, son tontos.-dijo lentamente, con una sonrisa divertida.

-Laurie-refunfuñó, con los ojos llorosos.-Ellas dicen que soy aburrida.

El mayor frunció el ceño.

Oh, Asi que esas pequeñas brujas hacen sentir mal a mi hermana.
Pensó molesto.

-¿Que dices? Eres la niña más divertida de toda la ciudad, no, del país. Ellas no saben divertirse.

-No mientas Laurie.-lloriqueó.

-¿Cuando te he mentido Darcy?-cuestionó.

-No lo haces.-el rubio asintió.

-Exacto...además, esas niñas suenan muy groseras, deberías buscar otras amigas Darcy.-opinó en voz baja, mirando cómo la pequeña trazaba líneas en la alfombra con su dedo.-No las necesitas...tú puedes hablar de niños conmigo Darcy, soy un niño, puedo darte consejos.-ofreció.

La menor rió entre lágrimas.

-No puedo hablar de niños contigo Laurie, a ti te gustan las niñas.

Laurie apretó los labios.

-¿Eso que importa?-preguntó en voz baja.

-Es raro, como si hablaras con mamá de una niña que te gusta.-dijo obvia, sacando la lengua.

Un gran silencio se formó en la rosada habitación.

Laurie simplemente dirigió su mirada hacia la mesita de té y la contempló por unos largos segundos.

-¿Y si no me gustaran las niñas?-susurró, entrecortadamente.

-¿Por qué dices eso?-preguntó confundida, mirándolo.

Laurie sintió sus manos sudar, apretó los labios con fuerza y acomodó nerviosamente la corona sobre su cabeza.

-Porque...-susurró con la voz temblorosa.-...No me gustan las niñas Darcy, me gustan los niños, como a ti.

Cerró los ojos con fuerza, no queriendo mirar la reacción de su hermana menor, ¿lo hacía eso un cobarde?

No estaba seguro, lo único que sabía era que el silencio sepulcral de la habitación lo hizo querer echarse a llorar de puro miedo y nervios.

-¡Podemos hablar de niños tu y yo! A mi me gusta Terry.-Dijo en un grito alegre la rubia.

Laurie abrió finalmente los ojos, sintiendo el aire regresar a sus pulmones.

Ahora si quería llorar, porque a su hermana, a quien amaba con todo su corazón, no le había importado en absoluto que él era gay.

-¿El de chinos?-preguntó en un hilo de voz, limpiando discretamente sus ojos.

-Si, si, ¿quien te gusta a ti?-cuestionó en un susurro, gateando hasta quedar lo más cerca posible de Laurie.

El mayor suspiró.

-Me gusta Miles.-susurró, teniendo un montón de sentimientos agridulces que supo disimular.

-¿El de ojos bonitos?-preguntó Darcy, ocultando su sonrisa cómplice detrás de sus pequeñas manos.

Laurie no pudo evitar sonreír totalmente enternecido.

-Si...¿y quieres saber algo?-la menor asintió emocionada.-Ya nos besamos.

-¡Laurie!-rió a carcajadas que llenaron de vida al mayor.

-Muchos besos...-susurró divertido, haciendo reír mucho más a la pequeña.

Ni siquiera sabía porque le daba tanta risa, pero lo estaba disfrutando.

No pudo evitar sonreír ladinamente, mirando a su pequeña y tierna hermana, en un vestido azul cielo, una tiara y un montón de pulseras y collares de fantasía.

Al menos estaba seguro de que ella iba a amarlo sin importar su orientación sexual.

Y con ella era más que suficiente.

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K opinan?

De nuevo amo la amistad de Laurie y Annie, necesito amigos así ptm.

Weeee no es de lo más tierno que la primera persona con la que salió del closet sea su hermanita de cinco años???
No me toquen, estoy muy soft 🥺🥺🥺🥺🥺🥺

Nada k ver pero tengo un pinche coraje con mi yo de 14 años x regalar todas mis monster high k tanto trabajo me costó conseguir joderrrrr

Ahora son sp difíciles de encontrar, están bien caras y la mayoría ya no están nuevas 😔💔

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