36 | hailey
Tengo 1 más sooo comenten mucho xfa
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Abrió la puerta de la entrada lentamente, rezando para que nadie la mirara en ese humillante estado.
Su cabello estaba hecho un completo asco, al igual que su maquillaje totalmente corrido.
Tenía el labio partido, las marcas de unos dedos en sus mejillas, en su cuello y estaba segura de que aún tenía restos de semen en su cabello igual que en su playera.
Acababa de acostarse con tres chicos, si, tres.
Y todos la trataron como a una vil muñeca, ni siquiera le preguntaron qué era lo que quería, no, ellos simplemente le ordenaron que hacer mientras se complacían con su cuerpo.
Había estado bien.
Aún le ardía el pecho y el estómago, pues uno de ellos había vertido cera caliente sin avisar y a pesar de que la hizo gritar y llorar no se detuvo.
Hailey sabía que estaba mal, terriblemente mal no tener comunicación con su pareja (o en este caso su trío) sexual, o dejarles hacer lo que quieran a pesar de todo lo que le pudiera doler.
Pero simplemente no podía evitarlo, solo pasaba.
Cómo esa tarde, por primera vez había tenido sexo anal y definitivamente no le gustó, ni siquiera quería tenerlo, pero solo se quedó callada, mientras le chupaba el pene a otro de los chicos.
-Hailey.-llamó Timothy desde la cocina.
Cuando la menor se giró a verlo, el pelinegro frunció el ceño al notar el estado en el que se encontraba su hermana menor.
-¿Estás bien?-preguntó, luciendo preocupado, Hailey solo quiso reírse en su cara.
-¿Te importa?-respondió brusca, acomodando su cabello, arrepintiéndose al instante.
Si, tenía semen en el cabello.
Y aún sentía sus muslos pegajosos, al igual que los pechos y la espalda.
Sintió sus ojos cristalizarse al recordar lo increíblemente humillada que había sido hace tan solo veinte minutos.
-¿Que tie...-la menor lo interrumpió con molestia.
-Dios, deja de fingir una mierda Timothy y cierra la puta boca.-exigió en un ladrido, caminando rápidamente hacia las escaleras.
-¡Hailey!-llamó el mayor en un grito, pero ella solo lo ignoró.
Caminó lo más rápido que pudo hasta su habitación, deseando darse una larga ducha que eliminara aquella sensación de su piel, mientras lloraba.
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-Why would I do without you? Why would I do without you? Oh Mr. Watson.-cantó en voz baja, mientras golpeaba su labio con el lápiz cuando la puerta de su habitación se abrió.
-Hummm hola Hailey.-murmuró la voz nerviosa de Timothy, mientras miraba incómodo hacia el piso.
La menor no pudo evitar rodar los ojos, mientras continuaba cantando mentalmente.
-¿Ahora qué?-preguntó aburrida, balanceando sus pies en el aire, sin importarle ni un poco estar en ropa interior.
No es como si nunca la hubiera visto en bikini o bragas.
-Nate y yo vamos a ir al cine y después comeremos en Pizza Hut, ¿quieres ir?-preguntó mirándola finalmente a los ojos.
La menor bufó, mientras volvía a rodar los ojos.
-Obvio no.-respondió, regresando la vista al libreto de la obra, en donde hacía unas cuantas de anotaciones.
-¿Que es eso?-preguntó curioso en un susurro, mirando el guion.
La teñida lo miró como si estuviera loco.
¿Desde cuando su hermano se preocupaba por lo que le pasara a ella?
Mejor aún, ¿desde cuando le hablaba?
-¿Sigues aquí? Largo.-dijo la menor en un gruñido, señalando la puerta con su lápiz rosado.
Pero el pelinegro parecía no escucharla, pues se adentró más en la habitación llena de fotos y posters de cantantes.
-Hace mucho no entraba a tu habitación.-susurró, estudiando una foto de una sonriente Hailey junto a Florence.
Hacía tanto que no veía a su hermana sonreír que realmente había olvidado lo bonita que se veía.
-¿Que no escuchaste, idiota? Vete de aquí.-dijo molesta, tomando una almohada y lanzándosela con fuerza a la cara.
Timothy solo suspiró débilmente, levantando la almohada del suelo, dispuesto a entregársela a la menor.
Pero no pudo evitar fruncir el ceño al notar los cientos de marcas en el semi desnudo cuerpo de su pequeña hermana.
Hailey solo respiró con fuerza al notar como la miraba, y terminó por lanzarle otra almohada.
-¡Sal de aquí Timothy!-gritó.
-¿Que es lo que te pasó Hai?-preguntó en un susurro, luciendo preocupado.
Y lo estaba, porque además de tener chupetones y unos cuantos rasguños, también tenía palmas y dedos marcados, como si la hubiesen golpeado, y en su estómago parecían haber quemaduras de cigarro.
-Jesús, eres un idiota.-gruñó, la chica, lanzándole el lápiz.-No me llames así.
Solo Florence puede llamarme así. Pensó.
-Hailey...¿alguien...alguien te hizo daño?-preguntó en un susurro, intentando acercarse a ella.
La menor rodó los ojos y bufó.
-Si no sales de mi habitación voy a decirle a mamá que estás molestándome.
-Genial, entonces podrías explicarle porque tienes todas esas marcas horribles.-murmuró.
La menor soltó una risa, negó y lo miró divertida.
Como si le importara.
-Véte ya de mi cuarto.-susurró, dejándose caer en el colchón de nuevo, sobre su abdomen.
Tomó el libreto y comenzó a repasar.
Timothy no se movió de su lugar ni hizo el amago de salir de la habitación, en cambio se sentó sobre el piso y la miró en silencio.
Pasaron unos largos veinte minutos hasta que el pelinegro volvió a hablar.
-Eso...eso es de la obra de tu escuela, ¿verdad?-preguntó, moviendo nervioso sus dedos.
Hailey ni siquiera volteó a verlo, lo ignoró como él y Nate siempre la habían ignorado a ella, desde que los tres eran niños.
-En la que tienes el papel principal, ¿no? Eso es....es genial, Hailey.-susurró, rascando su mejilla nervioso.-No sabía que te gustaba actuar.
-Normal, no me conoces.-murmuró fría, sin dejar de mirar el guion.
En ese momento la realidad golpeó a Timothy.
Era verdad, a pesar de ser hermanos y vivir juntos desde que ella nació, no se conocían en absoluto, Timothy se dió cuenta de que realmente no sabía nada de su hermana, ni siquiera recordaba exactamente en que grado iba.
Y esas medallas que colgaban detrás de la puerta, ¿que demonios había ganado?
De no ser porque Hailey ponía música a todo volumen ni siquiera sabría que ella era fan de Harry y todos esos cantantes de pop.
¿Que tan patético era eso?
-Siento no conocerte Hailey, de verdad, yo...
-¿Quieres callarte? Dios, que molesto eres.-rugió, soltando bruscamente el libreto contra el colchón.
-Pero...Hailey, intento hablar contigo.-susurró.
La chica rió con amargura.
-Piensas que me violaron, ¿no?-preguntó mirándolo con desaprobación.-Por eso vienes a molestarme.
Timothy desvío la mirada a sus manos, mientras apretaba los labios.
-Estoy preocupado por ti...-la risa irónica de Hailey lo hizo avergonzarse.
-Pues no lo estés, no, no me violaron, simplemente soy una puta a la que le encanta el sexo, ¿ya?-dijo molesta.
Timothy la miró fijamente.
-¿Y porqué estabas a punto de llorar Hailey?-preguntó en voz baja.
-Maldición, que irritante eres.-murmuró, levantándose.
Tomó su celular del escritorio y caminó hasta el baño, cerrando de un portazo.
Se miró al espejo en silencio, se mordió la lengua y miró como sus ojos se enrojecían.
Si, en realidad nunca nadie la había violado, pero tampoco era como si lo disfrutara mucho.
Solo le gustaba olvidarse de las cosas y dirigir su atención al dolor en su cuerpo era una forma excelente de hacerlo.
Creo que jamás me sentí tan patética y sucia en mi vida entera, solo quiero llorar, uno de ellos me quemó con cera y otro me obligó a tragarme su semen, Joder, solo quiero dejar de sentirme así. Me doy mucho asco.
Cuando una lágrima cayó por entre sus pestañas, negó rápidamente, desbloqueando su teléfono.
Lo pensó un par de minutos, pero terminó por enviarle un mensaje a aquel bello rubio de ojos verdosos.
Tu:
Te extraño.
Y te necesito.
Dime que quieres verme y correré a tu casa ahora mismo.
No pudo evitar la sorpresa al recibir una respuesta.
Pero la sonrisa en su cara se borró automáticamente al leer el texto.
Chris:
Hailey, te dije que no enviaras mas mensajes.
Y entonces si se permitió llorar, sin importarle que el idiota de su hermano la escuchara.
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