PRÓLOGO
00. El primero en ser el último.
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—Si te quedas como civil puedes graduarte este año. Así aún estarías a tiempo para dar el examen de la universidad de Seúl.
—Estoy feliz con mi decisión. Me retrasé un poco. ¿Qué más da? Estoy sano ahora. Lo haré mejor esta vez —respondió el joven bajando la ventana del auto para sentir el aire de la carretera mientras intentaba ignorar a su hermano.
No quedaba mucho camino por recorrer. Los campos de cultivos que podían verse al pasar parecían vastas cortinas verdes de hortalizas que descendían entre las montañas.
Desde el momento en el que subió al auto supo que tendría que lidiar con la preocupación de Namjoon durante todo el camino. Taehyung intentaba aparentar que no se daba cuenta de la forma en la que su hermano le veía por el retrovisor desde el asiento del piloto para evitar que siguiese hablando.
Le dijo al menos unas cinco veces que se lo pensara bien antes de regresar a la academia, incluso había hecho que Seokjin lo llamase desde el servicio para intentar persuadirlo. Lo que fue una estrategia muy sucia por parte de ambos cuando lo abordaron preguntando si alguien más lo estaba forzando a ir o si estaba en peligro como si de una intervención de alcohólicos anónimos se tratara.
Aunque no podía culparlos. Sus hermanos pensaban que lo estaban obligando a regresar, cualquiera lo creería; pero no. Para Kim Taehyung era un verdadero honor poder culminar su entrenamiento.
—Taehyung, solo quiero asegurarme de que estés bien con esto. Por lo feliz que te veías... Pensé que te quedarías en la ciudad. Ya sabes. Seguir practicando...
Taehyung carraspeó con la garganta para detenerlo y repetirle que no se preocupara. Pero su madre habló antes de que él lo hiciera.
—Namjoon, deja de molestar a tu hermano. Viniste aquí como apoyo moral, no como dolor de trasero. —Intervino ella, que, a su lado en el asiento del copiloto, le retó—. ¡Está en sus venas! No le quites el impulso.
—Está perdiendo un año escolar voluntariamente, mamá. ¿No debería preocuparme por eso? Me da ansiedad sólo de pensarlo.
—A ti todo te da ansiedad —se burló otro de sus hermanos, uno de los dos menores que viajaban apretados con Taehyung en la parte de atrás del auto.
—La pregunta correcta sería: ¿Qué "no" le da ansiedad? —agregó el otro pequeño.
Taehyung sonrió, había malcriado muy bien a sus hermanitos. Sus queridos monstruos siempre saltaban a la defensiva cada que alguien lo molestaba.
—Mamá, controla a tu tropa. ¿Quieres? —dijo Namjoon.
—Pero hijo, tú te lo buscas —se burló su madre—. Tú ya pasaste tu entrenamiento, al igual que Seokjin. Es el ejemplo que Taehyung recibió de ustedes, y el que le dará a Beomgyu. Además, de ustedes cinco, Taehyung siempre fue el más emocionado con la idea de ser como su general, así que no le mates la emoción. Deja que tu hermano haga lo que tenga que hacer.
—Llamarle "General" a papá cuando estamos fuera de servicio da más pena ajena de la que soy capaz de soportar.
—¿Debería llamarte teniente Kim a ti, digo, para que sea más vergonzoso? —dijo ella.
—Solicito permiso para cambiarme de familia.
—Permiso denegado, teniente.
Taehyung los escuchaba desde los asientos de atrás, seguro de que esa charla no tenía sentido. Aunque le resultaba gracioso. Namjoon no tenía muchas vacaciones y las estaba desperdiciando, llevándolo a la academia y discutiendo con su madre. Sabía que él no estaba del todo contento con su decisión, pero no había mucho que pudiera objetar para hacerlo cambiar de parecer.
—¿Podríamos solo... dejar de hablar del tiempo que tardaré? —dijo finalmente Taehyung, con tono molesto, sin dejar de observar los campos que parecían lucir más distantes y opacos entre más avanzaba el auto, logrando así que su hermano y madre dejasen de hablar sobre él.
La academia militar West Coast, en las afueras del distrito era, no solo el boleto de entrada a la carrera militar que tanto deseaba, sino también ese sueño que tuvo desde niño por fin a su alcance.
Había esperado este día por mucho tiempo. Dieciocho meses, dos semanas, cuatro días y exactamente tres horas desde que despertó esa mañana. Estaba a pocos kilómetros de la entrada, las ansias de estar de nuevo dentro de la academia eran más y más notorias mientras veía el edificio a la distancia.
De nuevo, sí. Volver a empezar. Por mucho que le gustara decir que era un alumno nuevo, no podía. No pretendía negarlo. Era solo que la primera vez que lo intentó no salió tan bien.
Estudió su primer año; el mejor de su clase, justo como sus antecesores; todos decían que él tenía madera y sangre para liderar a todo un ejército. Y aunque él también lo sentía, antes de comenzar el segundo año se enfermó tanto que tuvo que desertar del entrenamiento.
Ahora, con una de las mejores condiciones físicas que había tenido en su vida, se había dispuesto a terminar el último año de su entrenamiento; pero la jerarquía es una mierda y, según esta, para obtener sus honoríficos, debía cursar todos los rangos militares.
Así que ahí estaba, mandando todo su segundo año de universidad civil al carajo para reclamar ese rango por el que había esperado tanto.
Tal vez estaba obsesionado, o su ego era mucho más grande de lo que le gustaba aparentar. De todas formas, no era como si se esforzara por ocultarlo, todos en su familia sabían de sobra lo mucho que Taehyung deseaba esto.
Kim Taehyung era el tercero de cinco hijos. A sus padres no les molestaría tener un sexto porque la idea de tener su propio equipo de batalla los mantuvo lejos de todos los panfletos sobre vasectomía que Taehyung les dejó en la mesa antes de que le dieran otros dos hermanos.
No pudo disfrutar su reinado de hermano menor por mucho tiempo. Sin darse cuenta ya tenía de hermanito a Beomgyu y luego de Beomgyu a Jisung.
Aunque admitiría que amaba el hecho de que ambos estuvieran en su fase de venerarlo. Un par de años más cuando llegaran a la pubertad y perdería a sus sirvientes. Es decir, era demasiado grande para sentarse a jugar con ellos, pero muy joven para seguir a sus otros hermanos, con quienes ya no tenía mucho en común.
Sus hermanos mayores; Seokjin, capitán navío, la armada. Fascinado por el mar y apestar a pescado. Era feliz en los buques del gobierno, llevaba tanto tiempo en servicio que a Taehyung no le sorprendería que supiese comunicarse con los tiburones.
Namjoon, el segundo, teniente de la fuerza aérea. Sus padres decían que sus primeras palabras fueron "despejen la pista". Era tan buen piloto en el cielo que se daba el lujo de conducir el auto con sandalias mientras lo veía preocupado por el retrovisor.
Ambos eran muy distintos, desde su hablar hasta sus ideales. A pesar de eso, al igual que sus padres, se habían graduado de esa misma academia a la que se dirigían, como primeros de su clase y grado honorífico de sargentos.
Porque sí, aunque se habían conocido cuando eran sólo unos cadetes, papá era general del ejército nacional y mamá comandante en la guardia costera.
Estaba por demás decir que su familia era peculiar. Todos aprendieron a caminar con botas de atar y tenían una vieja granada como centro de mesa en el comedor.
Luego estaba él, repitiendo el segundo año. Una mierda todo.
Cuando por fin llegaron, descendió del auto con las ansias de reivindicarse.
El aire fresco de la mañana le golpeó el rostro. Inhaló con fuerza, cerrando los ojos antes de exhalar y ver al resto de personas que entraban. La academia se encontraba en un terreno extenso en cuyo punto más alto se encontraba el edificio central y, bajando las montañas entre el camino de tierra, los dormitorios de cada grupo.
Lo primero que le llamó la atención fueron los tres estandartes con bordados de aves colgados desde los balcones principales del gran edificio. ¿Nueva administración? Quizá.
Su hermano le abrió el baúl del auto, así que se movió para sacar su maleta. Pero al avanzar le tiraron de su chaqueta.
Llevó su vista al interior del auto y se encontró con los dos niños que lo veían tristes.
—Taehyung... No te vayas —murmuró Beomgyu—. Puedes ser nuestro sargento.
—Sí. Prometemos obedecerte en todo. Seremos el mejor equipo —apoyó Jisung.
Él suspiró. Namjoon también lo veía sin decir nada. Y no entendía por qué todos parecían estar inconformes.
—Chicos... Ustedes ya son el mejor equipo. ¿Sí, soldados? —dijo inclinándose un poco dentro del auto—. Les dejo la tarea de cuidar la base. ¿De acuerdo? —Ambos se lanzaron a abrazarlo.
—Te echaremos de menos —dijo el mayor de los dos.
—Y yo a ustedes...
Sí. Se había acostumbrado a su familia. Y esto le estaba resultando un poco difícil pero sabía que era el camino correcto.
Se despidió de ellos con un abrazo a mamá, y el apretón de manos de Namjoon ante la mirada de los hermanitos que lo veían como el héroe frente a esa gran reja.
Entonces entró. Fue hasta ese momento que tragó en seco. Ya no había marcha atrás, tenía que lograrlo.
Y así, con la determinación (y el odio), que estuvo guardando por más de un año, caminó seguro por la vereda hacia el patio central donde acostumbraban a formarse.
Era fácil reconocer a los chicos de primer año. Mientras aparcaban pudo contar al menos seis chicos abrazándose a sí mismos, de cuerpos escuálidos y ojos vidriosos. Algunos llorando en los autos de sus padres suplicando que no los dejasen ahí. Tan asustados, temerosos de la gran puerta y los oficiales que los veían como carnada.
Taehyung observó los números en la pared bajo los grandes estandartes.
Aunque el ambiente le resultó confuso. No recordaba el lugar así. Había números en la pared bajo las banderas, además de muchos guardias. Tiró de la correa de su mochila al caminar siguiendo a los otros estudiantes que al igual que él se movían para entrar al edificio.
Había redoblantes. Y una banda de alumnos que tocaba como dando la bienvenida. Eso era nuevo, antes no tenían permitido siquiera hacer ruido. Pero la música lo estremeció.
Las trompetas le hicieron sentir como lo que era. El soberano que volvía a su reino.
Las cosas en la academia eran simples, solo había dos clases de soldados: los líderes y los subordinados. Pero como en todo, los líderes eran la minoría.
A los líderes de grupo se les daba funciones específicas y tareas adicionales para supervisar a sus compañeros. Y si mantenían ese liderazgo durante todo el entrenamiento, al iniciar el tercer año, se les nombraba con el grado de sargentos, el rango más preciado por todos los cadetes de esa academia.
La estrategia era darle poder a un soldado para enloquecer al resto.
El primero en sobresalir sería el líder. De ahí en adelante, la rivalidad entre todos los haría competir por el mejor promedio, la mejor destreza; pero los acercaría lo suficiente como para aprender a seguir órdenes sin discutir.
Sonaba cruel. Pero el resultado serían hombres disciplinados con una voluntad inquebrantable.
Taehyung observó con curiosidad a los chicos de su curso. Esperaba que el resto de sus compañeros fueran más bajos que él, pero esto era demasiado, algunos parecían recién salidos de la secundaria.
Se había mentalizado al hecho de que sería el mayor de su grupo; la idea no le encantaba, pero sí le daba una ventaja. Porque así sería más fácil recuperar su titularidad.
Bien. El chico llenito que tenía la maleta de Ice Age se veía algo rudo. Él podía ser su competencia. O qué tal, el moreno con el ceño fruncido parecía intimidante.
Beh. ¿A quién quería engañar? Ninguno tenía oportunidad de ganar contra Taehyung.
—¿Kim? ¿Kim, eres tú? —Escuchó detrás de él, la segunda vez que le llamaron sonó más cerca—. ¡Hijo de perra, volviste!
Taehyung volteó a ver, encontrándose con la amplia sonrisa del joven de prolijo uniforme verde que se acercó a él con los brazos extendidos.
—¿Jimin? —dijo caminando en su dirección, feliz de ver una cara conocida entre todas las personas. Pero al hacerlo, notó con claridad la banda roja que traía en el brazo y que le identificaba como líder de grupo.
—Sargento Park para ti —respondió el uniformado, dándole una sonrisa, seguida de un apretón de manos que terminó en un abrazo.
—¿Quién diría que tú serías el elegido de nuestro año? ¿Eh?
—¿Qué puedo decir? Sin ti aquí, nadie más logró alcanzarme. —Bromeó—. Taehyung, es increíble que estés aquí. Dos de mis cadetes todavía tienen pesadillas contigo. ¡Quiero verlos orinarse en los pantalones cuando te vean!
—No era un líder tan cruel...
—No. No. Solo eras un dictador tirano. Ligera diferencia. Hitler se habría llevado bien contigo.
—Jódete —dijo en medio de una risa y un golpe en el hombro—. Sabes que tú siempre serás mi Stalin.
—Ows, yo también te extrañé. —Jimin pestañeó fingiendo estar abochornado antes de cruzarse de brazos—. Pero no creas que te tendré consideración por eso. Llegas tarde. Así que ve a dejar tus cosas y vuelve cuanto antes. Todo tercer año está haciendo guardia con el ingreso de los nuevos cadetes.
—Sí... sobre eso. Yo...
—¿Tú qué?
Taehyung suspiró. Pasó de ser el número uno a ser nadie.
—Me degradaron, Jimin. Estaré con el grupo de segundo año.
—¿Con los cuervos? —Su confusión fue evidente—. ¿Y qué haces aquí? Todos los cadetes de segundo año vinieron hace una semana.
—¿Los qué? —Agitó la cabeza—. Pero hoy inicia el semestre.
—Su sargento los hizo venir antes a todos para entrenar previo al inicio de clases. Han entrenado como locos desde que llegaron. Bueno, los que sí se tomaron vacaciones, algunos ni siquiera se fueron. Están un poco locos. No tardarán en volver, los vi trotando hace un rato.
Su... ¿Su qué? Taehyung dejó de escuchar después de eso. Los grados honoríficos se otorgaban hasta su último año. ¿Qué carajos?
—¿A qué te refieres con "su sargento"? —cuestionó inquieto; pero su expresión pareció divertir a Park.
—Es solo una broma local. El líder del grupo de segundo año parece una máquina. Es tan hábil que sus compañeros ni siquiera intentan superarlo, lo siguen sin discutir órdenes. Así que le quedó el apodo.
Taehyung le vio confundido, dándole una mirada rápida de nuevo al moreno cerca de ellos que intentaba ocultar que estaba comiendo chocolate.
—¿Estás jodiéndome, cierto? Ninguno de estos chicos se ve así. Por favor, la única máquina que podrían ser sería una expendedora por tanta golosina que deben traer de contrabando.
Jimin sonrió cuando escuchó voces fuertes a la distancia. Kim Taehyung fue su amigo durante todo el primer año. Lo apreciaba. Era una de las personas más inteligentes que conocía y parecía haber ganado bastante musculatura, así que se atrevería a decir que tendría más resistencia. Pero esos chicos...
Jesús. Esos chicos iban a comérselo vivo.
—Kim —llamó Jimin—, ese es el grupo de primer año —indicó viendo a los chicos temerosos de los que Taehyung se burlaba, para luego decir—: Tu grupo está por allá —antes de señalar con el pulgar detrás de sus propios hombros.
Taehyung alzó la vista, dando un par de pasos al frente para observar al grupo de jóvenes fornidos que subían trotando por la parte baja de la colina. Sin detenerse incluso si sudaban por el calor del sol que encandiló un poco a Kim.
Se fijó en ellos. En especial, en ese que trotaba al frente sosteniendo una bandera mientras gritaba al preguntar:
«¿¡Para qué entrenamos!?»
«¡Para ganar!»
«¿¡Cuándo nos detenemos!?»
«¡Nunca!»
«¿¡Quién puede vencernos!?»
«Nadie».
—¿Ese es el supuesto sargento? —cuestionó sin dejar de ver al chico de cabello oscuro y nariz recta. Más para sí mismo, sin esperar una respuesta, pero recibiendo una de Jimin.
—Sí. Es toda una eminencia aquí. Estoy celoso de que lo sigan como borregos.
El líder estaba en forma; pero no era el más musculoso. De hecho, había algunos chicos que se veían más fuertecitos que él. "¿Estos comieron esteroides?" Pensó Taehyung.
—Descuida. No será por mucho tiempo —dijo y Jimin ladeó la cabeza.
—¿De qué hablas? No me digas que sigues con eso de ser "el primer lugar".
—Es lo único por lo que regresé, Park. Así que el sargento de plástico puede irse retirando.
—Suerte con eso. Jungkook ya te lleva mucha ventaja adoctrinando a su tropa—soltó Jimin seguido de una carcajada.
—No hay problema. Puedo darles un nuevo Dios.
Cuando el grupo llegó a la planicie, siguieron trotando camino a los dormitorios. Pero Jimin se movió para atraer su atención. Un año y Kim no había cambiado ni un poco. Esto sería tan entretenido.
—¡Cadetes! —gritó Jimin para dispersarlos—. ¡Hora de desayunar! —Tras avanzar unos pasos, demandó—: Jeon, ven acá —haciendo al chico redireccionar sus pasos ahora hacia ellos.
—Oye, ¿qué haces? —dijo Taehyung, tomándolo del brazo.
—Te entrego con tu sargento.
El chico se movió veloz hacia ellos. Se paró con la espalda recta frente a Jimin y lo saludó con respeto, colocándose el dorso de la mano en la frente.
Entonces Taehyung pudo ver de cerca a la afamada "máquina", que lució desconcertado de que un superior lo llamase. Usaba su uniforme a medias. Los pantalones de camuflaje, una camiseta blanca sin mangas, y aún no se había cortado el cabello al ras. Muy desaliñado para ser un líder, según Kim.
—¡Sargento Park! ¡Buenos días, señor! —dijo.
—Descanse, Cadete —respondió Jimin para indicarle que bajara la mano—. Será rápido. ¿Pasó asistencia esta mañana?
—Sí, señor.
—¿Y no notó que le hacía falta un cadete?
—Sí. Señor. Fue reportado a los superiores por la mañana. Estoy a la espera de la confirmación de su ausencia para darlo de baja y reubicar al resto del grupo.
"¿Darlo de baja? Este hijo de..." Pensó Taehyung.
—No hay ausencia. Su grupo está completo —dijo Jimin—. El cadete Kim Taehyung se estará integrando a su equipo a partir de este momento. —Luego se dirigió a su amigo—. Kim. Jeon Jungkook, el caudillo de tu grupo, te ayudará a instalarte.
Taehyung extendió la mano para saludarlo. Pero Jungkook no la tomó, solo la observó, antes de examinarlo de pies a cabeza con la vista.
—Disculpe, señor —intervino Jungkook pasando su vista a Park—. Aun así, debo reportar la ausencia.
—¿¡Qué!? ¡Pero estoy aquí! —reprochó Taehyung dando un paso al frente.
—No hables si tus superiores no te lo autorizan — respondió entonces Jungkook. Sin siquiera voltear a verlo.
—Es el primer día —Jimin carraspeó con la garganta, avanzando para que Taehyung no lo hiciera—. No amerita falta, no se habrá perdido de mucho —añadió para controlar la situación. Pero Jungkook pareció inconforme.
—El entrenamiento comenzaba a las seis, y son las nueve—comenzó a explicar—. Le tomará media hora buscar nuestro edificio, y luego otra media hora para ubicar su habitación. Dejará sus cosas, y se cambiará de uniforme, lo que le llevará al menos cuarenta y cinco minutos. Sin darse cuenta será medio día y habrá perdido horas que sus compañeros sí entrenaron. Disculpe, pero debo ponerle la falta.
—Nadie me informó que comenzarían antes. —Taehyung frunció el ceño cuando intervino y el joven volteó a verlo. Jeon Jungkook tenía su misma estatura, ojos oscuros y una mirada tan ambigua que Kim no supo si se estaba burlando de él o si lo estaba juzgando.
—No me hagas ponerte otra falta —dijo Jungkook.
—Bien. Tiene razón, Cadete. Aunque debió ser error de comunicación. Así que lo dejaremos solo en una llamada de atención verbal.
—Disculpe, Señor —intentó objetar de nuevo; pero Park lo calló.
—¡No discuta, cadete! ¡Es una orden!
Jungkook volvió a enderezar la espalda y, confundido, parpadeó un par de veces. No era común para él que sus superiores le gritasen.
—Sí, señor —respondió al sargento Park.
—Bien. Puede retirarse —indicó Jimin al cadete Jeon, que asintió a regañadientes y se quedó callado.
Jungkook le dio una vista rápida a Taehyung. Ese raso traía la palabra "problemático" escrita en la frente. Peor aún, tenía una sonrisa burlona y unos ojos tan cínicos que le mantuvieron la mirada sin miedo.
—Bienvenido, Kim. No vayas a ensuciarte las botas —terminó, con una sonrisa molesta.
Finalmente, les dio la espalda para caminar de regreso al edificio principal, sin darle tiempo a Taehyung de responder.
—¿Me acaba de insultar? —dijo Taehyung, viéndolo al alejarse por la planicie.
—Insinuó que no durarás mucho aquí.
—¡Dios! ¿¡Qué haré ahora!? Él no tiene fe en mí —se mofó Taehyung, sarcástico, mordiéndose un poco la lengua cuando lo perdió de vista, para luego comenzar a reír—. Creo que le cai bien.
—Vaya, dos minutos. Tiempo récord para hacer amigos —se burló Park, cruzándose de brazos—. Olvidaba que eres "encantador".
—No me jodas. ¿Ese es tu sucesor, "sargento"? —le retó a Jimin, que permaneció en silencio un par de segundos. Nunca le agradó Jungkook lo suficiente—. ¿Seguirás regañándome?
—Es bastante odioso. Pero eso no es asunto nuestro.
—Eso suena a que me das tu bendición para fastidiarlo —dijo Taehyung , sonriendo a medias; pero Park negó con la cabeza.
—Solo ve a instalarte y no te metas en problemas. ¿Quieres?
—De acuerdo, Park. —Obedeció Taehyung, feliz de que al menos tenía a alguien de su lado. Entonces tomó sus cosas y antes de comenzar a caminar dijo—: gracias por ayudarme. Te debo una. Y descuida, solo ti, prometo que pronto, su banda de líder, la tendré yo.
No había comenzado bien; pero Taehyung no tenía pensado dejarse mandar por un tipo arrogante con aires de rectitud.
Comenzó a caminar, pero su amigo le llamó.
—Oye, Taehyung. Me retracto—dijo con una sonrisa—. Hazlo llorar sangre.
Taehyung sonrió. Cualquiera que lo conociera sabría que no tenía muchos límites morales. Y todos los cadetes que regresaron a casa a llorar con mami podían confirmarlo. Ese pobre no tenía idea de lo que le esperaba.
Era evidente que Jeon Jungkook se creía el mejor del lugar. Pero no más.
El verdadero sargento había regresado.
Mayoritariamente ficción.
Contenido homosexual.
Lenguaje soez e insultos. Contenido sexual. La historia no busca romantizar ninguna conducta tóxica, ni fomentar la violencia de ninguna forma.
Hice este manuscrito con la intención de ejercitar mi escritura. Por esto, la historia se encuentra en constante edición para su disfrute y mejora.
Me tomó un tiempo recuperar mi confianza para publicar historias. Esta es una comedia enemies (rivals) to lovers que llevo algún tiempo escribiendo. Era un borrador pero me convencí de subirlo.
Si te ha gustado la idea tanto como a mí cuando me animé a escribirla déjamelo en un comentario y gracias por leer.
ig/ @jayspace.x
twitter/@incompletelyrcs
Manténgase con vida. J.S.
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