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Capítulo Uno



01. El recién llegado.


Si había algo que caracterizaba a la Academia Militar West Coast era su discreción.

Cualquier persona que hubiese pisado esos campos lo sabía. Era una cuestión de honor acatar órdenes y mantener en duda cualquier cosa que sucediera detrás de las rejas de la entrada.

A diferencia de las elegantes escuelas del centro de la ciudad, la academia no tenía camino de asfalto, se encontraba más allá de un valle al que solo se podía llegar subiendo por la terracería desde el pueblo más cercano.

La ruta casi no estaba señalizada a propósito y entre más se avanzaba por la cuesta, más densa se volvía la neblina. Una vez en la planicie de la entrada ya no había muchas opciones para intentar regresar.

Todo lo que había por delante era subida.

Aun así, Kim Taehyung conocía bastante bien el camino. La primera vez que estuvo frente a ese edificio tenía poco más de ocho años. Recordaba el frío, al entonces coronel saludar a su padre como los amigos que eran y ver a Seokjin con sus maletas a través de la reja. Recordaba bien el enojo en su mirada, porque fue contrario a la resignación que mostró Namjoon, al año siguiente cuando él también tuvo que enlistarse.

Más allá del descontento de sus hermanos, recordaba las banderas nacionales ondeando como símbolo de valor en lo alto del edificio. Y si las historias que sus padres contaban eran ciertas, el nombre de ese lugar sonaba igual que la palabra "destino".

Pero ahora que estaba de regreso, su emoción se había transformado en desconcierto.

El edificio escolar, al que llamaban "el cuartel general" se conformaba por largos corredores que le daban una forma rectangular dejando un gran espacio al aire libre en el centro.

Tenía paredes altas, adornadas con ladrillos color ocre alrededor de las ventanas y no solía haber luces en el exterior además de un par de focos medio funcionales colgados en las columnas laterales.

A decir verdad, a Taehyung siempre le resultó un tanto intimidante la fuerza que sus paredes inspiraban. Esa escuela solía ser un altar a todo lo rústico y viril.

¿Qué jodidos le pasó?

Taehyung entró al edificio y se quedó quieto. Lucía limpio. Demolieron las paredes y el primer piso dejaba expuestos los corredores desnudos que daban directamente al patio.

Al fondo, en el balcón del segundo piso, colgaban los mismos estandartes que en el exterior, junto a la bandera de la academia.

Kim Taehyung avanzó por el corredor con su maleta en el hombro, observando con cautela.

La sombra de las columnas se proyectaba en las puertas cerradas de los salones del lado contrario. Puso su mano sobre la pared donde la abolladura que causó hace tiempo debía estar, pero ya no se veía. En su lugar, había una pintura de un General de rostro serio con muchas medallas en la solapa de su saco.

Sonrió un poco. Él, al igual que el hombre del cuadro, tenía un corte de mierda.

Kim Taehyung, solía tener el cabello al ras de la cabeza, por no decir que pasó rapado la mayor parte de su vida; pero fue hasta hacía un año que descubrió lo mucho que le gustaba peinarse cuando lo dejó crecer. Aunque eso era quizá lo más vanidoso que había descubierto sobre sí mismo.

Fue difícil tener que raparse de nuevo, por lo que esta vez optó solo por dejarse el cabello lo suficiente corto como para peinarlo hacia atrás, esperando que la disminución en los costados disimulara bien para que no lo obligasen a quitárselo por completo.

La academia estaba más silenciosa de lo que recordaba y había puertas nuevas en las que se fijó cuando siguió avanzando.

Demasiadas puertas nuevas para su gusto.

Subió lento por las escaleras del fondo. El segundo piso estaba destinado a las aulas y el tercero, a los dormitorios, ya lo sabía. Así que no se detuvo, siguió subiendo; pero se encontró una puerta que bloqueaba la entrada al último piso.

Tomó el pomo de la entrada, que intentó girar para conseguir abrirla; sin éxito, pues estaba con llave. Se recargó en la pared del costado y fue cuando notó por primera vez el grabado de la puerta:

"Golondrinas".

Bufó. Tener todo bajo llave era un poco excesivo a su parecer. En los tiempos de sus hermanos, no había ni una reja para dividir la entrada.

¿Ahora que se suponía que hiciera? ¿Esperar a que alguien se dignase a abrirle para dejar su maldito equipaje? Primero confunden fechas y ahora esto, la mala organización era insultante.

«A eso se refería el tipo ese con "le tomará media hora encontrar el dormitorio». Pensó al recordar a medias haber conversado con el supuesto encargado de su grupo.

Actualmente, era el único de su nueva tropa a quien conocía y, como si Taehyung no fuera lo bastante criticón, ya tenía muchas cosas que decir sobre Jeon Jungkook.

Empezando por su nombre, se llamaba igual que su perro. Lo que lo llevaba a cuestionarse si su perro tenía nombre de humano o si el chico tenía nombre de perro Schnauzer.

Parecía una persona agotadora a simple vista, había cruzado un par de palabras con él y le resultaba pretencioso. Se llenó la boca hablando sobre reglas; pero no le dio ninguna instrucción concreta para "guiarlo" como un sargento con lógica haría.

¿Liderazgo de alguien así? Ni una mierda.

Ese chico probablemente era uno o dos años menor que él. Incluso si tenían la misma altura, le resultó cómico. Su rostro era demasiado estático, algo molesto para alguien como Taehyung, que siempre intentaba leer a los demás. Ni siquiera quiso darle la mano como una persona normal. ¿Quién se creía? ¿El maldito Rambo?

Aun así, eso le daba un referente sobre él, su actitud dejaba una brecha de oportunidades y amenazas que, como buen estratega, podía identificar (al menos por la superficie).

Jeon Jungkook era territorial y desconfiado, eso se le notaba.

Taehyung había tratado con muchos hombres así en su vida. No le preocupaba. Él creció con cuatro de ellos, cinco si contaba a su propio padre. Es más, el mismo Taehyung era justo así. Salvo que él se divertía de ver a los demás demostrarlo.

El ruido de paso se hizo presente, este llamó su atención al hacerle voltear hacia el patio. Kim caminó hacia el balcón y se quedó de pie para ver desde arriba al grupo de cadetes vestidos de azul que entró.

Uno a uno, los jóvenes se fueron colocando ordenados en el patio, ante la mirada atenta de Taehyung, cuyo desconcierto pronto se convirtió en curiosidad al ver al cadete que dio un paso frente a ellos.

"—¡Cadetes! ¡Saluden! —gritó el joven—. ¡Oficial presente!"

Park Jimin.

¿Quién de todos esos inútiles esperaba tener que recibir órdenes de Park Jimin?

Ninguno, claro está.

Cuando Park llegó a esa academia no era más que un llorón asustadizo cuyos lamentos no dejaban a Kim rasurarse en paz.

No negaría que al conocerlo pensó en sacarle provecho a la poca confianza del chico en sí mismo; pero tenía agallas, y resultó ser mejor como aliado que como sirviente.

Verlo ser tan duro le hizo pensar que algo de su personalidad de mierda se le había quedado, así que sonrió complacido de que fuese él quien tomase su lugar.

Es decir, la vez que Park intentó desertar Taehyung casi le arranca un testículo de lo indignado que estaba. Lo hizo entrenar por semanas hasta que su temple se volvió inquebrantable. Antes de irse le advirtió que, si su poca autoridad hacía que su esfuerzo se desperdiciara, le arrancaría el otro; por fortuna para las pelotas de Park, parecía haber hecho un buen trabajo en su ausencia.

Un hombre mayor, quien era el coronel de la academia, se aproximó a ellos, y Park retrocedió. Todos le rindieron honores al doblar un poco la cintura antes de pararse firmes frente a él, con el dorso de la mano en la sien.

El grupo de jóvenes atendió a las palabras de bienvenida del coronel, incluso Taehyung.

El superior les agradeció su apoyo con la guardia matutina, diciendo que ellos eran ahora la mano derecha de los oficiales y recalcó que su valor estaba en las acciones que tomaban al actuar, antes de felicitarlos por su perseverancia.

Fue un recibimiento memorable que le provocó una extraña sensación. No solo se sentía ajeno, lo era.

Era su promoción y él no estaba con ellos.

—Cadete —llamaron detrás de él, con una voz seria que lo hizo ponerse firme al darse la vuelta, colocando los brazos tras su espalda—. Identifíquese.

El joven volteó de inmediato luego de sobresaltarse, y puso su espalda firme para saludar; pero tuvo que bajar un poco la cabeza al notar que su superior era un par de centímetros más bajo que él.

—Kim Taehyung, segundo año de formación, señor —dijo, el hombre pareció dudar, viéndolo de arriba a abajo con sus maletas.

—¿Qué hace fuera de su salón?

«Estaba teniendo un momento melancólico hasta que lo arruinó, gracias» Pensó Taehyung.

—Llegué esta mañana. Busco instalarme, antes de unirme correctamente a las actividades de mi pelotón.

—¿Recién llegado? —cuestionó a lo que Taehyung asintió con la cabeza—. Espero que sepa que la academia valora la puntualidad —lo reprende—. Venga conmigo.

Lucía joven para ser un oficial superior, tampoco tenía identificación o rango alguno bordado en su ropa. No le importaba recibir una respuesta, se dio la vuelta y Taehyung no tuvo más remedio que seguirlo, avanzando detrás de él por el pasillo.

Pasaron frente a los salones, llamando la atención de varios jóvenes que intrigados lo vieron desde el interior. Podía sentir sus miradas en la espalda mientras caminaba. Y él no tenía ganas de ser el espectáculo de nadie.

Por instinto, volteó a verlos con mala cara a la que todos reaccionaron evasivos, excepto por el joven de cabello negro que, le sonrió a medias, con burla al morderse un poco la lengua para evitar reír fuerte en clase.

Rambo, es decir, Jungkook estaba sentado en el primer asiento del salón por lo que la puerta abierta, le permitió seguirlo con la vista sin problema.

El superior guio a Taehyung hasta una de las nuevas puertas, que abrió para dejarlo pasar. Avanzó un par de pasos; pero al regresar la vista, Jungkook seguía viéndolo. Y lo hizo, hasta que la puerta volvió a cerrarse detrás de Kim.

La placa de la oficina le confirmó que no era uno de los comandantes. "Consejero escolar", alcanzó a leer cuando entró en la sala. Aunque no fue eso lo que le sorprendió, sino lo "amigable" que era la habitación en la que había entrado.

Había un frasco con dulces en el escritorio, y un póster con la frase "¡Tú puedes, soldado!" de un gatito con uniforme miaulitar, pegado en la pared del fondo.

—Veo que le gusta la decoración —dijo el mayor, caminando hasta su silla para sentarse—. En caso de que se lo esté preguntando, no, no soy un oficial. Y sí, puede tomar un dulce, son de menta.

Taehyung parpadeó, confundido. «¿Este lee la mente o qué? » Pensó.

—¿Cómo supo qué...?

—Parece alguien introspectivo. Además, estuvo callado durante cinco minutos viendo a su alrededor —comentó, divertido—. Min Yoongi, un placer. Tome asiento —indicó.

—Yo... —dijo Taehyung. Entonces avanzó, confundido, sentándose en la silla del lado contrario al escritorio.

—Sabe que todo su grupo comenzó hace una semana, ¿cierto?

—No lo supe hasta hoy, Señor. Hubo un error de comunicación.

—Fui yo el que mandó los sobres, podría jurar que envié el suyo —indicó antes de colocarse sus anteojos y enfocarse en la computadora—. Vemos... Veamos... Kim... Kim...

—Taehyung —aclaró él mismo.

—Kim Taehyung... Sí. Está en la lista, le enviaron toda la documentación a casa. No hay error. Debía estar aquí el lunes de la semana pasada, hoy corresponde darle de baja. Aunque me parece extraño que no le hayan reportado aún.

—La información debió perderse en el camino.

El consejero alzó la cabeza y sus cejas se elevaron frente a la pantalla.

—¿Qué tenemos aquí? —dijo—. Excelentes calificaciones. Aceptaron su deserción sin reprobar su año académico... Vaya. Un legado en la academia: padre, madre, hermanos... Eso no se ve muy a menudo.

—Como podrá notar, todo está en orden.

—Su expediente es... Interesante. Durante su año civil, estudió en Busan con gran éxito. ¿Qué lo motiva a regresar a la academia? —cuestionó, pero él chico se removió inquieto.

—Ya tuve esta conversación con mis padres y el coronel, no me siento cómodo teniéndola de nuevo —comentó Taehyung, seco, ante su mirada. Su rostro era amable pero sus ojos parecían examinarlo.

Taehyung era muy hermético con sus decisiones, y esta persona ni siquiera era un oficial. Era un maestro, si acaso. Así que se quedó callado, esperando que así el interrogatorio incómodo acabara.

El consejero solo asintió, sin objetar nada.

—Supongo que debo limitarme a darle la bienvenida de vuelta a Westcoast —declaró al abrir la gaveta del escritorio para tomar una carpeta y ponerla sobre la mesa—. Ya que lo veo desorientado, asumo que ha notado un par de cambios en la escuela, empezando por el edificio. Su pelotón ya no duerme aquí, le corresponde el grupo de los cuervos, ellos utilizan la cabaña del norte.

—¿Cabaña? —cuestionó incrédulo. Sus padres durmieron en la tierra, sus hermanos, apretados en el cuartel general y él tenía una cabaña. ¿Debería dar las gracias o preguntar dónde pagar la habitación de hotel?

—Sí. Baje por detrás de la colina, será lo primero que verá al acercarse. El cadete Jeon es el "sargento" de su grupo, lo mandaré a llamar luego de que terminen las clases para que le asigne un compañero de dormitorio y le explique el horario.

—¿No debería ser un superior quien lo haga?

—De momento, él es un superior —respondió sin alzar la vista—. Así que está obligado a encargarse de usted.

Anotó algo en una hoja antes de adjuntarla a la carpeta y extenderla hacia él. Taehyung tomó la carpeta. Era de color negro y tenía el dibujo de un ave además de la leyenda: "carroñero".

—¿Por qué un cuervo? —se limitó a preguntar. Pero no obtuvo respuesta. La trompeta que anunciaba las doce en punto resonó por todo el lugar.

—Será mejor que vaya por su almuerzo antes de bajar al dormitorio, únase a sus compañeros cuanto antes para recuperar el tiempo perdido. ¿De acuerdo? —dijo poniéndose de pie, para indicarle a Taehyung que debía marcharse—. Tiene permiso de retirarse —terminó.

Taehyung obedeció al levantarse, tomando sus cosas antes de dirigirse a la puerta. En definitiva, su regreso no se parecía en nada a lo que había imaginado que sería.

Se quedó fuera de la oficina viendo la carpeta en sus manos, luego de que casi le echaran.

La abrió, la primera hoja tenía una pequeña descripción de las jerarquías:

Primer año: canarios, color asignado: Verde oscuro. Ubicación: Bunker A.

Segundo año: Cuervos, color asignado: Negro. Ubicación: Cabaña Norte.

Tercer año: Golondrinas, color asignado: Azul oscuro. Ubicación: Cuartel general.

La suya estaba marcada.

Ser "el nuevo" le quitaba muchos puntos de ventaja a cualquiera.

Taehyung se sentía como si estuviese llegando a un nuevo planeta, en donde los otros habitantes que comenzaron a salir de los salones y a bajar por las escaleras contrarias lo observaban curiosos.

Portaban el uniforme azul oscuro que él debería tener. Y los hombros de sus camisas tenían un parche con un ave de alas extendidas, bordado con hilo dorado en ellos. Varios se fijaron en él, era evidente que Taehyung no pertenecía a su grupo, su uniforme era negro.

Taehyung siguió la fila que formaban hacía la cafetería que, afortunadamente, no había cambiado en nada. Se movió cargando sus cosas, hasta que le tomaron del hombro para detenerlo.

—Oye, ¿qué haces aquí? —cuestionó Park Jimin, que llegó a su lado, pero se mostró inquieto al verlo—. Te dije que buscaras tu dormitorio.

—Lo intenté —se excusó—; pero olvidaste comentar que esta ya no es academia, ahora es hostal de vacaciones.

—No me jodas, Taehyung. No es una ciencia exacta buscar tu dormitorio.

—Tuve que hablar con ese sujeto, ¿consejero? No sé, no recuerdo su nombre. Pero sé que pude haber evitado esa conversación si "alguien" Park hubiese sido más considerado conmigo.

—¿Estuviste hablando con Min? —preguntó Jimin.

—Sí, él. Me dio... Orientación. Creo. —Observó a su alrededor, los mayores tomaban sus almuerzos y se sentaban ordenados en las mesas sin levantar la vista—. Es un tipo muy extraño.

Jimin vio sobre sus hombros para asegurarse de que no hubiese ningún oficial cerca.

—No lo supiste por mí; pero ninguno de nosotros confía mucho en los superiores, así que todo lo manejamos internamente. ¿Entiendes? A la otra, pregunta a tus compañeros.

—Él parece inofensivo.

—Pero sigue siendo uno de ellos. Ten cuidado, no querrás quedar como traidor.

—¿"Uno de ellos"? —cuestionó Taehyung.

—La gente que vino después del incidente. Ya sabes, están aquí para guardar las apariencias de la academia. Pura mierda política si me lo preguntas. —Park dio un paso al frente. Tenía ideas fuertes con las que Kim fácilmente encontraba afinidad.

—¿Qué incidente? —dijo Taehyung avanzando en la fila, pero Jimin volteó a verlo con extrañeza.

—¿Tu familia no era una cosa, así como la fuerza x o algo? Tú deberías saberlo mejor que yo —Taehyung negó. La sensación de las miradas en su espalda y los murmullos eran bastante indiscretos.

—¿Si ubicas que estuve fuera de este mundo mucho tiempo, cierto?

—Se armó un gran escándalo. —Jimin extendió las manos frente a él cuando comenzó a explicar—. Salió en la televisión y todo. Nuestra gloriosa academia en letras rojas. ¿En serio no supiste nada? Tus padres debieron comentarlo. Una noticia de esas proporciones es imposible de ignorar.

—No. Mis padres estuvieron en servicio casi todo el año. No creo que estar en rumores sea lo suyo...

—Un par de horas y ya había un montón de habladores atraídos por la "brutalidad" escolar en la academia. Por eso mandaron a gente como Min para demostrar que es una escuela normal.

—¿Por eso parece un internado caro ahora?

—¿Cómo saberlo? Fueron muy reservados sobre eso. Creí que me darías nueva información. Qué decepción, no aportas una mierda al chisme.

—Tú tampoco estás siendo de mucha ayuda que digamos.

—Escucha. —Park se volteó ligeramente—. Nadie sabe con exactitud qué pasó. En lo que a nosotros respecta, la academia intenta incentivar la "sana competencia". Por eso nos separaron. Lo mejor es que te mantengas con tu tropa.

—¿Sana competencia? ¿Y esa mierda qué? ¿Traerán a Elmo y nos tomaremos todos de las manos?

—Es su fachada. Para ellos es más fácil decir: "Vean, tenemos una banda y pancartas de colores", que aceptar que nos tratan como mierda y un novato salió mal herido por eso.

El ejército siempre ha representado la fuerza del gobierno. Si Jimin no se equivocaba, eso enviaba un mensaje erróneo a la población. Ja. Sí era una cuestión política.

—No quieren más problemas... —dijo Taehyung. Bueno, al menos no eran más amigables, solo más falsos. Kim tomó una de las charolas cuando por fin llegaron hasta a la barra para recibir su almuerzo. Pero su amigo cambió de semblante cuando se acercaron al personal de alimentos.

—Por cierto, intenté llamarte —confesó Park—. ¿Dónde estabas? No había forma de localizarte. Y cuando por fin conseguí el número de tu casa, uno de tus cuarenta hermanos dijo que te mudaste al infierno. Ese pequeño grosero, me insultó y luego me cortó.

Taehyung sonrió. No necesitaba nombres, esa actitud era muy Beomgyu de su parte.

Cada día más orgulloso del error que parió su madre.

—¿Te estás quejando de mis hermanos menores? Tú. Diez años mayor que ellos. El sargento de la promoción.

—Por supuesto. Uno de esos infelices lastimó mis sentimientos. Merece un castigo. ¡Exijo que sea castigado!

—No es su culpa. Yo les dije que si no era alguien importante ni se molestaran en decirme.

Jimin se detuvo y lo vio con una ceja alzada mientras tomaba su almuerzo.

—Ya vi de dónde sacó la actitud de mierda. Eres un mal amigo. Me tuviste aquí, preocupado por meses.

—Yo... Estuve haciendo cosas —dijo a secas.

—Bien. No me cuentes nada; pero no me jodas cuando empieces a extrañarme.

Todo era muy confuso. Pero al menos Park no había cambiado nada. No era especialmente sentimental, pero era la única persona que era lo suficiente mezquina como para mentirle alguna vez.

Lo siguió hasta las mesas; pero Jimin carraspeó al darse cuenta de que venía tras él.

—¿Qué haces? —cuestionó. Reaccionando confundido a sus acciones.

—¿Me siento...? —respondió Taehyung ante la negativa de Park, quien no pudo responder porque otro de los cadetes puso su charola sobre la mesa, empujando la de Kim.

—No puedes almorzar aquí —dijo el tercero, sin darle mucha importancia a casi hacer que la comida terminara en el piso—. Vete. El cuartel es solo para último rango.

Kim Taehyung tenía muchas habilidades; pero memorizar nombres no era una de ellas. Alzó la vista para ver al sujeto que le echaba y, aunque reconoció su rostro, fue incapaz de llamarlo por su nombre.

—No quiero ser rudo contigo —dijo Park—. Pero te lo expliqué antes, nos separaron a todos. Solo los de último año pueden comer aquí. Tienes que irte, nos traerás problemas.

—Ya oíste al sargento. Así que largo —demandó el cadete que le veía con la mirada seria y cejas fruncidas.

—Oye, como te llames, esto no es la maldita "Chicas pesadas" —alegó—. No voy a irme solo porque...

No pudo prever el momento en que empujaron su cabeza contra la mesa. Su rostro golpeó la charola, de pronto tenía puré de papa en los ojos y a un chico sujetándolo de la nuca para que no pudiera levantarse. El golpe resonó tan fuerte que los otros cadetes se alertaron.

—¿Por qué le hablas así a tus superiores? ¿Eh? Eres un raso para nosotros, Kim. No tienes derecho a estar aquí.

—¿Kim? —Soltó una risa cínica que causó desconcierto en el resto de los cadetes que lo veían sometido contra la mesa—. Sabes mi apellido y yo no tengo ni puta idea de quién eres. ¿Qué clase de trauma te habré causado? —se burló, consiguiendo que le vertieran en el rostro todo el contenido de su vaso con agua, pero siguió hablando—: Se nota que pensaste mucho en mí.

—Si no hubiese oficiales cerca te rompería el cuello —dijo, antes de escupirle—. ¿Park? —llamó esperando que el líder lo reprendiera, si no, Kim no sería el único faltando a las jerarquías.

Jimin negó con la cabeza. Taehyung era su amigo, pero no podía pasar todo el día burlando protocolos por él. Ni contradecir a su propia tropa.

La brecha que Kim se había negado a aceptar que existía, se hizo real cuando Jimin, a su lado, no hizo más que comenzar a comer sin objetar nada a su favor.

—Los cuervos van afuera, cadete —dijo Park—. Vete

Sí, las cosas habían cambiado; y los rangos, incluso con nuevos nombres, estaban bien marcados. Era definitivo. Todos lo veían como un inferior. Incluso aquellos que sabía era capaz de vencer.

En su mente, su gran regreso nunca se vio tan frustrante ni degradante como ahora. Pero intentaba mantenerse optimista, aunque su optimismo se basaba en pensar que, si algo estaba mal, siempre podría estar peor.

Y lo hizo.

—Oye, Sargento —gritó el sujeto cuyo nombre no podía recordar, levantando la cabeza para ver más allá de las mesas—. ¿Qué hace uno de los tuyos aquí a esta hora?

—Se humilla a sí mismo, seguramente —respondieron. Esa voz se acercó hasta que llegó a la mesa. Taehyung pudo verle las piernas y botas; a juzgar por su postura, estaba cruzado de brazos.

—Sácalo de aquí, Jeon, es demasiado pronto para que cause problemas. —En cuanto terminó de hablar, el chico soltó la cabeza de Taehyung, que se recompuso de inmediato para encontrarse al Rambo de plástico, detrás de él.

Ya no usaba la ropa desaliñada con la que lo vio entrenando por la mañana, ahora traía el mismo uniforme que él, además de tener su corto cabello negro prolijamente peinado.

Le veía con molestia, sino es que con asco.

Su camisa tenía el apellido "Jeon" bordado del lado izquierdo del pecho y en uno de sus brazos, portaba una banda roja que lo identificaba como dirigente de la tropa. Bueno, por ahora.

—Una disculpa. El chico aún no entiende bien las jerarquías aquí —se excusó Jeon, tomando la maleta de Taehyung de la banca, enredando el tirante en su mano antes de empuñarla—. Ya nos vamos.

Taehyung se volteó hacia él, rápido para poder sujetarle de la muñeca a la defensiva de que tocase sus cosas. Intentó arrebatarle la maleta; pero Jungkook lo empujó, causando que el bullicio en el salón cesara.

—No te disculpes —objetó Kim, poniéndose de pie cuando lo interrumpió.

—Tú deberías guardar silencio —le demandó, jalándolo del brazo; pero Taehyung se soltó de su agarre, ganándose un exhale de asombro del resto de sus compañeros.

—Me importa una mierda tu banda roja. No pienso moverme —espetó Taehyung, molesto, luego de repeler al menor, quien agitó la mano como si le hubiese dolido que la empujara.

No obstante, esa actitud reacia hizo sonreír a Jeon.

Verlo mostrar una sonrisa tan grande asustó a los cadetes. Jeon Jungkook alzaba un poco las cejas cuando algo le causaba gracia, por eso siempre parecía a punto de soltar una carcajada. Su rostro, lejos de demostrar felicidad, estaba lleno de pena ajena.

Aunque el motivo de su satisfacción estuvo claro, cuando tomó a Taehyung de los hombros antes de que pudiera objetar algo más, y tiró de estos hacia el frente mientras que alzaba la pierna, encajándole así su rodilla en el estómago.

Kim no pudo esquivar el golpe que lo dejó sin aliento y le hizo tambalear cuando Jungkook lo empujó hacia atrás, aprovechándose de su dolor para hacerlo caer al piso e inmovilizarlo al colocarle un pie en el pecho.

—No lo has entendido —dijo Jungkook que lo vio desde arriba, sonriendo con sorna—. Tú no piensas. Solo obedeces.

Cuando el puño del sargento de los cuervos se acercó a su rostro supo que el impacto sería inminente. El golpe le hizo a Kim pitar los oídos.

"¡Oficiales cerca!" Escuchó a lo lejos, cuando el cadete de primer año que cuidaba la puerta entró corriendo a la cafetería. Su visión pasó de ser borrosa a quedarse en negro en cuestión de segundos.

Los alaridos de asombro resonaron por el lugar cuando Taehyung quedó inconsciente en el piso, ante la vista de sus antiguos compañeros y su amigo, que bajó la vista, apenado cuando incluso sus propios cadetes retrocedieron al ver a Jungkook burlarse.

Los cadetes de segundo año, que apenas entraban a tomar sus almuerzos, se quedaron estáticos. Jeon señaló a dos de ellos y los llamó con la mano.

—¡Sargento! —respondieron al unísono, acercándose al cuerpo de Taehyung.

—El chico tiene problemas de ubicación —se burló, sin dejar de ver a Kim—. Rápido, hay que sacarlo de aquí, llévenlo a la cabaña —dándose la vuelta diciendo—: que nadie los vea —al terminar.

El joven alzó la mano, dando la señal para que los suyos lo siguieran de inmediato.

Entonces tomó la maleta de Taehyung de la banca, la colgó en su hombro para luego caminar hacia la salida en medio del ruido antes de que el revuelo confirmara una pelea a los oficiales y se ganaran un castigo.

Nada personal con el recién llegado. Pero Jeon Jungkook también tenía una reputación que mantener.





Si te ha gustado deja tu voto y comentario, me encanta leerlos.

Tengo la mitad de esta historia en borradores. La hice por diversión, así que la comenzaré a subirla. Los veré en unos días.

ig/ @jayspace.x

Twitter/ @incompletelyrcs

Manténganse con vida. J.S.


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