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Capítulo 13

-Charlie, el desayuno estará listo en cinco minutos. Estate despierto - dijo el enfermero desde el otro lado de la puerta.

-Lo siento, pero no iré - dije imitando una leve queja al final - no me siento muy bien.

Supuse que mi respuesta lo alteraría demasiado como para abrir la puerta, y contemplar mi estado de salud por sí mismo. Era lo lógico ya que nunca tuve ningún problema, además de que siempre fui muy callado. En cuanto abrió la puerta, pude ver de reojo como guardaba la tarjeta de acceso en el bolsillo de su camisa. Suspiré profundo y cerré mis ojos en total desesperación mientras intento sostenerme de pie.

-Me duele mucho la cabeza y hace unos minutos vomité - el enfermero me sostuvo en cuanto vio mi inestabilidad - ayúdeme, por favor se lo ruego - en ese momento aproveché su descuido de intentar sostenerme, y de un rápido movimiento logré arrebatarle la tarjeta de acceso.

-Ven te llevaré a que te revisen, de seguro no es nada, tranquilo - dijo en un intento de calmar mi falsa desesperación.

Con movimientos torpes fui trasladado a la parte trasera del centro psiquiátrico, un lugar bastante familiar, ya que de pequeño era muy amigo de Martha, la enfermera a cargo de todo el centro. Recuerdo que solía llevarme a ver sus pacientes con total emoción.
De niño estuve obsesionado con la medicina y podía pasar horas hablando con ella. Fue una lástima que se haya jubilado, era con la única que no me sentía tan sólo en ese entonces.

-¿Qué tenemos aquí? - dijo una chica joven mientras prepara una camilla.

-Su nombre es Charlie, Charlie Fouth. Tuvo una descompesación y necesita ser atentido- dijo mientras me ayuda a subirme en la camilla - Gracias doctora Peterson, luego del desayuno vendré a ver como estás, y veo si puedo llevarte de nuevo a tu habitación.

-Está bien - dije suspirando de manera entrecortada.

En cuanto el enfermero salió del cuarto médico, me giré hacia la doctora.

-Y bien Charlie, ¿qué es lo que te molesta? - dijo dándome la espalda y buscando unas cosas en los cajones del costado.

-La cabeza, hace unos minutos estuve vomitando - dije mientras estudio el lugar de punta a punta, me sorprendió ver que no cambió en nada. Y como lo pensé, fui traído a la sala ambulatoria, eso quiere decir que estoy a pocos metros de la zona de carga y lavandería.

-Que raro, no encuentro... ¡Oh! Aquí está. Ésto es un suero, sólo quiero asegurarme de que no estés deshidratado - hice una leve mueca al ver la aguja ingresar lentamente en mi piel, seguido de un pequeño punto de sangre - ahora iré a buscar un par de cosas más para medirte la tensión arterial, ya vuelvo - dijo mientras cruzaba una de las puertas.

Al principio pensé en el error que cometió al dejarme totalmente sólo. Pero luego caí en la cuenta de que estoy enfermo, por ende ni ella pensaría que sería capaz de levantarme e irme.

-Mierda - susurré por lo bajo mientras arranco el suero de mi brazo. Seguido de eso tome un poco de algodón y lo coloqué sobre el pequeño punto de sangre.

Caminé hacia la puerta de salida, y saqué la tarjeta de acceso para pasarla por el escaneo.
En cuento la luz verde hizo su presencia, sonreí de costado y abrí la puerta de par en par.

-Charlie - sentí su voz a mis espaldas - ¿qué haces?

Bajé mi cabeza y me giré sobre mis talones sin verle la cara.
Di unos pasos largos hasta ella, y la tomé del cuello mientras aplasto su cuerpo en la camilla.

-¡Dios Santo! ¡Auxilio! ¡Auxi... - logré taparle la boca con una de mis manos, mientras busco entre los cajones algún sedante que me sirva. En cuanto lo encontré, no dudé ni tres segundos en inyectárselo justo en su cuello.
Sólo tardó unos minutos hasta que su cuerpo dejó de moverse y los ojos de la doctora comenzaban a cerrarse.

-Diablos señorita, si que me ha dado una buena pelea - dije frotando mi estómago, ya que había recibido un par de patadas de su parte.

Sacudí mis hombros y seguí mi camino a la lavandería. Como hoy es lunes en la mañana, aún no hay nada que lavar, por lo que sabía que no habría nadie en éstos lugares.
Seguí avanzando por los pasillos y logré ocultarme detrás de una columna al oír voces.

-Yo ya le dije que la amaba - pude distinguir la voz de dos hombres en cuanto escuché la risa del otro - ¿de que te ríes?

-Amigo, yo ya te lo dije mil veces, ella... - el ruido de la radio lo interrumpió - ¿diga?

-El paciente Charlie Fouth ha escapado, repito, ha escapado. Revisen todo los pisos del edificio de punta a punta.

Sentí sus pisadas fuertes alejarse, mientras alertaban al resto.
Alcé una ceja al ver lo ingenuos que son.
Sin ninguna preocupación, utilicé mi tarjeta de acceso, y me adentré a la zona de carga.
Al igual que lo recordaba de niño, a las diez de la mañana descargando las frutas y verduras. Recuerdo aquellas épocas cuando Martha me convidadaba una jugosa manzana, para mí era una puerta mágica llena de comida por dentro.
No me preocupó ver tanta gente descargando comida, ya que pude tomar un delantal y un gorro que había a un costado del lugar.

-Buenas buenas - dije en tono divertido - yo diría que nos apuremos, hace unos minutos acaban de decir que un paciente anda suelto. No queremos que se nos aparezca por aquí ¿o sí? Por lo que escuché de pequeño asesinó a su hermana. De seguro en unos minutos cierran todas las puertas del centro.

Los hombres que hace un momento estaban riendo, se pusieron serios y comenzaron a descargar rápidamente.

-Dejen dejen - les sonreí mientras les ayudo - ustedes vayan arrancando el camión, yo termino.

-Gracias señor, gracias - dijo uno de ellos mientras corre al asiento del conductor - ¡vamonos Luke! - tocó su bocina un par de veces llamando a su compañero.

-Idiotas - arrugué mi frente y di un par de golpes en la carcasa del camión - ¡todo listo! - mentí mientras me adentro en la parte de carga y cierro la puerta de un tirón.

Todo huele a verduras, frutas y libertad pura. No sólo me siento satisfecho por que mi plan haya funcionado tal y como lo pensé, sino que me siento ansioso por verle la cara a Lorraine.
Él camión arrancó dando un ruido estruendoso, y pude distinguir unos pequeños rayos de sol que se asomaban por una de las ventilas del camión.
Me recosté en uno de los cajones llenos de frutas, y tomé una manzana entre mis manos dando un gran mordisco.
Saqué la tarjeta de acceso y la arrojé a un costado ya que no me es útil, pero si lo es la billetera de la doctora. Sonreí de oreja a oreja en cuanto la saqué de mi bolsillo.

-Una hora y veinte minutos - eso es lo que tengo que esperar para salir del camión.

No es tan difícil llevar la cuenta, ya que hay que pasar por un descampado lleno de ganado vacuno, y luego por una pequeña plantación de trigo. Luego de eso, no me quedará otra opción que saltar.
Lo bueno de un camión de carga es que no suele ir tan rápido en ruta, lo malo es que si caigo mal puedo quebrarme el cuello en dos.
Obviamnete que me estuve informado de cómo caer y luego rodar, no es más que pura física. Aunque no puedo evitar sentir un poco de nerviosismo.
Lo bueno de las mañanas es que no hay tanto tráfico en rutas, y mucho menos en un lugar como éste.
Todavía no entiendo como uno de los mejores centros psiquiátricos está ubicado en el medio de la nada, en un pueblo que casi nadie conoce.
Irónico, pero aún así intrigante. Apuesto que en un futuro éste centro se  quedará sin nadie, siendo el mejor lugar turístico "el temible centro psiquiátrico abandonado de Lincoln"

Luego de pasar el campo de ganado vacuno y el de trigo, me puse de pie dando pequeños saltitos.
Suspiré profundo un par de veces, y lentamente fui abriendo la puerta del camión.
Me alivié al ver la ruta totalmente desierta, y sólo me temó unos cinco minutos hasta que decidí saltar al costado del asfalto, en donde estaba lleno de césped.
Y si. No pude rodar como lo esperaba.
Al contrario di más vueltas que una calesita, y gracias a unos postes que dividían las hectáreas de los campos que pudieron ser capaces de detener mi cuerpo.
No voy a mentir, me quedé un rato tirado en el suelo reprimiendo el dolor que se expandía por todos lados.
Sólo comencé a respirar profundamente intentando calmarme, lo cual sirvió un de a ratos.
Poco a poco me fui incorporando y largué un grito alentador.
Agité un poco mis manos y cuello, y saqué la billetera de la doctora.
Según la dirección, estoy a unos kilómetros de la casa. Quizás que para la tarde noche logre llegar al lugar.

Comencé mi caminata a paso seguro y preciso, me sentí tan aliviado al verme rodeado de tanta naturaleza, tanto verde.
Da placer respirar libertad, y no sólo eso, no me había dado cuenta de lo mucho que extrañé el calor del sol en toda mi piel.
No tengo hambre, tantas horas caminar sólo me han hecho tener sed. Para mi suerte, pude encontrar algunos lagos artificiales hechos en alguno campos.
Él agua es fresca, y aprovechaba también en mojar un poco mi cabello.
Cada vez que me encontraba más cerca de la casa de Lorraine, me sentía un poco más molesto. Casi olvido que tengo que arreglar y solucionar el tema con su marido, y no pude evitar sentir el hervor de ira en mi sangre.
Mis puños están tensos al igual que mi cuello, mis pies no dejan de moverse en el mismo ritmo que en un principio.
Tengo mi meta, tengo mi objetivo, y lo voy a cumplir.

Noté el sol ocultándose lentamente, y le di un último vistazo a la dirección de la casa.
Supuestamente está a no más de dos cuadras. Y ya de lejos pude distinguir el auto de la doctora.
Di la vuelta intentando ocultarme en uno de los arbustos del jardín vecino, y me puse a observar la casa atentamente.
Se nota lo amplia que es, y no sólo eso, pude distinguir un enorme tanque de agua viejo, a un costado de la casa. Eso confirma mis sospechas de aquel día que encontré sus zapatos llenos de barro.
Lo único que haré ahora será observar, estudiar. Necesito encontrar el minuto ideal para adentrarme en la casa, a partir de ahora todo debe salir perfecto.

Por ahora todo está silencioso, y puedo notar una luz encendida a lo lejos.
Me pregunto que estará haciendo Lori en éstos momentos. ¿Leyendo una novela, escribiendo, estudiando tal vez?
Debo admitir que estos días sin haberla visto nuna se pasaron muy lento. Y que ahora no tengo ningún problema en decir lo enamorado que estoy de ella.
En once años, fue la única que quiso escucharme, ayudarme, y yo ahora haré lo mismo por ella.
Lori desde nuestra primera sesión me dijo más de mil palabras con su cuerpo. Noté su dolor, su angustia, su miedo. Y estoy seguro de que nadie más la huebira visto de esa forma. Pero yo sí, y me siento especial por ello.

El ruido de la puerta principal abrirse me sacó totalmente de mis pensamientos.
Era Lorraine.
Vi como bajaba las escaleras del porche costosamente. Por lo visto su vendaje no la dejaba moverse muy bien, eso y el dolor físico evidente que expresaba con su rostro todo magullado.
Sentí una chispa de ira, pero intenté controlarme.
La seguí con la mirada hasta el auto, en donde segundos después arrancó y se fue dejando un humo de tierra al rededor del lugar.
Sonreí de costado al ver unas luces encenderse en la casa.
Robert está sólo.
Me relamí una y otra vez, mentalizado cada paso que iba a hacer a partir de ahora.
Puedo sentir la adrenalina a flor de piel, en cuando comencé a caminar hasta la parte trasera de la casa.
Subí unas pequeñas escaleras, y me encontré con una puerta de madera vieja y llena de rajaduras. Llevé mi mano hasta el picaporte de la misma, y la giré lentamente sin hacer ruido alguno.
Sonreí de oreja a oreja cuando ésta cedió, al parecer la gente del pueblo es tan confiada que no asegura sus puertas. Ni siquiera por las noches.
Avancé dos pasos, y sentí el ruido del televisor.

-¿Lorraine? ¿¡Y ahora que te olvidaste!? Mujer te dije que la plata estaba en la mesada de la cocina ¿acaso no la llevaste? No me sorprende, eres muy distraída y tonta a la vez - dijo largando una risa rasposa al final.

Vamos, anda, ríe de vuelta, que seguro será tu última vez.

Hola amores, mañana subo el capítulo que falta.
Nos leeremos pronto... ❣️

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