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Noche sombría

La salida del hospital regresa a Jeongyeon a ese estado de alerta y ansiedad. Puede sentirse cargada de miedo y pánico, porque sabía perfectamente qué esperar al llegar a su hogar.

Probablemente su padre ya estaba ahí, listo con un sinfín de regaños y reclamos, que el solo pensarlos la tenían al borde del llanto.

Nayeon, como lo buena observadora que era, no dudó en tomar su mano durante todo el viaje de regreso. Incluso había intervenido en las insistentes preguntas de su madre, que solo habían abrumado más a la castaña. Aunque no había ninguna mala intención detrás de su cuestionamiento, en realidad, su madre solo estaba muy preocupada por el estado de Jeongyeon.

—Él estará muy molesto —susurró en medio de su ansiedad, temblando con los ojos perdidos en el camino. Estaban muy cerca de su destino—. Muy, muy molesto.

—No quiero que te haga daño —el dulce agarre en sus manos se fortalece—. Quiero ayudarte, ¿qué puedo hacer por ti? —ante su insistente mirada, Jeongyeon se atreve a observarla.

Nayeon siente que su pecho se oprime con esa mirada tan triste y destrozada. Esos ojos que piden ayuda a gritos, pero que al mismo tiempo, la observan con una admiración y cariño increíble. Ella daría lo que sea con tal de mantenerla a salvo.

—Solo... Habla conmigo esta noche, eso será suficiente para mí —murmura en un intento de convencerse a sí misma con que eso sería suficiente, cuando en realidad, no podía asegurarle que estaría bien por siempre.

—El tiempo que desees, solo quiero que estés bien.

Jeongyeon sonríe, con la poca esperanza que podía mantener. Ella sabía que todo sería un caos apenas cruzara la puerta de su hogar.

[...]

Estaba cansada. Cansada de su rutina, su entorno y su vida. Cansada de ese hombre que apenas la vió entrar, se encendió en una furia incontrolable.

Su cuerpo seguía doliendo como nunca cuando intentó esquivar a su padre, en un intento de refugiarse dentro de sus cuatro paredes.

No fue así.

—¿Quién te crees que eres para desaparecerte así por horas? —él susurra cerca de su oído, tirando de su cabello bruscamente. Ella no se queja, se queda en silencio y solo abraza el medicamento en sus brazos, cerrando los ojos, deseando que todo termine pronto— La casa es un puto desastre porque aparentemente olvidaste que tienes tareas que cumplir.

Es entonces cuando él la observa. Los golpes son evidentes y su mirada está llena de una extraña combinación entre el miedo y la furia. Pero no una furia tan grande como la que él siente al darse cuenta de que, de nuevo, ha sido víctima de sus compañeros.

—No puedes ser más decepcionante —murmura entre dientes, con los ojos ardientes de furia; pero Jeongyeon está cansada de luchar contra él. Cuando llega el primer golpe, ella colapsa en el suelo frío, adolorida. Ella sabía que no iba a poder soportar un golpe más.

Si él llegó a decir algo más, Jeongyeon simplemente lo olvidó. Tendida en el suelo, esperando y anhelando que algún día su vida cambie por completo, hasta cerrar los ojos y perderse en un profundo sueño lleno de dolor.

[...]

A diferencia de otras noches, ésta en particular lucía completamente sombría. Y la ausencia de Jeongyeon en la ventana, tenía a Nayeon con el corazón en la boca.

La Luna alcanzaba el punto más alto de brillo, llena y resplandeciente, como a Jeongyeon tanto le gustaba que estuviera. Sin embargo, siquiera su presencia podía mantener a raya la ansiedad desbordante de la rubia. Pasaba más de media noche, llevaba más de cuatro horas esperándola y, aún así, no había rastro alguno de la dulce chica que tanto la hacía feliz.

Llevó su mano a su boca, mordiéndose las uñas con claro signo de ansiedad y preocupación. La ventana estaba abierta, al igual que la cortina, pero no había siquiera una señal de que Jeongyeon estuvo ahí en algún momento. Todo se encontraba igual que como había visto por la mañana antes de ir a la escuela.

¿Su padre tendría que ver? Se cuestiona con miedo, recordando el pánico que se plantaba en el rostro de la castaña con la sola mención. Un escalofrío.

Lo poco que sabía de él, era que realmente no le tenía aprecio alguno a Jeongyeon. Cuando ella lo mencionaba, solo hablaba de discusiones, peleas y golpes, muchos golpes. Nayeon no sabía exactamente cómo ayudarla, pero estaba segura de que no la dejaría sola en ningún momento, porque la quería y apreciaba con todo su corazón; era su amiga, probablemente la única que ha tenido.

Y no pensaba abandonarla, bajo ninguna circunstancia.

Así que, sin poder evitarlo, sus ojos se cerraron y se entregó al sueño, durmiendo en la silla junto a su ventana, siendo observada por el brillo entrometido de la Luna.



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Hey!

Hola... ¿Habrá quién lea este fic a día de hoy? Espero que si, porque vienen cosas interesantes.

Oye una disculpa, de verdad que tardé casi un año en actualizar... No tengo excusas, simplemente no se daba la inspiración. Pero no pienso abandonar esta historia, así que espero volver a actualizar pronto jeje

Gracias por la espera❤️

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