Una tarde me encontré con Luna en el centro de la ciudad. Ella se veía muy bien, ya que aparte de su típica indumentaria de botas y minifalda, también usaba una chamarra de cuero negro. Por alguna razón, habíamos estado contactandonos con una frecuencia mayor a la usual. Por supuesto que eso no me molestaba. A cualquiera le gustaría pasar el tiempo junto a una mujer tan amena y bonita como ella, dotada de una sonrisa serena que simbolizaba lo asombroso de su carácter.

El agradable paseo fue pausado de forma repentina, cuando ella notó una guitarra en la vitrina de una tienda de instrumentos musicales. Pegó su embelesado rostro a la vitrina, y agachándose un poco, confesó:

—Observa eso, hermanito. Sterret Hat Ride Plus. Una lira de ensueño. Cuesta un ojo de la cara, pero ni te imaginas lo que anhelo tenerla en mis manos.

Me encantó escuchar de su sueño, así que repliqué:

—Deberías ahorrar para comprarla. Después de todo, me has contado de que estás logrando el éxito que siempre soñaste.

—¡Así lo haré, Linc! Ya lo verás. No sé si lograré realizar todos mis sueños, pero pienso luchar por cada uno de ellos.

Admiro a mi hermana. Siempre nos ha contagiado su entusiasmo, así que me decidí a apoyarla.

—Nunca te he considerado del tipo de personas que no logra lo que se propone, Luna.

Ella me dijo en un tono bastante serio: —No creas. Hasta yo tengo mi sueño imposible.

Me sentí mal de percibirla así. Alguien con un espíritu tan apasionado no debería hablar de ese modo. Me vi obligado a animarle.

—Entonces haz todo lo necesario para que se vuelvan posibles.

Ella sonrió.

—Gracias... Me encanta que hables así. Ojalá que también logres cumplir el sueño que te parezca imposible.

La vi a los ojos y le dije:

—Quizás lo logre. Justo en este día ha empezado a convertirse en algo más anhelado.

—¿Me dirás qué es? Me gustaría que concuerde con el mío.

Tras unos segundos de silencio, decidí confesarlo.

Y así fue como, al anochecer, Luna y yo terminamos comiéndonos a besos en el piso de su apartamento.

Ella estaba sentada en la alfombra de la sala, vistiendo nada más su chamarra negra y unas bragas sport del mismo color. Yo, por mi parte, solo había alcanzado a desabotonarme la camisa y a quitarme los zapatos, todo por la prisa de abalanzarme sobre ese rostro bello y tierno que la adorna.

—Me sorprende lo rápido que eres quitando prendas, bro.

—Nada debe estorbar en el camino hacia mi sueño —respondí. Ella rió, y yo aproveché para acariciar su abdomen plano, su cintura y sus caderas. Toda la vida quise hacerlo, así como supuse que ella también siempre quiso tocar mi pecho desnudo.

Que toque lo que quiera.

Pregunté: —¿Y qué más deseas cumplir? Di todo, no seas tímida.

—A ver —contestó ella con una gran sonrisa, en actitud pensativa. —Aparte de lo que estamos a punto de cumplir, deseo que siempre estés a mi lado, Linc. A cada segundo.

—Eso es fácil. Sería capaz de ser tu nuevo ayudante con tal de estar cerca de ti en tus conciertos. ¿Y qué más?

—Que vivamos en una gran casa en Londres, con un estudio de grabación y muchas habitaciones. Por si las chicas nos visitan.

Mientras ella hablaba, yo había empezado a besar su cuello e iba notando cómo su voz se convertía en un susurro. Fue algo exquisito, como el aroma de su piel. Como su cuerpo.

—La tendrás. Y será enorme —comenté.

Su reacción fue: —¿Enorme? Presumido...

Justo cuando comprendí su chiste, un pequeño beso atrapó mis labios. Luego vino otro, y lo correspondí con uno prolongadisimo y salvaje mientras mis brazos se introducían en su chamarra para tomarla por la espalda. Ella se dejó caer, y sus piernas atléticas y hermosas me atraparon con firmeza, pero eso no era necesario: iba a detenerme hasta que no quedara nada que anhelar... Hasta que solo hubiera regocijo en nuestros corazones.

Luna tendrá su guitarra de ensueño tarde o temprano. Lo digo con toda seguridad, porque si ella no lo logra, de una forma u otra, seré yo quien asuma el reto y la dejaré a sus pies. Tras esa bella noche, puedo lograrlo todo en la vida.