3.25 Alfred Pennyworth
"La Señorita Raven debe ser alguien muy importante para usted sí es que fue capaz de ocultar información tan irrelevante con el fin de proteger sus sentimientos."
Damian alzó su cabeza hacia el hombre mayor postrado en la cama. Los cientos de mensajes que lo esperaron en aquel hotel cerca de las calurosas tierras del medio oriente lo obligaron a regresar a Gotham por él. Negarle la petición al mayor en acompañarle durante sus últimos días nunca fue una opción.
La salud de Alfred Pennyworth se deterioraba gradualmente, el tiempo finalmente quería cobrar la factura de su vida. Y ni siquiera la reconocida Doctora Leslie Thompkins podía ir en contra del ciclo de la vida.
Nada quedaba por hacer. Simplemente esperar hasta que la naturaleza hiciera su recolección final.
La vida era cruel, y una vez más Damian deseaba tener la capacidad de regresar en el tiempo, viajar al pasado a detener lo inevitable.
Un sueño imposible.
"Es justo como su padre, Joven Damian."
La suave voz de Alfred lo sacó nuevamente de sus pensamientos.
"Haz dicho eso ya muchas veces en el pasado Pennyworth."
"Por sí no lo notó, nunca lo dije como un cumplido." Alfred tosió, el esfuerzo de hablar lo cansaba.
"¿Cuando ser comparado con Padre ha sido un cumplido?."
Su comentario causó una débil risa en el mayor, Damian alzó las cejas, secretamente entretenido y orgulloso de haber logrado aquello.
"Y aún así, usted fue incapaz de aprender de los errores de su padre a la hora de tratar a una Dama." La sabiduría aun brillaba con intensidad en los cansados ojos del mayordomo. "Somos creaciones que constantemente cometemos errores, lo importante es reconocer lo tonto e irresponsable que uno fue en su momento."
"Ese incidente no fue enteramente mi culpa." Damian renegó.
Comenzaba a creer que haberle contado a Alfred Pennyworth todo sobre su más reciente relación y problema con cierta mitad demonio había sido una equivocación. Pero, ¿En quién más Damian podía confiar?. Nadie más contaba con el juicio de Alfred, el conocimiento del mayor era invaluable. Un hombre dedicado y leal, inclusive en circunstancias adversas. Solo él le haría ver a Damian la claridad tras sus inconvenientes que ni él mismo era capaz de ver.
Sin dudar buscó en el hombre mayor un poco de comprensión, pero en cambio solo recibió regaños. Debió imaginarse que los resultados serían poco favorables para su persona.
"Su intención fue más allá de proteger los sentimientos de la Señorita Raven. ¿Esta consciente de ello, verdad?."
"¿Qué dices?."
"Estaba protegiendo sus propios sentimientos, ¿No es así?." Alfred buscó su mirada. Fue una inesperada vuelta de los hechos para Damian, pero el mayor estaba lejos de equivocarse. "Es normal cometer errores cuando uno tiene miedo de perder a quienes amamos... Pero antes que nada, la Señorita Raven es su amiga. Y solo por eso vale la pena hacerse responsable de sus actos. Ella lo entenderá, es una mujer inteligente."
"Hablas como si la conocieras." Damian murmuró con una sonrisa.
"He escuchado tanto de ella de su parte y de sus hermanos, que parece como si lo hiciera." Alfred miró al techo, la expresión serena en su rostro ocultando un secreto del joven. "La clave de una exitosa relación es la confianza, la honestidad, y la comunicación. Debe actuar con madurez, hablar con ella y disculparse."
"Dudo que una disculpa sirva, ¿Cuán enojada estará Raven conmigo sí me abandonó en uno de los desiertos más inhóspitos del mundo?."
A decir verdad, ni él mismo sabía cual era la magnitud del malestar de Raven. Le había pedido su espacio de la manera menos sutil, y hasta ahora el único dato que tenía sobre ella era su ubicación en San Francisco, nada más.
"Bueno, no la culpo en absoluto." Alfred dijo para ganarse un leve gruñido por parte del joven. "¿Usted esta consiente de que cometió más de un error, verdad?."
"Pennyworth, estás empeorando mi caso."
"Joven Damian, usted es un caso perdido." Alfred reprimió la despistada negación del joven. "Aunque es importante respetar cuando una mujer pide su espacio, también es primordial hacerle frente y reconocerle sus errores. Sea valiente, vaya a buscarla...cuanto antes."
Damian se hundió en el sofá con un refunfuño, buscó al mayor por su sabiduría y pensando que encontraría empatía, pero Alfred terminó por cavarlo más profundo en el pozo de miseria donde él solo se había metido.
"No solo las palabras sirven para pedir disculpas, los detalles hacen la diferencia." Alfred continuó. "Cortaremos unas rosas de mi jardín para que no llegue con las manos vacías a casa de la Señorita Raven."
El joven dió un saltó de su asiento al percatarse de como Alfred reunía sus fuerzas para quitarse las sábanas de encima, tan débil se encontraba que la tarea le era difícil.
"¿Qué haces?, La Dra. Thompkins ordenó que permanecieras en cama."
Alfred tercamente ignoró el brazo de Damian que quería detenerlo y de alguna manera logró sentarse en la cama por su cuenta. Se quedó un tiempo retomando su aliento sentado a la orilla de la cama mientras su tambaleante mano señalaba a la silla de ruedas abandonada en la habitación.
"Tonterías, no pasaré mis últimos días acostado."
"Bien, iremos al jardín. Pero no cortaremos flores." Damian aseguró. De nuevo, sin el valor de negarle al hombre alguna de sus peticiones. "Lo primero que haría Raven cuando vea un ramo de flores en mis manos sería destruirlas. Además, no es mi característico de mi parte llegar con flores...Regalar flores solo es apoyar la explotación de la naturaleza por la avaricia humana."
"Son detalles que distinguen a un verdadero hombre. Basta de excusas, usted irá a buscarla y ella aceptará las rosas porque en cierto modo también irán de mi parte. Tengo que disculparme por haber fallado en educarlo como un caballero. ¿Cómo es que todos los hombres en esta casa terminaron siendo barbáricos?."
Damian rodó sus ojos, pero igual ayudó al mayor a sentarse sobre la silla de ruedas. Cada palabra del mayordomo golpeó directamente su orgullo, sin embargo, ver al anciano tan repentinamente animado le traía esperanzas. Inevitablemente eran su últimos días, pero no por eso tenían porque ser días tristes. Sí cortar flores le daban ánimos de seguir adelante al mayordomo, Damian le consideraría su deseo.
"¿Seguro que quieres que me vaya a San Francisco?." Damian le preguntó.
"Sí explica su situación y pide disculpas desde el corazón, estará de regreso pronto. Tiene que encontrar su perdón para que pueda traerla a casa cuanto antes." Alfred tosió para después decir en un susurro. "Los esperaré, no me iré de este mundo sin conocerla oficialmente. Quiero darle mi bendición."
"¿Bendición?, tu nunca fuiste un hombre de religión Pennyworth." Damian bufó conforme empujaba la silla fuera de la habitación.
"Con toda certeza sé que ella la necesitará si va ser su pareja de vida...Pobre mujer."
Damian sonrió ante la promesa y el agrio sarcasmo en las palabras de Alfred Pennyworth.
Ese día entre los rosales del jardín, un brillo de vida parecía regresar al cuerpo del cansado mayordomo.
Damian se aferraba a las memorias de aquel hombre cortando esas rosas que al final no cumplieron del todo su cometido. Pero fue una acción que Damian cumplió con tal de complacer al hombre que hoy enterraban.
Alfred Pennyworth le prometió que los esperaría, y al final ninguno de los dos pudo cumplir su promesa al otro. Un cruel recordatorio de como nadie tenía control sobre la vida misma y como las promesas carecían de poder contra el poderoso destino.
La memoria de los jardines se esfumó de su mente para que Damian hiciera frente a la realidad. Familia y amigos se habían unido en el cementerio Crown Hill en Gotham para dar un ultimo adiós al hombre que fue por muchos años el pilar de la Familia Wayne.
El sol brillaba en el cielo de Gotham, como sí supiera que el hombre al cual despedían lo hubiera deseado justo así. Ojalá la atmósfera en el cementerio fuera tan amena como los rayos del sol bañándolos. El ambiente melancólico incluso causó que Jason Todd se mostrara terriblemente silencioso y que los pequeños de la familia Grayson perdieran su característico brillo de alegría, sus inocentes mentes seguían procesando lo que ocurría.
Damian dió un discreto vistazo a sus alrededores; familia, algunos titanes e incluso miembros de la Liga de la justicia se encontraban dándoles compañía. El silencio reinaba, su Padre y sus hermanos lucían fuertes a pesar de que la tristeza los rodeaba. Damian no era la excepción a ese sentimiento.
Los ojos del moreno fueron más allá de la multitud, al gran roble no muy lejos de ellos, donde un par de Jades se ocultaban del resto y lo observaban sin ninguna emoción. Siempre le fue un reto leer a su madre, por lo cual, las intensiones o razones de su presencia le eran inciertas y tal vez algo preocupantes.
La voz del reverendo se apagó y alejó a Damian de la vista de su madre para ahora posar sus ojos sobre Dick Grayson recitando palabras de alivio conforme la cama eterna del hombre que vió como un mentor era bajada a la tierra.
Miles de pensamientos se le vinieron a la cabeza en ese instante; soluciones e ideas que pudieran revertir el proceso natural de la vida en una manera de aliviar su dolor. Existían soluciones para eso, nadie como la mujer oculta detrás de ese roble para conocer a la perfección lo que implicaba una 'Resurrección'. Pero esa idea había sido descartada por él hace algunos ayeres, esta vez Damian se tendría que resignar en aceptar el proceso del duelo como un mero mortal más.
Los ojos le comenzaron a picar con la advertencia de nuevas lagrimas de impotencia, esta vez supo retenerlas a pesar de que su vulnerabilidad era tan débil como para que una simple brisa logrará derrumbarlo sobre este mismo suelo. Le daba rabia pensar que la situación estaba fuera de su alcance. ¿Por que sentía que nuevamente había fallado?. ¿Por que le fallaba a todas las personas que él amaba?.
Esta sensación dentro de su ser era agobiante: las palpitaciones se golpeaban en su pecho mientras sentía una opresión en la garganta que no lo dejaba respirar, sudor comenzaba a aparecer en las palmas de sus manos y un temblor se apoderó de sus piernas. La idea de salir corriendo y huir de esta realidad le parecía bastante atractiva.
Decir adiós para siempre no era sencillo.
Damian sintió como alguien se colaba entre las personas que se encontraban detrás de él, una nueva presencia se abrió lugar hasta que se colocó a su lado. Reconoció al instante a quien pertenecía esa reconfortante aura cerca de su persona, por lo cual le fue imposible detener a sus ojos de buscarla. Una discreta sonrisa se plasmaba en el rostro de Raven al dirigirse a él, siempre había una calidez genuina en ella que él nunca sería capaz de sentir de alguien más. No había necesidad de que ella dijera algo, su presencia era suficiente para hacerlo sentir seguro, como sí le asegurara que ella estaría aquí para sostenerlo en la seguridad de sus brazos en caso de un quiebre. Raven sería su apoyo y su sostén emocional.
Su inquietud despareció, y entre la pequeña distancia en la cual sus manos se encontraban, él se atrevió a estirar su brazo para enredar su mano con la de Raven. Su acción la sorprendió, pero ella poco tardó en relajarse de nuevo para que sus delgados dedos se envolvieron a lo largo de su palma. De inmediato él se llenó del calor de su apoyo incondicional conforme la acercaba un poco más a él. El pulgar de Damian recorrió la mano de la mujer, robando de ella la fuerza para encarar de nuevo la ceremonia que se daba frente a ellos.
Sentía las miradas curiosas de algunos presentes sobre ellos, él las ignoró todas. Lo único que a Damian le interesaba era sostener la mano de Raven para quizás nunca soltarla. Fue su ancla a la realidad que le ayudó a soportar este proceso de vida que tristemente era inevitable.
Desde este momento y para siempre, Alfred Pennyworth solo viviría en la memoria de todos.
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"No sé vaya tan pronto, he estado calentando un poco de agua para el té. Por favor, deleite a este viejo con su compañía."
Raven titubeó en su lugar, parada en medio de la elegante habitación mientras el hombre mayor se abría camino a donde tenía un espacio dedicado para una tetera y una mesita de té.
Alfred Pennyworth lucía mucho mejor a comparación a hace unos minutos antes de que ella diera inicio a su proceso de curación. Su magia siempre fue una maldición, así que poder aliviar el dolor de alguien más le brindaba una poca de dicha. Sin embargo, desconocía si era prudente seguir aquí.
Sus visitas a la mansión Wayne eran recientes y secretas, ninguna vez en el pasado se había quedado más allá de los minutos que usaba su magia para improvisar el estado de salud del hombre. No quería causar problemas, ni tampoco hacerles pensar a la familia Wayne que ellos le debía un favor a cambio de su ayuda, ó aún peor, que ellos llegarán a pensar que sus visitas hacían un mal en contra de Alfred. Para ella era mejor que sus visitas continuaran en anonimato. Un secreto entre el hombre mayor y ella.
"¿Seguro que desea que me quede?." Raven se llevó una mano a su brazo, inexplicablemente tímida ante la invitación del mayordomo.
"Los jóvenes se encuentran fuera y el amo Bruce usa esta hora para perder tiempo en la cueva, nadie nos interrumpirá." Alfred le aseguró, los brazos del hombre temblaban a la hora de verter agua en dos finas tazas, preparando el té incluso cuando ella aún no había aceptado quedarse. "De alguna forma debo agradecerle lo que hace por mi. El Joven Damian me comentó que sabe apreciar un buen té."
Al terminar de servir, Alfred señaló una de las dos sillas cerca a la mesita para que ella tomara asiento. Sin querer ser grosera, Raven aceptó la invitación al sentarse, sus manos se fueron a reposar sobre sus rodillas sin saber que hacer con ellas mientras el hombre continuaba preparando las bebidas impecablemente.
"Gracias." Ella dijo cuando él hombre le colocó su taza, él le sonrió al sentarse silenciosamente.
Ella esperó a que él mayor diera su primer sorbo de té para imitar su acción, tomando un sorbo de su propia taza con el afán de acabar con el silencio incómodo que ella sentía, más nunca imaginó que su paladar se inundaría de un exquisito sabor.
"Es delicioso." Raven lo dijo sin pensarlo, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. "Ahora comprendo porque Damian nunca me deja preparar té en la torre. Su estándar es muy alto."
"Halagado." Alfred aceptó el cumplido al agachar la cabeza. "Me alegra que mi pequeño gesto le haya complacido, es lo menos que puedo hacer por su ayuda."
"Mi ayuda no tiene la intención de recibir un favor a cambio, Señor Pennyworth."
"Alfred." Él le corrigió para no dejarla continuar. "Se que usted es experta en la empatía, pero yo también puedo sentir que sus intenciones son exclusivamente en ayudar a sus amigos. Los jóvenes de este hogar tienen suerte de tenerla como amiga."
Raven sintió vergüenza ante el sincero cumplido del hombre y decidió ocultar su rubor al robarle otro sorbo a su taza, nuevamente quedando complacida con el sabor bailando en su boca.
"Azar, oficialmente comenzare a odiar todo el té que prepare desde ahora."
"Trataré de armarle unos cuantos insumos para que lleve consigo a casa."
"No es necesario."
"Patrañas, quiero hacerlo." Alfred la silenció al levantar una mano. "Le dejaré instrucciones para que pueda prepararlo en el futuro y unas cuantas recetas más. ¿Ha probado los emparedados de pepinillos?."
"Nunca...Pero gracias, no tiene porque molestarse Alfred."*
"Usted ha hecho demasiado por esta familia señorita Raven. Y uno de los más grandes alivios con los que partiré de este mundo es saber que el Joven Damian tendrá siempre con usted una buena amiga y compañera de vida."
Las palabras que utilizó el mayordomo eran inofensivas pero por alguna razón sonaron de tal forma que Raven sintió la pena quemando sus cachetes. En especial cuando Alfred rió bajamente, como sí él hubiera resuelto un misterio que a Raven aún le faltaba resolver.
Las gotas de lluvia golpeando los cristalinos ventanales en el gran salón de la mansión Wayne la hicieron romper la ilusión de un viejo recuerdo. A lo lejos, en los jardines observaba unos hermosos rosales siendo bañados por la melancólica agua cayendo del cielo, justamente en su cocina ella tenía un par de esas mismas flores, precisamente la prueba de como su egoísmo y capricho le robaron tiempo a Damian para estar con el hombre de sus memorias.
Él fue a buscarla por un problema que ambos fácilmente pudieron resolver juntos, en cambio, ella alargó la cuestión como una malcriada ansiosa de atención.
Raven le dió un largo trago a su copa, esperando que el fuerte sabor del alcohol borrará los rastros de su culpa.
El clima en Gotham era tan volátil como las emociones de las personas que la rodeaban, la atmósfera era lúgubre y muy distinta al soleado día de hace unos cuantas horas en el cementerio de Crown Hill donde familia y amigos pudieron dar su ultimo adiós a un querido ser humano. La parte más difícil del día había pasado, ahora el salón de los Wayne se encontraba repleto de personas que charlaban, la nostalgia de sus corazones buscando la compañía de otro melancólico corazón.
El lugar se encontraba lleno, pero aún así alguien faltaba entre los presentes. Raven tenía sin ver rastro alguno de Damian desde que se separaron en el cementerio. Desde entonces ella extrañaba su tacto como una tonta.
¿En donde estaría Damian?, ¿Tan mal la estaría pasando como para que no apareciera?.
Le preocupaba que a él le estuviera costando trabajo asimilar la pérdida, que estuviera ocultó en alguna habitación de esta enorme mansión en su soledad, evitando la realidad y luchando con su duelo. Estaba ante la incógnita de la condición emocional de Damian y eso la hacía sentirse inquieta.
De cierto modo ella ya lo había perdonado, ya no veía más la necesidad de continuar su "berrinche" cuando la vida real le dió una bofetada para finalmente aclararle la mente y hacerle darse cuenta de como casi todo en esta vida tenía una solución.
Se estaba absteniendo con todas sus ganas de salir a buscar a Damian en cada habitación que esta enorme mansión tenía por ofrecer. Ansiaba encontrarlo y recoger entre sus brazos cada pieza rota de su persona. Sin embargo, Raven creía que Damian necesitaba, y pedía a su manera, un tiempo a solas, justo como ella en el pasado lo necesitó.
.....tal vez era tiempo de regresar a su propio hogar y darle respuestas a todas esas incógnitas que la visita de Klarion les dejó. Pero realmente...ella no quería irse, no sin verlo antes ó por lo menos asegurarse que se encontraba completo.
"Rachel, ¿Cómo haz estado?."
El dulce llamado de su nombre la hicieron alejarse de los solitarios ventanales para tomarse con un par de vibrantes ojos verdes. Apenas pudo reaccionar cuando su pequeño cuerpo fue estrujado entre unos fuertes brazos.
"Mejor que muchos en esta habitación, pero Kory..." Raven dijo con una voz apretada conforme se impregnaba con el aroma a cítricos que caracterizaba a la mujer que no parecía aflojar su abrazo. "...no puedo respirar."
"Lo siento....Es un escenario bastante triste, ¿No crees?." Kory la soltó, la mano sobre su hombro le hacia creer que ella estaba tan abatida como el resto de los presentes. De algún lugar, la pelirroja encontró fuerza para regalarle una simpática sonrisa. "¿Cómo les fue en su misión?, Escuché que encontraron a la amiga de Damian con bien."
"Una misión exitosa." Ella suspiró, pues la carga tras sus palabras era pesada. Apreciaba que la mayor cambiara el tema a la tristeza envolviendo el lugar, después de todo ellas no se habían visto desde hace un tiempo. "De hecho, encontramos a más personas."
"Escuché los detalles, algo sobre el brujo Klarion y Djinn trabajando juntos. Un equipo inesperado, pero eso dió una explicación de la desaparición de Emiko Queen o el porque Kara actuaba raro últimamente."
"No tienes una maldita idea." Raven murmuró amargamente al robar una copa más de la charola de un mesero que pasó cerca.
Kory ni siquiera se imaginaba lo "raro" que la rubia de Kansas se había comportado.
Los labios de Raven nunca se encontraron con el intenso sabor del alcohol, sintiéndose incómoda ante la curiosa y emocionada mirada de Kory sobre ella. Raven alzó su ceja confundida, aquella mirada de la mujer nunca era buena noticia. Significaba que Kory estaba a punto de decir algo que la sacaría de su zona de confort.
"¿Qué?." Erroneamente Raven preguntó.
"Perdón si me entrometo, pero Mar'i me contó algo interesante el otro día, de cuando fueron a la playa. Al principio no le creí porque me insistió en guardar el secreto, pensé que mentía, pero por lo que vi hoy en el cementerio...¿Tu y Damian?."
Una sonrisa amplia y noble se plasmó en el rostro de Kory, y sí no fuera por la seriedad en el ambiente del lugar quizás la mujer ya estuviera chillando de emoción.
¿En donde estaría el mesero?, ella necesitaría la botella entera del costoso champagne que servían para siquiera continuar con esta conversación.
"¿Damian y yo?." Raven trató de hacerse la tonta, pero eran claras las intenciones con la cual la mayor había planteado su pregunta.
Era su culpa por pensar que una niña como Mar'i Grayson sería capaz de guardar un secreto. Por todo Azar, era la hija de Richard...era de boca suelta por naturaleza. Esa niña los timó con un viaje a la playa por nada.
Raven hizo una cara ante Starfire, esperando a que la mayor abandonará el asunto pero solo logró que su sonrisa se enganchará más con travesura, obviamente Kory no se tragaría su cuento. No cuando sintió tantas miradas curiosas e intrigadas en la mañana con el simple hecho de Damian tomándola de la mano.
Justamente aquella acción era una de las razones por la cual se distanció de la multitud, la pesada mirada de Bruce Wayne sobre ella no era fácil de ignorar. Seguramente el antiguo Batman se preparaba para abordarla y descubrir cuales eran sus intenciones con su hijo.
Vaya sorpresa, hicieron tantas cosas en secreto y un simple roce de manos terminó siendo el gran revelador de la verdad tras su relación, eso era casi una burla para la hija de Trigon y el hijo de un gran detective.
Al final Raven confesó la verdad sin más remedio. "Es reciente."
"¡Lo sabía!." Koriand'r logró que su exclamación fuera discreta. "Lo sospeché desde que tuviste tanto interés en como mi romance con Richard afectó nuestra amistad."
"Ya veo que ser sutil no es uno de mis dotes."
Kory rió, tan genuinamente feliz por su descubrimiento que ignoró la ironía en la voz de la joven mujer.
"Ya era hora de que ocurriera. ¿Desde cuando?, ¿Por que no lo habían dicho?."
"No sé...no queríamos estropear esa misión con una cosa tan banal."
"Siempre estamos en misiones Raven." Kory la interrumpió casi en un reclamó.
"Lo sé, pero..." Raven admiró por unos segundos como el cabello rojo de Starfire contrastaba con el modesto vestido negro que usaba mientras acomodaba sus ideas antes de hablar. "...Trasformar nuestra amistad por algo más fue repentino, queríamos entender bien que pasaba con nosotros antes de decirle a los demás. Evitar un escándalo."
Como lo verán, aquel plan no resultó como lo esperaron.
"Comprendo eso. Las chicas en la torre estarán devastadas cuando se enteren, y muy probablemente Victor va a pedir tener una muy larga conversación con Damian." Con gesto un maternal Kory acomodó el saco de Raven correctamente sobre sus hombros. Raven encogió sus hombros, ya no le importaba mucho las reacciones de los demás ante lo que parecía ser ahora una relación fallida. Kory fue hábil al notar su falta de entusiasmo. "No te vez tan contenta. ¿Hay problemas?."
"En estos momentos nuestra nueva 'relación' titubea como un polizonte en la plancha de un barco pirata."
"No, no me digas que algo pasó en la misión."
"Muchas cosas pasaron y no precisamente todas ocurrieron en esta misión. A Damian lo persiguió un recuerdo del espacio para patearle el trasero cruelmente."
"¿Es por el incidente que Damian tuvo con la prima de Clark en el espacio?. Jonathan dijo que ese beso fue a causa de la kryptonita."
"¿Tu también sabías de eso?"
No le sorprendía en lo más mínimo. Todos los habitantes de este planeta sabían sobre el sucio secreto de Damian. Raven ya no pensaría demasiado en ese incidente, no sin antes encontrar más información al respecto.
Su breve conversación con Jonathan Kent en el vestíbulo de la mansión le hicieron conocer que en efecto, ese incidente había sido provocado por una extraña Kryptonita y casi terminaba con una Kara Danvers muerta a manos de Damian, quien hizo hasta lo imposible para detenerla de asaltar su persona. Totalmente creíble.
Jon podría ser el amigo más leal de Damian, pero de ningún modo le mentiría a ella. Por lo menos Raven se aseguró de aquello.
"Te dije que todos menos tu sabían sobre el sucio secreto del Wayne, mi linda demonio."
Para la mala suerte de Raven alguien más optó por contestar por Kory.
Zachary se abrió entre dos personas, luciendo tan elegante como siempre con su traje de sastre, su brillante sonrisa y esa altanera actitud que seguía al mago a cada lugar a donde iba. Con un cortés cabeceo saludó a Kory y con un coqueto guiño a la mitad demonio.
Para agravar su mala suerte en ese instante alguien llamó a Kory para hacerla retirarse con una disculpa a otro grupo de personas.
Después de todo el drama que causó, lo último que quería era estar a solas con Zachary. De todos los lugares que pudo imaginar encontrarse al mago, la mansión de los Wayne nunca fue una de sus opciones.
"Zachary. ¿Qué haces aquí?". Raven maldijo internamente sin más remedio al reconocer la presencia del hombre.
"Mi desagrado por Damian Wayne no borra mi educación, vine a dar mi pésame a la familia. Todos somos compañeros de trabajo." Zachary pudo decir seguro, pero su falsedad cayó cuando Raven le dedicó una mirada que lo hizo sucumbir a la verdad. "Y...Zee me obligó a venir."
En la entrada del gran salón Raven vió a Zatanna dando sus condolencias a los hermanos Wayne, dandole la razón al hombre tras sus palabras.
"Hay mucha gente en esta sala Zachary, ve a molestar a alguien más. O, ¿Vienes para continuar haciendo mi vida imposible?" Ella dijo, su copa medio vacía quedó olvidada en una de las mesas para cruzar sus brazos y esperar la respuesta del mago.
"¿Hacerte la vida imposible?. Yo te abrí los ojos de lo que te estaban haciendo."
"A veces uno puede abrirle los ojos a otra persona sin la necesidad de arrancárselos."
"Un gracias basta." Zachary abrió sus brazos indignado. Su postura de galán y seguridad desapareció al momento que empezó a rechinar su dientes. "Estás tan obsesionada con él que sigues ciega en reconocer lo que él te hizo. Damian te engañó, te di pruebas."
"Tal vez es mi culpa, tengo la tendencia de caer en el mismo patrón al salir con patanes que me engañan." Ella le regresó la indirecta en un susurró, quizás un poco mas alterada de lo que le gustaría sonar. "Tu me engañaste con Edward y aún así te apoyé."
"No te engañé con Eddie, estaba confundido."
"Eres un sucio tramposo."
"Un sucio tramposo al cual tu amas." Zachary sonrió vanidoso.
"Existen diversas clases de amor en esta vida. Aprecio lo que eres capaz de hacer por mi, realmente lo hago. Esa ha sido una razón por la cual he tolerado tus caprichos todos estos años. Pero lo de nosotros ha pasado...para siempre."
"No puedes negar esa chispa entre los dos, de esos besos que compartíamos cuando me visitabas a escondidas." Zachary tuvo que sisear entre dientes, reteniendo sus ganas de hacer una escena. "Viste ese video, ¿Qué mas pruebas esperas para darte cuenta de que Damian Wayne no te conviene?"
Como Rose, Raven comenzaba a cuestionar seriamente la naturaleza de aquella cinta. No era difícil negar que Zachary insista mucho con ella.*
Pensaba que eras tú...ella entró a mi oficina luciendo como tu.
La posible magia de Djinn en Supergirl y lo que Damian había confesado en su departamento le hacían sospechar más sobre como es que ese incidente se dió a lugar. A pesar de los percances en el pasado, Damian nunca demostró sucumbir a sus deseos pasionales tan fácilmente. Tampoco nunca demostró mucho interés en la mujer de Kansas. Mientras tanto, Zachary era capaz de hacer hasta lo imposible para tener una situación a su favor. Y el mago parecía estar desesperado por hacer quedar ver mal a Damian, a como fuera lugar.
¿Podría ser una casualidad que el mago fuera la única persona en tener ese video?. ¿Haber grabado con éxito aquel caluroso beso y nada más?, ¿Cómo obtuvo un video de un lugar donde no existían las cámaras de seguridad?.
Zachary y Damian; uno de los dos mentía y Raven tenía miedo en descubrir quien lo hacía. Quizás el percance en la oficina de Damian ni siquiera tenía que ver con ninguno de los involucrados, y solo era otro efecto más de las travesuras de cierto Lord del Caos.
Existía muchas posibilidades que podrían revelar la verdad, pero para llegar a ello, Raven debía investigar.
"Hablando del video..." Raven arrastró su voz, con cada sílaba impacientando al mago. "Me gustaría verlo de nuevo."
"¿Qué?, ¿Para que?, ¿Por qué?."
Agitado, sobresaltado, nervioso. No una buena señal para comenzar a demostrar inocencia.
"El video de Damian y Supergirl, quiero verlo otra vez. De principio a fin."
"Lo que te enseñé es todo el video."
"Mmmm...Por lo que sé, conviviste bastante con Supergirl. Dime Zachary, ¿Cómo es que nunca notaste que la magia de Djinn la afectaba?. ¿No crees que tal vez la magia de la genio haya sido la causante de lo que ocurrió en la oficina de Damian?. Damian me dijo que él la besó porque ella lucía como yo. Klarion logró ponerme una marca en el brazo, fácilmente pudo inducir a Damian en besuquearse con una guapa rubia. Mi pregunta es: ¿Con que motivo lo harían?. A menos que...ellos no tuvieran nada que ver con ese incidente."
"¿Te estás escuchando?. ¡No puedo creer a donde llega tu mente para defenderlo Raven!."
Los murmullos de los invitados ahogaban su conversación de los demás, junto a la lluvia golpeando la ventana, era una suerte que nadie notara la pequeña escena.
"Solo busco una explicación razonable. Me resulta raro que en la oficina de Damian hubiera esas cámaras grabando justamente ese beso y nada más. Es como si hubieran sido plantadas especialmente para la ocasión. ¿No te parece curioso?."
"Espera, no se si estoy entendiendo bien. ¿Sospechas de mi?." Zachary la tomó gentilmente del brazo con la fuerza suficiente para no dejarla marcharse. "Planté esas cámaras, si, lo admito, pero porque tu no me creías. Tenía que demostrarte la verdad que tu niegas."
Raven se soltó de su agarre y un ceño se marcó en su frente. Quizás era tantas emociones juntas en un mismo lugar, pero ella no lograba descifrar al hombre, por un lado sentía que mentía, pero al mismo tiempo él decía la verdad.
De cualquier forma, ella solo tenía una cuestión final para el hombre.
"Quiero ver el video completo Zachary. La próxima vez que te vea espero que sea con el."
Zachary era su amigo, su expresión de dolor que sus palabras le causaron también le hicieron sentir remordimiento. Pero ella estaba dispuesta a encontrar la verdad. Raven le susurró un adiós y con sus manos dentro de los bolsillos de su saco negro se dispuso a perderse entre los presentes.*
"¿Esa es una forma de decir que no me hablarás hasta que te enseñe ese video?." Él le dijo antes de que ella pudiera escaparse. "¿Quiere decir que vas huir siempre de mi?."
"Desperdiciaste tu favor mágico Zachary. Pudiste haberme detenido ahora y no perder el tiempo en esas innecesarias preguntas."
Tras eso, Raven escapó de ahí lo más rápido que pudo y evitar sucumbir a Zachary llamándola.
Cumpliría su palabra con el mago, lo volvería a ver hasta el día en el cual le mostrara el video de la discordia completo. Esto no borraba el hecho de que Damian rompió su lazo de confianza con ella, pero valdría la pena para ayudarle a comprender este embrollo que innecesariamente le tenía echa un lío la cabeza.
Raven deambuló sin rumbo por el gran salón, como una sombra entre los presentes sin ser percibida. Robó una nueva copa del costoso champagne en su camino antes de salir del salón, aliviada al ser recibida por el silencio y la soledad del pasillo. Un momento para respirar.
El alcohol en su mano desapareció por su garganta demasiado pronto para su gusto, convencida de que necesitaría mucho mas para poder sobrellevar sus emociones propias y las volátiles de los presentes que la abrumaban.
"Me gustaría tener la habilidad de aparecer vino." Ella se murmuró en una amarga broma para si misma ante la copa vacía en su mano, sin imaginar que alguien estaría cerca para escucharla.
"Por eso siempre viajo con mi reserva personal, ¿Quieres un poco?."
Una licorera plateada apareció frente a la nariz de Raven. El fuerte olor a tabaco y licor hicieron que arrugara la nariz en desagrado conforme sus ojos seguían el brazo que extendía el objeto, para así descubrir a quien pertenecía.
Azar bendito, ¿Acaso hoy era el día de los patanes?.
Debió suponer que ese desagradable olor solo podía provenir del ebrio inglés de John Constantine.
"La vida realmente me odia si me castiga con tu presencia Constantine." Raven empujó lejos el brazo del hombre, ejerciendo fuerza de más y haciendo que los problemáticos ojos grises del hombre brillaran con picara diversión.
"No me digas que aun sigues cabreada por ese pequeño incidente de hace tantos años, gema."
"Tratar de exorcizarme es un resentimiento que llevaré siempre." . La sangre de Raven hirvió, lo que más odiaba del él era su cinismo.
"Salud por eso." Constantine sacudió la licorera antes de darle un sorbo y refrescarse con su sabor como si hubiera tomado una limonada en una tarde de verano. "Pero pensé que todo quedaría olvidado cuando el diablillo de Zee vino por mi ayuda para una de tus misiones. Mi aportación era una oferta de paz."
"¿Oferta de paz?." Raven penetró con su mirada al hombre, pero el hechicero era conocido por haber vivido lo peor, difícil hacerlo doblegarse a su intimidación. "Me hiciste perder el tiempo con tu estúpida broma en ese Cryptex."
"¿De que cojones me estás hablando amor?."
"El Cryptex que le prestaste a..." Raven arrastró su voz al notar la sincera confusión en el rostro del hombre, como sí fuera la primera vez que escuchaba aquella palabra. "¿El mensaje de 'Te extraño Love' dentro de un Cryptex dorado?."*
Oficialmente se encontró perpleja al escuchar al hombre reír. Él se tomó su tiempo incluso de encender un cigarrillo antes de continuar.
"Zachary es un pequeño bastardo. ¿Cryptex?, Eso ni siquiera existe amor."
Constantine podía ser la persona más transparente o la más engañosa del planeta, y en esta ocasión nada demostraba que mentía. Pero entonces, ¿Por que Zachary le llevó aquel objeto?. Ahora no le sorprendía tanto haber pensado en su momento que ese objeto dorado entre sus manos lucía tan falso como una baratija de segunda mano.
"Lo único que ese pequeño diablo tomó de mi, a base de chantajes debo añadir, fue el hechizo localizador y una preciosa gema del deseo." Constantine continuó.
"¿Gema del deseo?."
"¿La usó en ti?, ¿Por eso estás tan cabreada conmigo?." Constantine la miró entretenido, pero ligeramente intrigado. "Ese bastardo es más pillo de lo que creí. ¿Quieres que me vengue de él a nombre tuyo?. Por favor di que si."
"¿Para que sirve una gema del deseo?." Ella preguntó en un una exigencia. Aunque por el nombre de la dichosa gema, la idea quedaba clara.
¿Para que Zachary necesitaría una?.
"Crea una ilusión sobre quién la trae puesta. Transforma a quién la trae puesta en lo que más deseas ante tus ojos. En serio, escúpelo...¿Zachary la usó en ti?."
"Pensaba que eras tu...ella entró a mi oficina luciendo como tu."
Ahora aquellas palabras tenían tanta lógica.
No. No. No.
Raven sentía su sangre hervir.*
"¿Estás seguro?."
"Tan seguro como que deberías darme un maldito gracias por haberte ayudado en tu apestosa misión."
"Si, Gracias..." Ella dijo, lo cual le dió a Constantine un aire de grandeza y satisfacción mientras se escondía las manos en los grandes bolsillos de su gabardina. "...Por nada."
Ciertamente encontró placer al ver la sonrisa fanfarrona del hombre caerse conforme ella abrió la puerta del gran salón.
"¿A donde vas?." Él la llamó, murmurando una maldición cuando ella no se detuvo o le dió una respuesta. "...Bendita mujer. ¡Me debes una!."
Carecía de paciencia para continuar malgastando su tiempo con el hechicero. Rompería su propia promesa antes de lo previsto, pues su prioridad era encontrar a Zachary de nuevo para hacerle unas cuantas preguntas. Sería mejor que no fuera real lo que acababa de descubrir. Más le valía a Zachary no haber usado esa gema en Supergirl para grabar ese beso intencionalmente. Le convenía gravemente al mago que su pequeña travesura no fuera la causante de como ella se dejó consumir por algo tan banal como los celos.
Mas le valía a Zachary Zatara que ella se equivocará y él fuera inocente de esos cargos.
Este día estaba siendo más difícil de lo que ya era. Se encontraba en un funeral, absorbiendo las emociones de los demás, agobiada por el estado de Damian y ahora había caído en un juego de policías y ratones donde debía encontrar pista por pista para revelar un misterio.
Y ella pensó que lo peor había pasado cuando se deshicieron de Klarion.
"¿Haz visto a Zachary?." Raven preguntó al toparse con Jon en la mesa de carnes frías. Nadie como alguien con super oído y visión para encontrar a quien buscaba.
"Rae." Jon tragó al saludarla, tomándose un segundo para después señalar a la salida. "Creo que hace rato lo vi pasar al baño al final del pasillo. ¿Todo bien?."
"Perfectamente." Raven le murmuró con frialdad. Estuvo a punto de terminar su conversación con el super chico ahí, y marcharse a continuar su búsqueda, pero siendo sinceros, ella tenía otra cuestión para él. "¿Lo haz visto?."
No necesitaba ser más especifica para que Jon comprendiera que ella ya no se refería precisamente de Zachary Zatara.
Como había dicho, para ser un hombre con la habilidad de oír y ver más allá de estás paredes, seguro le sería fácil tener a cada uno de los presentes localizados. Estaba casi segura que Jon se pasaba matando el tiempo cerca del buffet mientras esperaba que Damian apareciera de nuevo. Al igual que ella, Jon no se iría a ningún lugar sin asegurarse primero del bienestar de su mejor amigo.
"No lo he visto desde que llegamos del cementerio...." Jon le contestó con honestidad, y con un poco de precaución continuó. "Talia Al Ghul anda cerca."
La desaparición del Damian tenía un nuevo sentido ahora. Raven creyó que la mujer de hermosos jades escondidas entre los robles del cementerio se retiraría de la misma manera en la cual apareció, sin ningún rastro. Esperaba que la visita de la madre de Damian no empeorará la ya difícil situación del hombre.
"Damian estará bien Rae." Jon le quitó asegurar, sin embargo su nervioso masticar al comer queso no ayudaba mucho a ocultar su impaciencia. "¿Sigues molesta con él?. Lo que pasó con mi prima....."
"Lo sé Jon, fue un accidente. Me lo has dicho cientos de veces." Raven lo interrumpió antes de que él le diera el mismo sermón sobre los efectos de una extraña kryptonita. Ella estaba en su propio camino a descubrir respuestas de todo lo que eso desencadenó. "Te veré en un rato."
No esperó a que él le contestara, abandonó al joven para que este siguiera llenándose la boca con bocadillos, mientras tanto, ella continuaría la pista de un tramposo y travieso mago.
Una vez más, Raven se encontró en el pasillo, lejos del barullo de los invitados y confiando en las indicaciones del noble Jon. Esta vez Zachary le diría la verdad o ella se la sacaría a la fuerza.
Cómo lo esperó, se topó con la puerta del baño al final del pasillo cerrada, tocó unas cuantas veces sin que nadie le contestara. Pensando que estaba vacante, ella movió la perilla solo para percatarse que el seguro estaba puesto. Alguien en definitivo se encontraba dentro y ella tenía la esperanza de que se tratara de quien ella buscaba. Pero a pesar de que continuó golpeando la puerta, ella nunca obtuvo una respuesta del interior.
"Zachary, ¿Estás ahi?."
"¡Joder Rae!, Hay miles de baños en esta mansión, ve a buscar otro."
Raven reconoció el frustrado grito al otro lado de la puerta. "¿Rose, eres tu?."
"Sí, y necesitó como cinco minutos...mmmm..." La voz de la rubia se escuchaba agitada al mismo tiempo que irritada. "...Me estoy arreglando el maquillaje, lárgate."
"Rose, debo contarte lo que descubrí."
Raven giró la perilla y forzó el seguro con sus poderes para abrir la puerta. No encontró a Zachary, pero tal vez contarle a Rose la nueva información que acaba de adquirir le ayudaría a decidir que hacer al respecto. La mercenaria no era la mejor opción cuando se hablaba del juicio moral, pero sí era sincera. Al final ella aumentaría o disminuiría su sed por destruir algo.
"Hey, ¡No entres!."
Raven rodó los ojos a la exageración de la mujer conforme la puerta se abría, ¿Cuanta privacidad Rose necesitaría para arreglarse el maquillaje cuando más de una vez se paseó desnuda por el departamento que ambas compartían?.
La puerta finalmente terminó por abrirse, y la escena que se desarrollaba dentro del baño se revelaba ante los ojos de la mitad demonio en cámara lenta y como una experiencia de horror. Escuchó el grito de sorpresa de dos personas encontradas infraganti dentro de la privacidad del sanitario.
"Tu si que eres la hija de satanás. ¿No pudiste esperar?."
Apenas escuchó el molesto reclamó de la rubia, Raven estaba más atenta en como su amiga se acomodaba su vestido negro para ocultar su ropa interior. Las manchas de labial en casi todo su rostro hacían dudar altamente a Raven en pensar que la mujer se estuviera arreglando su maquillaje, en especial al ver como el hombre que le hacía compañía tenía el mismo tipo de manchas carmesí en el cuello y los labios.
"Bienvenida, pero llegaste un poco tarde a la fiesta." Jason dijo sin vergüenza, entre todavía agitados respiros se acercó a Raven para tomarla del brazo y hacerla entrar por completo al baño antes de cerrar la puerta con seguro detrás de ellos.
Fue sencillo descifrar lo que acaba de ocurrir entre Rose Wilson y Jason Todd en este baño. Este tipo de descubrimiento era lo último que necesitaba en su lista de preocupaciones.
"¿Ustedes dos?. Desagradable." Raven finalmente salió de su trance para decir en gran disconformidad y escándalo. "¿Tan poca decencia tienes?. Estamos en un funeral Rose."
"¿Qué diferencia hay de ti comiéndote a Damian en la boda de Dawn y Hank?. Además..." Rose se arreglaba el labial corrido en el espejo mientras señaló a su cómplice con desinterés. "...Él estaba triste."
"Triste, solo y muy vulnerable." Jason frunció los labios mientras desvergonzadamente se limpiaba las manchas de labial de los labios.
"¿Y Rose pensó que sería buena idea aprovecharse de tu estado vulnerable?." Raven hizo todo lo posible de mantener sus ojos lejos de la marca roja que el hombre tenía en el cuello.
"Yo le di luz verde para que se aprovechara todo lo que quisiera. No te preocupes por mi integridad Rae, Rose cuidó muy bien de mi."
"Por favor..." Raven resopló.
"Japón y el sake no solo hicieron efecto en ti amiga mía." Rose le guiñó el ojo por el espejo mientras Jason murmuraba gustoso a su lado. "Es sexo. Por favor, soy la maestra que te enseñó todo. Y en serio, Jason estaba triste..."
¿Cómo es que nunca notó un comportamiento extraño entre estos dos?. Ni siquiera debía sorprenderle...o importarle. Suponía que cada quien tenía su propia manera de sobrellevar el duelo, y Rose era capaz de hasta lo más imposible, revolcarse con su compañero de riñas en un funeral era demasiado creíble como para darle más vueltas al asunto.
"Zatara se fue sí es que lo estás buscando." Jason fue quien le avisó antes de que ella pudiera salir corriendo de ahí. "Lo vi irse junto a Zatanna cuando entramos aquí. Una visita rápida la de los magos."*
"¿Qué tan seguro estás?."
"Bueno, mi atención sí que estaba muy dispersa entre una candente rubia y los posibles testigos en el pasillo." Jason se llevó una mano a la barbilla en pensamiento. "Pero sí, estoy bastante seguro que se fueron. Desaparecieron en una especie de portal."
"¿Para que buscas a ese idiota?."
Raven se llevó las manos a la cabeza al sentarse sobre la taza del baño, el suspiro de fastidio que salió de sus labios fue inevitable. "Me topé con Constantine y quizás dijo algo que me hizo creer tus sospechas sobre Zachary y ese video."
"Oh, Zachary esta embarrado en ese problema, tanto como Supergirl y Damian." Rose le dijo y para la sorpresa de Raven, Jason cabeceó en acuerdo. Entonces, no solo era sexo entre ellos si se compartían los por menores de otra persona. "¿Pero que importa?. No pienses más en eso. Ya tuvimos esta conversación mi linda cuervo."
"Tengo un maldito lío en la mente. Entre los engaños de Zachary y Damian rompiendo nuestro lazo de confianza al guardarme secretos, no sé que hacer."
"En cierto punto, tu le hiciste lo mismo al enano."
Raven alzó sus cejas indignada y algo molesta con la acusación del forajido. "¿Disculpa?."
"Vaya, parece que Jason tiene su propia opinión." Rose divertida se hizo espacio para sentarse a un lado de Raven, mirando fijamente al hombre como si él tuviera lo más interesante por compartir.
"Tus visitas secretas para sanar a Alfred." Jason alzó una mano para detener que Raven lo interrumpiera. "Ahorra la molestia de negarlo, todos los sabemos menos Damian. ¿Crees que en la casa de Batman nadie notaría tu constante presencia en la habitación de Alfred haciendo tu hocus pocus?."
"Es diferente." Ella dijo, repentinamente sintiendo un malestar en el estómago.
"¿Cómo lo es?, se lo ocultaste, también rompiste su confianza. No defiendo al enano pero, ¿No fue eso hipócrita de tu parte?."
Raven no supo que decir, sus uñas se enterraron en su pantalón para abstenerse las ganas de arrancar con ellas el rostro del sabelotodo fanfarrón de Jason. Su caso era totalmente diferente. Su secreto no era egoísta.
"Siempre es agradable presenciar cuando alguien le quita la palabra a la bruja."
Definitivamente los entretenidos y sarcásticos aplausos de la rubia no ayudaban al mal humor de la mitad demonio.
"No lo puedo creer." Raven murmuró, añadiendo más gozo a los dos revoltosos mercenarios. "Estoy cansada, será mejor que regresé a mi casa, ya no quiero descubrir más secretos traumáticos."
*Un solo chasquido de sus dedos era lo que necesitaba para desaparecer en este mismo instante y regresar a la comodidad de su hogar. Tomar una larga siesta era algo que su cuerpo pedía, sin embargo, estaba segura de que no encontraría el sueño. Entendía por lo que Damian pasaba, aunque aún sintiera una pequeña molestia en su corazón por su culpa, ella no sería capaz de marcharse sin antes verlo. Él era su amigo, uno que necesitaba de su apoyo.
"¿No pensaras irte sin despedirte de Damian, verdad?." Rose golpeó a la mitad demonio en las costillas con el codo para regresar su atención a ella.
"Puedo marcharme cuando me de la gana."
Pero primero vería a Damian. Aunque, no diría eso en voz alta, por supuesto.
"Eres mi boleto gratis de regreso a casa, pero, ¿Podrías considerar cinco minutos más antes de irnos?." Rose se levantó, arrastrando a Raven a la puerta con ella. "Tanta actividad me dio sed y hay barra libre en este lugar. Un trago más."
Raven consideró la petición de su amiga, quizás no por mucho tiempo. Dejar que la rubia se embriagara en la barra libre era la excusa perfecta que necesitaba para quedarse quizás hasta el final de la noche. En cualquier momento existía la posibilidad de toparse con Damian.
"Bien, pero solo un trago más Rose." Al decir aquello Raven notó una amplia sonrisa en Rose mientras la sacaba del baño. "Después nos vamos a casa."
"O Tal vez puedan quedarse para dos tragos más." Jason las siguió de cerca abriendo la puerta del salón para ellas. "¿O Tres?."
"Solo uno." Raven prometió.
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***********AN:
No mentí cuando dije que Chaos se alargo mucho con los capítulos de relleno. ¿Saben desde cuando tengo este capitulo en borradores? Casi desde que se estreno la película de Batman Hush. La escena del cementerio esta completamente inspirada en esa película y el momento Batcat. También tuve la idea de matar a Alfred antes de que DC lo matara en el canon....esta historia se alargado por demasiado tiempo.
El siguiente capitulo vendrá mas pronto.
Ahora sí. Solo quedan 3 más!.
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