❀ epílogo ❀
❝ Fɪɴᴀʟᴍᴇɴᴛᴇ, ᴛᴏᴅᴏ ᴇsᴛᴀʙᴀ ᴇɴ sᴜ ʟᴜɢᴀʀ, ᴄᴏᴍᴏ sɪ ᴇʟ ᴜɴɪᴠᴇʀsᴏ ʜᴜʙɪᴇʀᴀ ᴀʟɪɴᴇᴀᴅᴏ ᴄᴀᴅᴀ ᴅᴇᴛᴀʟʟᴇ. ❞
Un año había pasado desde mi gran regreso, y aquella noche, luego de un concierto electrizante en Seúl, me encontraba en el auto, descansando en la parte trasera.
Los gritos de mis fans aún resonaban en mis oídos, una melodía de apoyo y entusiasmo que nunca dejaba de emocionarme. Sin embargo, en el coche, la realidad cotidiana me alcanzaba de nuevo.
Mi chófer se quejaba por el tráfico vehicular, algo habitual en las congestionadas calles de Seúl. Sus palabras eran un murmullo de fondo mientras miraba por la ventana, observando las luces de la ciudad parpadear en la distancia.
—Esto es un caos, como siempre —murmuró, golpeando el volante con impaciencia.
Asentí distraídamente, mis pensamientos lejos del tráfico.
Había pasado un año desde mi regreso, y aunque todo parecía ir bien en la superficie, sabía que el camino hacia la recuperación completa aún continuaba.
Seguía asistiendo a terapia, trabajando para sanar y entenderme mejor. Sentía que cada día era un pequeño paso hacia adelante, un avance constante pero lento.
Durante este año, había salido con dos chicas. Eran citas agradables, sin grandes altibajos, pero tampoco con la chispa que estaba buscando. La verdad, nadie ha logrado llamar completamente mi atención y comprendía lo que estaba buscando en sí.
No había sentido la necesidad de llevar ninguna de esas relaciones más allá. En el fondo, sabía que me estaba autosaboteando, aunque no podía precisar la razón exacta.
—Todo va bien, ¿no? — pregunté a mí mismo en voz baja, más como un mantra que como una pregunta real.
Había cumplido con mis compromisos profesionales.
Los conciertos eran un éxito, las críticas del nuevo álbum eran positivas, y mis fans seguían mostrándome su amor incondicional. Y aún así, cuando la euforia del escenario se desvanecía, quedaba solo con mis pensamientos, con esa inquietud latente.
El auto se detuvo abruptamente, sacándome de mi ensimismamiento. Yeonjun giró para mirarme, una expresión de disculpa en su rostro.
—Perdón por la parada brusca. Este tráfico es imposible.
—No te preocupes —respondí con una sonrisa cansada, aunque apreciaba su intento de alivianar el ambiente.
Volví a recostarme, cerrando los ojos por un momento. El roce del asiento de cuero bajo mi cabeza, el murmullo del tráfico afuera, todo se mezclaba en una sinfonía urbana. Pensé en las sesiones de terapia, en las palabras de mi terapeuta: "El progreso es un proceso, Jungkook. Tienes que ser paciente contigo mismo".
Paciencia. Esa era la clave. Sabía que no podía apresurar mi sanación ni forzar nada. Todo debía llegar a su tiempo. Pero mientras tanto, el maldito vacío seguía ahí, recordándome que había partes de mí que aún necesitaban tener respuesta aunque me había rendido.
Volví a mirar por la ventana del automóvil, observando cómo nos movíamos lentamente. La gente caminaba rápidamente en la acera, sus rostros reflejando la prisa de la vida urbana. Pensé que si bajara del auto y caminara, probablemente llegaría a descansar mucho antes que quedándome atrapado en este asqueroso tráfico.
Pero de repente, una visión capturó mi atención y mi corazón comenzó a palpitar con fuerza. Una mujer caminaba entre la multitud, su ropa casual, una mochila en su espalda, su cabello lacio y largo, y unos audífonos adornando su cabeza. Algo en ella me resultaba extrañamente familiar, despertando una sensación intensa dentro de mí. Mis piernas comenzaron a moverse de manera nerviosa al ver cómo ella caminaba rápido, casi como si tuviera un destino urgente. No quería perderla de vista.
—¿Puedes avanzar más rápido? —pregunté, la ansiedad evidente en mi voz. Él se volvió hacia mí con una ceja levantada.
—¿Estás de broma? ¿Quieres que pase por encima de los autos o que vuele? Dime alguna opción.
Ignoré su sarcasmo y me quité el cinturón de seguridad, sin apartar la mirada de aquella mujer. Había algo en ella que no podía dejar pasar. Mi corazón latía con fuerza mientras seguía observándola, su figura alejándose cada vez más en la multitud.
—Voy a bajarme aquí — avisé de repente, abriendo la puerta del auto sin esperar una respuesta.
—¿Qué? ¡Jungkook, espera... —gritó, pero ya estaba fuera, mezclándome con la multitud.
Caminé rápido mientras me colocaba el gorro de mi poleron y así evitar ser visto por personas, estaba casi corriendo, esquivando a las personas que se interponían en mi camino. Mis ojos estaban fijos en la mujer con la mochila, sus movimientos gráciles y seguros. Había algo magnético en ella, algo que no podía ignorar.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, logré acercarme lo suficiente. Mi respiración era pesada y mi corazón latía con fuerza en mis oídos. Cuando estuve a pocos metros de ella, levanté la mano, queriendo llamarla, pero las palabras se atoraron en mi garganta.
Ella se detuvo de repente, girando ligeramente la cabeza como si sintiera mi presencia. En ese breve momento, nuestras miradas se cruzaron. Sus ojos eran profundos y expresivos, y sentí un extraño déjà vu, una sensación de haberla conocido antes, aunque no podía recordar dónde.
—Perdona... — comencé a decir, mi voz temblorosa— ¿Nos conocemos?
—No creo... — su voz salió con duda y me sonó extrañamente familiar.
—Lo siento, creo que me he equivocado. — dije rápidamente, sintiendo una extraña decepción. Me giré, preparándome para alejarme, pero algo dentro de mí no podía dejarla ir tan fácilmente.
Ella se quedó allí, mirándome con una expresión pensativa, como si también estuviera tratando de recordar algo.
—Digo, te conozco, eres Jeon Jungkook. — detuve mis movimientos y giré mi cabeza dispuesta a escucharla. — Te vi en televisión luego de despertar de mi accidente y no comprendí el porqué mi corazón latió con tanto frenesí que sentí que moriría. Eres Jeon Jungkook, nunca me ha gustado tu música, ¿por qué de pronto mi corazón estaría así de loco?
Estaba tan atento a sus palabras, que lo último me hizo ruido.
—¿Qué tiene mi música? — inquirí arrugando mi frente.
—De todo lo que te dije, ¿sólo retuviste esa información?
—Si... digo no...
—Olvida todo, creo que lo mejor es que me vaya...
Ella se volteó para marcharse, pero en un ataque impulsivo, tomé su brazo con delicadeza, evitando que se fuera. Al momento de tener contacto con su piel, un fuerte dolor de cabeza me invadió, obligándome a cerrar los ojos.
De repente, vi un campo completamente verde y yo estaba arriba de un caballo blanco, galopando con una sensación de libertad pura. A mi lado, ella también estaba montada en un caballo, sonriendo, siendo feliz. Era una imagen tan vívida y real que sentí como si estuviera allí nuevamente.
Abrí mis ojos, sintiendo cómo las lágrimas se acumulaban en mis ojos. Escuché gritos a mis espaldas, probablemente de Yeonjun, mi chófer, pero lo ignoré al notar que ella estaba en la misma situación que yo.
—Hyerim...
Su nombre salió en un leve susurro de mis labios y ella me miró con total sorpresa. Sus ojos se abrieron ampliamente, reflejando la incredulidad y la confusión que también sentía en mi interior. El tiempo pareció detenerse mientras nos quedábamos mirándonos, tratando de asimilar lo que estaba ocurriendo.
—¿Qué es todo esto? — preguntó limpiando una lágrima que había caído por su mejilla. Intenté acercarme, pero me detuve para no abrumarla mas de lo debido. — ¿Por qué mi corazón se siente tan inquieto y a la vez tan tranquilo al verte?
Sentía las miradas de la gente a nuestro alrededor, quizás porque me habían reconocido. Pude notar a algunos con sus celulares levantados, grabando en nuestra dirección. La atención no me molestaba; en realidad, estaba acostumbrado a ello. Pero se notaba que ella estaba incómoda.
Ella, consciente de las miradas, se colocó el gorro de su campera, intentando pasar desapercibida.
—Me siento de la misma forma. — hablé ignorando todo a mi alrededor. — Lo juro. Yo... desde que desperté de mi coma he sentido un vacío, como si hubiera olvidado algo muy importante. Sentía que estaba a un paso de caer en la locura...
—Lo siento por de tu... estadía en el hospital... — sonreí bajo al notar que ella no quería hacerme sentir mal.
—No te preocupes. Ya estoy mucho mejor.
—Lo noté. Pude ver tu cambio.
Diablos, mi cabeza iba a explotar. El dolor comenzó a aumentar al tener una avalancha de recuerdos. Era como si mi mente, hasta entonces cerrada, se estuviera abriendo de golpe, dejando salir una tormenta de imágenes y sensaciones.
Estaba en una casa, comiendo un postre casero que me sabía a cielo. El sabor era tan vívido, tan real, que casi podía sentir la textura en mi boca. Luego, me vi a mí mismo jugando con los animales que había en ese hermoso lugar, riendo y sintiendo una felicidad pura y simple.
Otro recuerdo me mostró una noche estrellada, donde las luciérnagas iluminaban el campo como pequeños destellos de magia. Estaba allí, sentado en la hierba, admirando la belleza del cielo nocturno. Pero nada se comparaba con el recuerdo de admirarla a ella.
Ella estaba siempre ahí, en cada recuerdo. No podía distinguir claramente su rostro, pero su presencia era inconfundible. En la casa, en el campo, bajo las estrellas, siempre estaba ella, llenando esos momentos con una calidez y una serenidad que solo ahora empezaba a comprender.
El dolor en mi cabeza se intensificó y tuve que apretar los ojos con fuerza, tratando de soportarlo. Era como si mi mente estuviera luchando por liberar esos recuerdos, y cada uno de ellos me golpeaba con una mezcla de dulzura y dolor.
—Jungkook, ¿estás bien? -su voz suave me sacó de mi trance.
Abrí los ojos lentamente, encontrándome con su mirada preocupada. Asentí, aunque el dolor aún palpitaba en mi sien.
—Eres tú — dije finalmente, mirándola a los ojos—. Siempre fuiste tú.
No me importó nada más en ese momento. La abracé con fuerza, sintiendo cómo una paz indescriptible me invadía al tenerla junto a mí. Su cuerpo estaba tenso al principio, sus brazos colgando a los costados, pero poco a poco, sentí que sus manos subían, rodeándome hasta que finalmente me abrazó.
El contacto con ella era reconfortante, como si todas las piezas rotas de mi vida se estuvieran uniendo nuevamente. Cerré los ojos, permitiéndome saborear este instante de tranquilidad. Aun no podía comprender completamente lo que había sucedido, cómo es que pudimos conocernos sin habernos visto en lo que parecía una vida anterior.
Desde que desperté con una añoranza sin definir, el sentimiento de un sueño que no logras recordar, pero aun así te deja con un hueco por lo sucedido en él.
Sentía que estaba destinado a volver a encontrarme con ella. Tal como el hilo rojo del destino que siempre había oído en las leyendas. Estos hilos se entrelazan y se doblan, se enredan y desenredan, pero una vez que una conexión ha sido establecida, sin importar lugar o tiempo entre dos personas éstas se vuelven destinadas a estar juntas. Se convierten en almas gemelas.
Mientras la tenía abrazada, esa idea se fortalecía en mi mente.
Cada recuerdo borroso, cada sensación de déjà vu, todo apuntaba a esta conexión inexplicable entre nosotros. Era como si el universo hubiera conspirado para reunirnos de nuevo, y ahora que la tenía en mis brazos, todo cobraba sentido.
—¿Te gustaría beber algo conmigo?
Mi pregunta salió de forma natural, aún sin separarme. Ella levantó su rostro y me observó con un brillo especial en sus ojos mieles.
—Me encantaría.
Me di cuenta de que los cambios son necesarios, no solo en nuestra vida externa, sino también en nuestro corazón. Había dejado atrás los malos hábitos, las malas influencias, y había trabajado arduamente para reconstruir mi carrera y mi vida.
Pero el cambio más significativo fue el que ocurrió dentro de mí. Aprendí a valorar las cosas que realmente importan: el amor, la amistad, la dedicación y la pasión por lo que hago. El camino hacia la sanación no fue fácil, pero cada esfuerzo valió la pena.
Y que decir de la persona que tenia frente a mi.
Y caminando hacia un lugar mas privado, conversando sobre nosotros, ignorando los gritos de Yeonjun, es donde comenzaba nuestra historia que dejamos inconclusa en algún espacio-tiempo.
Porque al final no sabemos si los sueños son dimensiones desconocidas, y el amor de nuestra vida se encuentra atrapado en una de ellas como lo fue en mi caso.
Tenía la sensación de que podríamos crear algo lindo. Porque en esta realidad, como en esa otra, estábamos destinados a estar juntos.
Porque una parte de mí que había estado perdida finalmente volvió a encontrar su lugar, al lado de ella.
Al lado de Hyerim.
Ahora si que sí le damos un final como corresponde. Digo, ¿cómo no se iba a reencontrar con Hyerim? 😢
Gracias por leer chiquis, de verdad que lo pasé muy bien escribiendo esto ❤️.
Y claro que si tiene el mismo apoyo que los capítulos anteriores, habrá un especial que les gustará muuucho 🤌🏻❤️.
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