❀ cuatro ➳ ❝ la magia de Hyerim ❞
❝ Cᴜᴀɴᴅᴏ ᴛɪᴇɴᴇs ᴀ ᴀʟɢᴜɪᴇɴ ǫᴜᴇ ᴛᴇ ᴀɴɪᴍᴀ ᴀ ᴅᴀʀ ʟᴏ ᴍᴇᴊᴏʀ ᴅᴇ ᴛɪ, ᴄᴀᴅᴀ ᴅɪ́ᴀ sᴇ ᴄᴏɴᴠɪᴇʀᴛᴇ ᴇɴ ᴜɴᴀ ᴏᴘᴏʀᴛᴜɴɪᴅᴀᴅ ᴘᴀʀᴀ ᴄʀᴇᴄᴇʀ ʏ ᴍᴇᴊᴏʀᴀʀ. ❞
Día cuatro
Si pudiera expresar con tan solo una palabra mi estadía en este lugar, sin duda alguna sería agotador.
Luego de volver de aquel hermoso río, comencé con fiebre por haber estado en las afueras cuando llovía antes de montar a Stormy. Y sí, me aproveché de la situación logrando que Hyerim no fuera a la cena con míster sonrisas.
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—¿Cómo es posible que te enfermeras tan rápido? Tan solo pasaron unas horas.
Sentía dolor por todo mi cuerpo, mis dientes castañeaban por el frío que sentía y quise llorar por sentirme tan mal.
—No lo sé, aunque últimamente estoy con mis defensas bajas. Es tú culpa por hacerme trabajar aún con lluvia. — la acusé, tirando mi cuerpo en la cama y abrazando mis piernas en posición fetal.
—Es lo que uno hace, Jungkook. — dijo de manera obvia. — la gente común y corriente debe trabajar aún cuando llueve.
—Lo encuentro inhumano.
—Uno trabaja por necesidad, no tengo mas opción aquí.
Escucharla decir eso provocó que le pusiera mas atención a sus quejas.
—¿No tienes mas opción? Vamos, Hyerim, eres una increíble mujer totalmente independiente, sabes hacer muchísimas cosas. Estoy completamente seguro que en las grandes ciudades podrás surgir sin matarte tanto. — me abracé a mi mismo sintiendo que moriría de hipotermia. Maldita sea, me sentía pésimo.
—Lo llegué a pensar cuando era mas pequeña y soñaba con visitar Seúl o alguna ciudad más moderna. Pero después, al crecer, me di cuenta que aquí tengo todo lo que necesito. — explicó sentándose en un lado de la cama, colocando un paño húmedo en mi cabeza. — tienes fiebre.
—Creo que me has desbloqueado un recuerdo... — arrugué mi frente al sentir el frío paño.
—¿Ah, sí? ¿Cuál?
—Cuando mamá me hacía lo mismo...
Mis pensamientos vagaban hacia el pasado, hacia los días de mi infancia cuando la figura de mamá irradiaba calidez y consuelo. Recordaba cómo ella cuidaba de mí con amor infinito cuando me enfermaba. Su suave voz susurrando palabras reconfortantes mientras me arropaba en la cama, su mano fresca en mi frente febril y su sonrisa tranquilizadora que siempre me hacían sentir mejor. Cada vez que me sentía débil, ella estaba allí para cuidarme.
Un nudo en la garganta y un peso en el pecho me recordaban cuánto la extrañaba. La tristeza y la melancolía comenzaron a envolver mi cuerpo, recordándome cuánto había perdido.
—No pierdas mas tiempo, Jungkook. Créeme que cuando mamá no está, el sentimiento de culpa de lo que pudiste haber hecho y no hiciste, te persigue por siempre.
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Y puedo decir que sus palabras tuvieron un peso importante en mí.
Recordar todas esas veces que pospuse visitas a Busan porque tenía eventos que consideraba "más importantes". Reuniones de trabajo, conciertos, salidas con amigos, compromisos sociales; siempre había algo que parecía ocupar el primer lugar en mi lista de prioridades. Pero ahora, mientras reflexionaba sobre esas decisiones, me di cuenta de lo equivocado que estaba.
Mis padres, que siempre estaban ahí para mí, nunca se quejaron cuando cancelaba planes con ellos. Siempre me animaban a seguir adelante con mis proyectos y compromisos, aunque eso significara pasar menos tiempo juntos. Pero ahora me doy cuenta de que nada en este mundo es más importante que ellos.
¿Qué hago si algo les pasa?
El arrepentimiento comenzó a surgir en mi interior mientras recordaba todas las conversaciones perdidas, los abrazos que no di, las risas compartidas que no ocurrieron porque siempre tenía alguna excusa para no ir donde ellos. Me di cuenta de que había estado perdiendo el tiempo persiguiendo cosas efímeras, mientras que la verdadera riqueza de la vida estaba en disfrutar mis logros junto a las personas que siempre confiaron en mí.
—Tienes cara de cachorro triste y por eso te hice una tartaleta de frutas...
Pegué un brinco al sentir su voz en mis espaldas y limpié de forma rápida mi mejilla.
—Eso se ve delicioso. — mi voz era nula y tenía que hacer un gran esfuerzo para que me comprendiera. — la voz dorada de Corea está en peligro y tú eres la culpable.
Aparentar que nada me sucedía era algo sencillo para mí. Luego de una pésima noche, amanecí sin voz y aún sintiéndome algo mal.
—Que exagerado. Es un resfrío, ¿quieres que te lleve con el médico del pueblo?
—¿Me inyectará?
—Probablemente.
—Paso.
—¿Y así te quejas? — negó con su cabeza de forma divertida.
Mientras luchaba contra la fiebre y el malestar en la mañana, noté un cambio en la actitud de Hyerim hacia mí. Desde que llegué acá había sido distante y reservada, pero al verme enfermo, su máscara de frialdad pareció desvanecerse lentamente.
Sus gestos de preocupación y sus palabras amables me tomaron por sorpresa. Se ofreció a traerme medicamentos, prepararme sopa caliente y se quedó a mi lado para asegurarse de que estuviera bien. Ahora, me hizo una tarta. Cada pequeño acto de amabilidad me hizo sentir más cerca de ella y me encantaba.
Aunque estaba agradecido por su cuidado, también era consciente de que estaba aprovechándome un poco de su amabilidad. Su actitud más cálida me hacía sentir un poco más seguro y querido de lo habitual, y me sentía tentado a prolongar mi convalecencia solo para seguir recibiendo su atención.
—Me alimento mal, no tomo mis vitaminas y aún así casi nunca me enfermaba en la ciudad. Llego al campo, me hacen trabajar como esclavo y casi muero... ¿por qué no me quejaría? — contraataqué sacando un pedazo de la tarta. Y como siempre, hice un sonido gutural indicando que me encantaba.
Si ella pudiera hacerme este postre siempre, sería el mas feliz.
—¿Como esclavo? Son tareas básicas, señor soy-cantante-y-no-puedo-hacer-otros-trabajos. — separó cada sílaba haciendo muecas, lo cual la hizo ver graciosa.
Cada vez que Hyerim hacía una mueca o una expresión sin darse cuenta, era como si el mundo se detuviera por un momento solo para admirar su belleza natural. Sus gestos, tan simples y tan espontáneos, tenían el poder de cautivarme de una manera que nunca antes había experimentado.
Pero a pesar de que mi corazón dolía de deseo y anhelaba besarla con cada fibra de mi ser, sabía que no podía hacerlo. Sabía que ella aún me rechazaba y no haría algo que pudiera tener una idea aún mas equivocada de mí.
Yo era una persona terrible, sí, pero a ella más que nada quería agradarle.
—Me dueles, Hye...
—Te prepararé una limonada con miel para tu pobre garganta y te mostraré algo que no puedes presenciar en tu contaminada ciudad. — guiñó un ojo para caminar nuevamente a la cocina y comenzó a preparar la limonada con el jugo natural, exprimiendo cada uno y era un detalle que agradecía enormemente.
A medida que los días pasaban (que extrañamente pasaban de forma lenta), me sumergía más en la tranquilidad del entorno y comencé a darme cuenta de que este lugar tenía mucho más que ofrecer de lo que inicialmente había imaginado. Me di cuenta de que este lugar, lejos del bullicio y las distracciones de la vida cotidiana, me estaba brindando la oportunidad de encontrarme conmigo mismo, de descubrir quién era realmente y de qué era capaz.
—Toma, bebe esto y toma esta pastilla. — me tendió un vaso muy grande y una pastilla blanca, que observé dudoso.
—¿Es droga?
—Es para desinflamar tu garganta. ¿Cómo podrás cantar así cuando vuelvas?
—Te escribiré una canción y la cantaré frente a todo el público en agradecimiento por todo lo que has hecho por mí.
Ella rió, quizás creyendo que estaba bromeando, porque eso es lo que hacía el noventa por ciento del tiempo. Pero estaba hablando totalmente serio.
—Solo hice lo que cualquier persona hubiera hecho. Solo te di un lugar para dormir, no es tanto, no te preocupes. — le restó importancia, mientras sonreía de manera tan linda.
—Hiciste mucho más, créeme.
—¿Por qué siento que hay dos personas completamente diferentes viviendo en ti? Es como que ni se toparan tus dos personalidades. A veces eres tremendamente engreído y otras veces eres tremendamente amable, pero aún no encuentro un punto intermedio. — cuestionó levantando una ceja, observándome fijamente. Esa mirada que lograba ponerme nervioso. — ¿Cómo eres realmente, Jeon Jungkook?
—¿Quieres conocerme en profundidad?
El aire se volvió denso, cargado de expectación y tensión, cuando pronuncié esas palabras. El silencio pesaba sobre nosotros y podía sentir el latido acelerado de mi corazón resonando en mis oídos mientras esperaba su respuesta.
—Ahí está nuevamente...
—Vamos, Hyerim, ¿quieres conocerme mas a fondo?
Decidido a obtener una respuesta, me levanté de la silla y caminé lentamente hacia donde ella estaba. Cada paso era deliberado, cada movimiento calculado, mientras me acercaba con determinación para enfrentar la incertidumbre que colgaba en el aire entre nosotros. Ella evitaba mi mirada, pero de pronto, la levantó, haciéndome frente.
Y mis piernas temblaron, maldita sea.
Y entonces, en medio del silencio tenso, sus labios se curvaron en una sonrisa suave y su mirada se suavizó.
—¿Por qué no? Me gustaría tener el privilegio de conocer al Jeon Jungkook amable. Ese que quizás en algún momento lo fue, pero la fama lo cambió.
Una oleada de alegría inundó mi ser cuando sus palabras confirmaron lo que había estado esperando escuchar. Una enorme sonrisa se formó en mis labios, irradiando felicidad ante la simple pero significativa respuesta positiva de su parte.
¿Qué me estaba pasando?
¿Realmente me gustaba tanto en tan poco tiempo?
¿Eso es posible?
Puede ser porque ella no me vio como el idol famoso (porque definitivamente no sabía quien mierda era yo), sino mas bien como un intruso en su mundo, y su reacción no fue correr a mis brazos gritando, sino apuntarme con un arma con una determinación que dejó claro que no iba a ser fácil ganarme su confianza.
Su mirada penetrante me recorrió de arriba abajo, evaluándome con un escrutinio que me hizo sentir desnudo y vulnerable. No había lugar para la adulación o la adoración en su mundo. Me hizo trabajar duro, demostrar mi valía y ganarme cada privilegio que ella me estaba otorgando. Pero a pesar de las dificultades y los desafíos que enfrenté, no podía evitar sentirme atraído por su espíritu indomable y su capacidad para desafiar las expectativas.
Si buscaba que ella cayera ante mí, estaba siendo un completo ingenuo. Porque terminé cayendo yo y sin protección alguna.
—Y a mi me gustaría conocer mucho más a Song Hyerim.
Estiré mi mano esperando que la estrechara, contacto que llegó mas rápido de lo esperado. Y ésta vez, no la quitó de inmediato como la primera vez.
—Ven, quería mostrarte algo... — Tiró de mi brazo para llegar hasta la puerta y salir hasta el cobertizo. Miré a mis alrededores intentando buscar lo que ella quería mostrarme, pero solo escuchaba a los grillos.
—Mmh, ¿quieres que escuchemos el dulce sonido de los grillos?
—No, tonto, ven...
Caminó aún más sin soltarme, lo cual me hizo sonreír de nuevo. Yo me dejaba guiar sin problema, quizás ella me estaba llevando a un lugar para asesinarme y yo muy tranquilo sin importarme nada
Caminábamos por un sendero solitario, rodeado por la oscuridad de la noche, cuando levanté la vista al cielo y quedé asombrado por la vista que se extendía ante mí. El firmamento estaba salpicado de estrellas brillantes, como si alguien hubiera derramado un puñado de diamantes sobre un fondo de terciopelo oscuro.
—Esto es...
—Es algo que muchas veces se logra apreciar en estos lados. No todos los días, pero tienes la suerte de presenciar esto, ¿no es increíble?
Una sensación de asombro me invadió mientras contemplaba el espectáculo celestial. Las estrellas parpadeaban con una intensidad asombrosa, como si estuvieran bailando en el vasto lienzo del cielo. El aire estaba impregnado del dulce aroma de la noche, mientras el cielo se fundía en una mezcla de azul y morado, como un lienzo pintado por el más talentoso de los artistas.
Una versión mucho mejor de la famosa noche estrellada de Van Gogh.
Estaba tan ensimismado que, de repente, una luz atravesó el cielo, dejando un rastro brillante a su paso. Abrí los ojos con asombro al presenciar mi primera estrella fugaz.
Instintivamente, giré hacia Hyerim con los ojos llenos de emoción y señalé hacia el cielo.
—¿Lo viste? ¿Viste eso? —exclamé, con mi voz llena de incredulidad y maravilla.
—¡Sí! ¿Pediste un deseo?
Abrí mi boca para negar y cerré mis ojos de forma inmediata, para pedir mi deseo.
—¿Tú lo pediste?
—Obvio.
—¿Qué pediste?
—Que te importa.
Abrí mi boca ofendido.
—Tan linda como siempre.
—Ya sabes que dicen, si lo dices no se cumple, o algo así era, ¿no? — ladeó su cabeza. Reí para revolver sus cabellos.
—Así es.
Nos sentamos juntos en un rincón tranquilo, dejando que la serenidad de la noche nos envolviera mientras compartíamos nuestras historias más íntimas. Fue entonces cuando Hyerim abrió su corazón y comenzó a contarme sobre su infancia difícil. Habló sobre su madre, que enfermó de cáncer cuando tenía apenas diez años, y la lucha desesperada de su padre por conseguir dinero para los tratamientos médicos.
En un pueblo donde la ayuda estatal era escasa y la supervivencia dependía en gran medida de la determinación individual, su padre trabajó duro para poder generar ingresos a costa de la agricultura, pero no fue suficiente para salvar a su madre.
—Por eso te digo que aproveches los momentos importantes con tus padres. Tú carrera es primordial, pero nunca dejes un mensaje sin leer, una llamada sin contestar, una visita pospuesta, porque nunca sabes cuando será la última.
La observé de reojo cuando terminó de hablar, sintiendo como mi garganta quemaba. Asentí sin que ella me viera.
—Me alegra haberme encontrado contigo. — confesé mirando el cielo. — eres alguien increíble y digna de admirar.
A veces nos encontramos con personas que llegan en el momento justo y en el lugar adecuado. Son esas personas que iluminan nuestro camino con su presencia, que nos desafían a ser mejores y nos inspiran a alcanzar nuestro máximo potencial. Son los que, de alguna manera, tienen la capacidad de sacar a relucir una versión de nosotros que estaba oculta en lo más profundo de nuestro ser.
—Y a mi me alegra saber que hay mucho mas en tu fachada de niño rico e intocable. Eres buena persona y debes tenerlo muy claro. Espero que cuando te vayas, no te olvides de todo este lugar y de quien te ayudó. — aunque su voz se escuchó divertida, había algo de seriedad.
¿Cómo podría olvidar todo esto?
¿Cómo podría olvidarme de ella?
Desde el momento en que la conocí, supe que no era como las demás. Hyerim era diferente en todos los sentidos, y eso era lo que me encantaba de ella. No se conformaba con la superficialidad o la complacencia; buscaba autenticidad y sinceridad en todo lo que hacía.
Y mi deseo fue ese...
Deleitarme aún más con la magia de Hyerim.
Ayyyy quise actualizar esta historia porque uno es loca y actualiza las cosas que tiene mas avanzadas jajaja
Jungkook enamorado a primera vista de nuestra campesina 😭❤️🩹.
Queda poco KAJSSJ espero que les guste esta cortita historia y disfruten leer 🥰.
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