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01

LAS MAÑANAS EN EL BOSQUE ERAN TAN EMOCIONANTES desde que el sol comenzaba a salir, los ruidos de las patas animales significaban una sola cosa y eso, era el inició del día.

Se levantó de aquella cama simulada por hojas y algunas ramas, suspirando mientras que se amarraba el cabello en una coleta alta y dejando solo dos mechones a los costado de su rostro para luego, colocarse uno de los vestidos que había conseguido comprar en el pueblo cercano y que solo los lobos detestaban, más que nada, porque según ellos "no le favorecían las telas".

—Buenos días a todos—soltó con emoción al salir de aquella casa improvisada junto a un canasto en su mano derecha— ¿alguien recolectó monedas?

Y miró a sus acompañantes, quiénes simplemente la miraron expectantes sin producir alguna respuesta entendible para cualquier persona común. Shu desde pequeña había comprendido cómo hablar con insectos y animales, sin olvidar también hablar el dialecto de los seres humanos, aunque eso le había costado un poco más de lo debido.

—¿Nadie lo hizo?—frunció sus labios, llevando una mano a su barbilla— ¿en serio?, creo que no podré comprar manzanas hoy...—dijo simulando tristeza, para luego sentir caer sobre su mano libre unas cuantas monedas por unas avispas, junto a unos zumbidos de emoción— oh, hoy también alcanza para melocotones... ¡no tardaré!—avisó.

Y comenzó a caminar, sintiendo la deliciosa textura de la tierra junto a hojas en las plantas de sus pies, siendo seguida por uno de sus lobos preferidos, Ai. Realmente el la adoraba, la protegía con su vida e incluso, el se había proclamado ante la "manada" su protector, yendo con ella a todos lados e incluso, al ser demasiado imponente la gente solía respetar a la chica cuando se dirigía a la civilización.

—No es necesario que vayas conmigo Ai, realmente puedo sola—comentó, acariciando la cabeza del licántropo, el cuál gustoso cerró los ojos por un par de segundos.

Y así fue el trayecto, del viento meciendo suavemente su cabello mientras que los únicos ruidos eran del entorno, ya sea de las mismas hojas meciéndose, pájaros cantando o las pisadas de ella y el animal a su lado.

Luego de entrar al pueblo, decidieron ambos dirigirse al mercado siendo tan característicos como siempre, adornando los cuchicheos de los residentes con el místico "la chica del lobo ha llegado", más allá de aquella etiqueta, era simplemente un "mito" o simplemente un espíritu del bosque que adornaba por unos minutos el pueblo para luego regresar, trayendo con ella benevolencia.

Fue puesto por puesto, observando y comprando algunas cosas, mientras que Ai simplemente se encargaba de que la gente mantuviera distancia, sea mostrando sus dientes o meramente una sola mirada de sus ojos tan rojos como los zafiros.

Y dada las coincidencias del destino, Yanyou se encontraba entre los humanos buscando alguna hermosa dama para engatusar y entretenerse un rato pero, sus planes se vieron interrumpidos al ver a una mujer de cabellos tan castaños como la madera de un roble cayendo como cascada sobre aquella tela de tonalidades moradas desgastadas y un gran perro negro, y vaya que siendo una serpiente detestaba a los lobos, pero, aquel gran mamífero no se iba a entrometer en sus planes de conquista.

—¿Quién es ella?—apuntó con el mentón, viendo el puesto de un mercader.

—La chica del lobo, siempre que viene, el pueblo es bendecido con grandes cosechas y buen tiempo—comentó el señor— no sabemos si es un espíritu del bosque o simplemente una diosa, pero se ve cada cierto tiempo, dicen que escucharla derrite el alma y detiene el tiempo

—¿Si?—curioseo, tomando una hermosa horquilla de jade— ¿a cuánto lo vendes?

—¿Es para ti?—alzo una ceja— 3 monedas de oro

—¿Oro?—miró sus manos y luego a la chica, quién seguía dándole la espalda pero ahora, en un puesto de frutas.

—Es la única que me queda—comentó el mercader.

—Bien—le dió las monedas para luego dirigirse hacía la mujer.

Shu estaba tocando los melocotones, más que nada, tratando de descifrar luego de las múltiples técnicas que las abejas le habían recomendado para saber cuales frutas eran las jugosas y dulces de todas las que habían ahí.

—¿Crees qué este bien si compro un par más de ropa?, sabes que odio coser—comentó bajito hacía Ai, quién simplemente parpadeó un par de veces ante las palabras y decidió acostarse en el suelo, debido a que la compra de frutas y verduras tomaba tiempo— bien, gracias por ignorarme

Y así estuvo, fruta por fruta y verdura por verdura, guardando en su canasta y pagando una cierta cantidad de monedas, para luego avanzar a otro puesto con su amigo a sus espaldas.

—Para una chica tan preciosa como tú, las tonalidades rosas y celestes te vendrían genial—Yanyou sonrió hacía ella, extendiéndole la horquilla— junto a esta horquilla de Jade, por supuesto

Ai gruñó con violencia hacía aquel chico, alertando a los ciudadanos, de los años que ella iba nunca habían sucedido y temían que algo malo sucediera.

—Ai, silencio—soltó, regañando al lobo y volvió a mirar al chico frente a ella— muchas gracias am... —se quedó callada unos segundos sin saber el nombre del contrario—, ¿cómo puedo pagarle su amabilidad?—dijo tomándola y pagando aquellas prendas sugeridas para guardarlas en la canasta.

—Me gusta el pastel de durazno, ¿qué tal si me invitas a comer uno?—dijo con una sonrisa ladina, cargada de coquetería.

La muchacha sonrió con emoción, aceptando aquella invitación del chico frente a ella, sin tener la menor idea en qué se estaba entrometiendo en una disputa de inmortales y poder.

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