039.
Hoseok
Entendía porqué Jungha no me había dicho nada acerca de los planes de mierda de su madre. Si hubiera sido mi caso, yo tampoco lo hubiera hecho. Ella sabía perfectamente que con tal condición, yo la cumpliría al pie de la letra y Jungha no quería dejarme.
Yo tampoco quería hacerlo.
La tenía frente a mí en estos momentos. Su sonrisa siempre conseguía ponerme de buenas y si estaba enojado con ella, sólo bastaban tres segundos de esa hermosa sonrisa para hacerme sonreír también. Jini y Sunmi la acompañaban, estaban sentadas en la base de madera que había en la azotea del edificio de Jimin y Jini. Justo ahora teníamos una barbacoa aquí. Las tres hablaban, seguramente temas de chicas porque las tres estaban risueñas y se entendían.
¿Yo?
Solo, recargado en el límite de la azotea con mi cerveza acompañándome. Admiraba la ciudad tras de mí un momento, y después me giraba para admirar a mi chica. Jimin y Kangmin se encargaban de la carne, las chicas pasaban el rato, Yoongi y el hermano de Jinyoung habían ido por más cerveza.
Estaba tranquilo, de verdad, pero lo que más deseaba en estos momentos era estar a solas con Jungha, disfrutar nuestras últimas horas juntos...
— Bebé...— Ella apareció frente a mí, nunca noté cuando dejó a las chicas. No respondí, sólo sonreí desde lo más sincero de mi corazón.— ¿Me prestas tu chaqueta?
Cierto. Las noches de septiembre comenzaban a ser frescas, me la quité rápido y se la ofrecí.
— Aquí tienes.
Ella lo tomó y se lo puso rápido, estaba lista para volver con las chicas, pero al notar mi sonrisa, sonrió también de igual manera.
— ¿Pasa algo, Hoseok?
Negué con la cabeza aunque estaba pasando de todo. De verdad, mi ganas de llorar eran increíbles, pero me quería mostrar fuerte y aparentar que no me estaba decayendo por dentro en estos momentos.
— Nada, bebé.
Jungha giró su cabeza para ver a las chicas y sonrió al ver a Sunmi golpear a Jini por no aguantar su risa, y aun así no volvió con ellas. Tomó mi mano, se recargó también en el límite y recostó su cabeza en mi brazo mientras sus dedos acariciaban mi mano. Acciones tan simples eran las que me llenaban. Y sin duda las extrañaría como el infierno.
— Tal vez he estado con las chicas todo este tiempo, pero no he dejado de verte.— Se paró de puntas y depositó un beso cerca de mis labios.— ¿En qué piensas?
Apreté su agarre. Sonreí y negué con la cabeza.
— ¿Recuerdas la prueba que tengo este fin de mes?— Ella asintió.— Uno de los bailes no logro bailarlo como quiero y eso me está atormentando.
— Lo harás bien.— Jungha dijo sin pensarlo.— Eres Jung Hoseok, ¿lo olvidas?— Sonrió, acurrucándose más en mí.— Por cierto, yo no he visto ninguno de los bailes y quiero hacerlo antes de la prueba. ¿Cuándo podré ir a verlos a la academia?
Sentí un golpe en el estómago en ese momento.
— Pronto...— Iba a seguir hablando, pero en ese momento alguien llegó a interrumpir la azotea. Hyeji y Jungkook.
— ¡¡Hola!!— La pequeña Hyeji llegó gritando mientras Jungkook reía tras de ella.
Miré a Jungha, sólo para confirmar que estaba sonriendo. Junie amaba a Hyeji y le fascinaba la pareja que hacía con Jungkook. Eran tan puros e inocentes; no tanto en cuestiones hormonales, conocía a Kook. Pero siempre buscaban el lado positivo de la vida, además de traer esa alegría con nosotros cuando solíamos pasar el rato.
Mi plan era decirle a Jungha que fuéramos a su casa o la mía, sin embargo, con la llegada de estos dos, ella seguro querría convivir.
Está bien, Hoseok. Me dije a mí mismo. Tienes más tiempo.
Jungha apretó de nuevo el agarre, tirando de mi cuerpo y haciéndome caminar. Se giró en mi dirección para mirarme a los ojos.
— Un rato más y después me dirás qué tienes realmente.
Fue seria, tanto que casi me asustó, sin embargo sólo logró ponerme nervioso. Sonrió como si eso no hubiera pasado, llegamos con el resto de los chicos y lo único que pude hacer fue sonreír y saludar a todos como lo haría normalmente.
Con el paso de un par de horas, logré actuar normal de nuevo. Ya habíamos cenado todos y ahora nos encontramos tendidos en el piso, a excepción de Changkyun, él estaba en la base. No era ni media noche y muchos ya estábamos planeando despedirnos y marcharnos, de todas maneras esta pequeña reunión no era con fines de desvelarnos, además era entre semana y la azotea tenía sus reglas.
— Seremos los primeros.— Jungkook se paró de un salto y ayudó a Hyeji después.— Esta niña tiene clases muy temprano.
Ella lo empujó, viéndolo con el ceño fruncido. Odiaba que Jungkook le hiciera referencias a que era la menor de todas. Era al único que se lo reprochaba.
— Espero vernos pronto.— Dijo Hyeji ya en la puerta, sacudía su mano en forma de despedida, todos hicimos lo mismo y los vimos irse.
Jungha fue la siguiente en ponerse de pie, todos, incluyéndome la miramos. Entonces ella se giró a mí y me ofreció su mano, sonreí dándosela y reí al ver su esfuerzo en levantarme. Diablos, ahora me quería quedar. Finalmente le ayudé y me impulsé. Ella empezó a despedirse de todos y cada uno, una vez que terminó, entrelacé nuestras manos listo para sacarla de aquí.
— Nos vemos mañana.— Hablé, sentí las miradas y sonrisas de mis amigos.— No me extrañen ni lloren en mi ausencia.
Todos se despidieron, Jungha y yo bajamos hasta el estacionamiento tomados de la mano. Le abrí la puerta del copiloto y esperé a que entrara para cerrarla, rodeé el Mustang y subí a mi asiento. Too Good At Goodbyes estaba en la radio, Jungha no decía nada, pero mantenía su mano fuertemente agarrada de la mía y sólo me dejaba ir cuando necesitaba cambiar de marcha. Ella sabía lo que se avecinaba.
Después de más de media hora de viaje, llegamos a la residencial donde vivía. Ahora ni me molestaba en mirar la casa de su madre, sabía que no se estaba quedando ahí. A pocos metros, noté que el auto de Yongjae no estaba en la cochera exterior donde siempre solía estar, así que asumí que estaba en el hospital. Tomé una gran bocanada de aire mientras la seguía al interior de la casa. Las lágrimas iban a salir en cualquier momento. Tenía años sin llorar, ni siquiera recordaba la última vez que lo hice.
Notaba el estado de ánimo triste de Jungha incluso viéndola de espaldas al caminar. Sin decir nada o mirarnos, subimos a su habitación. Cerré la puerta con seguro cuando los dos nos entrábamos adentro. La ventana estaba abierta y las cortinas volaban por la leve brisa fresca de afuera. Quería abrazarla y nunca soltarla. Ella se quitó mi chaqueta, dejándola en el sofá y se giró a verme. Sus ojos brillaban por las lágrimas que amenazaban en salir y yo sentí mi corazón ahuecándose.
Sonreí con melancolía sin poder mostrar mis dientes.
Entonces Jungha soltó el primer sollozo y mi alma se partió. Me acerqué rápidamente a ella, resguardándola en mis brazos, Jungha me rodeó con sus brazos también. Segundos después, se separó y me miró directo a los ojos. Me desgarré al verla tan devastada. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas sin ningún consuelo y ahora me sentía el peor ser de este planeta.
— Hoseok...— Apenas podía hablar. Apretaba mi mandíbula, haciendo todo el esfuerzo para mostrar fortaleza.— Tú prometiste que me protegerías, que nunca me dejarías...
Y no lo haré. Nunca dejaré de ver por ella, me lo prometí a mí mismo, y yo jamás rompía mis promesas. Pero simplemente no podía dejarla sin madre. No ahora. Su vida apenas comenzaba, sin embargo, en un par de años cuando su vida esté realmente desarrollada y no tenga que depender de nadie, entonces ese día yo estaré con los brazos abiertos para recibirla con mucho amor. Y si era necesario dejarla sin madre, lo haría.
Porque esa señora no merecía a Jungha.
Pero Jungha no se daba cuenta aún y era algo que tenía que saber por su cuenta. Confiaba en ella, mi chica era una persona muy inteligente y se daría cuenta de quiénes eran las personas que realmente valían la pena en su vida. Se daría cuenta que no por estar conectado con alguien por la sangre, tenías que amarla incondicionalmente.
— No lo haré, amor.— Dije, acariciando sus mejillas y limpiando sus lágrimas.— Siempre te protegeré.
— Eso no es verdad...
— Lo es.— Aseguré antes de que siguiera. Junte nuestras frentes, nuestras respiraciones mezcladas ahora. Sentí un remolino en mi estómago.— Lo es.— Volví a repetir y junté nuestros labios.
Capturé su labio inferior, después el superior y ella hacía lo mismo con los míos. Era el jodido beso más doloroso que había dado en mi vida, no quería que acabara nunca. Jungha le dio acceso a mi lengua y saboreé cada extremo siendo cuidadoso. Besarla por última vez realmente era una tortura.
Agarré sus muslos y la elevé, ella rodeó mi cintura en automático. Caminé lentamente hasta chocar contra la cama y me senté lentamente. Mientras nos besábamos, Jungha me quitó mi camiseta y cuando tuvimos que separarnos para dejar la tela pasar, ella me miró.
— No quiero hacer esto. Si lo hacemos, significa que es el final y Hoseok, realmente no lo voy a soportar.
— No es el final. De verdad que no lo es.
Mentiroso de mierda. No era el final de Hoseok y Jungha ciertamente, pero sí el final de nuestra relación y eso era a lo que Jungha se refería.
Esta era nuestra despedida.
Tomé el dobladillo de su blusa y se la quité como si ésta la lastimara al sentir el roce. Jungha ya no lloraba, pero la tristeza abundaba en su rostro. No podía defender el mío tampoco. Cada segundo que pasaba mi corazón se partía más. Mis manos viajaron desde sus piernas, hasta el abdomen, pecho y cara. Sus ojos se iban cerrando al sentir mi tacto y cuando empecé a depositar húmedos besos en su clavícula y cuello empezó a gemir. Respiré hondo al sentir como ella me tocaba también.
Sin interrumpir lo que hacía, me puse de pie otra vez, caminé por la orilla de la cama sólo para recostarla. Me quité mis pantalones y me incliné para quitarle los suyos también. Ahora sólo estábamos en ropa interior. Me tumbé a su lado sin estar acostado completamente. El viaje de mi mano comenzó desde sus piernas hasta el bra, el cual retiré sin dudarlo. Mi cuerpo comenzaba a arder. Jungha hizo que me acostara completamente y me montó, puso sus manos sobre mis hombros para que no me levantara y ella se inclinó para besarme, después mis labios y fue bajando por la línea de mi abdomen. Se reincorporó y lo único que pude hacer en ese momento fue admirar su belleza.
Mis manos volvieron a ellos, moldeando sus pechos mientras ella se frotaba sobre mí. Se sentía jodidamente bien pero a la vez tan melancólico. ¿Por qué? ¿Por qué cuando creí haber tenido mi oportunidad después de lo que pasé, todo se arruina? ¿Qué acaso nunca podré ser feliz?
— Hoseok...— La voz de Jungha salió quebrada. Y entonces me di cuenta que yo había derramado mi primera lágrima.
Después de tantos años de estar seco, por primera vez en mucho tiempo estaba llorando y no era nada más y nada menos que por el amor de mi vida. Estaba enojado con la madre de Jungha, con el mundo, conmigo mismo.
Si tan sólo hubiera nacido en una cuna de oro como todos estos engreídos de mierda, entonces hubiera sido merecedor para Bae Jungha. Pero no. Soy sólo la mugre. Nunca podría estar a la altura de Jungha, por más que me duela aceptarlo y esta puta sociedad sólo se fijaba en los estándares.
Sin molestarme en limpiar mis lágrimas, hundí mis dedos en las caderas de Jungha y la giré, teniéndola bajo de mí ahora. Literalmente arranqué sus bragas, tomándola de sorpresa, pero ella no se dejó. Su mano acarició mi polla fugazmente y agarrando el elástico de mi boxer, los bajó por completo.
Necesitaba tenerla lo más cerca posible.
Me coloqué el preservativo y la posicioné, Jungha dejándose mover con facilidad. En todo momento mantuvimos el contacto visual y antes de entrar a ella, la observé y desde lo más profundo de mi corazón dije:
— Te amo. Nunca lo olvides.
Finalmente entré y ver a Jungha llorar en ese momento fue lo peor de mi vida. No quería dejarla. Infiernos, ¡no quiero! Jungha rodeó mi cuello con sus brazos y ella ayudaba a profundizar mis movimientos. Cada embestida, un sollozo. Por parte de ambos. Cambiamos de posición, ahora sentados y ella hacía la mayor parte del trabajo.
Nos miramos de nuevo a los ojos y no tardamos nada en juntar nuestros labios. Ligeramente separaba sus labios para gemir, yo para gruñir. Nuestras pieles chocaban y podía sentir la calidez de su piel cuando nuestros cuerpos rozaban.
La velocidad incrementó.
Podía sentir el climax venir, pero quería que se quedara donde estaba. Quería que este momento, mi momento con Jungha fuera infinito. No quería alejarme de su lado y ser como un superhéroe que la cuidaba desde las sombras, no, yo quería ser su guerrero que estuviera a su lado para sacar mi escudo en cualquier momento.
Quería seguir siendo su novio.
*
Jungha dormía tranquilamente a mi lado. Después de que llegáramos al climax, yació sobre mi cuerpo totalmente cansada, física, mental y emocionalmente. Me encargué de limpiarla, le coloqué un conjunto limpio de ropa interior y la abrigué con mi camiseta. Se durmió desde el segundo uno, yo no cerré los ojos en ningún momento. La observaba y era lo que quería hacer el resto de mi vida.
El reloj digital marcaban las tres de la mañana. Tenía que irme ahora sino nunca sería capaz de hacerlo. Solté un gran suspiro, las lágrimas subiendo desde mi garganta. Salí de la cama, me puse los jeans y mi chaqueta, guardé todas mis cosas en los bolsillos y me quedé observando a Junie un par de segundos para por fin inclinarme y depositarle un largo beso en su frente y después pasarme a sus labios.
Me alejé de la cama, caminé por lo largo de la alfombra. Estaba devastado. Tomé el pomo de la puerta y lo giré. No te vayas imbécil, que el mundo se joda. Abrí la puerta con cuidado y entonces escuché movimiento tras de mí.
— ¿Hoseok?— La voz adormilada de Jungha me paralizó por completo. Mierda. Di el primer paso fuera de su habitación y escuché su sollozo. No voltees, no serás capaz.— Felices siete meses... Gracias, fueron los mejores meses de mi vida.
Y entonces salí por completo, dejándola sola.
Salí de la casa de mi ahora ex novia, derramando lágrimas como si fuera una competencia. No hacía ruido, éstas simplemente salían llenas de enojo y tristeza. Quería gritar. Quería golpear algo... a alguien. Quería correr en el Mustang hasta que las llantas se gastaran por completo. Quería bailar hasta caer inconsciente. Quería correr a Jungha y nunca separarme de ella.
Quería muchas cosas, pero la única que realmente necesitaba no la podía tener.
Subí al Mustang y cerré la puerta fuertemente y sin tener que fingir más que nadie me podía lastimar, que era fuerte y valiente, me desvanecí sobre el volante y empecé a llorar todo lo que tenía que llorar mientras lanzaba golpes a donde sea con tal de sacar toda mi rabia y tristeza. Reviví el motor tan fuerte que seguro desperté a más de uno en esta residencial, tan fuerte fue el ruido que varias casas encendieron sus luces.
Que se jodan.
Maniobré e hice un drift, dejando las huellas del Mustang en el pavimento y sin que me importara un carajo, conduje a toda velocidad por las calles amplías y bien cuidadas. Así es imbéciles, Hoseok se despide. Los veo en el infierno. Esta noche nadie me detendría.
Gracias Jungha por haber llegado a mi vida... Sin duda, eres lo mejor que me pasó.
••••
mood ^:
AHRE JAJAJAJA
no me maten
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