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7. Final

Había ciertas cosas que no debían hacerse al momento de empezar una cita, una de ellas era decirle al contrario sus sentimientos. Mucho menos como vómito verbal que nadie pudo detener. Pero Ezra solo se percató de que dio una especie de declaración cuando Kaspar se levantó, incómodo, y le pidió al mesero que le indicara dónde se encontraba el baño.

El problema con Ezra es que se enamoraba fácilmente, pero de eso a declarar sus sentimientos de forma seria solo había pasado una vez con su ex esposa. Por ello lo que resultó fue una especie de trabalenguas que a penas pudo entender Kaspar. Aunque Ezra por una parte se sintió aliviado de soltar lo que guardaba dentro. Por eso dio un largo suspiro, arregló el traje color vino que llevaba y acomodó su asiento.

Decidió dejar lo que restaba al futuro, aceptaría su derrota o victoria con madurez. Aunque los nervios se le notaron en el temblor de sus manos al levantar la copa de vino blanco. Ezra casi rompió el cristal cuando por el rabillo del ojo vio a Kaspar volver a su silla.

De fondo, el lujoso restaurante presentaba música de piano en vivo. Las conversaciones eran casi susurros y Kaspar sintió más presión por ello.

Kaspar siempre cometió errores en cuanto a la hora de escoger pareja, o siquiera alguien de quien enamorarse. Nick era una prueba de ello, y todo lo que conllevó aquel idilio. Por otro lado, y peor, estaba Sam, un romance que de amor tenía muy poco y estaba plagado de amor y dolor. Sus equivocaciones eran muchas más que sus aciertos, por eso tuvo que ir al baño a pensar muy bien.

Cuando Kaspar estuvo a punto de decir su respuesta, entonces Ezra se levantó, asustado. Le pidió que se detuviera.

—Si es un rechazo, entonces no es necesario que respondas. Podríamos seguir comiendo y fingir que esto no ha ocurrido.

Justo en ese instante, el mesero dejó los platos con cerdo al durazno frente a ellos. El sonido de la vajilla hizo que Ezra volviera a sentarse y observó sus posibilidades. En su mente ya estaba la siguiente conversación para olvidar su declaración. Iba a ser sencillo si ocultaba su desilusión.

Cuando el mesero se fue entonces Kaspar carraspeó y sonrió.

—Si eso es lo que quieres —indicó Kaspar—, entonces supongo que puedo terminar de hablar con mi respuesta.

Ezra tardó cerca de dos segundos en darse cuenta de aquella positiva. Su sonrisa se hizo grande y trató de ocultarlo bajo su mano apoyada en su frente.

—Eres de las pocas personas en las que me apoyo y que conoce mi miseria y felicidad de la forma en la que sabes. Me gustaría intentarlo.

—Sí, muy lindo su amor, pero necesito hablar con Ezra —La alfa de los tigres llegó a ellos de la forma más inesperada y se sentó con naturalidad en la silla a un costado de ambos. Tras ella, dos enormes hombres vigilaban el lugar.

Ezra se levantó con confianza. Con un movimiento de cabeza le pidió a Kaspar que se fueran. El castaño obedeció y se levantó.

—No pensabas que un crimen como un asesinato iba a quedar impune ¿verdad? —anunció la mujer sin levantar la vista. De inmediato atrajo las miradas de los otros comensales— Ezra, debería encerrarte por esto.

Kaspar tembló de inmediato y soltó la mano del rubio y se alejó unos pasos. Ezra lamentó su suerte y bajó la cabeza.

—Ustedes mataron a un humano en nuestro territorio. Son dos crímenes —indicó Kaspar. Observó a la alfa con serenidad.

—Me agradas, pulgoso, pero esta conversación es entre Ezra y yo, dos felinos.

—Kaspar es mi pareja, a él le concierne cualquiera cosa que me involucre —Ezra volvió a tomar la mano de Kaspar y sonrió.

—Bien —la mujer se levantó—, estamos en un territorio humano —extendió ambos brazos a los costados—, aquí un crimen entre manadas no sería tan problemático. Y aquí la ventaja no creo que esté en dos betas sin experiencia en combate, contra dos centinelas. Así que, ¿les parecería si nos sentamos a conversar tranquilamente?

Ezra suspiró derrotado y tomó la mano de Kaspar para sentarse a su lado. No tenían escapatoria. Además las miradas humanas en ellos solo hacían del ambiente más tenso. Ezra quería acabar con ello cuanto antes. Al menos podía decir que tuvo sus mejores últimos minutos de vida. No se arrepentía de nada, tenía un hijo león que estaba destinado a ser un gran hombre.

Mientras tanto Kaspar pensaba en todos los argumentos que podría decir para safarse de esa. Había conseguido un poco de felicidad en el amor y no pensaba dejarlo ir así de fácil. Sus manos enviaban un mensaje a cualquier miembro de la manada. Necesitaba comunicarse con Adam, y sabía que su alfa estaría trabajando sin acceso a comunicación, como solía hacerlo. Ross y Luka fueron su primera opción, les mandó la ubicación de inmediato.

—Asesinaste a un miembro de nuestra manada —empezó la mujer— peor aun, al beta, tu padre ¿nos dejaste sin estrategias y casi vulnerables a cualquier ataque? Después te diste a la fuga donde tu hermanastro.

—Estamos a mano —Indicó Ezra, Kaspar por primera vez vio su rostro completamente serio. Ezra sabía de negocios e intercambio de culpas—. Yo maté a su beta y ustedes mataron a mi amigo. No veo un problema.

—No me importa la vida de tu padre. Tenía pensado matarlo yo más adelante, se lo merecía, escoria de gente como él no sirven ni para basura. Incluso sin ese crimen, al ser su hijo, su puesto es tuyo. Tu deber para con nuestra manada es hacerte el próximo beta.

—El puesto es transferible solo entre familiares —complementó Kaspar, inconscientemente y repasando las leyes.

—Como dice tu novio, es hereditario. Eres beta.

—No quiero —se negó Ezra—, tal vez soy un cambia formas como ustedes, pero crecí entre humanos y como una de sus figuras importantes dijo “puedo ser lo que quiera ser” y no quiero ser beta.

—Ezra es mi pareja —Kaspar aceptó—. Al serlo se convierte en parte de mi manada y será protegido por las leyes de la misma. Cualquier ofensa o intento de daño por parte de ustedes será tomado como un acto de guerra y me gusta jactarme de las casi nulas derrotas que los lobos grises han sufrido.

—No les tengo miedo —aseguró la mujer— han convivido con felinos, saben lo peligrosos que podemos llegar a ser cuando nos enojamos. Yo tendría miedo de su parte.

—Nuestra manada ha crecido y tenemos apoyo de los lobos negros. Somos el doble de fuerte.

—Yo, sin ayuda, podría acabar con sus alfas.

Kaspar suspiró al no tener otro argumento y apretó la mano de Ezra entre las suyas. El rubio sonrió en agradecimiento y volteó a ver a la alfa. Agradecía el gesto.

—Vamos a resolver esto. Tus exigencia para con esto son un beta que suplante a mi padre. Los requisitos de dicha persona son específicamente pertenecer a la misma familia que su sucesor. ¿Estoy en lo correcto? —Ezra se oía seguro

—Lo estás —afirmó ella.

—Bien. Entonces no veo tanto problema en esto —Ezra asintió y continuó—. Alix pertenece a mi familia. Él no tiene a una pareja dentro de la manada, por lo que su sustracción de la misma será sencilla. Considero que entre Alix y yo, la opción con menos problemas es Alix.

—Eres astuto, Ezra, pero Alix es la mitad de inteligente de lo que tú eres.

—Corrección, él es mucho mejor que yo. Por obvias razones llegó a la manada antes.

—¿Estás intercambiándote con tu hermano?

—En efecto. Y viendo las posibilidades de ganar de tu manada, es mejor tomar a Alix en silencio.

—Bien, lo tomo.

La mujer se levantó de su asiento y salió del restaurante junto a sus dos centinelas. Kaspar apenas y podía creer la nueva faceta que vio de Ezra, aunque debió suponerlo al tratar a un beta igual de inteligente que él. Solo que de solo saber a ver el hecho era más impresionante observarlo. De pronto Ezra se le hizo más atractivo y supo que tomó la decisión correcta al elegirlo.

El celular de Kaspar sonó. Luka y Ross estaban preocupados y ya estaban en camino a la ciudad humana. Al no poder contactar con los alfas o Nick, llevaba con ellos a cinco centinelas y a Sam. Sin embargo, cuando Kaspar les explicó que el problema estaba solucionado volvieron por el mismo camino, advirtiéndole que estaban en deuda y esperaban una buena retribución.

Kaspar solo rio acostumbrado ya a los tratos con los felinos. Desde que se dio la oportunidad de conocerlo vio la bondad y carisma que tenían. Junto a los tres hermanos no había un día aburrido. Ezra lo abrazó y le indicó que podían ir a casa. Aunque primero debían ir a recoger al hijo del rubio.

Poco a poco las piezas de su vida estaban cayendo a su lugar.

—Me gustó este restaurante —Kaspar vio los vidrios del local. La comida y entretenimiento fueron agradables.

—Si quieres te lo compro —ofreció Ezra.

Kaspar se sorprendió por la oferta, pero negó. Suficiente tenía con supervisar una manada, no quería más peso en sus hombros.

Adam estaba sentado en un elegante sillón café claro, sus piernas estaban cruzadas al igual que sus brazos. Su usual cabello recogido hacia atrás parecía tener una especie de nuevo estilo con bucles en su frente. Sus dorados ojos observaban a los dos sujetos frente a él mientras a su lado Nick imitaba la pose de brazos. Ambos con un poco de enojo en su mirada y mucho cuidado en sus próximas palabras.

Ezra estaba frente a ambos lobos. Miraba hacia el techo porque mantener la mirada con ambos era casi un infierno. El rubio apretaba sus manos entre sí como un acto reflejo de un tanto de miedo, en especial con el aura que Adam tenía. Carraspeó un poco y Kaspar ocultó su sonrisa agachando la cabeza, le agradaba ver a Ezra así de nervioso.

—Bueno —Nick fue el primero en hablar mientras Adam seguía lanzando dagas con su mirada—, así que pareja.

Ezra tuvo la intención de hablar y así responder. Su acto fue cortado por Kaspar que puso su mano en aquel pecho firme y con una mirada le indicó que él se encargaría. Kaspar creía que así era mejor, porque era el que mejor conocía a sus dos mejores amigos.

—Ya fue demasiado —reclamó Kaspar—, Ezra llegó a ustedes con buenas intenciones, si quieren hacerlo sentir nervioso, yo haré lo mismo con ustedes. Crecimos juntos, sé cada secreto vergonzoso que guardan.

Adam se levantó de golpe y tomó a Kaspar del brazo, suave y sin lastimarlo. Lo llevó a una esquina y lucía más nervioso en ese momento. Ezra solo rio  tras ellos.

—¿Hablas en serio?

Kaspar suspiró y volteó para encontrarse con Nick.

—Ezra me ha demostrado que merece mi confianza y tener un intento de relación que esperamos llegue más lejos que un simple noviazgo —empezó tomando la mano del rubio—. Quizá no tuvimos un buen comienzo, pero siento que esta vez no me equivoco.

—No lo conocemos bien, es un desconocido —reclamó Adam, todavía no aceptando a Ezra.

—No tienes el derecho a reclamar por ello —Kaspar le retó con la mirada—. Emparejarte con el que te robó y apenas conocías no te da el derecho.

—Pero ahora somos felices —intentó salvar su orgullo.

—Tiene razón —Nick intervino—. Kaspar es más maduro que los dos juntos, Adam. Tal vez se haya equivocado un poco en el amor.

—Mucho, en realidad.

—Lo que quiero decir —El moreno se acercó a la reciente pareja—. Tienen mi apoyo, pero ya que estamos en pases con Kaspar y nuestra amistad se ha recuperado. Ezra —se dirigió al rubio—, lo lastimas y te lastimo yo.

—Lo que él dijo —Adam asintió.

—Chicos, por favor —Kaspar restregó sus manos en su rostro, cansado de la inmadurez de sus amigos—. ¿Podrían hacer esto menos incómodo?

—Lo comprendo —Ezra por fin habló. Su rostro se endureció y mostró el alma de león que poseía. Un animal considerado como el rey de la selva tenía su gloria impregnada en su esencia—. Voy a cuidarlo mejor de lo que ustedes hicieron.

—Me agrada —indicó Adam abrazando al rubio por los hombros.

Kaspar bufó, se resignó a tener ese tipo de vida. Aunque en cierta forma le gustaba.

Kaspar sabía que si Adam y Nick hacían algo contra Ezra, podía confabular con Ross y Luka para vengarse. A los dos felinos les gustaba las jugarretas.

FIN

Buenas!

Hemos terminado con esta temporada. De pronto sentí que me asfixiaba en esta historia, me alegra haberla terminado.

Todavía Flesh no se acaba.

Pronto estaré subiendo los especiales de cada pareja, aprovechando el espacio de esta temporada. La primera es la de Nick y Ross.

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