2. Luka y Ross
Ezra se levantó cuando todo el conflicto terminó dejando a los lobos como vencedores. Incluso olvidó agradecer a sus salvadores y al sujeto en especial que llamó su atención. Ezra solo se levantó en su forma humana y buscó su ropa con desesperación para vestirse y así mostrarse presentable ante aquel al que planeaba conquistar, aunque admitía que no era bueno en ello.
Kaspar, quien había llegado a la pelea segundos atrás, vio en Ezra alguien en quien desconfiar, por eso lo siguió y notó cómo este guardaba su billetera en uno de sus bolsillo. Ross y Luka estaban a su lado, tampoco sentían gran afinidad por el desconocido.
Sin embargo, los tres no se negaron a ayudarle cuando Ezra volvió a caer al suelo. La herida en su espalda seguía sangrando y lucía más pálido que cualquier otro ser humano. Uno de los centinelas lo llevó hasta la antigua cabaña de Kaspar, que se encontraba vacía pues este ya vivía con Sam desde hace algunos meses.
—Deberíamos dejar de ser una manada para empezar a ser un grupo de caridad —pensó en voz alta Ross—, siempre recogemos a cualquier desconocido.
—Yo ya me acostumbré a esto —contestó Luka dándose la vuelta para volver a su cabaña.
Kaspar delegó a un centinela para el cuidado del desconocido. Él debía volver a su cabaña, Sam no iba a llegar a casa esa noche por lo que podía regresar con tranquilidad. Además de su deber para con la manada, pues necesitaba ver qué es lo que la manada harían con el nuevo invitado. Los leones nunca tuvieron intención de hacer un pacto de paz con la manada de Adam, y los tigres mucho menos. No sabía si aquel hombre les traería problemas.
El camino a su cabaña fue en compañía de Ross que a unos cuantos pasos se aburrió del silencio y se fue. Kaspar suspiró de alivio por ello, todavía le era incómodo estar a su lado, sentía que le debía demasiado y estaba sin el conocimiento de cómo pagar todos los errores cometidos.
Cuando vio a Ross entrar a su cabaña, entre las sombras que se distinguían en la ventana pudo notar a Nick. Kaspar envidió la cálida bienvenida que el moreno le dio a Ross, pero suprimió aquel sentimiento hasta extinguirlo, tener esa clase de celos nunca le resultó bien. No quería atormentar más su cabeza.
Sam no estaba en la cabaña que ambos compartían. Luis y Dunkel parecían haberse dado cuenta del problema de este y lo enviaban a diferentes misiones para mantenerlos alejados. Su intención era ayudar, pero Kaspar sentía la soledad atravesando su pecho cada vez que se acostaba en la helada cama que alguna vez compartió entre risas con el lobo negro.
Incluso con todo el martirio que significaba Sam, Kaspar no le guardaba rencor.
Después de hablar con los alfas, Kaspar llegó a la decisión de interrogar primero para luego ver qué es lo que haría con el nuevo. Por Ross sabía que era un cambia formas león, pero fuera de ello, la identidad e intenciones del desconocido eran un misterio.
Sin embargo conocer los aspectos que necesitaba fue casi imposible. Ezra solo le dijo su nombre y después de ello ignoró todas las demás preguntas. Este ni siquiera volteó a verle, se mantuvo echado de lado mirando a la pared de madera de la cabaña. Kaspar buscó diferentes opciones hasta que recordó la billetera que le había visto esconder el anterior día.
Suspiró, resignado a tener que quitarle a la fuerza la billetera. Kaspar se levantó, arregló su camisa de cuello alto y mangas largas, debía ser rápido. Entonces, cuando vio que Ezra parpadeaba por el sueño, se abalanzó a él en busca de quitarle el objeto que quería. Pero Ezra parecía haber esperado aquel movimiento porque en cuanto sintió un peso sobre él, se dio la vuelta hasta recostarse boca abajo y dejar sin opciones a Kaspar quien a penas podía ver el bolsillo.
—No es como si quisiera tu dinero —comentó Kaspar, cansado de su trabajo incluso cuando recién empezaba el día—, necesito saber tus datos e intenciones en esta manada.
—Conozco bien lo que quieres —respondió Ezra, todavía sin voltearse—, sé perfectamente el funcionamiento de una manada.
Kaspar apretó los puños, furioso por tener una trabajo más y mucho peor cuando este se le complicó a tal nivel. Se dio la vuelta, rindiéndose porque sus energías estaban en el suelo. Simplemente salió de aquella cabaña, dispuesto a ordenar a los centinelas que desalojaran a Ezra, pues al no dar su información lo tomaría como una amenaza y eso es lo que menos querían.
Pero justo antes de llegar al primer centinela que vio la mano de Ross le detuvo.
Ross siempre se mostró amable con él, incluso después de descubrir su atracción hacia Nick. Kaspar no podía evitar sentirse incómodo a su lado, pero sabía mantener las apariencias, incluso cuando lo único que quería era inclinarse y pedir perdón por todos los problemas ocasionados a causa de su envidia.
—Escuché que necesitas sacarle información al nuevo —susurró Ross, como si se tratara de un trabajo turbio—. Conozco a un sujeto que puede ayudarte, pero te costará.
Kaspar se vio tentado a negar su intención de ayuda, pero quiso ser un poco más condescendiente por lo que aceptó. Sonrió al verse arrepentido al próximo día, pero recurriría a esa última oportunidad para obtener la información. Si seguía sin funcionar entonces botarían a Ezra.
—¿Cuánto? Y ¿cuándo tendré la información? —preguntó Kaspar, tomándose más en serio aquella propuesta.
—Quiero un mini refrigerador en mi cabaña, y trato hecho —respondió Ross— te daré la información que mi informante obtenga esta misma tarde, incluso dentro de unas horas.
—Trato hecho.
Después de estrechar la mano de Ross en un cierre de contrato, Kaspar supo que quizá cometió un error. Ya al próximo día se aseguraría de anotar aquel gasto en las cuentas de la manada.
Kaspar decidió que le daría a Ross unas cuantas horas, como este le dijo. Mientras esperaba se aseguraría de planificar un encuentro entre los alfas de su manada y la de los tigres. Ya sea que Ezra se quedara o se fuera, los asuntos podrían ponerse serios pues se vieron involucrados en una pelea. Kaspar buscaría encontrarse con el beta de la manada contraria para así pactar algo que convenga a ambos lados.
Sin embargo, buscar al alfa de una manada nunca fue sencillo, estos siempre estaban resguardados bajo centinelas. Kaspar se quedó unas horas en la biblioteca estudiando los antiguos pactos que tuvieron con la manada de los tigres. No encontró mucho, porque los felinos muy pocas veces formaban una manada, de hecho era la primera vez que encontraba a animales tan individualistas en un pacto cercano a una manada.
Si su investigación seguía ese rumbo, le tocaría botar a Ezra de inmediato y preparar algun obsequio como disculpa a la manada de tigres. Los problemas aumentaban cada vez más lo que le produjó un enorme dolor de cabeza.
Lo único bueno del día fue cuando Ross le indicó que ya tenía la mayor parte de la información que quería, lista. Kaspar suspiró aliviado y caminó tras el contrario hasta la cabaña en la que Ezra se encontraba. Aunque trataba de esconder su curiosidad, Kaspar estaba ansioso por conocer a la persona que obtuvo tal información de manera rápida.
Antes de entrar a la cabaña Ross lo detuvo y Kaspar le firmó un cheque en blanco, podría confiar en Ross por esa situación. A pesar de ello le diría a Nick lo sucedido para que lo acompañe a cobrar el documento.
—Es un gusto hacer negocios contigo, Kaspar —aceptó Ross guardando cuidadosamente el cheque en su bolsillo—. El sujeto del que te hablé sigue adentro, pero ya tiene toda la información que quieres y un poco más.
Kaspar se sorprendió por la eficacia del conocido de Ross y entró a la cabaña. Su expresión se congeló al encontrar a Luka hablando con Ezra y anotando lo que este le decía.
—¿En serio vas a cobrarme por un trabajo que hizo tu hermano? —preguntó con voz tranquila, pero casi en un reclamo Kaspar hacia Ross quien se encogió de hombros y se fue.
—¿Vas a pagarme por esto? —dijo Luka esperanzado mientras se levantaba de su asiento.
Kaspar suspiró y negó, aunque después se aseguraría de comprarle algo a Luka por ayudarle. De todos modos Adam siempre solía regalarle cosas muy costosas a su mimada pareja.
Luka asintió un poco decepcionado, pero acostumbrado a las jugarretas de Ross. Sin embargo, se sentía bien ayudando en lo que podía a la manada, le gustaba creer que era un poco más útil que antes y más siendo la pareja del alfa. Solo que la mayoría de la manada sabía que Luka era el pilar de Adam.
Cuando Luka se fue le dio a Kaspar los papeles con información y un objeto más. Kaspar agradeció y lo acompañó a la puerta. El felino se despidió con una sonrisa y un ademán de manos de Ezra quien respondió el gesto con la misma efusividad, como si fueran amigos de años.
Kaspar se dispuso a trabajar, por eso revisó los papeles, debía admitir que la caligrafía de Luka era muy entendible y hasta elegante. Por ello leyó y captó todo de inmediato.
—Entonces —empezó Kaspar, tomando asiento junto a la cama de Ezra—, escapabas de la manada de los tigres al no querer asumir el puesto de tu padre. Tienes 28 años y una gran empresa en la ciudad humana. La primera transformación que tuviste fue hace poco e incluso desconocías que eras un León. Piensas que la manada de los tigres también te busca por el asesinato de tu padre y como último recurso llegastes a este lugar en busca de un pariente lejano que podría prestarte ayuda.
Ezra lo veía asombrado por todo lo que le dijo, incluso se sentó y lo observó mejor. Él estaba seguro de no haberle dicho nada de eso, ni siquiera lo pensó, pero acertó en todo. Tosió confundido y extendió el cuello intentando ver más en aquellos papeles que tenía Kaspar.
—Luka tiene esa habilidad de observación, es algo usual en él —indicó Kaspar, intentando tranquilizar el asombro de Ezra—. Supongo, por tu expresión, que todo es correcto. No te preocupes por esto, la pareja del alfa tiene una personalidad que encandila a cualquiera y usa eso para conseguir lo que quiere.
—Deberían ponerle un letrero de advertencia, es peligroso —Ezra se sentía inseguro por toda la información que dio sin siquiera darse cuenta.
—Y no lo conociste en su etapa de soltero —recordó Kaspar—, deberías revisar tus bolsillos.
Ezra lo hizo, pero tembló al no encontrar su billetera. Se levantó de la cama pensando que la dejó caer. Incluso busco bajo esta.
—No te esfuerces, Luka me lo dio antes de irse —anunció Kaspar mientras sacaba la billetera de su bolsillo.
—En serio deberían ponerle un letrero de advertencia.
—Tu nombre es Ezra Cadle —leyó la identificación que se encontraba dentro de la billetera—, creo que escuché tu apellido en algún otro lado.
—Manejo una empresa reconocida con mi apellido, es obvio que la escuchaste.
Kaspar dejó caer su cabeza hacia atrás y puso los ojos en blanco, cansado de la actitud de Ezra, ansiaba la oportunidad para sacarlo de la manada. Es más, pensaba que disfrutaría cuando los centinelas lo echaran. Sonrió ante la imagen que su mente le daba.
—Bien, Ezra, por tu culpa los centinelas se metieron en problemas con los tigres, lo que puede ocasionar malentendidos entre manadas —Kaspar sufrió internamente por no haberle pedido a Luka que también le preguntase aquello—, ¿tienes el contacto de alguien de los que te perseguían? O ¿sabes el nombre del o de la alfa de los tigres?
—Te cambio la información que me pides por otra, escuché que lo llamaban Ross —recordó Ezra— ¿tiene pareja?
Kaspar inclinó su cabeza hacia adelante hasta hacerla chocar contra la cama, cansado de aquel día. Aunque el hecho que más le preocupaba era que esa noche Sam llegaría de la misión que Dunkel le dio. Tenía demasiadas cosas en la cabeza y no quería sumar una más. Sus energías eran cada vez más bajas a causa de malas noches y poco descanso.
—Ross tiene pareja y te pediría que no intervinieras en ella.
—Bien —Ezra pareció aceptar aquello con demasiada facilidad—. La alfa de los tigres mayormente para en la ciudad humana. Sé su rutina, así que puedo llevarte a ella.
Kaspar desconfió un momento, sentía que la ayuda que le ofrecía era demasiado oportuna. Por eso se enderezó y vio al contrario con los ojos entrecerrados. De todos modos, se preguntaba la razón de que Ezra conozca la rutina de la alfa.
—Si te preguntas porqué sé dónde estará, no es porque la acosaba ni por nada de ese estilo —se apresuró a explicar Ezra. Sus cabellos rubios estaban desordenados— pasé varios años evitándola. Debía conocer los sitios exactos a los que no debía acercarme.
—Bien, entonces...
En ese momento Nick entró a la cabaña, su rostro era serio y Kaspar calló de inmediato. Ezra se mantuvo observando unos segundos la reacción del beta antes de sonreír creyendo ya saber lo que ocurría.
Nick parecía incómodo, como si no supiera si era correcto entrar o no. Después de unos segundos de confusión se paró firme en la puerta. Tenía el torso descubierto, algo usual después de convertirse en lobo para patrullar.
—El alfa quiere verte, muñe... Kaspar —Nick corrigió su error de inmediato, acostumbrado a llamarlo de una forma diferente—. Adam quiere verte —simplificó para después irse.
Kaspar mostró un gran sonrojo en su mejillas y bajó la cabeza avergonzado. Ezra comprendió de inmediato lo que ocurría en la mente del beta.
—Bien —Ezra interrumpió los pensamientos de Kaspar y decidió hablar—, si me das un cambio de ropa, mañana yo te llevo a donde estará la alfa.
—¿Qué ganarás a cambio? —preguntó desconfiado Kaspar.
La risa de Ezra le heló la sangre.
—No te va a gustar.
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