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#334

Fluff, sexy

Sex shop!au

797 palabras

Baekhyun miró de nuevo al chico parado frente al escaparate y sonrió para sí.

Baekhyun trabajaba en un sex shop. Era uno con bastante buen gusto y discreto, de hecho, si no fuera por el cartel gigante de Durex que había fuera, nadie sabría lo que era realmente aquel establecimiento.

Aquel chico alto llevaba parándose frente a la puerta una semana, mirando intensamente el escaparate y la entrada pero, finalmente, siempre se marchaba sin entrar. Una pena, en opinión de Baekhyun, porque era muy guapo, atractivo y le gustaría poder atenderlo personalmente.

Aquel día, sin embargo, el chico pareció echarle ganas y, poniendo una cara muy decidida, entró a la tienda.

Baekhyun casi arrolla a la pobre Hyejin en su carrera por apartarla y llegar él primero a atender a aquel chico.

- Bienvenido a Sweet Fantasies, ¿en qué puedo ayudarte? -le preguntó con la mejor de sus sonrisas, notando con gusto cómo aquel chico alto se ponía rojo.
- Yo buscaba... juguetes sexuales.

Joder, esa puta voz podría ser un juguete sexual para Baekhyun. Era ronca, áspera pero suave al mismo tiempo, y despertaba en él instintos que hacía mucho que no sentía. Pero se controló y le indicó que lo siguiera.

- Tenemos una gran variedad de juguetes -le explicó, mostrándole la estantería-. Desde juegos de verdad como los dados o una oca sexual, tenemos incluso un juego de verdad o atrevimiento en DVD -los iba señalando conforme hablaba-. También tenemos esposas, estimuladores... -lo miró directamente, sonriendo con algo de travesura-. ¿Qué es lo que buscas exactamente? -y Baekhyun mentiría como un hijo de puta si dijera que no disfrutó viendo cómo se acentuaba el rojo de las mejillas de su cliente.
- Yo buscaba un cilindro de silicona y -carraspeó el alto, tratando de encontrar el valor-, un consolador.

Baekhyun sonrió brillante y asintió.

- Entonces mejor bajemos a la planta inferior.

La planta de abajo era donde los jueguetes más hardcore, los dvds pornos y todo lo relacionado con el bdsm se encontraba. La cara de su cliente se puso más blanca sin perder el rojo cuando empezó a ver el catálogo de objetos allí.

Consoladores de todos los tamaños ('¿Pero eso le cabe a alguien de verdad?' había preguntado el chico con miedo), arneses con penes para mujeres, moldes de traseros, vaginas y pechos, cilindros de silicona con o sin forma, toda clase de juguetes estaba a su disposición, incluso un alargador de pene que Baekhyun le mostró casualmente antes de que el chico murmurara abrumado que no lo necesitaba.

Baekhyun fue profesional, después de todo. Le mostró distintos modelos y tamaños de consoladores y de cinlindros de silicona, tratando de suprimir su expresión de triunfo cuando el chico le dijo que no estaba interesado en vaginas ni pechos. Le mostró los huevos, un nuevo concepto de la masturbación masculina. Cada uno tenía un hueco en la base en el cual se podía introducir el pene, estirándose hasta cubrir la longitud casi al completo, y por dentro tenían distintos diseños para estimular la masturbación.

El chico, que se llamaba Chanyeol y al que le preguntó su nombre para aligerar el ambiente, eligió cuidadosamente los objetos que iba a comprar. Baekhyun sonrió y pasó a la caja de la planta de abajo para cobrarle y darle una bolsa oscura en la que nadie vería sus adquisiciones.

- Seguro que tu novio está encantado con tu compra -soltó, tratando de ser casual. Chanyeol se sonrojó, haciéndolo sonreír de nuevo.
- No tengo novio, es todo para mí -admitió con timidez.
- ¿En serio? Jamás lo habría imaginado de un chico guapo como tú -le guiñó el ojo con coquetería, osado-. Yo saldría contigo.

La cara de Chanyeol no podía estar más roja, realmente.

- ¿Querrías de verdad o es sólo una estrategia comercial para vender? -aquella pregunta lo sorprendió, pero Baekhyun pronto se recobró, sonriendo de medio lado.
- Ya te he vendido productos, Chanyeol -susurró con voz suave, cargada con erotismo, inclinándose hacia él-. Lo digo porque realmente me gustaría. Lo llevo pensando desde que te vi parado frente a la tienda a principios de semana.
- No me atrevía a entrar por ti -le confesó el chico sin alejarse-. Me parecías muy guapo y me daba vergüenza que me vieras comprando estas cosas.
- Yo uso estas cosas -rió Baekhyun, pero sus ojos no dejaron de mirar los ajenos-. Si quieres, podemos quedar un día en mi casa y te los enseño -lo llamó con el dedo, acercándose a una de sus orejas para susurrar-. Prometo dejar que los uses conmigo.

Diez minutos más tarde, Baekhyun volvía a estar tras el mostrador de la parte superior, una sonrisa perenne en su cara.

Porque tenía un número de teléfono nuevo guardado en la memoria de su móvil, y una cita ese próximo fin de semana.

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