#218
❀ Angst, Fluff
❀ Kids!au, Hybrid!au
❀ Advertencias: esto es la adaptación de la primera escena del longfic que estoy preparando, al que de momento llamo Chan perrito. Me está llevando mucho tiempo terminarlo por 3.6.5, los ficfests y una depresión que llevo arrastrando meses, pero espero poder publicarlo dentro de no mucho.
❀ 1416 palabras
Baekhyun recordaba perfectamente el día que conoció a Chanyeol.
Baekhyun era un niño de diez años solitario y feliz, a pesar de no tener muchos amigos, o más bien, de no tener amigos. Él prefería pedirles un hermanito a sus padres, alguien para poder jugar y que no lo incomodara como lo hacían sus compañeros de clase con sus miradas juzgadoras. Para estar con niños así, decía, prefería estar solo.
Sin embargo, el padre de Baekhyun cayó gravemente enfermo, y tuvo que ser ingresado en el hospital por una extraña enfermedad. El inevitable fin llegó tres meses después de que lo ingresaran. Tras enterrar a su padre, su madre estaba rota, Baekhyun podía verlo, pero admiró la manera en la que intentó estar entera para él. Le explicó con palabras bonitas que papá no volvería más, pero Baekhyun no era tonto. Sabía lo que era la muerte. Eso no lo hizo más fácil.
Entró en una depresión severa, apenas comía ni hablaba, y su madre se desesperaba intentando encontrar una solución a su problema. La encontró cuando ya pensaba que no podría arreglarlo, apostando todo a esa última carta.
- ¿No estás emocionado, Baekhyunnie? -le preguntó la mujer desde el asiento del conductor con una sonrisa, mirando a través del retrovisor central cómo el pequeño Baekhyun despegaba su mirada de la ventanilla para mirarla a ella.
- Estaría más emocionado si supiera dónde vamos, mamá -le replicó.
- Bobadas, ¿dónde está la gracia de la sorpresa, entonces?
Baekhyun sonrió tímidamente, regalándole una de esas pequeñas sonrisas que últimamente tanto le costaba sacarle.
Ella aparcó delante de un edificio no muy alto que destacaba entre los bloques de viviendas que lo rodeaban. Salió del coche e instó a Baekhyun a que la siguiera, cerrándolo tras ella y cogiendo a su hijo de la mano para caminar. Subieron las escaleras de entrada y esperaron a que les abrieran cuando llamaron al timbre. Una señora algo mayor que su madre les abrió la puerta, la acompañaba una chica adolescente con el pelo teñido de rubio y mucho maquillaje para su edad.
- Ah, señora Byun, qué alegría me da que finalmente se haya animado -la saludó animadamente la señora-. Por favor, pasen por aquí.
Los acompañó hasta la puerta de un despacho. Su madre hizo sentarse a Baekhyun fuera y esperar mientras hablaba con aquella señora. Baekhyun se dejó caer en el mullido pero ajado sofá junto a la puerta y su madre sonrió, dándole un beso en la frente y prometiendo que tardarían poco.
Baekhyun estaba mirándose los cordones de las zapatillas cuando sintió a alguien sentarse a su lado.
- ¿Cómo te llamas?
Baekhyun alzó la vista, encontrándose cara a cara con un chico de su edad, pero éste era algo que no esperaba. Su pelo era de un color gris oscuro, muy inusual y distinto al suyo propio negro, pero más extrañas aún eran las orejas caídas de cachorro que le salían de la cabeza. Era un híbrido, pensó. Su ojos oscuros estaban fijos en Baekhyun, quien sintió su corazón latir estúpidamente fuerte.
- Chanyeol, lárgate, no puedes estar aquí -la chica de antes apareció por el pasillo, haciéndole señas al chico híbrido de que se fuera.
Chanyeol.
El híbrido miró mal a la chica pero obedeció, echándole un último vistazo a Baekhyun antes de desaparecer por la puerta al final del pasillo. La chica suspiró, se apartó un mechón rubio de la cara y sopló una pompa de chicle antes de dejarse caer al lado de Baekhyun.
- Lo siento, se emocionan cada vez que viene alguien y siempre hay alguno que se escapa -le tendió la mano-. Choa. Park Choa. Soy la hija de la dueña.
- Byun Baekhyun -estrechó la mano que le ofrecía, lo que la hizo sonreír. Baekhyun pensó que era bonita-. ¿Qué... es este edificio?
- ¿No lo sabes? -Choa abrió mucho los ojos-. Es un refugio para híbridos... una especie de orfanato.
Baekhyun abrió la boca en una O perfecta. Ahora entendía a su madre, quería adoptar a uno de aquellos híbridos. Pero lejos de alegrarse, Baekhyun sintió miedo, un miedo irracional que lo hizo decir aquello que temía en voz alta.
- ¿Y si no me gusta ninguno? O... -en ese momento calló, bajando la vista a su regazo.
- ¿O...? -Choa lo miró con curiosidad, bajando su cabeza para poder mirar al pequeño.
- ¿Y si... yo no le gusto a ninguno?
Se hizo un silencio. Choa lo miró intensamente, pero tan sólo le pasó un brazo por los hombros, con demasiada confianza en opinión de Baekhyun, y le sonrió.
- No te vamos a forzar a adoptar a alguien si no te llevas bien con él, Baekhyun, pero no seas tan pesimista -le dijo, ofreciéndole un chicle-. Quizá sí encuentres lo que buscas.
Baekhyun aceptó el chicle y le sonrió, esperando internamente que tuviera razón. Estuvieron hablando un rato, hasta que ella sonrió y se levantó.
- Espera un momento, se me ha ocurrido algo -le dijo, emocionada.
Choa caminó resuelta hasta la puerta, tocando un par de veces con los nudillos y pasando cuando le dieron permiso. Baekhyun pensó que aquella chica era muy inusual, pero le caía bien y eso para él ya era una victoria. Salió en menos de un minuto, sonriendo.
- Ven, vamos.
Le tendió una mano que Baekhyun aceptó, levantándose y siguiéndola por el largo pasillo hasta la puerta tras la que había desaparecido Chanyeol. El mero pensamiento de volver a verlo lo puso nervioso, pero se controló. Choa abrió la puerta lentamente, dando paso a una sala de juegos en la que había al menos diez híbridos entre niños y niñas, con edades variadas. Orejas peludas, puntiagudas y caídas, se alborotaron y diez pares de ojos oscuros se fijaron en ellos cuando entraron y cerraron la puerta tras de sí.
Había siete híbridos de perro y tres de gato de diversas edades, todos se presentaron con nombres y apellidos cuando la adolescente lo presentó a él, y le preguntaron cosas como sus gustos y aficiones y que si quería jugar con ellos. Choa tuvo que regañarlos porque lo estaban agobiando, pero poco a poco le dejaron su espacio y empezó a hablar con una chica híbrido de gato llamada Wheein.
Baekhyun se sentía mejor de lo que se había sentido en meses. Estos chicos no lo juzgaban por su aspecto ni por sus aficiones, simplemente jugaban con él y se divertían. Después de Wheein, lo cazó el único chico híbrido de gato que había, Jonghyun, quien se lo llevó para enseñarle la colección de piedras con formas extrañas y bonitas que encontraba por la calle. Todos querían hablar con él, todos querían jugar con él, menos Chanyeol. Estaba en una esquina, sentado solo, con las orejas y la cola gachas mirando fijamente al suelo. Baekhyun se acercó a Chanyeol, sentándose a su lado.
- Hola, Chanyeol.
El mencionado se sobresaltó, mirándolo asombrado.
- ¿Cómo sabes mi nombre?
- Choa lo dijo antes en el pasillo -aclaró.
- Ah.
Hubo un silencio, pero Baekhyun no estaba incómodo. Era extraño pero le gustaba aquel híbrido.
- ¿Qué hacías?
- Nada -se encogió de hombros Chanyeol.
- ¿Quieres jugar al pilla pilla? -le preguntó, a lo que Chanyeol agachó la cabeza de nuevo. El estómago de Baekhyun dio un tirón desagradable, hundiéndose-. ¿No quieres jugar conmigo?
- Sí quiero... -murmuró, frunciendo los labios en un puchero-, pero los mayores dicen que soy torpe y lento, y que no es divertido jugar conmigo...
- Podemos jugar a otra cosa, no tiene que ser el pilla pilla, yo tampoco soy muy bueno -lo intentó de nuevo Baekhyun, mirándolo con intensidad-. ¿Quieres?
Chanyeol le sonrió entonces ampliamente y asintió, haciendo que un burbujeo de felicidad se extendiera por el cuerpo de Baekhyun, y haciéndolo sonreír a su vez.
No jugó con nadie más el resto de la tarde. Chanyeol era alegre, algo torpe tal y como había dicho, pero eso no le importaba a Baekhyun. Rieron, jugaron, se hartaron de correr de un lado a otro y, para cuando su madre hubo terminado de hablar con la señora Park, se habían hecho inseparables. Para la señora Byun estuvo claro quién era el elegido de su hijo.
Choa los despidió con grandes besos en las mejillas, ajustándole a Chanyeol la mochila con sus pocas pertenencias en la espalda y haciéndoles prometer que volverían para visitarla. La señora Park les dio un abrazo y les deseó buena suerte, observándolos marcharse en el coche.
Ya de vuelta en casa aquella noche, compartiendo cama con aquel híbrido, Baekhyun sonrió. No iba a estar más solo.
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