#142
❀ Slice of life, Slight Angst, Fluff
❀ StarWars!au
❀ Advertencias: continuación del drabble #109
❀ 1076 palabras
Byun Baekhyun había sido un Jedi brillante. Desde su entrenamiento como padawan se había visto en él un potencial enorme que, bien trabajado, lo convertiría en uno de los mejores Caballeros Jedi de la historia.
No tenía familia ni amigos en los que apoyarse, así que se dedicó en cuerpo y alma a convertirse en un caballero Jedi. Los entrenamientos eran duros, pero él aprendió a controlar sus emociones y a que la Fuerza lo ayudara en sus propósitos. Fue el primero en dominar por completo el entrenamiento a ciegas con el sable láser, ayudando a algunos compañeros incluso a entender cómo dominar y controlar la Fuerza para que ésta fuera su aliada. Sus maestros estaban sorprendidos y orgullosos de él, y Baekhyun no podría haber estado más satisfecho.
Sin embargo, algo cambió cuando conoció a Park Chanyeol.
No es que Chanyeol fuera una mala influencia para él, muy al contrario, Chanyeol era un Jedi tan brillante como podía serlo el mismo Baekhyun, recto y correcto en todos sus procedimientos. Pero hacían un buen equipo y trabajaban juntos, y Baekhyun se encontró sintiendo cosas por Chanyeol, cosas que un Jedi no debía sentir.
Por un tiempo, Baekhyun temió convertirse al lado oscuro si se abandonaba a los deseos de su corazón y dejaba que aquel ansia por amar se apoderara de él. Quizá por eso comenzó a desoír las reglas y consejos del Consejo, volviéndose un Jedi Gris y pasando tiempo con Chanyeol bajo el pretexto de que quería corregirse cuando, en realidad, sólo quería estar cerca de él.
Pero un día simplemente no pudo seguir con aquella pantomima. Dejó la Orden, prefiriendo vivir al margen de aquello, pero conservó su sable láser. A veces, cuando estaba solo en su habitación en los suburbios de la ciudad, encendía el sable para que su luz cálida lo ilumanara, recordando los buenos tiempos peleando junto a Chanyeol y cómo se habían hecho famosos incluso entre los Jedi por su particular unión contra los Sith, ambos usando sables láser de colores inusuales.
El suyo propio, dorado, reservado para los Jedi especialmente habilidosos le venía como anillo al dedo. El de Chanyeol, naranja, reservado para los mejores negociadores. Baekhyun sonrió amargamente. Sí, Chanyeol era un buen negociador, por eso le habían encargado a él que intentara que Baekhyun volviera a la Orden. Pero no lo había conseguido y, aunque a veces se encontraban cuando Baekhyun, siguiendo a esa voz en su interior que le decía que al menos su deber era ayudar a los demás, Chanyeol no había vuelto a verlo hasta aquella noche en el bar.
Su presencia había sido tan físicamente dolorosa que Baekhyun pensó que no podría seguir respirando si seguía allí mucho más tiempo. Había estado a punto de confesarse, pero al final había conseguido contenerse. La añoranza era dolorosa, y por eso había encendido su sable láser, procurando que las ventanas y persianas estuvieran cerradas.
Sin embargo, su puerta se abrió de golpe y él saltó de la cama, armado con su sable para defenderse del intruso, quien también portaba un sable láser.
Naranja.
- ¿Chanyeol...? -intentó.
El otro sable se apagó y la figura entró, cerrando tras de sí y bajándose la capucha, para revelar el rostro de Chanyeol. Baekhyun frunció el ceño pero apagó el propio también. ¿Qué demonios hacía allí el maestro Jedi? Lo que menos necesitaba su dolorido corazón era verlo de nuevo.
- Me has seguido -no era una pregunta. Chanyeol asintió.
- Quería hablar contigo, el bar no era el mejor lugar.
- No tenemos nada que hablar, Chanyeol -dijo, colocando su sable en su cinturón y dándose la vuelta, pero Chanyeol fue más rápido y lo cogió por el brazo, acercándolo hacia sí con fuerza y girándolo para encararlo.
- Yo creo que sí -le dijo, sus ojos oscuros fijos en los del más bajo-. Antes, en el bar...
Baekhyun se zafó de su agarre, pero no se marchó. Tan sólo lo miró con fiereza, intentando enmascarar tras una expresión de disgusto lo roto que se sentía por dentro.
- No quiero hablar de lo que dije en el bar.
- Bueno, pues escúchame, Baekhyun -rodó los ojos el alto, claramente molesto, y eso lo descolocó. Jamás, en los años que lo conocía, había visto el más bajo a Chanyeol molesto.
Baekhyun lo miró, en silencio, dándole un mudo permiso para que continuara.
- Dijiste que te cansaste de no poder amar -Baekhyun asintió levemente-. ¿Te cansaste en general o... por algo en particular?
Parecía brillar en sus ojos una especie de esperanza, como si deseara que Baekhyun le respondiera algo en concreto, pero el más bajo apretó los labios y no contestó. Se miraron durante un tiempo, Chanyeol aún esperando, hasta que se hartó de esperar.
Se acercó a él y, cogiéndolo por la nuca, estampó sus labios contra los de Baekhyun, haciendo que el más bajo abriera los ojos, muy sorprendido. Chanyeol movió sus labios y él se dejó llevar por el momento, besando al Jedi como siempre había querido hacer. Se separaron, titubeantes, mirándose a los ojos.
- Me estoy volviendo loco sin ti -le confesó con voz ronca, estrechándolo entonces en un abrazo-. Estoy asustado, no sé qué hacer, y temo que el lado oscuro me atrape; pero no puedo dejar de pensar en ti y en lo mucho que quiero estar contigo.
- Chanyeol...
- Sé que no tengo derecho a pedirte nada -dijo de nuevo el alto-, pero déjame quedarme así un poco más.
- Yo dejé la Orden por ti -confesó, agarrándose a la espalda de la tela de la túnica de Chanyeol-. Te quería tanto que no podía pensar con claridad, y decidí irme antes de hacer más daño.
Un sonido estrangulado, no sabía si una risa o un sollozo, escapó de la garganta de Chanyeol, y él se separó para mirarlo. El alto lo miraba sonriendo, sus ojos acuosos pero feliz, indudablemente.
- Podrías habérmelo dicho.
- Hubiera sido una carga para ti en aquel momento.
- Tienes razón -concedió el maestro Jedi, tomándolo por las manos-. Yo necesitaba tiempo en aquel entonces.
Chanyeol acarició sus manos suavemente con los pulgares, mirándolo como si al fin estuviera en casa. Baekhyun se mordió el labio y mandó a su sensatez al cuerno antes de acercarse y, poniéndose de puntillas, besar los labios del alto de nuevo.
- Chanyeol -susurró, sus palabras cargadas de emoción-. ¿Dejarías la Orden... conmigo?
Chanyeol sonrió.
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