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Episodio 1 - "Blood... The Wrong Blood"


Montañas del Norte, Reino de Northwind... Año 52 Después de la Gran Guerra...

– Thalleous... ¿Oye, estás ahí? –

Thalleous abrió los ojos. La nieve cubría el entorno por completo. Una espesa capa blanca cubría el suelo, y a su vez, una poderosa tormenta rodeaba a los presentes.

– ¿Qué es lo que sucede, Arien? – Exclamó Thalleous, mientras se levantaba.

– Mira allí... – Dijo Arien, señalando un campamento improvisado en la nieve. Thalleous y Arien se conocieron antes de la guerra, y participaron del torneo de campeones, del cual surgió el Deathsinger. Tras la guerra, se dedicaron a cazar y asesinar a los voltaris restantes. Ahora, se encontraban en una misión de "limpieza". Habían hallado un campamento aparentemente abandonado, sin embargo, decidieron vigilar por si aún alguien se encontraba en dicho lugar. En efecto, sus sospechas eran ciertas. Un grupo de voltaris llegó. Claramente conocían el lugar.

– Voltaris... Así que estábamos en lo cierto... –

– Parece que se están reagrupando – Dijo Arien, mientras se inclinaba entre los arboles secos, – Considero, Ky'Thalleous que es un buen momento para atacar –

En eso, un tercer ardoni, del clan Mendoris se acercó tras ellos.

– Propongo rodearlos... Tal vez podamos atraparlos... –

– Varek – Interrumpió Thalleous, – La orden es erradicarlos, sin importar qué. –

Varek bajó la cabeza, y asintió, resignado. Nova Sendaris, Scarius Mendoris y Agness Kaltaris pronto se unieron al grupo, junto con otros cuantos soldados, eran al menos 15.

– Bien, – Explicó Thalleous – vamos a emboscarlos. –

– Neutralizamos sus defensas, empezando por los más fuertes... – Dijo Arien, desenfundando su espada – Luego acabamos con todos los demás. –

– ¿Mujeres y niños? – preguntó Varek, mientras Nova intentaba contener la preocupación.

– Son voltaris... No existe tal cosa como la "inocencia" – sentenció Varek.

– Bien, – Dijo Thalleous, desenvainando su espada – andando. –

El grupo se dispersó. Agness desenfundó un arco, y desde el punto vigía, disparó una flecha certera al cuello de uno de los voltaris, que estaba descargando una bolsa de alimentos. De inmediato, los demás se alarmaron. Algunos, desenfundaron armas para defenderse, y otros, intentaron correr. Ariens saltó entre las tiendas, y usando Aggrowhip, atrapó a uno de ellos y lo jaló hacia él; cuando estuvo cerca, giró sobre sí mismo, envolviendose en si propio látigo, y en el proceso, apuñaló el corazón del voltaris. Thalleous, en otro sector, mataba un par más. En eso, uno de ellos decidió soltar su espada, y empezó a correr a la neblina.

– ¡ES UNA TRAMPA! – Gritó en varias ocasiones, pero en eso, una flecha de Agness lo alcanzó, perforando el cráneo.

Thalleous, se abrió paso entre varios Voltaris, y finalmente, se alejó del campamento. En eso, vió como una mujer voltaris salía de entre las ramas. Thalleous reconoció el arma que llevaba en sus manos, el bastón de los Voltaris.

– Ha pasado algún tiempo, maestra Voltaris... – Exclamó Thalleous – esta vez, tu esposo no está para... –

– ¿Has venido a luchar...? – Lo interrumpió ella – O solo debo escucharte decir estupideces, campeón... Si fuera tú, me retiraría mientras aún puedo hacerlo...–

– ¿Y si me niego? –

– Pues entonces correrás el mismo destino que tus colegas que intentaron asesinarme. –

Thalleous, sin añadir más, se abalanzó hacia adelante, lanzando un corte horizontal. Sin embargo, la mujer bloqueó, y luego giró, para intentar golpear su pie, pero Thalleous solo se hizo hacia atrás. Luego, saltó y lanzó un golpe con su espada, pero la mujer se agachó. Sin embargo, Thalleous siguió girando, y en la segunda vuelta, le hirió el brazo. La mujer, rápidamente se abalanzó hacia adelante, intentando golpearlo, pero Thalleous utilizó mobiliflash para moverse tras ella, y en el trayecto, le hirió el pecho, haciéndola girar. Luego, frenó, y aprovechando el impulso de la mujer, la apuñaló en el pecho, mientras la miraba a los ojos. En eso, se detuvo... Al verla más de cerca, podía notar algo familiar en ella. Sus marcas, su patrón corporal, era muy similar al suyo...

– ¿Elizabeth...? – Exclamó él...

La mujer abrió débilmente los ojos, y sólo entonces, lo reconoció.

– Hermanito... – Alcanzó a susurrar débilmente, mientras la sangre brotaba de su boca, y su estabilidad empezaba a desaparecer.

– No... NO, no te vayas... – Dijo él, mientras sujetaba el cuerpo de Elizabeth – Quédate conmigo, no te vayas –

Elizabeth expiró un último aliento, al tiempo que sus luces se apagaban. Thalleous, empezó a desesperarse. No podía creer lo que acababa de suceder.

En eso, Arien llegó tras él, su espada, de mango delgado, y una hoja pequeña, pero con terminaciones en forma de sierra, emanaba sangre.

– Thalleous... – Dijo, su tono algo cortante – ¿Era esa Elizabeth...? – Thalleous no respondió. Arien simplemente se limitó a voltear, mientras limpiaba su espada. – Era una voltaris, al fin y al cabo. Lo merecía... Ya hemos acabado, vamos... –

Thalleous aún sostenía el cuerpo de su hermana, mientras la nieve bajo sus pies empezaba a teñirse de rojo. No obstante, soltó suavemente su cuerpo en el suelo, y en un paso firme, se dió media vuelta, y se unió a Arien.

Palacio Real, Crown Peak... 2 días después...

Thalleous estaba sentado en uno de los barandales del pasillo principal, fuera de la sala de juntas. Junto a él, se encontraban Arien y Varek, los cuales esperaban autorización para ingresar.

– Que irónico... – Mofó Arien con desdén – Tener que informar del éxito de una siega de voltaris a la reina, que es una voltaris. –

– En teoría, la reina Amidala no aplica como una voltaris común, – apuntó Varek, – ella enfrentó y venció a Chronnos, acabó la guerra. –

– Una voltaris, igualmente... – Señaló Arien, con la mirada perdida en el horizonte.

Thalleous no reaccionó, trataba de mantenerse al margen de la conversación. No quería que su cabeza se llenara de dudas antes de entrar. Pues, si bien, Arien tenía razón en que debían informar una masacre de voltaris, a la Reina de Ardonia, Amidala Voltaris. Era algo completamente estúpido para él. En eso la puerta se abrió. Un joven sendaris salió a atenderlos.

– Thalleous, – saludó él. – ¿Están listos? –

– Ah, Osivian... – Contestó Thalleous, – Si, estamos listos. –

Dicho esto, ingresó a la sala, seguido por Varek y Arien, justo después, Osivian cerró la puerta detrás de ellos. La sala se quedó en silencio. Amidala Voltaris, estaba en la punta principal de la mesa redonda. Con su habitual calma, se sentó en su asiento, y en un gesto sutil, permitió a Thalleous abrir la conversación.

– Hace unos meses... – Empezó él – localizamos a la maestra voltaris actual... Tras una ardua labor de rastreo, logramos ubicar su base, en las montañas. Tras confirmar el objetivo, atacamos y neutralizamos la amenaza. –

La sala permanecía en un tenso silencio mientras las palabras de Thalleous resonaban en el ambiente. La luz que se filtraba por las ventanas altas del salón parecía atenuarse, como si incluso el sol comprendiera la gravedad de lo que allí se discutía. Amidala Voltaris, sentada en la cabecera de la mesa, mantenía una expresión imperturbable, sus manos entrelazadas descansaban sobre la mesa. Los líderes de los reinos y los maestros de los clanes guardaban silencio, atentos, expectantes.

– ¿Neutralizar? – La voz de Amidala fue baja pero afilada como una espada bien templada. – Ky'Thalleous, me gustaría que seas específico en los detalles. ¿Neutralizar significó exterminar?

Thalleous vaciló por un instante. Se obligó a sí mismo a mantener la compostura mientras los ojos de la reina lo perforaban.

– Sí, Su Majestad. – Finalmente dijo, con un tono firme. – Eliminamos a todos los presentes en el campamento, como fue ordenado. Sin excepciones.

Amidala inclinó ligeramente la cabeza, como sopesando sus palabras, antes de hablar nuevamente.

– Mi orden era eliminar amenazas activas. No eliminar vidas indiscriminadamente. Espero que lo entiendas, Ky'Thalleous.

Antes de que Thalleous pudiera responder, Arien dio un paso adelante.

– Con el debido respeto, Majestad, los voltaris son una amenaza por naturaleza. Dejar a alguno vivo es un error que podría costarnos caro más adelante. Hemos aprendido esto de la peor manera durante la Gran Guerra.

El tono desafiante de Arien provocó un leve fruncimiento en las cejas de Kadenn Kaltaris, quien observaba con desaprobación al joven que alguna vez había considerado su aprendiz.

– Arien... – Kadenn habló con calma, pero con autoridad. – Cuida tus palabras. Estás hablando con la Reina de Ardonia.

Arien lo ignoró deliberadamente, dirigiendo su mirada hacia Amidala.

– Con todo respeto, Majestad, su linaje voltaris la coloca en una posición de conflicto de intereses. No puede esperar que aquellos que hemos luchado para proteger Ardonia mostremos clemencia hacia una amenaza que se ha alimentado de la sangre de los inocentes.

El aire en la sala se volvió pesado. Aegus Nestoris, que había estado en silencio hasta ese momento, se aclaró la garganta.

– Arien, suficiente. Esta discusión no trata sobre tus prejuicios. Estamos aquí para determinar si el operativo se llevó a cabo con honor y según las directrices de la corona. No más, no menos.

Amidala alzó una mano, silenciando las voces que parecían a punto de encenderse.

– Arien tiene derecho a expresar sus preocupaciones, – dijo tranquilamente. – Pero yo tengo el deber de recordar a todos los presentes que mi posición no es un accidente ni una casualidad. Estoy aquí porque la Gran Guerra me colocó aquí. Porque luché por Ardonia, por todos ustedes. No por un clan, no por un linaje, sino por todos.

Varek, quien había permanecido en un respetuoso silencio, dio un paso al frente. Su voz fue medida, buscando calmar la tensión.

– Majestad, lo sucedido en las montañas no fue perfecto. Eso no lo niega ninguno de nosotros. Pero, dado el contexto y las circunstancias, Thalleous y nuestro grupo actuaron en lo que consideramos el mejor interés de Ardonia.

Amidala asintió, aunque su expresión seguía siendo grave.

– Entonces mi pregunta es esta: ¿Qué hubiera hecho diferente, Ky'Thalleous? ¿O acaso crees que tus acciones fueron incuestionables?

Thalleous apretó los puños, sintiendo que todos los ojos estaban sobre él. Su mirada bajó por un momento, pero luego se encontró con la de Amidala.

– No puedo decir que no cometí errores, Su Majestad. Pero hice lo que creí correcto en ese momento. No hay gloria en la sangre derramada, pero tampoco hay justicia en ignorar las amenazas.

Amidala inclinó ligeramente la cabeza, pensativa.

– Muy bien, Ky'Thalleous. Espero que recuerdes siempre que cada decisión que tomas deja una marca, no solo en aquellos a quienes afecta, sino también en ti mismo.

El silencio cayó nuevamente sobre la sala. Amidala finalmente rompió el contacto visual con Thalleous y miró alrededor de la mesa.

– Esta reunión ha concluido. Los líderes pueden permanecer para discutir otros asuntos, pero los involucrados en la operación están excusados.

Arien lanzó una última mirada de desdén a la Reina antes de girarse y abandonar la sala, con Varek siguiéndolo de cerca. Thalleous permaneció un momento más, inclinando ligeramente la cabeza hacia Amidala antes de retirarse. Mientras la puerta se cerraba tras él, una oscura resolución empezaba a tomar forma en su mente.

– No importa lo que suceda, seguirá siendo una voltaris... – Sentenció Arien, a unos metros de la sala.

– Arien, – dijo Varek – creo que... –

Arien se detuvo en seco, y agarrando a Varek por el cuello, lo apretó contra uno de los muros del lugar.

– ¿Desde cuando un mocoso novato me cuestionó en una junta? – Dijo, lleno de odio – Está más que claro, niño. La reina es una amenaza en potencia... –

– Y debe morir... – Dijo Thalleous sorpresivamente, quien no se había inmutado por la confrontación. Sin volver hacia ellos, se detuvo. – No es que... Crea que no lo vale, simplemente, no puede ver el panorama completo. –

– Creo que al fin nos entendemos, – dijo, mientras soltaba el cuello de Varek. – Avisaré a Nova y los demás. Armaremos un plan pronto. –

– Imposible, – Dijo Thalleous, – Nova, Agness y Scarius están en labores de rastreo, de una nueva base voltaris. No podemos contar con ellos. –

– Y... ¿A quién más acudiremos? – Dijo Varek – Somos 3 contra un reino. –

– Podemos pedir ayuda a una persona, – Dijo Thalleous. – Achillean... –

– ¿El Tidesinger? – Exclamó Varek, sorprendido.

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