— Así que había estado saliendo con la tía Lauren durante un mes. Era Sábado por la noche en la ciudad de Nueva York, y la juventud metropolitana estaba en la calle, viviendo la vida loca que solo puedes encontrar en la gran manzana...
— 97, 98, 99... ¡100! — todos vitoreamos cuando Marshall atrapó cien pretzels con su boca. Me reí, volviendo de la cocina con Lily y con las cervezas en las manos. Las pusimos en la mesa y Ted me sentó en su regazo.
— ¿Cien? Nosotros llegamos hasta ochenta y dos en nuestra luna de miel — me volví hacia un lado, poniendo mis piernas sobre el brazo de la silla, y Ted envolvió mis piernas con su brazo. Las cosas habían ido muy bien. Ted es un chico genial. Muy dulce, y lindo, y siempre sabía cómo hacerme reír — Bueno, Robin, tengo un chico para ti. Es guapo. Es gracioso. Es inteligente.
— ¿Y qué 'pero' tiene? — preguntó Ted.
— Sí, buena pregunta — dije, tomando un sorbo de mi cerveza.
— ¿Qué quieres decir? — preguntó Lily.
— Cuando alguien quiere buscarte una cita, siempre enumera primero las buenas cualidades y deja para el final el gran defecto — le expliqué.
— Es super guapa, y super inteligente — Pero su último novio consiguió una orden de restricción contra ella, y su perro y su nueva aspiradora desaparecieron.
— ¡Vaya! ¡Organiza esa cita! — dijo Ted con entusiasmo.
— Sigo convencido de que ella mató a mi tortuga.
— ¡Aww! Ustedes dos son tan lindos juntos — halagó Lily. Sonreí, apoyando mi cabeza sobre el hombro de Ted.
— Oye, ¿sabes qué? No todas las personas tienen un 'pero'. ¿Qué me dices de, Jamie, esa chica que te presentó Lily? Es super maja — dijo Robin mirando hacia Ted.
— Si la memoria no me falla, tenía un 'pero' enorme. Su enorme culo. ¡La clavé! — Barney sostuvo su puño y yo lo golpeé.
— Pues este chico no tiene ningún inconveniente. Es encantador, y guapísimo.
— ¿Pero? — preguntamos Ted y yo al unísono.
— ¡Está bien! Pero, tiene un hijo.
— ¡Oh!
— ¡Ah! ¡Ahí está! Robin no va a salir con un tipo que tiene un hijo.
— Pero es un tío genial, y su hijo es un encanto. Está en mi clase.
— No importa. Robin odia a los niños — señaló Ted.
— Es verdad — dijo Barney estando de acuerdo con él.
— Yo no odio a los niños — dijo ella.
— Incluso cuando eras niña odiabas a los niños — le recordé.
— Vale, es verdad, los niños no son lo que más me gusta del mundo, pero me gustan.
— Pero, no quieres tenerlos — dijimos juntos otra vez, chocando nuestras manos después.
— ¡Aw! — dijo Lily de nuevo — ¡Están hablando al mismo tiempo!
— Me gustan los cochazos, y eso no significa que tenga que expulsar un Ferrari por mi vagina.
— Hundido — dijo Barney y yo rodé los ojos.
— No puedes criticarnos por pensar que un niño sería un problema. Si fuésemos amigos de Garfield, no le organizaríamos una cita un Lunes — dijo Marshall y todos nos reímos.
— Guay — le dijo Barney.
— Sabes qué, el niño no es un problema. Quiero conocerlo.
— De acuerdo, ¡fantástico!
— Sí. Oye, ¿y cuál es mi 'pero'? Ya sabéis, soy super maja pero... — Pero ella renunció a Ted. Pensé.
— No, no se me ocurre nada.
— Tú no tienes ningún pero — dijimos todos a la vez.
Ted's POV
Me senté en McLaren's cuando Barney se me acercó.
— Bueno, ya lo tengo. Toma, ponte este parche.
— ¿Por qué? — pregunté.
— Es lo mejor para romper el hielo. Un montón de cobras andan sueltas por Central Park. Tú y yo estamos haciendo footing, entrenándonos para el maratón del Valle de la Muerte; Nada excepcional, lo hacemos todos los años. De pronto, vemos unas terroríficas serpientes que se acercan reptando a un bebé. Que no está a nuestro cargo. Tú agarras al bebé, yo estrangulo seis cobras con mis propias manos. Mujeres de Nueva York, de una a una, por favor.
— ¿Y para qué son los parches?
— Nos pican.
— ¿En un ojo? — pregunté con el ceño fruncido.
— Sí.
— ¿A los dos?
— Son ojos diferentes. No sé por qué te sorprende.
— Barney, tengo novia.
— ¡Por ahora! ¿Y después? Necesitas tener a las damas en fila y esperando — dijo y rodé los ojos — Yo he salido a comprar parches. ¿Qué haces tú para ligarnos tías? — la puerta del bar se abrió y entró Lauren. Honestamente, ella era hermosa. Estaba tan feliz de estar saliendo con ella.
— Por el momento, solo me importa una chica, Barney.
— Hola — saludó Lauren, sentándose a mi lado mientras me besaba. Le devolví el beso, sonriendo.
— Ugh — Barney gimió de disgusto. Ella se rió mientras nos separábamos — Tu nivel de incredibilidad acaba de bajar. Ted, todo es culpa tuya.
— ¿Y si te dijera que vamos a ir a jugar a laser tag este fin de semana?
— ¿En serio? — preguntó él y ella asintió con la cabeza — Lo consideraré. Voy a por la siguiente ronda — lo vi irse, y vi algo que no pude evitar darme cuenta. Miró hacia atrás. Últimamente me daba cuenta de que lo hacía cada vez que se levantaba. Siempre miraba hacia atrás.
— Entonces, Mosby, ¿cuál es el plan para esta noche? — preguntó ella.
— ¿Noche en mi casa, comer comida para llevar y ver una película?
— Perfecto.
— Entonces, ¿cómo te fue con tu padre? — ella miró hacia abajo, a sus manos en su regazo.
— No sé... todavía no me habla — suspiré. Me sentí tan mal... Ella había seguido mi consejo, dejó la escuela de derecho, y se enfrentó a su padre. Estaba enfadado, y había estado ignorando sus llamadas.
— Lo siento — me encogí de hombros.
— No es culpa tuya.
— En realidad, lo es. Vale, nuevo plan. Esta noche, salimos a un restaurante elegante y pasamos una buena noche de fiesta, sólo para distraerte y para que no pienses en él. ¿Cómo suena eso? — pregunté y ella apoyó la cabeza en mi hombro.
— Eres increíble — dijo y sonreí. Barney volvió, dándonos nuestras bebidas.
— ¿Por qué hay parches en la mesa? — preguntó ella y Barney, una vez más, le explicó todo el juego/plan.
— Vale, voy a contarte un secreto. La gente que sabe jugar, no necesita parches — le dije a Barney.
— Oh, Theodoro. No. No. No. Tú no puedes deletrear 'juego' sin 'mí', y yo soy el que da más juego.
— Esa es la gramática incorrecta — señaló Lauren. Sonreí.
— Ya, pues yo doy tanto juego, que soy el auténtico Rey del juego.
— ¿A sí? Pues yo soy el comisario del juego del estado de Nueva York — dijo Barney.
— Y yo soy El Juego, un thriller que interpretaban Michael Douglas y Sean Penn.
— Caray — dijo Barney. Levanté una mano hacia Lauren y ella la chocó, para luego apoyarse en mi costado. Marshall se acercó a nuestra mesa y miró hacia mí.
— Vaya. Estás aquí y no en el inodoro dos — señaló hacia el baño.
— Ya, ¿y?
— Puede que haya proferido varios comentarios altamente humo-eróticos e inapropiados a un caballero que lleva tus zapatos — dijo y me reí.
— A ver, Marshall — dijo Barney.
— ¿Sí?
— ¿Cuál de los dos da más juego?
— Ninguno de los dos dais nada de juego. De lo contrario, estaríais casados, como yo.
— ¿Qué? — preguntó Barney.
— Si las citas son el juego, el matrimonio es ganar el juego — hizo gestos como si fuera obvio.
— Ya, si juegas en la liga femenina — dije y Lauren me pegó un puñetazo en el hombro.
— Debes de estar de broma. Yo doy un juego divino, tron.
— Veamos, en primer lugar, pensé que todos ustedes habían acordado que no volverían a decir 'tron' nunca más. Y, por mucho crédito que te dé por jugar la carta del matrimonio, has estado con Lily durante once años. Das juego, sin embargo, no es el tipo de juego del que estamos hablando — le explicó Lauren.
— Exacto, siento decirlo, pero eres más bien irrelevante — dije.
— ¿Cómo? No soy irrelevante. Sé un montón de cosas. Podría ayudaros, chicos.
Lauren's POV
— No sé... Creo que Ted puede manejarse a sí mismo — dije, sonriéndole. Lo besé, mirando a los otros. Vi lo suficiente para ver la cara de Barney. Parecía... dolido. Me alejé, lanzándole una mirada, que él ignoró, al continuar la conversación.
— Ted, tú no das más juego que yo. Ciñéndonos simplemente a las cifras, yo gano. Vamos, tío. Has visto mi lista.
— Escuchad mis frases — dijo Marshall pero fue interrumpido por Ted.
— No, sabéis qué, basta. Si dieran un verdadero juego, saldrían y harían algo al respecto en lugar de estar sentados hablando de ello — dije, pero me ignoraron.
— Ted, te reto a una Olimpiada de ligue — Barney me miró.
— ¿Cuáles son las reglas básicas? — pregunté.
— Habrá 26 pruebas a lo largo de once semanas. Viajaremos a una ciudad neutral donde habrá un jurado internacional-
— O elegimos a una chica y el que sigue el trato gana — sugirió Ted.
— Eso mola.
— Bueno, ustedes hagan lo que quieran. Me voy a casa — me levanté y me fui. No pude evitar pensar en esa mirada que Barney me dio cuando besé a Ted. ¿Qué fue eso?
— Oye... — me di la vuelta para ver a Ted, corriendo hacia mí — ¿Estás segura de que estás bien con esto? O, ya sabes, ¿bien en general?
— Sí, bien. Vuelve con los chicos. Solo voy a volver a casa.
— ¿Estás segura? — preguntó él y yo asentí.
— Sí... Creo que podría intentar llamar a mi padre de nuevo, y sólo ver qué pasa — envolvió sus brazos a mi alrededor, besándome la cabeza mientras me abrazaba.
— Buena suerte.
— Gracias.
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