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[2] Sello de Putón

— Bueno, creo que primero debemos establecer un par de reglas básicas — le dije mientras se sentaba a mi lado — Tienes cuatro meses para intentar que me enamore de ti. No te voy a dar la dirección, solo hablaremos por mensajes de texto, y de ninguna manera me acostaré contigo. Lo suficientemente simple, ¿o necesitas que te lo explique?

— Creo que lo entendí, gracias. Bien, primer orden del trato, vas a pasar el resto de la noche conmigo y con mi amigo.

— ¿Quién lo dice? — pregunté.

— Lo digo yo. No puedes discutir con el traje.

— Pido discrepar. Lo hago todo el tiempo — dije y él jadeó. 

— ¡¿Cómo te atreves?! — puse los ojos en blanco y se volvió hacia su amigo — Ted. Ted. Ted. Ted. ¡Ted!

— ¿Qué? — le preguntó enfadado, al parecer y obviamente, Ted.

— Larguémonos, este sitio está muerto. Y vamos mal de horario. Tengo toda la noche perfectamente planeada. Aviso aguafiestas, nuestra última parada es un after-hours, tan after-hours que abre dentro de tres días. ¿Qué pasa?

— ¿Estás ciego? Me estoy dando el lote con un doce. Estoy triunfando — respondió Ted.

— Sí, pero yo no te he ayudado.

— ¿Estás diciéndome que pase de una tía super maciza porque no me has ayudado a conseguirla?

— Disculpa aceptada, vamos.

— ¿Quién es el del traje? — preguntó la chica cuando se acercó a nosotros.

— Eh... este es Barney. Barney, Amy.

— No voy a recordarlo. Ahora discúlpame, chica ocasional de esta noche, como serás conocida de ahora en adelante. Ted, Lauren y yo tenemos una agenda que cumplir — dijo Barney y le guiñó el ojo.

— ¿Quién? — preguntó Ted. Me incliné alrededor de Barney, y le saludé.

— Hola. Él y yo tenemos una apuesta, no puede hacer que me enamore de él en cuatro meses — Ted asintió como si eso fuera lo más normal del mundo.

— Ah, bueno. Puedes largarte a las ocho menos cinco, vestirte como un gilipollas y molestar a las chicas. Largo, capullo — respondió la chica junto a Ted.

— ¿Es esta una mala película para adolescentes? — le pregunté, acercándome a Barney.

— Vaya, vaya. Buena respuesta, Tommy Lee. Lo que no comprendes es que yo soy el compañero de ligues de Ted. Nuestro vínculo es más fuerte que cualquier--

— Y ya se lo están montando otra vez — le dije — Eso es lamentable — Amy tomó una botella de detrás del mostrador y nos arrastró a la parte posterior del bar.

— Aquí nos conocen. Nos vas a meter en un lío.

— Dime una cosa, ¿le dices a tu sastre que deje espacio de sobra en la entrepierna para tu enorme vagina? — respondió la chica y Ted se rió.

— Tu... Tu vagina. Ted, esta tía está loca. Vámonos.

— Buena idea. Vámonos todos a mi casa.

— ¿A tu casa? Eh, gracias, pero no, gracias, Courtney Love del 94 — levanté una mano y Barney la chocó.

— Tengo Jacuzzi.

— No puedes hablar en serio.

— La verdad, es que esto está bastante bien.

— Puedes meterte, mema — me dijo Amy mientras me sentaba en una silla cercana al jacuzzi.

— No gracias, en realidad tengo algún tipo de decencia, así que voy a tener que pasar — le respondí.

— Me gustan tus tatus.

— Gracias. Deberías hacerte uno.

— ¡Ni hablar! Ted tiene un look clásico y pulcro que no pasará nunca de moda. Temporada tras temporada. ¡Quémate!

— ¿Ah, sí? Pues yo creo que con un tatuaje estaría super sexy — respondió ella de vuelta.

— No, no lo estaría.

— Sí, sí lo estaría.

— No, no lo estaría.

— ¡Sí!

— No, huh — dijo Barney enseñándole la lengua.

— Ted, ¿del lado de quién te vas a poner en lo del tatuaje?

— Yo creo que estaría super sexy con un tatuaje

— Sí, lo estaría.

— Oh, sí — dijo Ted y comenzaron a besarse de nuevo, puse los ojos en blanco. ¿Qué estaba haciendo? Estaba en la casa de unos extraños, mientras que dos de los extraños se estaban enrollando y uno con el que hice una apuesta. Oh Dios mío. 

— ¡Oh Dios mío, Tyler! — un niño en pijama apareció en la puerta de la azotea.

— ¡Mamá! ¡Papá! ¡Ha vuelto!

— ¡Mierda! Se suponía que estaban en los Hamptons. ¡Corred! — todos corrimos hacia afuera, Barney con su camisa desabotonada y Ted apenas se está poniendo la camisa — Lo siento. Trabajaba de canguro para esos cretinos hasta que me despidieron. Una injusticia.

— ¿Una injusticia? Yo no te dejaría cuidar ni de los hijos imaginarios que me invento para tirarme a madres solteras — soltó Barney y yo rodé los ojos — Se acabó, Ted. Nos vamos a casa — Barney silbó para llamar a un taxi y uno se detuvo a nuestro lado — ¿Ted? Ted, ¿estás bien? — Ted estaba mirando hacia la nada misma, con la botella de alcohol en la mano.

— Estoy bien. De hecho, estoy tan bien que voy a hacerme un tatuaje — dijo y comenzó a besar a Amy de nuevo.

— No te vas a hacer un tatuaje, Ted. No va contigo. Ted, empiezas a ir por el mal camino.

— El mal camino es mi camino — tomó otro trago y se adentró en el coche después de que Amy entrara en el taxi.

— ¡Pero necesitas un plan! ¡Necesitas un compañero de ligues! — el taxi se fue — ¡Esto va directo a mi blog!

— Qué buen amigo tienes — le dije — Abróchate la camisa, Stinson.

— ¿Por qué? — preguntó él, guiñándome un ojo, volviendo de repente al molesto chico del bar. Rodé los ojos.

— Eres un ser humano verdaderamente asqueroso, ¿lo sabías? — pregunté, caminando por la acera. Se puso a caminar a mi lado, abotonándose la camisa — Esto fue un error, todo esto de la apuesta

— ¡¿Qué?! Ni de coña, ¡no puedes rendirte ahora!

— Tío, apenas te conozco. Solo eres un tipo que me tiró los tejos en un bar. El trato se cancela — metí la mano en mi bolso, empujando un billete de cincuenta dolares contra su pecho — Tú ganas — detuve mi propio taxi, subí en él, le di la dirección al conductor y dejé a Barney Stinson en la calle.

— Pero espera. Pensé que se enamoraron por una apuesta.

Y así fue como comenzó todo. Pero el destino aún no había terminado de jugar. Las coincidencias siguieron sucediendo. Por ejemplo...

— ¡Tienes que estar bromeando! Por última vez, maldita sea, los Ericson viven al otro lado del pasillo, no aquí — agarré el correo entregado erróneamente, caminando por el pasillo y llamando a la puerta. La puerta se abrió y, por supuesto, justo al lado de la puerta, estaba Barney.

— ¿Lauren?

— Oh, ahora realmente tienes que estar bromeando — la chica con el pelo castaño oscuro, de la primera vez que me encontré sentada con Barney, apareció en la puerta.

— ¡Oh, es la chica del bar! — dijo ella sorprendida.

— Sí... vivo al otro lado del pasillo, aparentemente. Vine a traerles el correo.

— ¿Las mezclaron? — asentí — Vamos, entra — entré, cerrando la puerta. El chico alto estaba sentado en el sillón y Ted estaba hablando con Barney.

— Desde que Robin y tú rompisteis, has estado gestando... creciendo en tu capullo. Y anoche, saliste del capullo como una... Como una... majestuosa... ¡Caray! ¿Qué es lo que sale de un capullo? Siempre se me dieron mal las ciencias — dijo Barney.

— Lo va a decir — susurró la mujer.

— Una mariposa — respondió Ted. Y todos empezaron a reír — ¿Qué?

— Nada, colega — Barney le dio una palmada en la espalda, justo cerca del culo.

— ¡Aaah! ¿Por qué me ha dolido tan... — Ted corrió al baño y miré a Barney.

— Oh, dime que no lo hizo...

— ¡Oh, sí lo hizo!

— ¡OH DIOS MÍO! — volvió corriendo al salón — ¡Tengo un tatuaje!

— Eso no es un tatuaje. Eso, querido. Es un sello de putón — respondió Barney.

— Un sello de putón — dijo Ted.

— Ya sabes, una etiqueta de fulana. Unas antenas en el culo. Una matrícula erótica — expliqué, haciendo que los tres se rieran.

— ¡Oh, no, no, no, no! Dame esto — cogió la botella de agua en la mano de Barney, y se echó un poco en la mano, frotándola en donde tenía el tatuaje. Él hizo una mueca.

— Oh, sí. Eso lo borrará.

— Tal vez deberías intentarlo con soda — me reí.

— ¡Maldita sea! Duele mucho. Necesito un poco de pomada o algo así — dijo Ted mirando en el mueble detrás del sillón y la mujer me entregó mi correo, yo lo cogí con una sonrisa.

— Gracias.

— Quédate aquí y mira esto un poco más — me dijo la mujer — Por cierto, yo soy Lily, ese es Marshall, y supongo que ya conoces a Barney y a Ted — asentí, sentándome en una silla.

— ¿Qué es esto? Aceite de Masaje Español. ¿Aceite de Masaje Español? ¿Qué pasó aquí anoche?

— La noche fue un poco rara — le dijo Marshall — Lo sentimos, Ted, no volverá a suceder.

— No significó nada para nosotros. Solo fue super placentero — miré a Barney en busca de una explicación.

— Su reciente ex acaba de regresar de Argentina con su nuevo novio, que es un masoterapeuta extranjero

— Ooh... Ouch.

— Oh, ni siquiera soy capaz de miraros ahora mismo — Ted se fue, e inmediatamente nos echamos a reír después de eso. 

— ¡Tiene un sello de putón! — dijo Lily y todos volvimos a reír.

— Bueno, esto ha sido divertido. Gracias por darme mi correo.

— Barney nos ha hablado mucho sobre ti. Deberías venir a tomar algo con nosotros más tarde — sugirió Lily.

— No sé si es una buena idea--

— Vamos. ¿Por favor? ¡Será divertido!

— Está bien. Claro, ¿por qué no?

— Genial.

— Y así, chicos, fue como nos hicimos amigos de vuestra tía Lauren.

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