Cero por cien grados
🌻 Subí un capítulo antes. Igual os salta este primero y no os sale el anterior.
«Mi madre siempre había dicho de que el hecho que me gustara tanto preparar cócteles era gracias a ella. Como fanática de Tom Cruise se coleccionaba todas las películas que salían a la venta. Con once años me operaron de amígdalas , aburrida y mientras mis hermanas estaban en el colegio, rebusqué en su videoteca y fue cuando la vi: Cocktail.
Puede que tuviera razón y, de no tener la película me hubiese perdido una de mis grandes pasiones. Durante mi convalecencia la vi tres veces seguidas. La historia de amor no me interesó para nada, porque solo tuve ojos cuando Brian Flanagan y Doug Coughlin, se encontraban detrás de la barra marcándose todo tipo de filigranas con botellas y coctelera al ritmo de la música. Sobre todo, ante la atenta multitud congregada vitoreando por el espectáculo.
Fue cuando decidí que, yo, Brenda Lowell, sería la mejor bartender de Londres».
Brenda deja de escribir. Apoya el bolígrafo sobre la libreta mientras con la mano izquierda coge la caracola de chocolate que reposaba todavía caliente sobre el plato. Le da un primer bocado, entretanto piensa que, no llegó a ser la mejor bartender de Londres. ¿Pero qué significado tenía ser la mejor? Y en caso de haberlo sido, ¿por qué solo de una ciudad y no de todo el país?
Lo que si sabe es que consiguió el sueño de trabajar en la coctelería y tener su propio bar. Gigi funcionó desde el principio. Y toda persona que prueba sus cócteles, repite. Tiene una buena y divertida camarera que le ayuda, la cuentachistes que le recomendó el antiguo propietario y, pocos meses después, tuvo que contratar a un segundo camarero por el exceso de trabajo y cansancio.
Pero lo mas importante: es feliz.
Ahora se ha tomado unos días de vacaciones.
Es agosto.
Ella y Niall eligieron ir a Falmouth. Decidieron quedarse en la casa de Spicy, junto a Raven, Poppy y los canhijos Juan y Gloria ya que, la casa de Grace estaba al completo con sus padres, abuelos y hermanas.
Han quedado en una hora para ir todos a la playa.
Muerde la caracola con inquietud y el chocolate brota abundante resbalando un poco por la barbilla. A Brenda le encanta, sobre todo al estar fundido en la masa de hojaldre. Y eso la relaja, es la primera vez que regresa desde el viaje que hizo sola.
Añora a sus amigos de Londres. No los ve tanto como quisiera. Los echa de menos, en especial a Katia, pero a todos les va bien. Sigue manteniendo contacto con su adorado Andrew, todavía mantiene la idea de que conseguirá un premio Nobel.
Medita sobre todo lo que le gustaría hacer en su primer día de relax. Suspira.
Quiere hacer tanto.
Tiene pensado hacer varias cosas. Ir a la pastelería, saludar a los propietarios y comprar dulces. Visitar a la vecina de su tía, Angela, e invitarla a cenar con toda la familia. Y como hace buen tiempo, bajar a la playa por la noche, esta vez acompañada.
Eleva los brazos hacia los lados y estira la espalda. Siente un crujido que le produce alivio. Vuelve a coger el bolígrafo cuando percibe su presencia. Su respiración. La inconfundible y suave fragancia. Se ha convertido en una costumbre. El horario es lo de menos. A veces por la mañana, otras por la noche y hasta de madrugada.
Él desliza las manos por su hombros y las lleva hasta el pecho. Uno para cada mano. Aprieta con suavidad. Los mide. A Brenda le gusta. Lo mira de reojo al inclinarse para besarla en la mejilla. Sabe lo que sigue al descender las manos hasta el vientre. Espera que lo salude como otras veces. Sin embargo, no lo consigue. Niall insiste, no se da por vencido. Le parece estar todavía en un sueño. No termina por creérselo. Entonces la siente, a su hija, la pequeña Brandi.
―Nunca me falla ―dice con orgullo.
―Espero que no seas un padre posesivo. En especial en la adolescencia ―le advierte.
La sonrisa de Niall se agranda. Está seguro que será todo lo contrario.
Le limpia con el pulgar un poco de chocolate con forma de lágrima que descansa en su barbilla. Ella lo mira embelesada al ver como se limpia lamiendo su dedo. Y le trae recuerdos de hace seis meses. La cita que tuvieron en el restaurante y la película que vieron después mientras tomaban una tarrina de helado con nata y sirope de chocolate. Fue una noche de lluvia que ellos convirtieron en tormenta entre las sábanas. Una tormenta huracanada de deseo que trajo consecuencias.
Embarazada y un negocio que comenzaba, Brenda se sorprendió al no poner el grito en el cielo. De no llorar porque sus planes daban un giro inesperado y mantener la calma. De alguna forma, sin llegar todavía a comprender, no se amilanó por el repentino cambio que tendría en su vida.
Y Niall, mucho menos.
―Me parece que tomas mucho dulce ―se acuclilla a su lado.
Brenda gruñe por lo bajini y se balancea en la silla giratoria.
―Antes tomé un zumo de frutas naturales.
Él eleva una ceja. No es excusa. De sobra sabe que le vuelve loca las caracolas y todo tipo de dulces desde que está en estado. Pero siempre termina cediendo a sus antojos la mayoría de las veces. Pese a que Brenda sabe que es falso eso de «comer por dos».
Se hace la hora para reunirse con la familia. Cuando va cerrar la libreta, la detiene apoyando su mano sobre la de ella.
―¿Qué estabas escribiendo? ―Mira las primeras líneas escritas y al instante las reconoce―. Ya me hablaste de cual fue el origen de tu profesión. Brenda, ¿qué es?
Ella se queda unos segundos abstraída.
―Me levanté inspirada y con ganas de escribir.
―¿Un libro sobre ti? ¿Es otro antojo? ―lo pregunta sin estar sorprendido―. Si no lo es, no me hablaste de esa faceta tuya.
―No es ninguna faceta. Solamente, me apeteció. La vida de cada persona da para un buena historia ―tantea con los pies por debajo de la mesa hasta que encuentra las zapatillas destalonadas de goma. Se las pone―. Y antes de que me lo preguntes, no sé hasta donde llegaré, pero me atrae la idea de escribir para mi.
―Para que no se te olvide recordar cualquier pequeño detalle que a veces se pierden con el paso del tiempo.
―Y porque es bueno contarla.
―¿Llevará dedicatoria?
Brenda se levanta después de cerrar la libreta. Lleva un playero blanco que tiene dibujado un salvavidas rojo sobre su panza. Sus manos cogen las de Niall que la mira como si fuera la única mujer que existiera en el planeta.
―Que sea un libro que solo estará en mi estantería, no implica que no lo pueda dedicar a la persona que me está inspirando.
―¿Debo sentirme aludido? ―La besa al ver que entorna los ojos confirmando su duda―. Espero que me dejes leerlo cuando lo termines.
Ya no se dicen nada. Solo se miran y juegan con sus manos. Se tantean la alianza de oro blanco. Falta medio año para esa cita especial, pero a ellos les da igual llevarla puesta antes de tiempo. Siempre fue todo a contracorriente. Sin allanar la tierra para plantar. Como hojas guiadas por el viento.
―Y el titulo de la historia, ¿cuál es?
Niall se siente especial.
―Cero por cien grados.
F I N
Quiero agradecer a todos que me hayáis acompañado en este viaje con la historia de Brenda. Ha sido la que más me ha costado escribir de las que llevo.
El libro está dedicado a Niall, ya lo ha dejado claro Brenda. Pero también como los anteriores, a todas vosotras.
Lo dicho, gracias por estar ahí. Por vuestras lecturas, votos y comentarios. Por conversar conmigo en el instagram cuando os pregunto por privado y me dais vuestra opinión, sabéis que alguna vez os avanzo cosillas.
A mis compañeras de grupo de WhatsApp (todas escritoras, que somos cuatro) sé que os doy la vara porque subo de todo. No sé cómo no me habéis expulsado xD.
A los mensajes con mi sobrina que es una máquina buscando nombres e ideas.
Futuros proyectos... muchos. Pero no sé cuando comenzaré. Tengo en mente varias cosas.
La historia de Helena (que me va a llevar tiempo ver como la encarrilo).
La historia de Darcey. (solo tengo una vaga idea de lo que quiero)
Y como os habréis dado cuenta en el penúltimo capítulo me ha salido un personaje de la nada. No lo tenía pensado. En honor a la verdad, mis historias avanzan muchas veces sobre la marcha. Soy brújula, no mapa. Y una hoja que guía el viento hacia un lado u otro que de normal acaba en una alcantarilla xD. Pero el personaje de Archer, el bastardo, me ha resultado simpático. Ahí lo dejo.
Un fuerte abrazo,
Indira 💜💜💜
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