33. Dirty Martini
―Lo has alargado tanto en el tiempo para contarle que, ahora, no sabes de que forma decírselo a Brenda.
Escuché el fuerte resuello de Niall al tomar aire tras las palabras de Tyler. Y yo me sentía tan incómoda como él al respirar, por estar escuchando a hurtadillas invadiendo su privacidad. Sin embargo, no moví un músculo, al fin y al cabo, en la conversación salió mi nombre a relucir.
―Tú también deberías aplicarte lo de alargar en el tiempo.
―¡Qué cabrón eres! ―le espetó Tyler―. Jinny y yo llevamos mucho tiempo juntos, como tantas parejas. No he alargado nada. Solo se ha asustado, solo eso.
La inquietud y preocupación, de la mano, se abrieron paso acelerando mis pulsaciones, por saber qué asustaba a Jinny y si tendría alguna relación conmigo.
El asa que aguantaba la cesta con las cuatro botellas, comenzó a marcarse en mi palma. Con lentitud y en silencio, la dejé en el suelo.
―Sabes muy bien que no. Vuestro estira y afloja llevaba varios semanas, y ahora…
―Ahora, nada. Deben ser las hormonas. Mi situación no es equiparable a la tuya ―solo podía escuchar los pasos y respiraciones agitadas de los dos. Ahora más fuerte en Tyler al resoplar―: No me gustaría estar en tu pellejo.
―Antes necesito hablar con ambos e intentar retomar… ―se detuvo. Niall hablaba tan bajo que apoyé un poco la cabeza sobre la puerta para escuchar mejor―. Brenda...
―No te va a perdonar.
Me asusté. Tanto que, la cesta que dejé a mis pies hacía un instante, me olvidé de ella. No me importó el ruido que provoqué al tropezar y apoyar la mano en la puerta, empujar, y dejarla abierta de par en par.
―¿Qué es lo que no voy a perdonar?
Niall subió la mirada que tenía puesta sobre la mesa, como sus manos, a la mía. La mantuvo fija unos segundos para de nuevo descender y mirar la presión que ejercía sus dedos sobre el cristal.
―Mejor será que os deje solos ―me retiré a un lado para que Tyler saliera, no sin antes agacharse y coger la cesta.
Ni el ruido de la puerta al cerrarse, suavizó el silencio. Tan callado, que molestaba. Como una espesa niebla que te abraza con calma para después arañarte.
―¿Qué no voy a perdonar?
Reaccionó al volver a preguntar. Primero levantó las manos del cristal quedando éste impregnado de vaho. Pero... ¿Qué tanto le costaba mirarme y contestar? Su mutismo no hizo otra cosa que mantenerme expectante y alerta, a la espera de que se encendiera la luz roja.
Desde su posición, la cual se interponía la mesa entre los dos, se irguió y tomó aire.
―Brenda.., primero quiero decir que mis sentimientos por ti son sinceros, que no ha habido…
―Ahórrate la homilía o introducción, me da igual. Solo contesta la pregunta.
Que se mordiera el labio y su mano izquierda se cerrara en un puño, me confirmó lo poco que le gustó mi comentario e interrupción.
―El día que te conocí en el restaurante no fue por casualidad.
―¿Qué quieres decir?
―Fui a observar cómo te desenvolvías en una barra para contratarte en el Rose.
―¿Por qué nunca me lo has dicho? ¿Fue la escuela dónde estudié?, ¿fuiste a informarte y te hablaron de mí? ―negó con la cabeza―. Claro, ellos no fueron, porque no sabían que trabajaba allí. ¿Algún cliente de los que iban al restaurante que te conoce, quizá?
―No.
Rodeó la mesa y al llegar a mi lado, me cogió un dedo; luego otro, hasta quedar por completo mi mano asida a la suya. Su mano ardía igual que si tuviera fiebre, dudé de que pudiera ser y, al tenerlo a mi lado, me fijé en sus ojos vidriosos. Es difícil saber que puede pensar otra persona con solo ver su mirada, pero algo en la suya se asemejaba al temor.
―Entonces, ¿quién?
―Mi hermana ―fruncí el entrecejo como si no hubiera escuchado bien―: Raven es mi hermana.
La voz se me fue. No para preguntar. Para gritar: Mierda. Mierda. Mierda. La más grande.
La belleza nos había rodeado de magia las últimas semanas, y no solo en ese tramo. La belleza fue desde el primer día que nos conocimos, incluso en el plan que urdimos con cautela para casarnos. Ella había estado ahí, todo el tiempo, haciendo de las suyas, y se perdió en el horizonte.
—Me voy ―me solté de su mano y salí del despacho.
La música retumbaba en el pasillo que accedía a la sala. Antes de entrar en ella, me detuvo al tirar de mi brazo.
―Brenda, lo siento. Quería habértelo dicho hace mucho y no supe… ―sentía su pecho en mi espalda y sus palabras vanas en mi nuca―. Brenda, mírame. Deja que te explique.
―No te quiero ver. Ni escuchar.
Ya supe quien era el hombre sin rostro y no quise ninguna explicación.
Me solté y lo dejé ahí. Llevándome un último susurro: «No me digas adiós».
El Black Rose había abierto sus puertas. La clientela se movía de un lado a otro buscando sitio. Caras que conocía y me saludaban según iban cruzándose conmigo. Les fui devolviendo el saludo. Una despedida, aunque no lo supieran. Mis compañeros, mientras tanto, servían las copas ajenos a lo acontecido. Ni siquiera García con el cual compartiría la barra ese día, se percató cuando me acerqué a coger el bolso y el abrigo. Fue lo mejor. No era momento, ni ganas de despedidas.
Solo Tyler sabía. Y fue a quien no pude esquivar al encontrármelo al salir, a pocos metros de la entrada. Recostada su espalda en una pared, un brazo le cruzaba el pecho como si le doliera y, el otro, descansaba el codo sobre él. Sujetando un cigarro, y la vista puesta en el cielo, buscando algo en él.
―Nunca te había visto fumar.
―Solo en contadas ocasiones ―aspiró una larga calada antes de tirar la colilla―. Veo que la conversación aparte de muy corta, no ha salido bien.
―Hasta tú mismo lo dijiste ―le recordé―: «No te va a perdonar».
―Me aventuré muy rápido y esperaba de que no fueran ciertas mis palabras.
―Pues esas palabras son también para ti. El día que conocí a Niall, estabas con él y seguro que sabías por qué fue al restaurante, sin contar que sois amigos. Si no él, podías haber sido tú quien me lo contara.
―Pero no es eso lo que más te ha dolido, ¿verdad?
―¿Cómo ha podido ocultarme a parte de su familia? ―Fue una pregunta más para mi que para él―: Eso es lo que me ha dolido. No he querido escucharle. Porque lo que ha hecho no tiene justificación.
―Las personas nos equivocamos y hasta mentimos de manera pequeña y grande. Hasta a las personas que amamos ―miré al cielo como seguía haciendo Tyler―. Lo sabes, Brenda.
―Estás haciendo de abogado del diablo aludiendo a que mentí a mi familia para ayudarlo a él.
―Pese a que no te guste, mentiste. Y yo animé a que Niall aceptara tu ofrecimiento. Y no soy abogado de nadie. Me siento parte de la familia de Niall desde que los conozco.
―Creí que tu familia solo se resumía a Jinny. Eso fue lo que dijiste delante de Billie, Darcey y de mi, en tu casa.
―Ya he dicho que las personas erramos. En mi caso, decir o hacer, muchas veces sin motivo, solo por no reconocer una verdad.
Reconocer.
Me vino a la mente la conversación que escuché de Raven con su padre y de nuevo la frase que más se me quedó grabada: «He perdido a mi hijo».
―No sé dónde ubicar a Spicy.
―Es su padre.
―¿Y dónde queda el otro?
―También es su padre. No habéis hablado nada.
Froté mis sienes. Tenía la cabeza tan embotada que no podía pensar con claridad.
―No he querido. Con decir que Raven es su hermana he tenido suficiente.
Tyler sacó del bolsillo de su pantalón un paquete de tabaco. Extrajo uno y lo encendió. El segundo en unos pocos minutos.
―Si con saber que tiene una hermana te ha sido bastante, y ahora, saber que tiene dos padres, entonces no te diré más.
―Jódete Tyler ―me envaré―. Solo he mencionado a Spicy. No es que te haya pedido el árbol genealógico de su familia.
―Es Niall a quien le corresponde contarte, pero no quieres.
―No. No quiero ―repliqué y nos quedamos unos segundos en silencio.
―¿Te vas a casa? Veo que llevas puesto el abrigo y el bolso, creí que salías a tomar el aire. No pasa nada si te quieres coger el día, yo me voy a quedar estar noche en el Rose.
―No voy a volver a trabajar aquí. Si pudieras agilizar para mañana la rescisión de mi contrato te lo agradecería.
―¿Estás segura? ―preguntó antes de dar una intensa calada.
―Completamente.
Me sentí como el cigarro que se estaba fumando, consumiéndome poco a poco.
―Mañana avisaré temprano antes de que me vaya a Francia para que lo preparen. Será en la misma dirección donde lo firmaste la primera vez. Aunque espero que cambies de opinión de aquí a unas horas.
―Bueno, me tengo que ir ―antes de dar la vuelta le hice una última pregunta―. ¿Jinny se encuentra bien? Os escuché antes de entrar.
Jugaba con el pitillo entre sus dedos, salvo dos caladas que dio tras encenderlo, se fue menguando entre ellos.
―Lo hemos dejado hace algo más de una semana. Ha sido Jinny quien ha querido dar este paso.
―Niall no me dijo nada.
―Se lo he dicho esta mañana. Jinny ha permanecido, hasta hoy que se ha ido a Francia, en casa. Niall no sospechó. Se mudará de domicilio a su regreso.
―Lo siento. ¿El viaje que harás mañana a Francia es para convencerla?
―No quiero que se marche. Solo se ha asustado.
―¿De qué?
―Está embarazada.
Lo poco que conocía a Jinny pude ver que era una mujer que no se asustaría por un embarazo. Más bien era la excusa perfecta de Tyler. A Jinny le gustó la compañía de Billie los días que se quedó en su casa como si fuera su hermano pequeño. Se divirtió viendo como él y mi hermana jugaron a las cartas y se enfadaron, gritándose. Lo disfrutó. Y esa pelea con Tyler dónde ella comentó que nunca tuvo una familia. Estaba segura que estaría contenta de saber que iba a ser madre.
Sonreí por la noticia. Tyler me miró extrañado. Su decisión de dejar la relación, solo ellos sabrían. Pero tenía la corazonada de que Jinny estaría feliz.
Entre tantas novedades, me vino bien saber de una buena noticia que amilanó un poco la mía con Niall.
Sonreí una segunda vez.
―La verdad es que a veces no os entiendo. ―Tyler no entendía a las mujeres y me encogí de hombros―. Que tengas suerte, Brenda.
―Gracias. Pero tú la vas a necesitar más que yo.
No pude aguantar que se me saltaran las lágrimas al ver la foto de Raven y Poppy sobre la estantería al llegar a casa. Tampoco iba a enviar a mi amiga un correo y pedirle una explicación. No sabía hasta que punto Raven estaría al tanto ya que en su último correo no hizo mención. Estaba claro que era nula la relación con su hermano. Todo se convirtió una sopa de letras por hacer que olía a rancio y no me apetecía probar.
Pero según pasaban las horas comencé a echarlo de menos. ¿Cómo no hacerlo?, si apenas unas horas todo fue idílico. Ante mi desconocimiento de brebajes para desenamorarse en caso de haberlos, recurrí a lo mejor que sabía hacer. Me preparé un Dirty antes de cenar. Lo bebí con lentitud. Y uno más antes de ir a dormir.
Me entretuve releyendo los correos de Andrew al irme a la cama. Desde su entrada a la universidad, cuando conoció a Ava y su graduación. Me morí de la vergüenza al recordar el fiasco de boda y, que hubiera pensado él y su novia.
El último correo de Andrew fue de hacía una semana. Me recordaba que su camiseta de los Dallas Cowboys seguía en Londres. Comentando si le había cogido cariño y me la ponía de pijama. Mi respuesta fue que la lavé y al plancharla le quemé una manga y, que una vez la remendara se la enviaría. Andrew me conocía y su respuesta fueron risas.
Durante la tarde-noche y entre trago y trago, decidí que mi estancia en Londres había llegado a su fin. Hay quienes tras una ruptura cambian de imagen; se cortan el pelo, tiñen o airean la casa cambiando todo de un sitio a otro, un… que corra el aire. Mi cambio fue volver a Sheffield de vuelta con la familia, en un primer momento, y concentrarme en la búsqueda que dejé a un lado.
Sabía que conciliar el sueño, en caso de conseguirlo, sería con dificultad, pero que comenzaran a llegar mensajes lo hizo fatigoso. El primero fue de Tyler comunicando que podría pasarme a cualquier hora de la mañana para firmar. Fue rápido. Les siguieron mis compañeros Harold y Jake con muchas preguntas, les contesté que ya hablaríamos. Billie estaba de vacaciones, hubiera sido el más preocupado. De García me sorprendió su: «Buenas noches», y una rosa. No hubo preguntas de su parte. Las preguntas se las haría a Niall o Tyler, seguramente ya sabría lo ocurrido.
Lo que me sorprendió fueron algunos mensajes de Niall. El último mientras leía a mis compañeros. Pedía permiso para llamar por teléfono. Dudé en responder, pero lo hice, recalcando en no verlo ni escuchar explicaciones. Insistió: «No me vas a ver. Y no voy a dar explicaciones ya que no quieres, pero necesito aclarar algo sobre mi hermana».
Su hermana fue la que hizo que accediera a la llamada. Y tras darle mi conformidad, llamó.
―¿Qué necesito saber de Raven?
―Que supiera donde trabajabas fue por una conversación que tuvimos. ―noté al instante que iba a ser una conversación muy fría―. Me encontraba unos días en Alemania, y acompañé a mi hermana a recoger a Poppy a la academia. Mientras caminábamos tuvo una conversación telefónica contigo, en donde Raven te insistía de que cambiaras de trabajo. Al finalizar me comentó en lo terca que eras, que trabajabas en un restaurante donde el jefe te caía mal, pero aguantabas allí porque el sueldo era bueno. No era la primera vez que me hablaba de ti y de cómo os conocisteis.
―Sabía que tenía un hermano, pero nunca le pregunté el nombre ni ella me lo dijo. De todas formas, aunque me lo hubiera dicho, nunca os hubiera relacionado ya que tenéis diferente apellido. ―Estaba tumbada y me incorporé―. Te arriesgaste tentándome con un salario más alto del que ganaba sin saber mi nómina y, caí.
―He gestionado restaurantes antes de comenzar con Tyler. Los camareros, sobre todo los extras, van y vienen de un restaurante a otro. Sabía lo que me decía ―fue cuando caí en cuenta de la conversación de padre e hija hacía unos años. Niall trabajó para su «otro padre», Spicy―. Los camareros del White Rose ya cobraban un salario bueno y los del Black no iban a ser menos. Tyler paga muy bien a sus empleados.
―Y Raven te convenció para que cuando se abriera el Black Rose me contrataras.
―No. Eso es lo que quería aclarar. Le pregunté por el nombre del restaurante para que, una vez se abriera el Rose contratarte. Raven me insistió que no se me ocurriera. Reiteró varias veces que nunca aceptaste cuando te propuso ayudarte y no quería que fueses a molestarte. Ella no supo nada de mi decisión.
―Entonces, ¿por qué?
―Unos días después estando ya en Londres, discutí con mi hermana por teléfono ―escuché un ligero carraspeo―, el motivo no viene al caso. Y tampoco quieres saber. Cosas del pasado que resurgieron y nos distanció por completo ―contuve el aliento―. No sé que fue lo que me llevó a acercarme a ti ese día varias semanas después, quizá lo fuera por el especial cariño a mi hermana. Me fue fácil reconocerte. Mi sobrina, Poppy, alguna vez me enseñaba fotos en las que aparecías cuando ella era una bebé y otras que les fuiste enviando según pasaban los años ―Un suspiro. Dios mio...lo sentí cálido―. Brenda… hecho tanto de menos a mi sobrina, hermana, a mi…
«A mi padre». Terminé la frase para mi.
―Puedo comprender si desde un principio me hubieras dicho que Raven era tu hermana y que no tuvierais contacto. No seria ni la primera y última familia que tiene malos rollos. Pero no puedo pasar por alto que me ocultaras.
―Lo sé.
Lo imaginé dando pasos cortos por su casa mientras hablaba o quizá, como yo, en la cama.
―Creo que tienes mucho a lo que poner orden. ―Y yo necesitaba estar alejada de él―. Me marcho de Londres.
―Todo te irá bien, Brenda. Te voy a echar mucho de menos.
La conversación terminó con esas dos últimas frases. Fui incapaz de responderle y colgué. Me tuve que levantar para beber agua para pasar el mal trago. Ni el cóctel, mitigó la angustia que comencé a sentir. Y mientras bebía me aproximé a la ventana a tomar el aire y me di cuenta que, no hubo pasos cortos, ni estaba tendido en la cama como lo visualicé. Niall se encontraba abajo, en la calle, dentro de su coche. La luz de la pantalla del teléfono iluminaba sus manos. Luego, quedó a oscuras. Escuché el ruido del motor y, observé, entre tanto se me fue haciendo un nudo en la garganta, como se marchaba.
Ni siquiera se veía la luna, y cerré las cortinas a una noche de desvelada.
A la mañana siguiente me presenté a firmar la rescisión de mi contrato. Una tarea que fácilmente pudo hacer Niall que era quien nos preparaba las nóminas, sin embargo Tyler estuvo acertado. No soportaba la idea de estar frente a la persona que quieres y te ha engañado, no solo a mi. ¿Cuánto más secretos se escondía en él? No me iba a quedar para averiguar.
Y después de ese día llegó un segundo y un tercero. El último. Mi familia, avisada de mi vuelta, me esperaba con ganas, sobre todo mis padres.
En es último día, en el salón, me esperaban dos enormes maletas. Las observaba sentada en el sillón con Katia a un lado y Billie al otro. Harold y Jake apoyados en el mueble desnudo de fotos y objetos. Hasta García sentado en una silla se presentó para despedirse. Si no fuera por el canturreo de Roko, parecía un velatorio.
―«...Vámonos ya pa casa, mi alma, que ha anochecido» ―Roko le guiñó un ojo a García. Seguramente lo fuera porque era el único junto con Cameron que estuviera entendiendo la letra―. «...la ilusión de la vida es un momento….―siguió con su extraña canción―. «...que si no se aprovecha, mi alma, son sufrimientos...».
Roko, ayudado por Cam que le sujetaba la escalera, se encontraba desmontando la lámpara. Convencí a la dueña de que me la vendiera. Después de conseguirla quise que se la quedara Katia.
―Quieres dejar de cantar folklore y estar atento a la faena, además que no se están enterando de nada ―le espetó Cameron.
―No me vengas con lo que haga o deje de hacer, porque sé hacer varias cosas al mismo tiempo ―Roko le señaló con el destornillador―. Y me da igual que no se enteren si canto en mi idioma, ¿verdad, compadre?
―Estoy contigo ―le contestó García.
―Por cierto, Cameron, os doy mil patadas hasta cantando en vuestro idioma. ―Roko se marcó un tanto sin necesidad de abuela.
―No vayas a columpiarte que tampoco es para tanto ―terció Billie―. No querrás compararte con Darcey, por ejemplo. Ella hace nada que comenzó y te pega todas esas patadas.
―Vaya con el niño Billie… ―Roko me miró y sonrió. Después con los ojos puestos sobre Billie, añadió―: ¡¿Pero no canta en español?!
Me tuve que reír. No sola yo. El resto. Hasta el propio Billie al que fue dirigido el descomunal y potente grito.
―A favor de Darcey debo añadir un dato que desconoce Billie, y es que ella no ha comenzado a cantar ahora ―asentí a lo que dijo Katia―. Darcey cantaba y no le habían salido los dientes.
―Tienes toda la razón ―confirmé.
Roko por fin descolgó la lámpara y se la pasó a Cameron que la introdujo en una caja. Quedaba poco más de una hora para que coger el autobús. Me levanté y fui a la habitación a recoger el bolso. Katia, detrás, cerró la puerta.
―No tienes porque irte. Es como si estuvieras huyendo de Niall.
―No es que estuviera… huyo de él.
―Se enfrenta, no se huye ―recalcó mi amiga.
―Es él quien tiene que enfrentar y no lo digo por su familia que, pese a no saber lo que ocurrió, me gustaría que el problema que haya se solucionara. Pero Niall debe enfrentarse así mismo. No puede tirar de tiempo, buena Fe e ignorancia de las personas para ocultar, porque cuanto más se tarda, más grande se hace la bola, que es lo he ha ocurrido. Al final todo se descubre y debía saber que, tarde o temprano me enteraría, en cambio… fue dejándolo pasar.
―Creo que se le fue de las manos no decirlo a tiempo, el por qué, no lo sé. Seguramente, se enamoró de ti mucho antes de lo que imaginas, me atrevería a decir que casi a los pocos días de conocerte y...uff, la verdad, me pierdo pensando conjeturas, pero tendría temor por tu reacción, luego la cosa se complica al tu enamorarte, con las consecuencias posteriores.
―Las consecuencias posteriores fueron que nos liamos, pero bien liaos. ¿Ahí no tuvo temor?
―Ahí lo que tienes es a un gilipollas que, por lo visto, se le olvidaba todo al tenerte a su lado. —Katia se desplomó sobre la cama.
―¿Y el día de la boda? Casi me caso con una persona de la que pensaba que era hijo único.
Mi amiga se llevó la mano a la frente.
―Qué fuerte. De verdad, no entiendo que se le estaba pasando a Niall por la cabeza al no decirte de su hermana, ¿y su madre, qué?
―Lo poco que hablé fue el instante que pasó a conocerme y saludar. Después sucedió todo lo demás…no sé hasta que punto ella sabría, pero no supo lo de la apuesta de la casa hasta ese día.
―Que le ocultaran la casa puede, pero… se lo comentaría a su hija, ¿no? ¿O es que tampoco tiene relación con Raven? ¡Joder!¡Qué lio!
―Katia, para. Allá ellos con sus relaciones familiares.
―Desde que te presentaste en la peluquería para decirme que venías de firmar el despido y luego todo lo demás, no he dejado de darle vueltas a la cabeza.
―Ya no hay que darlas. Temo que si me quedo tarde o temprano quiera verme y no me apetece. Además debo centrarme de una vez en mirar un local para alquilar. En Londres es más costoso, en cambio, en Sheffield o alrededor, es posible encontrar algo que se ajuste a mi presupuesto.
―Te voy a echar de menos. ―Katia con su frase me recordó a Niall.
―Y yo. Recuerda en enviarle la camiseta a Andrew.
Un pequeño favor que le pedí.
Al salir me preparé para el desfile. Katia y Cameron me acompañarían a tomar el National Express, así que el primero fue Roko. Mientras me mantenía abrazada, me susurró al oído.
―¿Quieres que haga una visita a Niall?
―No seas Corleone y deja la camorra. Además, ¿qué sabrás tú?
―Sé y no me importaría.
Miré de reojo a Katia.
―Da a Alice un beso de mi parte.
―Le suelo dar muchos. Le daré el especial de Brenda cuando regrese de viaje. Mi mujer viaja más que un sello.
El siguiente abrazo fue de García.
―No sé por qué te llamamos por tu apellido cuando Raúl es un nombre precioso.
―Fue en el instituto cuando conocí a Tyler. No hubo manera de que me llamara por mi nombre. Solo lo hace en algún lapsus, el muy cabrón.
Luego hizo un gesto tan familiar e íntimo que me extrañó que viniera de él. Me cogió de la barbilla.
―Cuídate, Brenda.
―Y tú.
Observé a Billie, que ya se había puesto su gorro de lana, como daba pequeños puntapiés contra el suelo, pero antes de que me acercara, Jake me tomó del brazo.
―No tardes mucho en venir aunque solo sea de visita ―comentó Harold a su lado.
―Ahora nos tocará comer cada tarde cara de acelga ―protestó Jake.
―Las quejas al jefe ―repliqué y me despedí de mi par de compañeros.
Cameron abrió la puerta y ayudado por Roko cogieron las maletas para bajar los tres pisos de escaleras. Los demás les siguieron, excepto Billie.
―No sé que decir.
―Pues esperaba un: no te vayas, por favor. ¿qué voy a hacer sin ti? No me dejes con estos ―Billie, rió.
―He estado a punto.
―Pero no lo has hecho porque tienes una ilusión.
―Nunca me hubiera planteado la escuela si no hubiera sido por ti...gracias.
―Billie, salgamos ya. No he llorado y quiero seguir así.
―¿No me vas dar un abrazo como a los demás?
Tragué saliva.
―Y dos también.
Nos abrazamos. Salimos del apartamento y, cerré la puerta.
WTF???
Tened una buena Semana Santa.
Un saludo,
Indi💜
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