Uaxi Sa se llama.

Nombre de origen desconocido, aunque los eruditos piensan que se trata del nombre de una divinidad olvidada, antes de la llegada de los drágidas. Traducido a nuestra lengua es Oasis, lugar próspero en medio de lugar inhóspito.

No existen crónicas que cuenten sobre el culto a esta deidad, los mitos han sido olvidados y nadie recuerda o sabe de su existencia.

Uaxi Sa, nada más.

Nadie recuerda, nadie sabe, nadie conoce.

No recordaba el color del cielo ni de la tierra. No recordaba el olor de los valles ni de las costas. Tampoco recordaba el sonido que hacen los pájaros al cantar o el bullicio de las personas en día de mercado. No recordaba el sabor a salitre ni la dulce miel.

Muchos pensarán pobre ser, aquel que no recuerda, otros no se inmutarán por ser voces sin sentimientos. Pero él no podía sentir pena hacia esa persona, o más bien, no podía permitirse sentir pues tenía otras prioridades.

De igual manera que antes, existe un ser que no conoce el color del cielo ni de la tierra. No conoce el olor de los valles ni de las costas. Tampoco conoce el sonido que hacen los pájaros al cantar o el bullicio de las personas en día de mercado. No conoce el sabor a salitre ni la dulce miel.

Muchos sentirán pena del ignorante, otros no se inmutarán de alguien que ni tan siquiera conoce la nada.

De él era la culpa de esa situación, suyo era el deber de solucionarlo. Pocos saben sobre esa bestia, del verdadero peligro que amenaza este mundo dividido.

Fue entonces cuando comprendió que no era omnisciente. ¡Pero aún no era tarde! Sólo debía hacer los sacrificios adecuados.

Seguramente no entendáis de lo que os estoy diciendo, mejor así. Simplemente dejaos atrapar por las palabras y dormid. Nosotros os guiaremos por este sueño.