La joven horneó unos cupcakes, acomodó una bandeja y uno extra porque se conocía lo suficientemente bien como para saber que peligraba si estaba cerca del bicolor teniendo en cuenta que siempre lanzaba las cosas en la cara de los demás.

Saludó a sus amigas con amabilidad, ellas irradiaban amor cuando Naoko estaba ahí, era sobreprotectora y muy dulce con ellas, algo así como una madre entre ellas.

Tan tierna—. QUITATE DE MI CAMINO, BASTARDO —exigió a un chico que se cruzó con ella, este tembló. Bueno, quizás no era tan tierna.

—L-lo Siento.

—No te disculpes —siseó siguiendo su camino.

Entró al salón A sin permiso poniendo la bandeja a un lado. Cupcakes rojos con una cereza en la punta.

—Naoko-chan ¿Necesitas algo? —preguntó Uraraka con un semblante amable.

—¿Puedes llevarlos tú? Uraraka-chan, no quiero estropearlos —pidió amable, la castaña asintió con una sonrisa y llevo la bandeja siguiendo a Naoko—. Todoroki.

Este alzó la vista viéndola con seriedad cuando paró frente a él—. Niña cereza, tienes algo diferente. Estas más fea que de costumbre —dijo con ironía, burlándose de ella.

Naoko soltó un gritó de frustración y estampó el cupcake en la cara del bicolor—. Soy una belleza, que tú no sepas apreciar el arte no es mi puto problema estúpido —vanaglorió su existencia, marchándose enfurecida. 

—To-Todoroki-kun... Ella también te dejó esto —Él se quitó el cupcake de la mejilla y empezó a limpiarse aprovechando se comérselo.

—Gracias —dijo—. Bueno, quizás no es tan fea... —murmuró para sí mismo encantado con el sabor del pastelillo. Uraraka chilló emocionada mientras soltaba brillitos al escucharlo.