Naoko afirmó un paquete de 100 pegatinas de cerezas, en formas de corazones, con caritas, etc. Le pareció bastante adorable, dudó bastante sobre llevarle o no llevarle el regalo del día. Le había dicho en la cara que no le interesaba, pero el punto de los 30 días era tratar de enamorarlo.

Suspiró indecisa, no solía tener muchos problemas de seguridad, pero desde mucho antes ya conocía a la joven Agatha, siempre tuvieron diferencias, la morena solía tratar de quitarle lo que le gustaba y hablar mal de ella como si estuviera en un drama turco de esas mierdas malas que dan en el canal de noticias ó bien, un capitulo barato de la Rosa de Guadalupe.

Agatha terminaba bajando su autoestima, pero desde que comenzó a cursar en la clase 1-B Monoma siempre se comparaba con Naoko para hacerla sentir mejor, aunque tuviese que tirar basura sobre sí mismo para hacerla feliz.

Bueno, Bakugou también trataba de animarla, pero ese animal disimulaba.

La pelirroja miró las pegatinas, tenían un lazo y una paletita de relleno. Sintió como la empujaban estaba por gritar pero vio a Katsuki—. ¿Qué haces ahí, mierda roja?

—Lo mismo que tú, animal.

—¿Ir a mi clase? —preguntó burlón—. Seguro que no tienes ovarios para tirarle esa mierda en la cara al bastardo mitad-mitad.

—¿Estás retandome.jpg?

—¿Jpg? — preguntó confundido.

—Tú no sabes nada, musulmán de mierda.

—VEN QUE TE REVIENTO PERRA.

—REVIENTAME EL CULO IMBÉCIL. —El rubio se ruborizó.

Naoko entró a la clase, aceptando el reto—. TODOROKI.

—Vaya que insistente eres, Nao-chan. Creí que Todoroki-san había dicho que no le interesabas —dijo molestándola.

Sus compañeros la miraron extrañados, solía tener un aura de niña buena, pero al tener a Naoko cerca, solía cambiar a esa actitud tan desagradable.

—Cállate, maldita cucaracha asquerosa —Todoroki alzó una ceja al verlas discutir, Naoko lanzó las pegatinas en la cara del muchacho y se marchó echando humos. 

Agatha había tocado un tema delicado para ella. Antes de irse, usó su particularidad pegándola a la pared y casi destrozó su asiento en una rabieta. 

—¿Qué te dijo? —preguntó Monoma.

—Cállate —dijo hirviendo en cólera. Él la abrazó, buscando que calmara su rabia. Todoroki optó por no acercase a ella cuando la vio tan cómoda junto al rubio. Volvió a la clase, tomó una de las tantas pegatinas y la puso en la parte trasera de su celular.

—Se ve lindo, ¿verdad? —Le preguntó a Midoriya, él asintió entusiasmado.