Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

4-Identidad revelada




 Apenas los oídos de Dirf podían distinguir la voz de alguien que le hablaba, giro la cabeza encontrando el rostro de Yes.

— ¿Oye en qué mundo andas? —preguntó su acompañante sin quitarle la mirada de encima al camino—te preguntaba sí no te molestaba que paremos unos momentos a comprar hamburguesas.

De pronto su mente se ilumino, había tenido una visión como nunca antes, morirían sí seguían en esa dirección. Frente a ellos se encontraba la misma calle por la que apareció el auto y los embistió.

— ¡Espera detente! —Dirfrank puso las manos sobre el volante.

— ¿¡Qué te ocurre!? —le grito su compañera sorprendida e intentando controlar el carro— ¡te has vuelto loco!

Él frenó como pudo antes que un coche se estrellara con ellos, de no ser por su amigo seguro les hubiera impactado.

Pero eso no terminaba allí, más autos en descontrol comenzaban a volar por los aires y salirse de sus carriles. Dirfrank patino en el pavimento montando la banqueta y terminando por atravesar el vitral de una tienda.

Agradecieron cargar puestos los cinturones de seguridad.

Pasaron unos segundos antes de poder reaccionar después del choque.

— ¿Te encuentras bien? —se apresuró a preguntar su amigo inspeccionándola.

—Sí, estoy bien—respiró con dificultad— ¿que fue todo eso?

Estuvo seguro que sí se lo explicaba no lo creería.

—No tengo idea—respondió—pero iré a investigar.

Se quitó el cinturón y abrió la puerta.

—Yes no salgas de aquí—le ordenó, esperando que le obedeciera—escuches lo que escuches no salgas por ningún motivo, ok.

Ella asintió con la cabeza. Antes de marcharse abrió la caja de herramientas tirada en el suelo de la camioneta y saco la llave más pesada y larga que encontró. Tenía que defenderse con algo en caso de que ese tipo extraño apareciera.

Paso por encima de los escombros percatándose de que nada estaba cerca, corrió hasta uno de los coches volcados y se agacho. Tal cual como su visión le mostro, varios cuerpos se encontraban tirados en el piso.

Apretó su arma respirando profundamente, tendría que salir a ayudar a esas personas. Pero como lo haría, ese hombre al parecer era fuerte.

Llenándose de valor se convenció a sí mismo para dejar de comportarse como un cobarde y salió de su escondite, corrió hasta las calles dobles encontrado la peor de las escenas, él creyó haber visto películas de terror sorprendentes, pero esto, esto no tenía comparación.

Nunca había visto algo como eso.

Aquel hombre sin camisa se estaba alimentado de la sangre de una mujer tirada en el suelo que luchaba por quitárselo de encima, se quejaba y se retorcía por el dolor, intentaba apartarlo de ella solo que su poca fuerza no se lo permitía.

Dirfrank sintió ese escalofríos de nuevo, no podía moverse, sus pies se quedaron pegados al piso como un imán.

¿Acaso dejaría que esa mujer siguiera sufriendo? ¿Lo haría?

— ¡Oye! —recordó las palabras de Norah ese día en el cafetín—creo que no es buena idea que haga eso amigo—seguro le darían valor repetírselas más para sí que para el hombre.

Este se apartó de su víctima levantándose, le sonrió mostrando unos colmillos empapados en sangre. Comenzó a caminar hacia él tomando velocidad y antes de que pudiera estar muy cerca Dirfrank levantó la llave para luego dejarla caer sobre su rostro.

Hubo un sonido de algo rompiéndose y su atacante cayó al piso.

Sin perder tiempo corrió hasta la chica, rasgo su propia camisa para usarla de comprensa sobre el cuello sangrante de esta.

—Resiste—se desesperó él presionando con cuidado.

Esperaba estar haciendo lo correcto, sentía como le palpitaba el pulso detrás de la cabeza, no quería verla morir, esto no era nada normal.

Como podría una persona hacer algo tan horrible.

Mientras Dirfrank luchaba por salvarle la vida a esa joven no se percató de que el sujeto estaba de pie con la cara desecha como un mármol desmoronándose. Nunca en su vida había experimentado semejante pánico hacía una persona, no solía asustarse con facilidad, pero esto, resultaba perturbador.

El hombre comenzaba a regenerarse rápidamente mientras se acercaba.

—Así que decides enfrentarme niño—su voz no pertenecía a este mundo—sí no fuera porque me han dado tu rastro jamás te hubiera encontrado.

El no entendía nada, no podía correr, ni si quiera sabía que podía hacer, dejar a la chica no sería una opción.

Trago fuerte al tenerlo a solo unos centímetros de distancia.

—Esa chica ya está muerta—levantó la mano dispuesto a atacar.

La mataría, seguro que lo haría. Sin quitarle la mirada de encima esperó a que lo que sea que haría este hombre llegara pronto.

Antes de que pudiera terminar de levantar la mano un sonido extraño rasgo el aire.

Y el ataque se detuvo.

—Maldita gata callejera—exclamó repentinamente el hombre.

Y de nuevo Dirf volvía a escuchar esas palabras.

Uno de los brazos del hombre yacía en el pavimento cortado, ahí seguía moviéndose y retorciéndose como si tuviera vida propia.

Otro sonido cortante y el otro brazo cayó como piedra, el asesino reaccionó alejándose de los humanos permitiéndole al chico ver a la persona causante de aquel daño.

—No...puede ser—dijo sin poder creerlo.

Norah que se encontraba a una distancia alejada siguió al hombre sin permitirle escapar, anteponiéndose a todos sus movimientos. Portaba una espada con una hoja filosa, su expresión no parecía la misma de esta mañana, sí no una más fría.

Y su aspecto era distinto en muchos sentidos, una larga y espesa cola negra se balanceaba de un lado a otro en la terminación de su espalda—tal cual lo hacen los gatos cuando cazan—y unas orejas puntiagudas, más largas y distintas que destacaban en donde deberían estar unas normales.

Por unos instantes pensó que estaba en una de esas visiones suyas, solo que esta vez se equivocaba, ya que la podía ver a ella perfectamente lo que le decía que esto, era real.

En solo segundos Norah acabo con el sujeto sin necesidad de hacer mucho esfuerzo.

Sacudió el brazo y la espada desapareció.

Miro los trozos esparcidos por el piso que se movían en un intento de volver a unirse, ¿acaso sería un ser inmortal capaz de regenerarse aun después de muerto?

Sin darle demasiada importancia saco una especie de hueso en espiral del bolsillo y de forma extraña una llama de fuego lo cubrió, rápidamente lo lanzó al piso y los pedazos de aquel tipo incluyendo los brazos frente a él volaron en esa dirección.

Las flamas se tornaron de negro para luego esfumarse en el aire tras una liviana nube de humo. Esperando a que se disolviera se dio vuelta y en un abrir y cerrar de ojos se encontraba agachada frente a él sosteniendo a la joven herida.

—Ve por tu amiga ya he llamado a la ambulancia, yo me encargare de ella—por el tono de sus palabras a sí sería.

Depositándola en sus brazos con sumo cuidado de no lastimarla se alejó en dirección de Yes preguntándose sí seguiría dentro de la camioneta como se lo ordeno.

Al llegar se asomó por la ventanilla encontrando a su amiga aovillada en el asiento.

— ¡Yes! —la llamó.

De inmediato se incorporó.

— ¿Estás bien? ¿No te ha pasado nada? —se abalanzó su amiga a la puerta abriéndola de un empujón.

—Si lo estoy—por poco, casi acota—salgamos, la ambulancia está por llegar.

Su compañera soltó un chillido de preocupación.

— ¿Porque estas lleno de sangre? —Comenzó a tocarlo buscando la herida— ¿te duele algo?

—Tranquila, no es mía—la calmó—ayudaba a alguien que resulto herido por el choque.

No sabía cómo explicarle lo que verdaderamente ocurrió.

Cuando las autoridades llegaron Norah ya no estaba, no le extrañó, se suponía que lo que había ocurrido fue obra de un accidente de tránsito nada más.

Al poco tiempo logro escaparse de las preguntas y los paramédicos, no se quedaría, arriesgarse a que su madre se enterara de lo sucedido sería darle demasiadas preocupaciones.

No se despidió de su amiga a la que abandono a penas se descuidó, perdiendo así el aventón hasta su casa.

..............................................................................................................

Se plantó frente al porche quitándose la que le quedaba de la camisa ensangrentada y guardándosela en el bolso, volvió sobre sus pasos hasta la entrada principal sacando la llave bastante nervioso, tenía la piel de gallina.

Entro sin hacer ruido, cruzo la sala sin ver a nadie aunque se percibía el olor a comida proveniente de la cocina, su madre ya preparaba la cena. Se quitó los zapatos cuidadosamente y camino despacio.

— ¿Por qué andas semidesnudo Dirfrank?—de nada sirvió hacerse el sigiloso.

—Hace calor afuera mamá—se defendió siguiendo su camino.

—Ya estoy por servir la cena mi amor, te pondré un plato en la mesa...

— ¡NO! —la interrumpió alarmado, ella lo miro extrañado—no, que digo primero me daré una ducha.

Se corrigió después de apresurarse hasta su habitación, entro con el corazón latiéndole en la punta de la boca.

Paso el seguro de la puerta y soltó un enorme suspiro de alivio, casi lo descubría. Sin pensárselo por mucho más tiempo corrió al baño terminándose de sacar los vaqueros y tirándolos a la cesta de ropa sucia.

Se sumergió en la regadera un buen rato.

Después de quitarse todo el olor a sangre de encima salió restregándose la toalla por la cabeza. Se plantó frente al espejo inspeccionando que no le faltaba nada más por quitar, no quería que su madre se diera cuenta.

Salió del baño analizando más calmado lo que le había pasado, nada parecía tener sentido.

—Las personas no beben la sangre de nadie, ni se parten como el yeso y mucho menos tienen cola—pensó en voz alta terminando de restregarse el cabello con la toalla.

—Afortunadamente los humanos no.

Se giró de inmediato hacia su ventana encontrando a aquella chica peligrosa de hace un rato.

— ¿Qué estás haciendo aquí?—pregunto el sin comprender como diantres se había metido a su cuarto.

Acaso sus amigas tendrían razón, esta chica era realmente peligrosa.

—Ya te lo he dicho antes, me han enviado a hacer un trabajo—respondió ella causando que el corazón de Dirf latiera aún más de prisa.

Era la primera vez que sus pensamientos volaban tan aprisa dentro de su cabeza, tantas preguntas y no sabía que decir todavía.

— ¿Cómo entraste a mi habitación?—de tantas preguntas importantes y el escogía la menos irrelevante.

—La ventana estaba abierta—se encogió de hombros sin preocupación.

Los ojos del joven se lanzaron sobre la ventana, los pestillos de esta estaban rotos. Nunca la dejaba abierta lo que indicaba que fue forzada.

—Has roto los pestillos—que tanta fuerza tenía esa chica—además no puedes entrar a mi habitación...o a la habitación de nadie de ese modo.

Comenzó a susurrar sabiendo que ella lo escucharía.

— ¿Tenía los pestillos pasados?—se extrañó ella—yo solo lo abrí y aquí estoy.

Se quedaron mirándose el uno al otro por un rato, hasta que Dirfrank se dio cuenta que andaba casi desnudo, una toalla cubría la parte baja de su cuerpo permitiendo apreciar el resto de su cuerpo lleno de músculos bajo la piel cobriza.

Se sintió un poco incómodo pero no dejo que se diera cuenta.

— ¿A qué has venido Norah?—dio unos pasos acercándose un poco más a ella.

—He venido por ti—le dijo de una manera demasiado atrayente como lo era todo en ella—ya se lo que eres y desgraciadamente debo protegerte.

Aquello sí que fue extraño para él, a que se refería con eso.

—Espera un momento—camino hacia la cama y se sentó—puedes explicarme qué demonios está pasando, que fue eso que nos atacó a Yes y a mí en la calle y porque ahora te ves tan normal. Si es que de verdad lo eres.

Norah soltó un respiro de fastidio, no tenía muchos ánimos de hablar y menos de explicarle a un humano algo tan burdo. Es más ella no tenía que estar ahí, todos los demás centinelas sabían de sobra que un humano en sus manos podría muy bien salir muerto.

No le agradaban los humanos y jamás cambiaria de parecer.

—Escucha niño—comenzó paciente—yo soy una centinela, te preguntaras que es un centinela y la respuesta es, bestias como yo—nunca le gustaba dar explicaciones— ¿a que venimos? A buscar personas humanas que demuestren tener dones especiales y puedan ser transformadas.

Antes de que pudiese seguir el joven la interrumpió.

—Ser transformadas—aquellas dos palabras hicieron ruido en su interior— ¿cómo es eso posible?

—Desafortunadamente lo es, existen humanos como tú que tienen la gran oportunidad de volverse como nosotros—Dirfrank notó como cambiaba la expresión en el rostro de la chica cada vez que nombraba la palabra humano—, así que nos encargamos de localizar a los que se encuentran fuera de nuestras tierras y los llevamos a través de una de las puertas de las doce tribus, allí el consejo de ancianos decide que centinela es el adecuado para ser su nuevo sirviente y bla, bla, bla fin.

A pesar de ser una historia breve, Dirf entendió lo suficiente. Nada de lo que decía esa joven pertenecía a un mundo normal, además no le agrado en absoluto la última parte.

—Quieres decir que algún centinela que no sabes exactamente cuál va a quedarse conmigo y transformarme en uno de ellos para ser su sirviente—no le parecía muy justo todo lo que le decía.

—No exactamente Dirf, sabes me molesta tener que estar dando muchas explicaciones—subió la voz—a mí solo me enviaron a buscarte cosa que ya he hecho así que ahora terminare esto aquí para largarme de esta porquería de vida humana.

—Pero todavía tienes que decirme exactamente lo que piensan hacerme, no puede ser simplemente...

Antes de que continuara de balbucear más estupideces, Norah lo había empujado sobre la cama poniéndose sobre él y dejando que sus rostros estuviesen a unos simples centímetros. El pobre joven quedo atrapado entre ambas piernas de la chica, mirando sus ojos brillar como los de un gato.

—Que...que haces—dijo sorprendido sin poder quitar la mirada de Norah.

Su mente voló a otras partes, no podía creer que a la chica que acaba de conocer estuviera allí en su habitación, sobre él y lo único que llevaba puesto era una toalla que muy bien podría hacer desaparecer en segundos.

—Los humanos siempre son tan obvios—lanzó ella tras levantar una de las manos y olisquear el ambiente—sigues siendo hombre después de todo, no te muevas.

Sonrió de lado y comenzó a mecer su dedo índice sobre el pecho de Dirf, que aún no sabía porque su cuerpo no se movía. Se sentía como si estuviese en una especie de trance que lo tenía paralizado.

Era como ver a un gato jugar con su presa.

Que pensaba hacerle.

Antes de que pudiera darse cuenta, de la muñeca de Norah salió una luz que desapareció casi al instante dejando ver un afilado cuchillo de empuñadura negra. Sin poder tener oportunidad a defenderse ya este se había clavado en todo su corazón.

Por vez primera experimentó el peor miedo de su vida, en lo único que podía pensar era en su madre esperándolo a cenar, en que no la vería jamás...ya no podría abrazarla nunca más.

Como podía pasarle algo así, apenas si había vivido suficiente. Su querida madre no llegaría a ver nunca a sus nietos.

Dirf cerró los ojos esperando a que la sangre y los pocos latidos que le quedaban se los llevaran los recuerdos. Pero aunque toda una hojilla estaba enterrada sobre su pecho no experimentaba dolor, ni si quiera notaba que la sangre se desparramaba por su piel.

—Vaya, con que tratamos con hombre muy tierno—la voz burlona de Norah lo saco de su agonía.

Abrió los ojos percatándose que aquel puñal se introducía aún más. Trato de quitárselo pero no funcionó y este, terminó por desaparecerse en su interior.

— ¿¡Qué me has hecho!?—exclamó poniéndose en pie en un instante y acorralando a Norah contra la pared.

—No me digas que tienes miedo, niñito de mamá—se burló para luego escaparse de su agarre tan fácil como respirar—puedes estar tranquilo.

Se deslizó hacia la ventana.

— ¡Que esté tranquilo!—dijo exaltado—acabo de ver como una loca atravesó mi corazón con un cuchillo y no solo eso, si no como ese cuchillo se lo trago mi cuerpo.

Sin inmutarse, la peligrosa chica se sentó en el bordillo con una pierna oscilando hacia afuera.

—Sabes hace tiempo que no veía a un hombre que quisiera tanto a su madre como tú—dijo ignorando cada una de sus palabras—casi termino por creer que los humanos tienen corazón pero, ninguno es de fiar—lo observó de arriba abajo sintiendo algo extraño—y no te preocupes, solo inyecte un poco de mi esencia a tu corazón, era la manera más rápida para que se esparza por tu cuerpo.

— ¿Qué hiciste qué?

—No deberías molestarte, cualquier ser humano en su sano juicio estuviera agradecido por semejante acto de nobleza—como si ella fuera así de noble—el efecto solo dura una semana lo que es suficiente para encontrar la protección adecuada para ti, por ahora eso mantendrá alejado a cualquier demonio que quiera ir por tu cabeza. Acaso no me merezco un «gracias por salvar mi trasero»

El joven aun no podía creer que estuviera diciéndole esas cosas.

—Así que quieres un gracias—la enfrentó irónicamente—eres una sádica, debías haber dicho todo eso antes de clavar un cuchillo en mi corazón, pensé que moriría, acaso crees que cualquier persona reaccionaria normal.

Sinceramente esta mujer si estaba chiflada del todo.

—Bien—dijo sacando todo su cuerpo—y gracias por el cumplido.

—Yo no te he hecho ningún cumplido—reclamó disgustado.

— ¿Acaso lo de sádica se lo dices a todas?—respondió sonriendo.

Dirf meneo la cabeza anonadado, la forma tan torcida en que ella veía las cosas era espeluznante.

—Ah! Por cierto—se rascó la cabeza—si notas algo extraño a tu alrededor lo siento aún no he podido quitar ese efecto de mi esencia.

— ¿A qué te refieres con eso?

Pero antes de que pudiera responder la puerta comenzó a sonar.

—Dirfrank ya llevas demasiado rato bañándote, ven a cenar—en mala hora la madre del chico se le ocurría interrumpir.

Trato de hacerle señas a Norah para que no se marchara pero esta le giño el ojo y de un salto desapareció.

—Sí, si lo siento—dijo el dirigiéndose al espejo de la pared—me distraje con la televisión.

—Está bien, pero que extraño casi ni puedo escucharla—su madre siempre tan acertada.

—Si es que...lo tengo a bajo volumen—se puso nervioso—ya puedes ir a la mesa en un segundo bajo.

—Muy bien, te hice pollo con papas.

Dirfrank escucho como su madre se alejaba mientras miraba su figura en el espejo tratando de buscar alguna cicatriz, solo que no había ninguna.

—Que haré con esa chica.

Se dijo a si mismo sinsaber que le deparaba su futuro, pues no podía ver nada en Norah y eso lomortificaba, no poder ver el destino de su compañera.


  Bueno, bueno aquí esta otro grandioso capitulo de su protagonista preferida jajaja espero lo hayan disfrutado tanto como yo. No olviden dejar sus votos y jugosos comentarios, quiero ver de todo corazón que opinan de esta historia acepto todos sus consejos con los brazos abiertos.

  Espero la estén pasando super bien, estaré subiendo un capitulo la próxima semana si puedo antes. Bien sin mas que decirles se despide esta señora.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro