Eran las 8y30 de la noche y estaba frente a mi computadora desarrollando los capítulos de mi tesis de grado, estaba por recibirme de Administración y eran unos días sumamente agobiantes, estaba concentrada cuando escuché sonar el teléfono del apartamento.

—¡Aló! — contestó.

—¡Aló! — me responde desde el otro lado de línea una voz súper sexy y varonil, esas que desestabilizan tu interior.

—Sí, ¿Con quién quieres hablar? — pregunto con un tono dulce.

—Quisiera hablar con Gabriela— me dice el chico de la voz sexy.

Gabriela era mi ex compañera de piso, muy linda, por cierto, pero se fue porque ya se había graduado hace algunos meses.

—No, Gabriela ya no vive aquí— le contesté —pero si te puedo ayudar en algo— esta última frase la dije en un tono picante y sugerente. El chico se le notó que lo tome fuera de base, haciendo una pausa antes de contestar.

—Bueno, llamaba porque estoy a unas esquinas del apartamento y quería ver a Gabriela, ¿Tienes su nuevo teléfono? — dijo. Justamente lo tenía frente a mis ojos en el celular, pero algo me hizo cambiar de parecer y querer jugar con él y saber hasta dónde podría llegar.

—¡Claro! Lo tengo, pero ahora mismo no recuerdo donde lo anote.

Por qué no pasas y te invitó un café mientras que lo busco, ¿Te parece? — Ahí va otra insinuación más.

—Ok, dame cinco minutos y llegó—

¡OMG! No puedo creer que me haya comportado de esta forma tan provocativa y deliberada con un desconocido, ¿Solo porque tienen una voz sexy? Yo una chica católica de 25 años qué escasamente había tenido tres amantes y que viste casi como una monja. ¡Claro! No estoy tan mal, aunque soy de mediana estatura puede decirse que soy toda una mujer deseable. Mi nombre es Aura tengo 25 y estoy por graduarme en Administración de Empresas, tengo un cabello largo castaño y sedoso a la altura de los hombros, ojos entre verdes y amarillos que parecen los de un felino, boca sensual, unos pechos grandes, piel blanca y unas piernas largas y torneadas que culminan en unos pies hermosos... Bueno, el mal o bien, ya está hecho, el chico estará aquí en unos minutos y tendré a un perfecto desconocido tocando la puerta de mi casa, ¿Irá su aspecto acorde con su voz? o ¿Será una decepción? ¡Uff! No lo sé.

Enterrada en los pensamientos sobre los posibles escenarios escucho el timbre, ¡Ay! Solo estoy vestida con un short corto y un camisón ya que unas horas antes me había bañado, cenado y sentada en mi computadora con este asunto de la tesis y a decir verdad no me moleste en cambiarme. Bueno, ya iba por el tercer timbrazo, ya era muy tarde para cambiarme de modo que decidí recibir al desconocido tal y como estaba.

—¡Hola! — dije —Tu eres...— ¡Virgen Santa! me quedé sin palabras, lo miré de arriba a abajo, frente a mi estaba el hombre más impresionante que jamás había visto en mi vida. Alto, como un metro noventa, piel bronceada, ojos y pelo oscuro, dientes blanquísimos, boca sexy, sonrisa pícara.

—Sí, el que te acaba de llamar— me extendió su mano y yo respondí, —Octavio, un placer— nos miramos en silencio, obviamente a él le gustaba lo que veía por qué me contemplaba extasiado.

—Sí, claro, mi nombre es Aura, adelante— le respondí. Suspirando como una colegiala en su primera cita, estaba impactada y ahí estábamos en medio de la sala, empezó a hablarme, pero me hice la desentendida por completo, solo pensaba que se sentirá coger con este hombre, mi cabeza estaba vuelta loca, mi vagina parecía un volcán en proceso de erupción, así que tenía dos opciones, ¿Reaccionar y darle lo que él había venido a buscar? O ¿Ceder a mis más viscerales deseos? Pues opte por la segunda opción.

Lo tomé de la mano y lo dirigí a mi habitación, este chico me sorprendía lo fácil que se dejaban manejar. Cuando estábamos frente a la cama, él me tomó por mis hombros y me dio un beso, un beso profundo, sensual. Su lengua recorrió toda mi boca, nuestras lenguas tenían una batalla feroz, sus manos descienden hasta mi camisón para quitármelo muy suavemente, dejando ver mis pechos firmes deslizando frenéticamente mi costado y mis senos. Se detiene y me observa, luego de un momento,

¡Oh! Por Dios, tienes un par de tetas impresionantes que jamás he visto—

No puedo negar que me sentí orgullosa de ser lo buena que estoy.

Mis manos no paraban de tocarlo y recorrían con deseo su pecho, le quitó la chaqueta y la corbata mientras que el continúa besándome como si tuviera tiempo que no había estado con una mujer, rasgando los botones de su camisa como una loba en celo, logré quitarle su camisa y quedar frente a un macho con un cuerpo tonificado y pelo en pecho, ¡Uff! Cómo me excitaba un hombre así, sentía cómo su respiración se aceleraba, me tira en la cama, mientras yo lo observo, él se quita los pantalones, a través de sus calzoncillos se nota que está muy duro y excitado. Lo atraigo más hacia mí, fundiéndonos en un fuerte abrazo, besos arrebatados él succionaba mi cuello y mordía, sigue bajando y les aplica el mismo tratamiento a mis senos, a mi vientre. —¡Ay! Sí que rico los haces papi— bajando hasta mi vagina besaba los pliegues después su lengua acariciar mi clítoris, separo mis labios vaginales y me penetró. —¡Umm! Es el mejor sexo oral que estaba recibiendo— no podía cree lo que me estaba pasando, yo entregándome como una perra en celo a un perfecto extraño. Y sin poder contenerme más tiempo estalle en el orgasmo súper fuerte que jamás haya tenido.

—Nena eres ardiente. Deseo que esa boquita tan sexy me chupe todo el miembro y que me lamas con esa lengua tan ardiente— me dijo.

Yo que me había rehusado a darle sexo oral a mis ex, pero estaba chupando con verdadero gozó y esmero este tremendo pene, lamia los contornos de su glande, me lo introduje todo al interior de mi boca. No me puedo negar que me asuste un poco ante sus enormes proporciones, pero eso no hizo sino ponerme más y más excitada...Yo seguía succionando y lamiendo su pene hasta que paró en seco. —Espera, espera. No quiero acabar en tu boca, quiero me sientas en todo tu interior y sepas lo que se siente tener un verdadero macho— sus palabras hicieron que el calor vaginal se intensificará, él saco un condón del bolsillo de su pantalón, se lo colocó, se acomodó en mí y sentí la cabeza de su pene en la entrada, me asuste un poco porque pensaba que no iba a poder acogerlo ya que mis anteriores novios no la tenían ni la mitad de grande. —¡Ohhh! Bebé que caliente estás— me dijo mientras atravesaba mis paredes vaginales sonreía como si fuera un conquistador que descubre tierras nunca antes vistas por ojo humano.

Pues si bien era cierto que yo de virgen no tenía nada, era cierto que él estaba conquistando nuevos territorios porque nunca antes sentí que un pene me llegara tan dentro de mi ser. Era enorme ese animal. Me embestida con fuerza mientras yo gritaba, —¡Uy! Papi métemela más, más, dame más duro. No pares— el placer era despiadado.

—Te gusta mami— me decía entre su respiración entrecortada.

Luego de tanto jaleo, llegamos juntos a un orgasmo desgarrador, descomunal, fantástico. Me sentía plena, feliz, el mundo se me iba y volvía a la vida, los espasmos de placer me recorrían incesantemente.

Esa noche me sentí nuevamente mujer. Y así pasamos más de un año, Octavio, el de la voz sexy nos seguimos encontrando, después nos separamos porque él se mudó de país. Pero aún seguimos en contacto y es que me hice adicta a su voz.

                                                                    ***FIN DEL RELATO***