LA LLAMADA
Habían pasado un par de horas y no me di cuenta que ya eran más de las 10 de la noche y estaba en mi oficina. La noche estaba muy tranquila para mi gusto, pero recibí una llamada al celular, era un amigo con el cual tenemos una relación un tanto particular, ya que él tiene novia. Nunca hemos tenido sexo en un sentido explícito y solo nos hemos dado uno que otros besos cachondos.
La llamada comenzó tranquila pero después se tornó más caliente, con preguntas y respuestas eróticas donde dada cabida a la risa y el juego que se estaba marcando entre los dos. Le pregunté muy intrigada, -¿Dónde estás? - Él me respondió. -Muy cerca de ti.
Su voz sensual hacía que mi parte baja se encendiera poco a poco, por un momento me olvidé que estaba en la oficina y fue cuando me levanté para cerrar la puerta y bajar un poco la luz del ambiente. Me volví a concentrar en su voz, y fue cuando me dijo, -Quería escuchar tu voz- Eso me hizo cerrar los ojos y tocarme sobre la tela que cubría mi vagina haciendo que emitiera un sonido de placer. Le volví a preguntar dónde estaba, -En tu ropa interior- Me respondió esta vez. A medida que hablamos iba sintiendo que a pesar del esfuerzo de mantener esta relación dentro de los límites "normales" ya no podíamos.
-Dime. ¿Te estás tocando? - Me preguntó.
Me acaricio sutilmente sobre la tela y respondo: -Sí, y muy mojada. O más bien diría que "acogedora"- Le digo en tono de broma.
En el fondo sabía que en la otra parte, él estaba como loco, se le notaba en el timbre de su voz, en el modo pausado en que me hablaba y eso me excitaba más.
-Sabes que me gusta escucharte cuando te estas tocando porque tu voz cambia, tu respiración se agita y eso me enloquece... Introduce tus dedos y hazme saber cómo te sientes- Me dijo.
Seguía sus instrucciones, mi sexo estaba muy húmedo, totalmente mojado y caliente, latía frenéticamente y me iba sumergiendo poco a poco en un estado de excitación del cual iba a ser muy difícil volver. Cuando estaba completamente perdida él me dijo: -Me encantaría verte la cara y escucharte cuando acabes. Estoy en la calle en el carro frente a tu oficina, ¿Quieres continuar esto en otra parte? - Me preguntó.
Y como dije al principio los límites "normales" desaparecieron porque decidí entregarme a la lujuria y el deseo que me provocaba mi amigo, caímos en un abismo de placer que nos dejó exhaustos. Esta vez, sin intermediarios.
***FIN DEL RELATO***
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